15
Perdón por haber aparecido sin invitación en tu vida.
Pero, es que al verte, creí reconocerte,
Cuando vi que la soledad que me acompañaba
también te acariciaba, me confundí.
Te vi tan perdido, en un mundo donde:
Parece que todos saben lo que quieren, a donde van
y quien son excepto yo, y al parecer tampoco tú.
Había incertidumbre y miedo, porque hace días que estaba igual que aquella fecha, sin noticias, viendo con añoranza como sus anfitriones parecían felices, si, parecían y a decir verdad estaban felices por una razón en particular: estaban juntos y se amaban y él estaba ahí, sin ningún tipo de compañía, sin su razón para mantenerse despierto hasta las tres de la mañana, sin su razón para hacer locuras como probarse lencería o cocinar, veía por la ventana de aquella casa sin pensar en otra cosa que no fuese Ángelo y su imprudente carácter que tanto amaba; suspiraba como si la vida se le fuese en ello y como si fuese su única alternativa.
—Te acabaras de tanto suspirar — escuchó como Sylphid se sentaba a su lado y ponía una mano en su hombro — volverá por ti, confía en él.
Solo le miro con tristeza y con una melancolía tremendamente marcada en aquel rostro de porcelana, Sylphid solo pudo sonreírle con ternura; Afrodita quería gritarle que confiaba en él, incluso, más que en sí mismo, quería decirle que se llevaría la vida esperando porque estaba dispuesto a ello pero no por eso dejaría de pensar en él y de desear nunca haber conocido a ese par de locos sinvergüenza porque ellos eran la razón de su incertidumbre y de su martirio, quería gritarle que nunca en su vida se alejaría de quien amaba y que pasara lo que pasará siempre confiaría en él pero pese a ello, no podía evitar sentir miedo.
—No pierdas la esperanza — reconoció al instante esa voz: gruesa pero amable, Gordon también estaba ahí, a su lado, como si fuesen los grandes amigos.
Pero la verdad era que esos tres eran un trio de desconocidos que le habían ayudado solo porque algo tenía que ver Shura en todo esto, sin embargo había logrado establecer una especie de amistad entre ellos, pero por más que trataba, el solo hecho de pensar en lo que podía pasar si alguien más se involucraba, le hacía ser estoico y reservado con esos tres hombres que le habían dado "refugio", solo quería volver a su tranquila y pacifica vida con su amado albino en aquella casa cerca de las gruesas torres del Viru Gete.
Al parecer, Queen era el único en esa casa que de cierto modo lo comprendía, porque de ser otro momento ya se hubiese acabado las uñas de las manos de los nervios, pero se controlaba bastante bien, solo iba de aquí hacia allá viendo a cada segundo su teléfono, con la esperanza de que por alguna razón su hermano le hablase para decirle que todo estaba bien y que podía dormir tranquilo los siguientes años que le restaban a su mísera existencia, pero tal parecía que nada de eso pasaría, no al menos en los siguientes dos o tres días, pero esa preocupación le comía el alma, no se había preocupado por su hermano de esa manera desde que tenían 8 y 6 años respectivamente.
—Cálmate — escuchó la voz de Sylphid para luego sentir su mano sobre su hombro y luego se vio siendo arrastrado a la cocina y obligado por su amado a sentarse y tomar un bocado de queso. — No quiero que te enfermes de preocupación.
—No enfermaré, Sylphid, solo estoy preocupado — suspiro y dejó un beso en el dorso de su mano.
Al parecer, alguien escucho las plegarias de Queen porque no habían pasado ni diez minutos desde que dejo de dar vueltas cuando el teléfono entre sus manos comenzó a vibrar como un loco desesperado, en aquella pantalla el "número desconocido" al parecer no le causo nada más que la emoción de saber que todo estaba bien y que de algún modo, dentro de algunas horas vera a su hermano en la puerta de su casa junto a ese tan misterioso amigo del que solo había escuchado un par de cosas, presionó el botón y se lo llevó al oído.
"¡Queen!" casi salta y grita de felicidad, esa era la voz de su hermano.
— ¡SHURA! ¡¿EN QUE DEMONIOS PIENSAS?! ¡Acaso pretendes matarme del susto, ingrato! — le gritó como hace mucho no lo hacía solo para recibir una tenue risilla burlona como respuesta.
"nada de eso" Respondió. "todo está bien ahora, ya no tienes de que preocuparte"
— Eso lo decidiré yo, tengo que verte — ahí mismo se notaba que eran hermanos, ambos serios y decididos cuando el momento era el indicado.
"Pues entonces abre", Queen seguía preguntándose como rayos Shura era tan acertado en lo que hacía.
Acabó esa llamada y le sonrió a Afrodita una vez que su mano estaba en la perilla de la puerta principal de su hogar, apenas la abrió vio a su hermano y a ese albino, ambos con un par de rastros de pelea, ya sabes, cicatrices pequeñas en el rostro y un par en las manos; aquel chico que no concia más que su nombre entro a su hogar solo para correr a al encuentro de su amado, rodearlo con sus brazos y repartir pequeños besos en su rostro; por otro lado y antes que le dijera algo, Queen le acertó un golpe en el hombro a Shura.
— ¡No vuelvas a asustarme de esa manera, idiota! — eso definitivamente había sonado a algo que diría su madre, solo pudo revolver los cabellos de su hermanito y entrar a esa casa, saludar a los presentes y ver como Ángelo y Afrodita estaban dispuestos a irse.
Eso era verdad, ellos dos se irían, primero de esa casa y despues, quien sabe, quizá y la opción de dejar Estonia era buena, solo que un escape de esos sería muy fácil; un par de minutos despues, aquellos dos amantes que eran como las flores que florecen solo una vez al año y el viento furioso que las acaricia a cada instante, caminan de la mano de regreso y quizá por última vez a casa, están cerca, un par de calles más y frente a ellos se alzan las gruesas torres de aquella antigua fortaleza que alberga en su interior: historias de guerra y de amor.
Pero en esta vida, las buenas noticias nunca duran mucho y es quizá esta parte donde algo sale mal y de hecho, creo que es así, pues justo en el mismo lugar donde se conocieron aquella noche invernar, un par de hombres les esperan para cortar de raíz a esa bella flor de invierno que han anhelado desde hace ya, más de dos años.
🦀🌹
¡aaaaaaah! qué emoción.
Hoy llegue temprano, otra vez.
Dan R.
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