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23

"Mi piacerebbe lanciarti nel cielo
Vedere il tuo corpo che pian piano sale
Collocarti nel posto più giusto
La stella più fragile dell'universo
E se rinizasse una'altra vita
Io no chiederei che fosse infinita
Mi basterebbe sapere che eisiti
Che è lo stesso il porfomo che lasci
E se non mi conoscessi farei come ho fatto
Dirti che ti aspetto in un posto perfetto
Che poi io di perfetto non ho propio niente
Divento se ti ho tra la gente
Comunque con te
Comunque vada con te.*"

Y la primera nevada y la última parecían juntarse en aquella ciudad, como si se tratase de un par de manos entrelazadas, la ventisca invernal que no se ha ido y las flores rosa pálido que crecen abrazadas de las gruesas torres del Viru Gete no se han inmutado ni un momento, ni un segundo, ni un día; permanecen ahí, impasibles, añorando que su amado y feroz viento las acaricie con esa suave fuerza que les dice cuanto las ama y cuanto las extrañará cuando se marchen pero también cuan ansioso estará por la primera nevada que trae consigo la primera de ellas.

Y al igual que aquellas flores que esperan el gélido pasar del viento, así lo espera él, ansioso pero paciente, espera verlo entrar por aquella puerta vestido del hermoso traje que no ha visto pero que sabe que es tan hermoso como él. Ahí está, viendo como todos le observan expectantes de todo, de sus reacciones, de sus gestos, de su palpitar tan rápido que pareciese indicar que el corazón le saltará del pecho y se ira: lejos con su amor, que se ira para jamás volver,

Y al igual que el viento, llega él, tan magnifico, tan sublime, tan delicado, tan blanco, tan transparente, tan inefable... espera solo la pequeña señal para poder caminar por la alfombra roja de pétalos, para caminar hacia el destino que ha forjado, ese que alguna vez, en sus noches de infancia había soñado, hacia ese destino que aún es incierto, mutable, impredecible, pero pese a ello, camina con la seguridad de una cosa, aquel a quien ama siempre estará ahí para él. 

La primera y la última nevada se han juntado en aquel salón, en aquellos ojos que ahora se ven sin perder ningún detalle de los contrarios, esos orbes rojos chocan con los celestes y luego, bajan con una delicadeza magistral por aquella fina y respingada nariz para perderse en esas mejillas rosadas y suaves como las nubes del cielo a las 5 de la tarde y luego, delinea un par de veces esos delgados pero hermosos labios que más de una vez ha probado para bajar a ese terso cuello de seda donde yace una pequeña marquita roja...

Ríe un poco, y luego, observa las hebras celestes que descienden desde la nuca hasta perderse en el lado izquierdo, el moño de aquella corbata blanca se mezcla con aquella camisa marfil y con ese pulcro saco casi blanco que le ha ensanchado la cintura a la perfección y por último, ve de manera fugaz, esas anchas caderas que más de una vez ha tenido el privilegio de recorrer con sus manos, con su vista y con su boca para perderse en las largas y bien torneadas piernas que lo hacen delirar.

Y aquellos ojos celestes se pierden en los confines de ese par de rubíes que tanto ama y que le dice silenciosamente que le necesita a su lado para descender minuciosamente por la bronceada piel de aquella pequeña nariz y perderse en esos labios que le dislocan la paciencia y la razón para despues darse cuenta que aquella corbata negra contrasta con la camisa blanca pero que a su vez combina con aquel saco anochecido que le marca los brazos y los músculos.

Suspira y luego, absorto de lo que dice el hombre en medio de ellos, se pierde entre sus pensamientos y recuerda la primera noche, la helada ventisca que chocaba con sus mejillas y los pasos de aquellos que no están más; despues, se pierde en ese torso que, aunque cubierto puede delinearlo con la mirada, con la mente, con el corazón para finalmente deshacerse de todo pudor y recordar la noche anterior, anhelando que se repita esa y las demás noches que vienen.

—Afrodita — escuchó y alzó la mirada — ¿aceptas a Ángelo como tu compañero de vida?

—Acepto — respondió

—Yo también acepto — ni siquiera espero la pregunta, simplemente dio su respuesta y le beso, con esa ternura y amor contenidos por un par de horas pero que era tan intenso como el sol mismo.

—Entonces, son oficialmente esposos — dijo aquel hombre y sonrió no teniendo nada más que decir, se retiró de ahí solo para observar a las pocas personas que estaban ahí presenciando aquel acto.

Aquel pequeño salón, adornado de rosas tan rojas como la sangre acompañadas de rosas pálidas, destilaba solo la felicidad de ellos y de loa amigos que asistieron a ese lugar, unos pocos minutos en espera de aquel que aún no había llegado, en espera de verlo con su porte y su rectitud entrar por aquella puerta, quizá solo, pero feliz, tranquilo, serio, como siempre; quizá sus deseos se hicieron realidad, lo vieron entrar con ambas manos llenas, en la derecha llevaba una hermosa caja dorada con un bello moño plateado y en la otra, un ramo de hermosas flores celestes.

— ¡SHURA! — la voz del sueco resonó en todo el salón, el español solo pudo sonreír antes de dejar la caja en la mesa más cercana y acercarse al menor.

—Afrodita — le abrazó como pudo y despues le entregó aquel ramo — este es para ti, te lo mandad desde España.

— ¿A si? — Preguntó — ¿Quién?

Shura solo le puso la mano en el hombro y entregándole tan extravagante regalo fue a donde Ángelo le esperaba sentado en el fondo, tomó asiento a su lado y despues de un largo silencio no pudieron contener su emoción y se abrazaron como los grandes amigos que eran. Queen, Sylphid y Gordon veían lo que pasaba desde el otro extremo del salón, las otras personas estaban ahí, viendo como los recién casados volvían juntos y también como aquel presente se acomodaba en aquella mesa.

— ¿de quién es? — pregunto el albino

—No sé, no tiene tarjeta — respondió Afrodita. — pero es muy lindo.

—Eso es verdad — dijo Shura — vamos, debe tener alguna, quizá este escondida.

Le miró un poco desconcertado, y haciéndole caso busco con delicadeza entre las flores aquella nota, se ponía más nervioso, por alguna extraña razón, cada que pasaba los pétalos en sus manos, no encontró nada, al menos no entre aquellas flores, suspiró y se separó de aquel regalo viendo como una hojita doblada por la mitad caía a sus pies, la alzó, se acercó a Ángelo y la abrió: una hermosa y bien hecha caligrafía decía "Felicidades, Afrodita, y perdón por tantos problemas" y justo debajo de aquella frase había, con tinta dorada una "S" y una "K", empalideció y miró a Shura quien solo desvió la mirada.

No hubo nada más sobre aquel asunto ni sobre lo que pensaban, simplemente vieron como los recién casados salían del salón y se perdían entre la infinidad terminada de aquella calle que les conducía a su hogar, a ese que albergaba en su interior: discusiones, amor, pasión, tristeza, nerviosismo, cariño, diferencias y demás sentimientos cuyos restos se habían pegado a las paredes y susurraban que no se irían.

Aquella noche, antes de que el sol se ocultase, se amaron más de una vez, disfrutaron como nunca y como siempre del sabor de sus labios, del embriagante licor de sus pieles, del olor de sus suspiros, del sonido de sus mentes, del bullicio de sus corazones, de lo dulce de sus caricias, de todo aquello que los hace amarse, y las flores que solo crecen o que aparentemente solo crecen en invierno, ahora relucen y esperan la primavera, el verano y el otoño.

La calle empedrada albergaba entre aquellas paredes un sinfín de historias: de guerra, de conquista y libertad, de armas, de caballeros y militares, de muerte y de época de peste, de un sinfín de tragedias que marcaron a Estonia, pero pese a ello, esa noche en particular, aquellas rocas en el suelo relucían, quizá porque también albergaban un par de historias de amor y una en particular está llena de hermosas cosas y de hecho, este es el final de la historia que quería contarte.

FIN. 

🦀🌹
Muy bien criaturas bellas hechas por los dioses, es el fin de esta hermosa historia que espero les haya gustado leerla tanto como a mi escribirla.

les agradezco mucho su paciencia para cada capitulo.

La frase del incio pertenece a una hermosa canción llamada "La stella più fragile dell'universo" de Ultimo y aqui les dejo la traducción de ese fragmento:

Me gustaría lanzarte en el cielo
Ver tu cuerpo elevándose lentamente.
Colocarte en el lugar adecuado.
La estrella más frágil del universo.
Y si volviera a empezar la vida.
No pediría que fuese infinita.
Me bastaría saber que existes.
Que el perfume que dejas es el mismo.
Y si no me conocieras, haría lo que he hecho.
Decirte que te espera en el lugar perfecto.
Aunque yo de perfecto no tenga nada.
Me vuelvo perfecto si te tengo entre la gente.
Aun así contigo.
De todos modos iría contigo.

Me despido de esta historia y espero leerlos en el siguiente fic que espero tener el prologo listo para finales de marzo. Mientras pueden pasearse por las otras, si gustan. 

sepan que los quiero por apoyarme, por sus votos, vistas y comentarios. 

sin más que decir, hasta aquí mi reporte. 

Dan R 

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