Perdición
Las llamas del infierno entre mis manos
son pecado simulado,
sonn mortales felonías
que acontecen en mis dedos destrozados.
El calor me arde las entrañas
los estómagos hirvientes en su caldo.
Y tú te dices poseída de los ángeles musculosos, rubios y lozanos.
¿Mas no sufre más quien ama y deja, que quien juega a ser domado?
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