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¿Has llegado ya?

Aquí, estoy, amor mío.

Te extrañe más de lo que piensas.

Me imagino, amor, pero ahora estoy aquí para amarte.

Entró de manera sigilosa, la noche ya estaba en su punto máximo y no quiso, por nada del mundo despertar a su amado por lo que se recostó en el sillón y ahí durmió, bueno, más bien intento hacerlo, no había nada como su cama pero no podía darse el lujo de despertar a Afrodita, daba vueltas en aquel pequeño espacio sin poder conciliar el sueño, así pasaron un par de horas hasta que el sueño fue bastante y por fin se quedó dormido, la mañana lo despertó con un sonoro grito proveniente de su pareja, pronuncio su nombre y como rayo subió hasta donde estaba, ambos se vieron sin saber qué hacer, el primero en reaccionar fue Afrodita quien se lanzó a los brazos del italiano como si fuese su único consuelo.

-Ángelo, volviste - lo abrazó aún más, la euforia en su voz no podía ser ocultada por nada en el mundo.

No dijo nada, solo lo abrazó con todo el amor contenido en todos esos días en donde la ruidosa ausencia de su voz le hacía mal, le acuno entre sus brazos y se quedó ahí, se quedó en ese estado solo para sentir aquella inocente calidez de su respiración sobre su pecho, solo para sentir aquella amorosa fuerza que lo atraía cada vez más, solo para volver a impregnarse de aquel embriagador olor a rosas, solo para decirle de manera silenciosa cuanto lo amaba y cuanto lo había extrañado, solo para que el oído de su amado sueco escuchara muy de cerca los latidos de su corazón quien le decía con cada una de sus palpitaciones que era solo suyo... suyo y de nadie más.

- ¿Una pesadilla? - pregunto con la esperanza de que no fuese así pues por más que quisiera protegerle, bien sabía que para ello no podía hacer más que abrazarle.

-No, solo que, recordé el día en que nos conocimos - bajo la mirada, la sonrisa tenue de Ángelo no le dijo nada de lo que quería, una de sus manos le tomo del mentón comenzando un beso suave, uno de aquellos que te dan tranquilidad.

-Ese fue el mejor día de mi miserable vida, aunque termine con un dolor terrible en la mandíbula - le dio una de sus típicas sonrisas, esas que le contagiaban la felicidad.

-Lo sé, en ese momento me estaba muriendo de los nervios por ti - volvió a unir sus labios con los de ese loco albino el que amaba como a nadie en la vida.

-Nunca pensé que fuera así - de nuevo le apretó contra su pecho - por cierto, que bien te ves con ese conjunto - se separó del abrazo y se puso rojo como un tomate, lo había olvidado, se había puesto lencería para dormir, solo porque la noche anterior había pasado horas en el espejo viendo como le quedaba, solo para darle una sorpresa a Ángelo, se le había olvidado quitárselo y ahora estaba a punto de explotar de vergüenza.

Lo empujo y como rayo se volvió a meter entre las sabanas aun tibias de su cama con la esperanza de que no lo haya visto demasiado, cubrió su rostro con la almohada con la certeza de que así, Ángelo no vería su sonrojo, pero fue demasiado tarde, había perdido en contra de su amado albino, lo había visto lo suficiente como para imaginarse un montón de cosas extrañas que ni siquiera aquellas sabanas y aquella almohada podrían ocultar, se subió a la cama buscando la fina cintura de su pareja y cuando la encontró comenzó con algo que sabía le daría pase directo al dolor de la venganza de su amado sueco, cosa que no le importo.

Veía como Afrodita se retorcía de risa debajo suyo intentando golpearlo para que lo dejase en paz, cosa que no sucedió, el menor hizo de todo, pataleo, trato de empujarle y de tirarlo de la cama, amenazó con pegarle en la entrepierna y de dejarlo sin sus noches de pasión, le jaló el cabello, le mordió y hasta le enterró las largas uñas en los brazos pero aun así, Ángelo se empeñaba en seguir con esa tortura; solo paro cuando escucho a su estómago rugir como un león hambriento, dio un último beso en la frente de su pareja.

-Te espero abajo - dijo y salió antes de que una almohada salvaje se estampara en su cara.

Afrodita bufó, ese amado suyo era, definitivamente, un loco, pero así lo amaba, negó con la cabeza y salió de nuevo del nido, busco entre su armario la mejor ropa o más bien la que sabía que a su pareja le gustaba, mientras abrochaba el ultimo botón de su camisa amarillo pastel, se preguntaba porque no le había escuchado llegar y por qué no le había avisado antes, quizá y porque no quería despertarlo o tal vez llegó de noche, ya despues le preguntaría; cuando todo estuvo listo bajo hasta la cocina donde el olor a comida Italiana inundo sus fosas nasales.

Amaba ver a Ángelo cocinar, se le quedó viendo como recién enamorado, sin despegar la vista ni un minuto de aquellos fuertes brazos que más de una vez tuvo como almohada, se perdió por un momento entre aquellos cabellos de un blanco platinado como la nieve misma que ahora caía y chocaba con la ventana, ni siquiera se dio cuanta cuando Ángelo dejo lo que estaba haciendo solo para observar cómo le veía.

-Se te caerá la baba, Dita - soltó una risita al ver de nuevo el sonrojo en aquellas pálidas mejillas - ven, el desayuno está listo. - le sonrió. Aquellos minutos pasaron lentos peor sin llegar a ser aburridos, ambos estaban disfrutando aquella comida, un par de minutos despues el teléfono del menor comenzó a sonar, sin prestarle atención al número en la pantalla, contestó.

-Diga

"Tanto tiempo sin oír tu voz, Afrodita" aquella voz del otro lado de la línea le puso los pelos de punta, no podía ser, no ahora que todo parecía ir bien.

- ¿Cómo... como conseguiste mi número? - la agitación en su voz se hizo presente, Ángelo lo notó.

"¿Acaso no te da gusto oírme otra vez?" aquella voz soltó una risita, la palidez en el rostro de Afrodita no pasó desapercibida, Ángelo le arrebató el teléfono.

- ¡¿Quién eres desgraciado?! - Gritó con enojo, la llamada se cortó y un golpe en la mesa se hizo presente - Dita, ¿conoces a ese imbécil? - asintió, la mueca de miedo en su pareja se lo dijo todo, algo andaba mal.


🦀🌹
Una disculpa se me fue el internet ayer y apenas regresó (hace como tres horas), ayer iba a publicar pero ni mis datos ni la tarea me dejaron.

Comienzan los problemas y pronto veremos al villano o más bien a los villanos, si pusieron atención, el sueño de Dita ya dijo quienes son.

nos leemos

Dan R

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