Te espero ahí donde siempre

Ahí en el abrazo, en la noche del beso

En el más bonito de los sueños

Ahí donde estas cerquita de mi
D

onde nos sonreímos

Donde todo es eterno

Donde te puedo ver siempre

Donde escucho tus latidos
D

onde nada nos separa

Donde solo somos tu y yo 

El reloj con su odioso tic tac, camina lentamente sobre la pared, no se mueve ni un solo centímetro pero tal parece que la presión que ejerce sobre aquellos que están bajo su vista es colosal, es imponente como si se tratase del cielo mismo cayendo sobre sus hombros, las respiraciones son agitadas, sus cuerpos han expulsado toda su energía pero ninguno se dará por vencido, en el suelo yace la terrible evidencia de la cruel guerra que se ha llevado a cabo en ese lugar, aquellos vidrios rotos se esparcen por la alfombra y aquellos involucrados que son, a la vez, víctimas y victimarios, y ahora están dispuestos a dar el golpe de gracia.

Un par de ojos verdes se miran, como si se dijeran lo que piensan y con lo que van a proceder, entonces sus muecas se deforman, un par de sonrisas torcidas porque es lo único que pueden hacer para intimidar a los otros dos que los ven como si de un par de locos se tratase, pero aquellos ojos rojizos parecen encenderse y como si fuese una autentica fiera se lanza hacia ellos y detrás de él viene aquel español, con la misma intención, pero la fuerza de ese par parece aumentar y es lanzado en contra de Shura y ambos caen.

—Lo encontraremos — la voz del mayor es una sentencia, una que los hace enojar de nuevo.

—No importa destruir la ciudad entera — el menor reclama su eterna dominancia en ese asunto y da otra sentencia, una que les hela la sangre.

Ven con horror como salen de la casa y como se alejan, sus pasos se escuchan afuera, van pisando la nieve que se ha ensanchado en la calle tiñéndola de un tono rojizo, están heridos, devastados y masacrados, Saga lleva el pómulo izquierdo abierto y el labio rasgado mientras Kanon parece haber sido golpeado por una espada justo en la sien derecha, pero parece que sus sentidos siguen ahí, intactos, solo para buscar a aquel que ha escapado una vez más de sus manos.

El frio de la calle se cuela por la rendija de la puerta, por aquel orificio que indica que aquel madero no se ha cerrado completamente, pero adentro hay algo más que solo el viento gélido colándose por aquel espacio entre la puerta y la pared, se puede palpar la desesperación, la impaciencia, la rabia, el dolor, el miedo... porque no sabe dónde está su amada flor de invierno, porque teme que ese par que salió de su hogar lo encuentre y lo arrebate para siempre de su lado, porque teme salir y no volver a verlo o verlo alejarse sin poder hacer nada y lo sabe, sabe que es muy apresurado pensar en fatalismos pero ahora... ahora parece ser su única opción y luego recuerda que el hombre a su lado ha actuado y sentado en el sillón levanta el rostro hacia el techo y suelta un suspiro. 

— ¿Dónde está? — Ángelo pregunta al aire pero todos aquí sabemos que la pregunta no ha salido de su boca hacia un destinatario inexistente, si no que ha llegado directamente a donde quiere.

—En un lugar seguro — responde mientras con un paño se limpia todo rastro de aquel bélico encuentro y con otro ayuda a su amigo a hacer lo mismo.

—Eso no me mantendrá tranquilo — le arrebata el paño húmedo y su expresión de indignación es, hasta cierto punto, algo que a más de uno le daría risa, parece un niño pequeño haciendo berrinche.

—Cálmate — la seria voz de Shura le hace rodar los ojos — no le va a pasar nada, no te angusties, el lugar en el que esta ahora es seguro.

— ¿Cómo sé que me dices la verdad? — un bufido por parte de su acompañante, ¿qué acaso no confía en él?, quizá no lo hace o quizá es solo preocupación.

—Créeme, yo no miento, esperaremos unos días y lo podrás ver, ¿de acuerdo? — siente que aquello no lo convence porque Ángelo es tan testarudo como una mula, pero al menos lo mantendrá tranquilo algunos días.

Es cierto y en este punto, todos sabemos que algo no está bien, algo va a salir mal y quizá aquí sea lo que todos esperamos pero lo que nadie se imagina, ni siquiera Ángelo, ni siquiera él que ahora parece querer correr a ver como esta sin importarle que le duela hasta la última de sus células, no puede hacer nada porque sabe que puede poner en riesgo a Afrodita y es mejor así, esperara, quizá a que esos gemelos se cansen de buscarlo y luego ira a sus brazos y se lo levará, lejos: a Italia tal vez, o quizá también sea buena idea ir a España o quizá también sea una idea llegar a un país que nadie se imagina, sería el mejor escondite, si, quizá, eso sería una buena opción.

Y admite que siente una opresión en su pecho, una que no había sentido en mucho tiempo, quizá es la tristeza que ha llenado su alma de nuevo, porque sabe lo mucho que Ángelo ama a Afrodita y lo mucho que sufre por estar en esa horrenda jaula de un interminable deseo de salir y de volver a su vida antes de aquella tragedia y de seguro lo volverá a ver así, justo como los encontró cuando llegó, juntos en una casa, demostrándose amor y destilando cariño por todos lados, pero las flores del invierno aún no se han marchitado, aún siguen intactas en las gruesas torres del Viru Gete, esperando de nuevo a que el gélido viento las acaricie con su fuerza para emerger de nuevo y mostrar su inmarcesible tono rozado acompañado por el enervante perfume que emana de su centro.

 
🦀🌹
Hoy llegue temprano, otra vez. 

Las cosas estan un poco turbias y aún falta lo mejor.

Dan R