Lazo rojo
Estaba sorprendido, muy sorprendido.
Había pasado una semana y absolutamente nadie, además de Romina, le había comentado nada acerca de las flores.
Blom llegó a su asiento y encontró un lazo rojo atado en la silla.
Sonrió inconscientemente.
Lo desató y lo leyó.
"No te preocupes, yo te protegeré".
Blom se ató el lazo en la muñeca y siguió con su día.
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