Capítulo 3
Lo que ven en multimedia es cuando un piloto se eyecta de un avión de caza.
Han pasado tres meses y KyungSoo ya no es tan tímido como en la ocasión en la que le preguntaron por su nombre y salió corriendo. KyungSoo se convirtió en el favorito de la mayoría de profesores e instructoras. Él demuestra su inteligencia al participar en la clase, resolviendo correctamente las preguntas que la instructora Im realiza. Ante ello, SeHun no puede evitar sonreír cada vez que su hermano habla, ya que está orgulloso de él. Además, que su hermano menor sea un cerebrito le da la oportunidad de decir una y mil veces "ya ganamos" delante de sus demás compañeros, en especial, delante de Kim JongIn y Park ChanYeol. Aunque, a veces, por la mente de SeHun se instala la inseguridad si los demás lo toman como una broma —porque lo es, él lo dice en forma juguetona—. No quiero desagradarle a los demás, incluso si ellos no están ahí para hacer amigos.
—Quisiera tener su cerebro. —Murmura ChanYeol mientras que KyungSoo responde por 4523654789542 vez de manera correcta.
—Quizá entenderías algo si dejaras de hacer dibujitos en tus anotaciones. —JongIn señala las guitarras y las estrellas en los bordes de las hojas.
—Soy un artista en todos los sentidos, no puedo evitarlo. —Se defiende el mayor.
—Cierto... —JongIn deja de mirar la pizarra y gira a encarar a su amigo, pues había recordado algo. —¿En dónde está tu guitarra? Hace tiempo no te veo con ella, ni siquiera tocándola.
—En el cuarto de SeHun. —Responde en automático.
—¿Qué hace ahí?
—¿La olvidé ahí...? —Intenta mentir. Había respondido sin detenerse a pensar en su secretito.
—¿Qué hacías en el cuarto de SeHun para dejarla ahí?
—¿Esto es un interrogatorio o qué? —ChanYeol coge su lápiz y finge copiar las anotaciones que la instructora Nayeon coloca en la pizarra.
JongIn también vuelve a escribir, pero le resulta imposible quitarse de la cabeza la interrogante, la cual se suma a su lista de preocupaciones: por qué le dieron de baja a su padre, por qué su madre le oculta la verdad y qué está sucediendo con ChanYeol. Además, hace un par de semanas pudo darse cuenta de que ChanYeol desaparece. En algunas ocasiones lo hace muy temprano en las mañanas, otras ocurren en la tarde y casi nunca en la noche. Eso es extraño. Son mejores amigos. ¡En su antigua unidad se acompañaban al baño! ¿A dónde se va ChanYeol sin él? Hay una pieza faltante en este rompecabezas y JongIn siente curiosidad por encontrarla.
Una hora después la campana suena, pero esa no es la campana de almuerzo. La que acaba de sonar significa el cambio de clase. Tienen un par de minutos para dejar sus apuntes en sus habitaciones y salir al campo en el cual se encuentran los aviones de caza. Generalmente, realizan situaciones hipotéticas, casi competitivas, en las cuales deben perseguirse, usando las maniobras aprendidas, las formaciones estratégicas, etc. Eso sí, jamás se atacan por obvias razones. Es una lástima porque hay un idiota al cual todo el mundo quiere derribar. El tipo es el mismo que se había reído del tartamudeo de KyungSoo. Aunque, bueno, Hyunsik se ríe de todo. Nadie tiene la menor idea de cómo ha llegado hasta la ROKAF. Su compañero, Minhyuk, es más tolerable solo porque se pasa la mayor parte del tiempo durmiendo en el pupitre.
Existe otro dúo que le hace a JongIn preguntarse cómo esos dos terminaron juntos, pues en repetidas ocasiones han demostrado que ambos quieren sacarse los ojos.
—¡MinHo, apúrate, todos están entrando a la pista!
—¡Ya voy, estoy terminando de colocarme el arnés!
—¡Eres una tortuga! ¡Ya todos están listos!
Ah, esos son los que se quieren matar.
Cuando todos están formados, el teniente les explica el ejercicio. Usualmente, ejecutan operaciones de ciberdefensa, interdicción aérea, recarga en el aire (con el Hércules KC-130), inserción y extracción de unidades de operaciones especiales, búsqueda y rescate. En esta ocasión, el ejercicio era un enfrentamiento de 2 vs 3. Es decir, eran dos equipos y debían pilotar, asegurándose que el equipo contrario no active el identificador amigo-enemigo, pues si eso pasaba en una situación de combate real, podría ser tu última vez vivo. Luego de activarse el identificar, si eres un enemigo, te dispararán. Por ello, deben aprender a maniobrar y pensar con rapidez para esquivar el sensor del identificador.
Todos suben a sus aviones de caza. Una vez sentados, se colocan sus cascos y activan los intercomunicadores.
—Que asco que nos haya tocado hacer equipo con Key. —ChanYeol se lamenta, desparramándose en su asiento.
—¡Puedo oírte, bastardo!
—Ay, upsi. —ChanYeol contiene su risa.
—No peleen. —JongIn interviene. —¡Vamos a ganar!
—Cada vez que hacemos esta clase de ejercicios gana el equipo con los hermanos Do. —MinHo comenta.
—Bueno, pon de tu parte para ganar. —Key responde.
MinHo sacude sus manos, confundido. ¡Él solo está diciendo un hecho! No está afirmando que van a perder... como las otras siete veces.
—Sí, ya me cansé de perder. —ChanYeol se acomoda en su asiento, poniendo su espalda recta. —¡Vamos, JongIn, sácales el dedo medio como hiciste antes de llegar a la ROFAK!
—Bien, bien. —JongIn sonríe, animado por las palabras de su mejor amigo.
Cuando el instructor da la orden, uno a uno va despegando. Todavía no empieza el combate, tan solo están calentando.
—¿Deberíamos deshacernos primero de los Do? —ChanYeol inquiere, viendo a través de la canina y buscando el avión de los hermanos.
—Sí, ¡hagamos dos contra uno! Alguno de nosotros le tendrá que enfocar... —Key habla bastante animado por su plan. —De caso contrario, seríamos súper-estúpidos.
—Pueden empezar. —Escuchan la voz del teniente y ejecutan de una vez su plan.
El ejercicio posee un límite de tiempo. Así que, deben ser rápidos.
—¡Los puedo ver! ¡Están a la derecha! —ChanYeol chilla emocionado.
—Vamos por ellos... —JongIn dice con seriedad. No va a mentir, por supuesto, que ansía ganar el ejercicio (y también un lugar en la placa junto al nombre de su padre).
El paisaje es increíble. El campo de la ROFAK está situado lejos de los edificios. Por ende, no hay tanta contaminación como en, por ejemplo, la capital. Al alrededor de las instalaciones de la ROFAK se extiende un campo inmenso, todo es verde en distintas tonalidades. El césped es más claro que los grandes árboles. Asimismo, a lo lejos se pueden observar unas montañas gigantes y llamativas. A JongIn, al ver un paisaje como ese, le dan ganas de hacer senderismo. Asimismo, cerca de donde se encuentran hay un lago. Sus aguas se ven azulinas, altamente llamativas. JongIn sigue viendo alrededor y su mirada choca con sus adoradas nubes, tan esponjosas y blancas que le daban ganas de dejarse caer en una... Probablemente, muera si hace eso.
¡No es momento de ver el panorama!
JongIn regresa la vista a los aviones y se fija que, incluso en su ensoñación, es un buen piloto. Tanto su avión como el de Key comienzan a perseguir el avión de los hermanos Do, quienes son bastante atentos. Por eso, a JongIn no le sorprende que ellos se percaten de que son el objetivo principal. Seguramente, están pidiéndole ayuda a sus otros compañeros. JongIn no se equivoca. Un avión de caza va hacia el suyo, así que lo esquiva con destreza. Acelera, sin perder de vista a los hermanos Do. Debido al intercomunicador, JongIn puede escuchar las maldiciones que Key suelta. El chico está teniendo problemas para esquivar al otro avión. JongIn comienza a descender. El avión que esquivó todavía le sigue de cerca.
—Ya vayamos a llegar al límite inferior. —ChanYeol avisa.
Poseen límites inferiores y superiores, los cuales no deben traspasar. Sin embargo, JongIn está decidido a ganar al menos una vez. Baja más, a sabiendas de que los otros no le seguirán y así podrá alejarse lo suficiente para volver a subir y sorprender a los hermanos Do.
—¿Crees que nos estén insultando? —Inquiere Park, viendo como el avión que les seguía se ha quedado arriba.
—Probablemente.
—El que conduce es KyungSoo, ¿no? —Park pregunta cuando nota algo que le llama la atención.
—Sí, llevamos volando con ellos meses.
—Uyyy, perdón. —Dice en tono bromista. —Lo deduje porque supuse que SeHun ya se hubiera volteado a dispararnos, incluso si no nos tuviera en la mira. KyungSoo sigue las órdenes, él actúa según lo visto en clase.
—Quizá no eres tan tonto... —Kim bromea.
—¡Oye!
Todo parece desarrollarse con normalidad, incluso si Kim y Park rozan el límite inferior. Además, queda tiempo suficiente en el marcador para derrotar a los hermanos Do. Hasta este momento nadie ha perdido, los cinco aviones continúan volando. Los hermanos Do van piloteando lejos de los demás. Key permanece arriba, luchando para que no lo identifiquen, incluso había pedido ayuda a Kim, pero éste tiene a su objetivo tan cerca que no lo va a dejar ir. Por ende, ignoró los reclamos de Key de "somos un equipo". Bueno, en una situación real, les ayudaría. Pero ahora, no... Él se excusa en su competitividad, pero quizá es algo más. Algo más le llama a seguir de cerca el avión de los hermanos Do, el cual se aleja cada vez más. Es como si JongIn persiguiera algo inalcanzable, sus dedos los rozarían, pero su mano jamás lo atraparía. Y no importaría si sucede mil veces. Él seguiría detrás porque es como si existiese un hilo invisible que le une a ese avión de caza.
—JongIn.
—¿Uhmm?
—Ellos están saliendo de las instalaciones.
JongIn arruga el entrecejo. Él también se ha dado cuenta de eso.
—¿Por qué harían eso?
—No tengo la menor idea, pero lo están haciendo. —El tono de Park expresa preocupación.
Quizá no todo iba tan bien como aparentaba. Y el lugar pintoresco que les rodeaba dejaría de lucir alegre.
—¿Qué haces? —Park pregunta cuando JongIn asciende el avión de caza, igualando el nivel del avión Do.
—Hay que acercarnos.
—¿Y si solo es una trampa?
—No, tú mismo lo dijiste: KyungSoo aplica lo visto en clase, ¿Por qué saldría de las instalaciones?
Observan el avión de los Do volar con normalidad. A simple vista no ven que algo esté mal. Además, ¿no se supone que los están supervisando? El teniente o alguien en la base de control debería avisarles si algo está mal. Pero nada de eso sucede. Sus demás compañeros están concentrados en el ejercicio, distraídos de lo que sucede con el avión de los Do. Aunque, ¿y los intercomunicadores? ¿Por qué no los usan? Cierto, debido al ejercicio, la comunicación existe únicamente entre los mismos grupos y el teniente a cargo en la base de control.
—¿Debería llamar al ins-? —ChanYeol no consigue formular completamente su pregunta. Él queda anonadado con la maniobra de la nave de los Do, ésta baja abruptamente y se inclina hacia un costado.
—¡ChanYeol, hazlo! —JongIn grita, preocupado por lo que puede estar sucediendo.
No es necesario que Park se comunique con el teniente, pues éste se anticipa, ordenándoles a todos a regresar y aterrizar. Una de las naves presenta una falla. Pero JongIn no obedece porque consigue llegar lo suficientemente cerca del avión de caza y ver a los otros pilotos.
Lucen aterrados.
KyungSoo suele mantener la calma en la mayoría de situaciones, pero ahora solo quiere huir y esconderse en el jardín de su casa, abrazar a su mamá y que ella le contará algún dato interesante sobre una alguna hermosa flor. Pero eso es imposible por tres motivos. Primero, no está en su casa. De hecho, de Gangnam-gu, donde queda su hogar, a Gyeongsang del Norte, el lugar en el que se encuentran, hay aproximadamente cinco horas de diferencia. Segundo, el jardín ya no existe. Tercero, su madre ha fallecido hace diez años.
KyungSoo no puede escapar de la situación y tampoco sabe cómo afrontarla. Él sabe qué hacer en el caso de un fallo de motor, lo cual, por cierto, es una situación improbable, pues los motores aéreos son muy fiables. Hoy, no es el día de los hermanos Do. Una situación tan extraña les está pasando. Al parecer, las situaciones improbables siempre les tocan, casi como una maldición.
¿Qué tu madre fallezca por una bala pérdida? No muchos pueden decir eso... Pero SeHun lo ha vivido.
¿Qué un motor falle en pleno ejercicio aéreo? Es improbable. De hecho, la posibilidad de sufrir un accidente en avión es mínima, de 1 entre 2,4 millones. Y sí, eso incluye tanto a los aviones de caza como a los aviones comerciales (y demás clases de aeronaves). Pero ahí está KyungSoo, experimentándolo.
La mala suerte les persigue a los hermanos.
—Uno de los motores falló, pero el otro aún funciona. —SeHun informa, tratando de mantenerse sereno. —Hay un desequilibrio de fuerzas entre los lados del avión. KyungSoo, puedes contrarrestar el efecto moviendo el timón de dirección... ¡KyungSoo, hazme caso!
Pero KyungSoo está perdido en sus pensamientos.
La situación se siente irreal. KyungSoo mira sus manos, ¿realmente son sus manos? ¿Por qué no parecen ser de él? ¿Quién es él? ¿Él? ¿Él es Do KyungSoo?
Todo parece ser un sueño. Una pesadilla.
¿Esto está sucediendo? ¿Por qué el avión se mueve tan bruscamente? Son las preguntas que no dejan de surgir y amontonarse en la conciencia de KyungSoo. De un lado a otro el avión... Puede escuchar a SeHun, pero no le entiende ni una sola palabra. Puede sentir los movimientos fuertes del avión, pero es incapaz de moverse o gritar. Está callado e inmóvil, se ha convertido en un espectador.
Sus labios se separan y susurra un sinfín de nombres científicos de flores porque las flores le recuerdan a su madre y ella siempre conseguía hacerle sentir seguro. Ella le diría cariño, dulcemente, y le abrazaría. Aunque, KyungSoo no es fanático de las muestras de afecto físicas, los abrazos de su madre eran reconfortantes. Asimismo, en ese jardín ella le enseñó a calmarse para cuando estuviera asustado. Ahí, aprendió que decir el nombre de las flores le distrae del miedo... Pero en esta ocasión todo se siente irreal. Necesita una prueba de que este momento es verídico. Escucha su voz, pero ¿en los sueños también puedes escuchar tu voz? Todo debe ser un sueño. Esto terminará. Cierra los ojos y antes de abrirlos desea estar en el jardín de su casa junto a su madre.
SeHun, viendo que su hermano está en otro mundo, decide reportar la situación —que, si KyungSoo estuviera en sus sentidos, podrían controlar y planear un aterrizaje de emergencia. Presiona el intercomunicador y grita:
—¡Capitán! ¡Teniente! ¡Quién sea! ¡Nos estamos yendo a la mierda! —Exclama, impaciente porque KyungSoo no colabora para mantener firme el avión.
Al menos no caían en picada y se dirigían a una muerte segura.
KyungSoo mantiene el avión volando, pero es incapaz de estabilizarlo y planear un descenso.
—SeHun, ¿qué está sucediendo? ¿No pueden hacer un aterrizaje de emergencia? ¿Por qué salieron de las instalaciones?
SeHun frunce el ceño y suspira pesadamente. Escucha entrecortadamente la voz del capitán, pero ninguna de las palabras son una respuesta a su problema.
—¡Deje de hacer preguntas y ayúdenos! —Grita exasperado sin saber si el mensaje será transmitido sin fallas.
Su hermano está en plena crisis. SeHun necesita que el menor vuelva a sus sentidos.
—¡Por favor, KyungSoo! ¡Nos vamos a estrellar, es necesario que nos mantengamos por encima de una determinada velocidad para que el aire fluya por las alas y superficies de control! —SeHun se inclina hacia el frente, tocando la espalda del menor con su diestra. —KyungSoo... Tú puedes hacerlo... ¡Coge bien ese timón y muévenos antes de que nos hagamos mierda!
Sin embargo, KyungSoo está corriendo en un prado lleno de flores, siendo abrazado por la mujer que más ama. Ella es su lugar seguro. Cada que un niño era cruel con él, él podía confiar en que su madre le defendería sin temor. Cada vez que su padre le reñía, él encontraría consuelo en ella. Cuando SeHun no quisiera jugar a ver las flores con él, su madre aceptaría de inmediato y pasarían horas en el jardín, jugando. Pero cuando ella falleció, se llevó consigo el hermoso jardín lleno de flores coloridas y alegres. KyungSoo no tuvo más opción que vivir bajo las órdenes de su padre, quien siempre era más estricto con él —en comparación a sus tratos con SeHun.
No hay ninguna voz tan amistosa y apacible que le reconforte como la voz de ella hacía.
O, bueno, todavía no la ha descubierto.
—¿KyungSoo? ¿SeHun? ¿Pueden escucharme? —Una voz con tono dócil se hace escuchar en la cabina. —Podemos resolver esto... ¿Pueden mover el timón?
Los ojos de KyungSoo dejan de vagar en el paisaje. Voltea a la derecha y observa un avión de caza, volando cerca de ellos. No hay más aviones en el cielo.
—KyungSoo, yo te guiaré. No te preocupes... Haremos un aterrizaje de emergencia. Intenta mover el timón.
El tono que JongIn emplea es tan similar al que su madre usaba para calmarlo... Así que, KyungSoo confía en él.
Las manos de KyungSoo se aferran al timón, tratando de hacer lo que JongIn dice. Aún está atontado, quizá por eso siente que el timón no le responde o quizá de verdad el timón ha dejado de funcionar.
—Jo-JongIn, el ti-timón... —Tartamudea. Lágrimas se forman en las esquinas de sus ojos.
—Si fuera más racional, esto no estaría pasando.
—Si fuera un niño normal, esto no sucedería.
—¿Por qué siempre se está quejando de todo? ¿Por qué jamás puede resolver los problemas por sí mismo?
Por algún motivo, en los malos momentos, KyungSoo siempre recuerda situaciones que le hacen sentir peor. Entonces, cuando las palabras de su padre resuenan en su cabeza, ni siquiera la voz acogedora de JongIn logran tranquilizarlo. El sol brillante se vuelve incómodo, la luz es muy fuerte y le obliga a entrecerrar los ojos, incluso estando dentro del avión y con su casco puesto. Las voces de los demás suenan de fondo, pero él no responde a ellos. Su mirada se queda fija en el timón, aun siendo capaz de sostenerlo. El ruido de los botones, siendo apretados por SeHun y el sonido de emergencia por el fallo, solo lo desesperan más hasta el punto en que no puede evitar comenzar a mover su cuerpo, balanceándolo de adelante hacia atrás. El prado lleno de flores junto a su madre ha desaparecido y él está forzando el recuerdo para perderse en él.
—A la mierda el jodido avión. —SeHun murmura cuando nota que KyungSoo no va a responder más.
Desde que era pequeño, SeHun observó que en determinadas ocasiones KyungSoo se cierra en un intento de olvidarse del exterior. Justo eso está sucediendo.
—El asiento es eyectable, tenemos los paracaídas. —SeHun habla, alzando su brazo hacia la palanca para jalarla. —Hemos practicado esto antes, ¿recuerdas? En nuestra unidad. Estaremos bien... —Estira su brazo y soba la menuda espalda de su hermano. —Voy a jalar la manija.
SeHun no espera ni un segundo más. A penas termina de hablar, su mano va hacia la manija colocada encima de su cabeza. Puede escuchar los sollozos de KyungSoo, pero no tiene ánimos de calmarlo. Él también está estresado, enojado y asustado. Tan solo desea que todo se detenga por un momento. Maldito avión de mierda que le da por fallar en este momento. SeHun está a punto de ponerse a pelear con el avión, pero debe jalar de una vez la palanca. Y así lo hace. Por acción pirotécnica se separa la burbuja de plexiglás que recubre el cockpit del avión para que los pilotos sean eyectados. Aunque, puede haber ocasiones en que se demore, lo cual puede ser fatal, pues si el piloto se estrella contra el plexiglás podría romperse la columna. Los hermanos Do no tienen tan mala suerte. Un milisegundo antes de que se enciendan los motores del asiento eyector, el plexiglás logra separarse. Al ser un avión biplaza en tándem (un piloto atrás del otro), el primer asiento en ser eyectado fue el de atrás, o sea, el de SeHun.
0.00 s: inicio de la eyección trasera.
0.25 s: activación del motor cohete del asiento.
0.50 s: fin de la combustión del motor cohete y salida del paracaídas de estabilización. Asimismo, es el inicio de la eyección delantera.
1.00 s: estabilización del asiento trasero. Además, activación del motor del asiento delantero.
1.25 s: suelta del paracaídas de estabilización e inicio de la extracción del paracaídas.
1.50 s: despliegue del paracaídas y suelta del asiento.
2.65 s: paracaídas extendido, activación de la baliza de emergencia.
SeHun mira hacia su costado para fijarse en su hermano. El mismo procedimiento se cumple con el asiento y paracaídas de KyungSoo. Ambos cuelgan de arneses. Generalmente, se incluye una cuerda que los una a un kit de supervivencia con una balsa y un botellón de oxígeno que puede durar 8 o 10 minutos. Pero al ser una práctica supervisada, nadie creyó que sería elemental, así que solo usaban los arneses con los paracaídas.
Mientras ellos descienden, el avión de caza cae en la laguna de manera brusca, rompiéndose.
SeHun suspira. Ese es el momento más dramático y violento que ha vivido siendo piloto. Nunca antes se había eyectado de un avión. KyungSoo y él solamente habían participado de un simulador con un asiento que imita la aceleración. Asimismo, también habían practicado la caída con paracaídas. No obstante, ninguno de esos entrenamientos fue aterrador como el mismo instante en que jaló la palanca y todo el sistema de eyección se activó. Joder, SeHun puede sentir su corazón a punto de salirse de su pecho.
Los pensamientos en la cabecita de SeHun se disipan al sentir la temperatura fría del agua.
SeHun aún está molesto con su hermano por su falta de reacción, pero no puede evitar ver como cae en el agua, temblando como un pollito mojado. Nada hacia él.
—¿Sabías que, si no hubiéramos tenido los paracaídas al estrellarnos contra la superficie del agua, sin duda, nos fracturaríamos? Incluso, es posible que nos hubiéramos muerto.
—¡No digas esa clase de cosas! —KyungSoo regaña, asustado. Se quita, sin fuerza, su casco, pues sentía que se estaba ahogando.
A KyungSoo todo le sigue pareciendo irreal.
Casi como si él no estuviera presente.
Y duele.
—¿Tú puedes decir datos extraños sobre plantas cada vez que estamos en la habitación, pero yo no puedo decirte un datazo sobre aviones y caídas? —SeHun se queja, colocando su brazo alrededor de la cintura de su hermano y lo acerca a su cuerpo. —No estamos lejos de la orilla, nademos hacia allá y esperemos a que vengan por nosotros...
SeHun alza la mirada y no ve ningún avión en el aire. Seguro Park y Kim han regresado a las instalaciones para aterrizar, hacerlo afuera es arriesgado por la cantidad de árboles alrededor. Prácticamente, no había espacio suficiente para aterrizar.
—Quítate el arnés. —Ordena el mayor, mientras se retira el propio.
Rueda los ojos cuando KyungSoo no le obedece. Tuvo que ayudar al menor a quitarse el arnés. Y mientras lo hacía pudo escuchar la voz del capitán, hablándoles a través de un megáfono. No puede verle aún, quizá todavía se encuentra lejos, pero al menos tiene la seguridad de que están yendo por ellos.
—Dame la mano y no me sueltes. —Murmura el mayor, siendo él quien termina tomando la mano contraria. Le da un apretón a la mano del menor, pero éste sigue en su mundo. SeHun chista.
Se pregunta qué es lo que pasa en la mente de su hermanito. Al igual que lo hizo miles de veces en el pasado. Jamás descubrió nada.
Se mueven con más lentitud de la esperada o quizá no estaban tan cerca de la orilla como creían. Antes de entrar en pánico, llega el capitán y demás tenientes en una gran camioneta negra. Traen consigo una balsa, la cual se apresuran en meter al agua. Los militares reman hasta ellos. KyungSoo es el primero en subir. Además, es envuelto en una toalla. Repiten la acción con SeHun. Ambos Do están sentados uno al lado del otro, temblando. Al frente de ellos se encuentra el capitán general. Adelante va un teniente remando y atrás va otro, haciendo la misma acción.
—JongIn nos contó que cayeron en el lago. Les trajimos unas mudas de ropa para que se cambien lo más rápido posible. También, los llevaremos a una clínica cercana, pues sería más eficaz y seguro que llevarlos a nuestra enfermería. Queremos asegurarnos de que estén bien. —El capitán general Lee Sukho habló.
SeHun solo quiere dejar de temblar.
—¿Se sienten mal? ¿Dolor en alguna zona específica? —Lee prosigue.
SeHun iba a negar hasta que siente la cabeza de KyungSoo en su hombro.
—Hey. —Llama. —Me pesas, Soo, quita tu cabeza.
—Él no luce bien. —Lee se inclina, estira su mano y quita los cabellos negros del rostro blanquecino. —Él luce más pálido de lo normal...
—¿KyungSoo? —SeHun se gira y ve como las piernas de su hermano temblaban con más fuerza. —¡KyungSoo!
El menor siente un gran aturdimiento y su visión se vuelve cada vez más borrosa. Quiso responder al llamado que se escucha lejano —a pesar de que su hermano estuviera sentado al costado—, pero es incapaz. Todo a su alrededor se tiñe de negro.
Al llegar a tierra, sientan a KyungSoo en el suelo, estirando sus piernas. Al parecer ha tenido un síncope, pues su desmayo dura segundos y al despertar puede hablar con normalidad.
—SeHun, ayuda a la enfermera a secar y cambiar a tu hermano... Él está débil.
SeHun obedece la orden, pero, aun así, no pudo dejar de lado ese sentimiento de... ¿Celos?
Porque, nuevamente, KyungSoo es el centro del mundo. De su mundo. SeHun gira en torno a KyungSoo. KyungSoo es el sol y él solo era un planeta más. La gente lo ve cuando KyungSoo lo ilumina. Después, pasa inadvertido.
Se traga su amargura junto a los pensamientos de "yo también caí", "yo también estoy empapado", "yo también estoy asustado".
(...)
Cuando KyungSoo despierta está seco y acostado en una camilla. Mira a su alrededor, pero está solo en la blanca habitación. Cierra sus ojos, deseando que todo sea una pesadilla y que al abrirlos lo primero que viera sea su hermano, sonriéndole y bromeando. Pero cuando lo hace, su deseo no se vuelve realidad. Sigue solo en el cuarto. Intenta recordar lo que había sucedido, pero en su memoria no hay nada. Su mente borró todo rastro del desastre. Y eso lo hace sentirse más ansioso. Ni siquiera tiene fuerzas para moverse. Las lágrimas se acumulan en sus ojos y es incapaz de secarlas con sus manos. ¿Dónde está SeHun? SeHun siempre está con él.
Pasan horas hasta que alguien ingresa en la habitación. Y no es su hermano.
Una enfermera, el teniente Jung Jihoon y el capitán general Lee Sukho ingresan en la habitación. Nadie habla. Ella le ayuda a sentarse, brindándole una sonrisa. Cuando la manta deja de cubrirle, nota la bata de hospital. No ve yeso, ni vendas. Puede mover sus extremidades. Él se encuentra físicamente bien.
—Fue una emoción fuerte lo que ocasionó que te desmayarás. —Ella le explica de repente, como si pudiera leerle los pensamientos. —Las emociones fuertes o el dolor pueden activar el nervio vago, lo cual conduce a la dilatación de los vasos sanguíneos. Así, se reduce el retorno de sangre al corazón y se ralentiza la frecuencia cardíaca... Los síncopes son una pérdida brusca y temporal de la conciencia... No obstante, nunca está de más revisarte. Te hicimos análisis cuando llegaste para asegurarnos de que estés bien, ¿no lo recuerdas? Luces confundido.
KyungSoo se siente incómodo con las tres personas desconocidas —no considera al capitán ni al teniente personas cercanas a su persona— rodeándole y haciéndole preguntas.
—¿SeHun...? —Pregunta, con su mirada clavada en el suelo.
—Tu hermano está bien, KyungSoo. —El teniente Jihoon se apresura a responder. —¿Cómo estás tú? Cuando los análisis terminaron, seguías asustado. Estuviste con tu hermano la mayor parte del tiempo hasta que te dormiste. Íbamos a regresar a las instalaciones de la ROFAK, pero tu hermano seguía preocupado e insistió para qué te quedarás más tiempo. Él cree que estás lastimado, pero los exámenes dicen que no... Creemos que estás cansado.
Cuando el teniente cuenta lo sucedido, KyungSoo es capaz recordar fragmentos de ello.
—¿Dónde está SeHun...?
—SeHun no importa en este momento. —El capitán suena enojado. —¿Cómo te sientes? Necesitamos asegurarnos de que estés bien.
KyungSoo sigue mirando el suelo como si fuera lo más interesante.
Su indiferencia ante el accidente y su falta de respuesta, estresan al capitán general.
—Tu hermano está camino a ROFAK. Creo que dijo que te traería algo, pero no recuerdo qué. —El teniente Jihoon interviene antes de que el capitán siga asustando al menor. —Si te encuentras bien, podemos irnos. Verás a SeHun.
—Sí, vamos a buscar a SeHunnie. —KyungSoo se levanta de la camilla y camina hacia la puerta.
—¡Espera, KyungSoo! —Jihoon se apresura a alcanzarlo. —Debes cambiarte, no puedes irte con la bata del hospital.
—Oh.
Jihoon sonríe porque el momento le causó gracia, pero su sonrisa desaparece cuando ve la parsimonia en la que el chico se camina. Si bien siempre lo notó calmado, esta vez algo se siente diferente. Físicamente, KyungSoo está bien, ningún golpe, ni siquiera un moretón. Psicológicamente, no puede emitir un juicio preciso. Pero sin duda alguna algo ha cambiado en el chico.
La enfermera le pasa la muda de ropa con la que había llegado al hospital. El capitán, el teniente y la enfermera salen de la habitación para que se cambie. KyungSoo se demora poco en hacerlo. Cuando sale de la habitación se encuentra al teniente Jung, quien le da una sonrisa forzada, incómoda, fingida. Como si el hombre quisiera decirse a sí mismo que todo está bien, aunque sabe muy bien que no lo está. Ambos caminan en silencio por los pasillos, en los que solo transitan enfermeras y un par de pacientes. Suben al ascensor y bajan hasta el primer piso. Salen de la clínica y se dirigen a la camioneta negra. Al subir, se topan con el capitán en el asiento de conductor con muchas ganas de irse de ahí. No le gustan las clínicas.
—Yo jamás me he eyectado. —El teniente comenta, tratando de amenizar el ambiente. —Fueron muy valientes, eso sucede en un par de segundos y-
—No lo recuerdo. —KyungSoo le responde, aunque no le mira.
—¿No lo recuerdas? —El teniente se inclina hacia su menor, tratando de verle el rostro. —¿No recuerdas nada del accidente?
—Sé que ocurrió... Porque usted me lo ha dicho, pero no puedo recordarlo como si yo hubiera estado presente. —Dice, jugando con sus manos. Internamente, trata entenderse a sí mismo.
El teniente no sabe qué decirle. Así que, prefiere cambiar el tema de la conversación.
—No traes puesta tu gorra negra.
KyungSoo lleva su diestra a su cabeza y lo comprueba.
—Estarás con ella de nuevo una vez lleguemos. —El teniente comenta más relajado. —Jamás había visto tan bien tu rostro... Eres lindo.
—¿Qué dices, Jung? —El capitán interviene, mirándolos a través del espejo retrovisor.
(...)
Luego de llegar a la clínica, SeHun no se sorprendió que quisieran ayudar primero a KyungSoo. Incluso él estaba preocupado. En el lago, su hermano se había desmayado por varios segundos. Consiguió recobrar la conciencia, podía hablar y moverse. Pero, aun así, SeHun no podía dejar de pedirle al capitán que condujera más rápido a la clínica.
A ambos les realizaron exámenes para verificar que estuvieran físicamente bien. No había huesos rotos, ni fisuras, ni quemaduras (por la eyección). Asimismo, buscaron la causa del repentino desmayo de KyungSoo. Les comunicaron que se desmayó por la impresión de lo sucedido. Incluso con esa información, SeHun estaba dudoso, ya que notaba a su hermano con un comportamiento distinto de lo usual. Si bien su hermano no es la persona más habladora, estaba siendo más silencioso. Incluso ante preguntas sencillas, KyungSoo era incapaz de responderlas. SeHun creyó que seguía inmerso en su crisis, pero no lucía como una. KyungSoo no balanceaba su cuerpo, ni susurraba nombres extraños de plantas. Tampoco sollozaba. La luz no le afectaba como siempre. Debido a ello, pidió que se quedaran un rato más. Y lo hicieron. Estuvieron sentados en silencio hasta que KyungSoo se durmió. SeHun entró en pánico al creer que era otro desmayo, pero el menor se despertó cuando lo llamó.
El capitán general no dejaba de mencionar que deberían volver. Todos en la ROFAK estaban preocupados y como no era nada grave deberían ir a calmarlos. Esa clase de situaciones puede afectar también a quienes lo presencian. Pero el señor no parecía estar pensando en quienes lo habían vivido. Lo peor de todo es que no se callaba. SeHun decidió que lo mejor sería irse él con alguna excusa y que KyungSoo se quedara. En caso algo le sucediera al menor estando en la clínica, podrían tratarlo rápidamente... Aunque, quizá solo trataba de alejarse un momento de su hermano. Si iban a la ROFAK juntos, KyungSoo estaría, como siempre, pegado a su lado. Así que, se inventó una excusa bastante mala, pero que los mayores creyeron.
SeHun fue llevado a la ROFAK por otro teniente que también había acudido con ellos. Estaba rezando para que todos estuvieran realizando sus actividades como si nada hubiera ocurrido. Pero, por supuesto, que algo había sucedido. Y no era solo un "algo", era un accidente. Todas las personas estaban conmocionadas, hablando en voz baja entre ellas, discutiendo sobre la falla y comentando acerca de los hermanos. Al llegar, la gente no evita mirarle, inmediatamente le asienten con la cabeza y ponen una extraña mueca en sus rostros que SeHun detesta. Todos le tienen pena y eso es algo que él no quiere recibir.
Se encamina a su habitación, ignorando las miradas y el cuchicheo. Divisa la puerta de su habitación y suspira. Entrará ahí, pondrá el seguro a la puerta, cogerá una almohada y la morderá lleno de cólera. Gritaría, pero eso sería muy notorio y lo que menos quiere es gente tras él. Además, el método de morder y golpear una almohada es infalible. Desde pequeño le ayuda a sacar su enojo. Por más tonto que parezca, un niño pequeño puede enojarse mucho. Asimismo, en su casa no se le permitía gritar. Si lo hacía su padre le gritaría de respuesta para que se callara y su madre estaría muy ocupada cuidando de KyungSoo como para lidiar con él.
Quizá podría golpear el colchón un poco.
Sí, realmente está frustrado.
Y lo que más le enojaba es el hecho de estar molesto con su hermano por diversas razones. Cuando el avión de caza despegó todo parecía funcionar con normalidad, pero de un momento a otro vio a KyungSoo, peleándose con el timón. El menor le aseguró que todo estaba bien y él no preguntó más. Luego, KyungSoo perdió el control de la dirección y terminaron saliéndose de las instalaciones. Y en vez de preocuparse por su vida, SeHun estaba preocupado por KyungSoo. Es como si hubiera aprendido a dejarse de lado para cuidar de su hermano, ignorando sus propias emociones y sentimientos. En el pasado, su madre le repetía que debía actuar como un buen hermano mayor cada que estuviera junto a KyungSoo porque el menor era... especial. Esa era la palabra que ella usaba. Fueron miles las ocasiones en las que SeHun se preguntó si él también era especial. Su respuesta era negativa, si lo fuera, entonces, su madre habría pasado más tiempo con él. Aunque, bueno, él tuvo a su padre. El hombre era pedante y desagradable, pero estaba con él. Lo llevó a pescar, jugó fútbol con él, lo paseó en la patrulla policial y le enseñó a coquetear. Es algo exclusivo para él, algo a lo que KyungSoo jamás tendría acceso. Así, como él, no tendría acceso a momentos lindos junto a su madre en el colorido jardín.
Él odió a KyungSoo cuando eran niños. Quizá porque se dejó llevar por las palabrerías que su padre decía —compartían una repulsión hacia el integrante menor de la familia. KyungSoo no miraba a nadie a la cara, parecía que todo el mundo le desagradaba. KyungSoo se expresaba de una forma extraña, comparando todo con plantas. Y, sobre todo, KyungSoo era cruel. El señor Do podría hacerle una simple pregunta o comentar algo superfluo y KyungSoo respondería sin miedo de una manera muy literal —e inteligente. Lo cual, lógicamente, enfadaría al señor Do.
Con el paso de los años, SeHun se sintió distante de su hermano, incluso si pasaban horas uno al lado del otro. Su madre le había dicho que no dejara solo a KyungSoo, ¡pero el menor era tan aburrido! No se reía de sus chistes, ni de sus bromas, hacía gestos extraños que alejaban a los demás niños o que atraían a tipos burlones y malos. SeHun admite que se rio de un par de chistes acerca de KyungSoo, pero él jamás hizo uno. Hubo momentos en los que corrió lejos de KyungSoo, yéndose con sus amigos y dejando al menor abandonado. SeHun quería divertirse, no quedarse tan quieto hasta que le salieran raíces y se convirtiera en una planta —seguro él sería una maleza y KyungSoo sería una bella flor. Pondría de ejemplo un nombre de flor, pero el simple hecho de pensar en escoger una flor para KyungSoo le produce urticaria.
Claramente, fue una mala idea dejar a KyungSoo a merced de cualquiera. La señora Do se enteró por la ropa manchada de bebidas, los zapatos llenos de tierra, los mensajes escritos sobre la piel —"raro", "fenómeno", "extraño"— y los moretones en zonas evidentes. Ella no le exigió a KyungSoo que se defendiera, sino que le exigió a SeHun que intercediera por su hermano. Su padre se quejó del comportamiento de KyungSoo hasta que se cansó y decidió ignorarlo. Así que, SeHun no recibía la ayuda de su padre para defenderse de las exigencias de su madre. Terminó cediendo. No ganaba nada bueno huyendo de KyungSoo. Tan solo debía mantenerse a su lado. Siempre.
Y así lo hizo, convirtiéndose en una especie de perro guardián.
Luego de que la señora Do falleciera, la casa fue más silenciosa de lo usual. Al estar en la secundaria, ambos hermanos se enfocaron en sus estudios. El señor Do estuvo, por primera vez, orgulloso de KyungSoo. El menor era un genio, alcanzando los mejores puestos en su grado. Y su hijo mayor no se quedaba atrás, también era bastante bueno. Por un lado, KyungSoo estudiaba arduamente porque sabía que eso era lo que su madre querría. Además, de tener un sueño en mente. Por otro lado, SeHun buscaba ser mejor que KyungSoo en cualquier cosa y, en cuanto notó que tenía una memoria prodigiosa, la utilizó para retener mejor la información de las clases. Entre tantos temas que aprendió, terminó olvidándose de su rencor hacia el menor. Además, pasaron muchas horas estudiando juntos, lo que ocasionó que terminara conociendo más a su hermano. Y debe admitir que algunas cosas que KyungSoo decía le parecían hilarante. No obstante, debería enseñarle a filtrar sus comentarios.
Cuando no estudiaban, SeHun enseñó a KyungSoo qué cosas podía decir abiertamente y qué clase de cosas era mejor callárselas. De esa forma, podría ahorrarse peleas con su progenitor o con cualquier otra persona. También, notó que el menor no era cruel, adrede, sino que era malísimo para interpretar las emociones de otros. Fue extraño cuando a los dieciséis años se sentó en su cama junto a KyungSoo y un montón de dibujos con diferentes expresiones faciales. SeHun no recuerda que alguien le haya enseñado a diferenciar una cara de disgusto con una de felicidad, pero eso es lo que tuvo que hacer con KyungSoo para volverlo un ser más prudente. Si su padre estaba enojado, KyungSoo podría saberlo y evitar molestarlo más. Fue un procedimiento extraño, pero efectivo. KyungSoo podía entender a los demás por los gestos faciales, movimientos del cuerpo y actitudes —sobre todo las dos últimas, SeHun aún no descubría cómo hacer para que KyungSoo mirara a la gente al rostro.
Los años pasaron y la graduación llegó.
SeHun tenía planes para su futuro, al igual que KyungSoo. La diferencia estaba en que el señor Do solo aprobaba la elección de SeHun que, si bien no era lo que él deseaba, era mejor que agronomía. ¡Su hijo menor quería ser jardinero! ¿Qué demonios? Por supuesto que no lo permitiría. Dejó que KyungSoo se ocupara del jardín de su difunta esposa porque le ayudaba a no olvidarla —era una especie de recordatorio de sus acciones. Pero si le hubieran dicho que el niñato, años después, querría dedicarse a cuidar plantitas, él hubiera destruido ese jardín al día siguiente del entierro.
—¿Qué sucede? —SeHun apenas había llegado a casa, notando desde la puerta principal a su hermano menor, parado en la cocina casi como una estatua.
Al ver hacia el frente, observó a través de la ventana como su padre destruía el huerto.
SeHun volvió a ver a su hermano, notando tristeza en su rostro.
—¿Le dijiste algo que le hizo enfa-?
—¡Detente! —KyungSoo gritó, ignorándole.
El menor se encaminó al jardín, parándose a un costado de su padre. Lo dudó por unos segundos hasta que simplemente actúo, acercando sus manos al brazo del hombre. Trató de jalarlo, pero era en vano. El hombre era mucho más alto y fuerte. KyungSoo no tenía ninguna oportunidad.
—¡Estás destruyendo todo! ¡Para!
El hombre sacudió su brazo, alejando al menor.
—¿¡Por qué eres tan malo!? ¡Te odio! —Volvió acercarse. —¡Es por eso que a mamá no le agradabas! ¡Y a mí tampoco me agradas!
Los pies de SeHun fueron más lentos que el brazo del señor Do. Cuando SeHun ingresó al jardín, KyungSoo estaba tirado en el suelo, agarrando su rostro, justo donde su padre le había dado un puñetazo.
Las flores estaban aplastadas, al igual que los sueños de KyungSoo.
El señor Do salió del jardín, fue a su habitación por un abrigo y, finalmente, salió de la casa. Todo en completo silencio. Sus hijos seguían en el jardín destruido.
SeHun se acercó al menor, le tomó de las manos y le ayudó a levantarse.
—No debiste decir eso.
—Solo dije la verdad. —Susurró, aun adolorido.
—¿Te duele mucho? ¿Deberíamos ir al hospital?
KyungSoo negó.
Permanecieron en el jardín hasta que anocheció.
—Entonces, ¿le contaste que quieres estudiar agronomía, él te dijo que no, ambos se enojaron, él dijo que te mandaría al servicio militar y destruyó el jardín?
—Y me dio un puñetazo. No te olvides de eso, tú lo viste.
SeHun asintió.
Y dos días después, SeHun le comentó a su padre acerca de iniciar él también su servicio militar obligatorio.
De ese modo, terminó yendo con KyungSoo a la misma base, alejándose de la química, que era lo que él tenía planeado estudiar. Incluso, tenía asegurada una beca. Pero era más importante cuidar de su hermano menor, ¿no?
Podrían golpear a KyungSoo y él ni siquiera se enteraría.
Después de todo, era su responsabilidad cuidar de su hermano menor. Incluso si eso significaba apartarse de sus propios objetivos. Esa maldita rutina era tan desgastante para él porque solo era un planeta orbitando alrededor de KyungSoo.
Abre la puerta de su habitación y al instante en que sus ojos se posan sobre su cama ve a alguien sentado ahí.
El hombre le está dando la espalda, viendo a través de la ventana. Él se gira cuando escucha la puerta abriéndose. Ambos intercambian miradas.
—SeHun, ¿estás bien? —Él pregunta, parándose de la cama con sus piernas largas y torpes, casi cayéndose.
Y quizá es el impacto de la primera vez de alguien preocupándose por él en vez de KyungSoo lo que le orilla a llorar.
Ahí está él, un hombre de 27 años, sollozando debido a que alguien le preguntó su estado de ánimo.
A pesar de las lágrimas descendiendo por su rostro, se siente bien.
ChanYeol se acerca hacia la puerta y la cierra. Se iba a girar para tratar de calmar a SeHun, pero siente los brazos de éste sobre su cintura, abrazándole por detrás.
SeHun tiene un secreto.
Desde joven quiso brillar sin KyungSoo. Por lo cual, tuvo que buscar lugares donde su hermano jamás entraría y personas a las que jamás conocería. Y lo consiguió.
Hace un par de años, SeHun caminó rápido por las calles de su pequeño pueblo, viéndose obligado a salir de él si es que quería guardar su secreto. Dejó de las calles tranquilas del pueblo pesquero a unas calles llenas de gente, caminando igual de apuradas que él. Sus pies lo llevaron a un sitio apartado y peligroso, pero eso no le importó. Al pasar las puertas negras y los largos pasillos desolados, llegó por fin a un salón inmenso, con muchísimas luces led y varias personas disfrutando de la noche. SeHun aprendió a tocar otros cuerpos e irse. A sonreír coquetamente y marcharse. A dar piropos y huir. Jamás podría quedarse escondido ahí. Aunque, quisiera seguir besándose y tocándose con otros hombres.
Su padre había mostrado su descontento hacia los homosexuales una infinidad de veces.
No quería ganarse su desprecio.
Así que, se creó una nueva identidad en otro lugar.
No duró mucho, pero fue feliz en esos momentos.
—Estoy bien, gracias por preguntar. —Murmura, apretando más su agarre.
—¿Seguro que estás bien? —Park trata de girarse para poder ver a Do, pero los brazos fuertes de Do se lo impiden.
—En realidad...
SeHun jamás vio venir a ChanYeol... literalmente.
Anteriormente, el chico alto y torpe lo había tirado al suelo junto a un par de bebidas, mojándole la camisa. Claramente, SeHun se enojó. Lo persiguió, pero en algún punto del alboroto terminaron en su habitación. SeHun interpretó como una buena señal de la vida o del destino el hecho de KyungSoo no estuviera dentro en ese momento. En cualquier otro caso se hubiera preocupado, pero tenía al gigante detrás de él, besándole el cuello.
A la mierda KyungSoo.
A la mierda los pensamientos racionales.
Se acostó con él.
Esa no fue la única vez.
Se escondieron en distintas áreas de la ROFAK para tener sexo. Después, ante todos los demás, fingían que solo habían intercambiado un par de palabras.
"Eso" que tuvo con ChanYeol fue distinto a las experiencias que obtuvo dentro de ese gran salón con luces led.
De algún modo, el menor se adentró no solo en su vida, sino en su corazón, ocasionando que su armadura cayera. No necesitaba actuar como un hermano mayor responsable cuando ChanYeol estaba a su lado. Podía ser él mismo.
—Estaba aterrado cuando todo sucedió... Creo que todavía lo estoy.
En silencio y aun con sus cuerpos unidos, avanzan a través de la habitación hasta la cama de SeHun, la cual está pegada a la ventana —tan solo porque al llegar quiso fastidiar un poco a KyungSoo, adueñándose de la cama junto a la ventana que daba a cierta parte del jardín. SeHun suelta a ChanYeol y se sienta en la cama, esperando a que el alto copie la acción. Park lo hace, trata de cruzar sus piernas, pero le resulta difícil por lo largas que éstas son y lo cerca que se encuentra de Do. SeHun ríe al notar sus intentos fallidos. Y ChanYeol siente esos sentimientos prohibidos de los cuales, al igual que de la música, trató de huir, pero resultaba en vano. Le gusta la música y adora tocar la guitarra. Le gusta SeHun y adora las manos de mayor sobre su cuerpo. Quizá se está apresurando al pensar que quiere quedarse al lado de SeHun, incluso cuando el entrenamiento en la ROFAK terminara.
—Estaba asustado de que algo pudiera pasarte. — Park confiesa.
SeHun niega con su cabeza. —No tengo ni un solo raspón.
—¿Debería cerciorarme? —Inquiere, inclinándose sobre el mayor. —Quizá los médicos pasaron algo por alto... —Sus grandes manos se posan sobre los muslos contrarios.
SeHun sonríe, sabiendo el rumbo que toma la conversación. Sus lágrimas se han esfumado. Pero todavía se siente infeliz. ¿Por qué?
ChanYeol acerca sus labios a los contrarios, pero no los toca.
—Estoy seguro de que ellos hicieron un buen trabajo. —SeHun susurra y se arrastra por la cama, echándose sobre las almohadas. —Ven, ¿qué estás esperando?
Cuando ChanYeol reposa su cabeza en la misma almohada que SeHun, el momento se convierte automáticamente en el más íntimo de todos los encuentros carnales que habían compartido.
—Siento como si algo te mantuviera intranquilo. —ChanYeol murmura luego de pasar varios minutos en silencio.
—Si dijera que es mi hermano, —SeHun gira su cabeza y ChanYeol imita la acción. Ambos quedan viéndose. —¿sería una mala persona?
—¿A qué te refieres?
—No he dejado de pensar en que todo es su culpa.
—El avión falló, SeHun. —Park responde, utilizando un tono calmado.
—No me refiero a eso. —Deja de observar a ChanYeol. —Estoy aquí por él... He basado mi vida en él y, me siento miserable... Quiero decir, sé que no es su culpa, pero no puedo evitar tener cierto resentimiento hacia él.
—¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué lo sigues?
—Porque no puede estar solo, necesita que alguien lo cuide.
—No lo creo.
SeHun frunce el ceño. —¿No?
—Él parece un chico capaz de hacer prácticamente cualquier cosa. —ChanYeol se sienta. —Tu hermano es un genio en las clases, siempre encuentra la manera de meterse al jardín cuando nadie le observa y ¡le responde sin titubear al teniente Jung! Tu hermano puede valerse por sí mismo, pero considero que tú aún lo ves como un niño.
Las palabras de ChanYeol no son un ataque, pero SeHun lo siente de esa manera.
—Yo cuidé de él toda mi vida. —Dice, sentándose. —Yo vi como lo golpearon e insultaron. ¡Incluso nuestro padre lo hizo! Él atormentó a KyungSoo durante años. Yo... Estuve atado a KyungSoo desde que nuestra madre falleció... Yo... yo le enseñé a relacionarse con las demás personas, le busqué soluciones a sus estúpidos problemas relacionados con la luz y... —Mientras más habla, más se altera. Su tono no deja de elevarse como si estuviera quejándose y a punto de romper en llanto. —No puedo apartarme de su vida un segundo porque, ¿y si lo golpean? ¡Él no se defiende! Entonces, me atormentaré con la idea de que no ayude a mi hermano. —SeHun mira hacia la ventana.
Estúpido paisaje. Es solo un patio vacío y al fondo está el jardín. Pero es estúpido porque él se siente igual de solitario que el patio, mientras que KyungSoo es un jardín lleno de flores.
Patético.
¿Realmente se está comparando con un patio?
¿A qué punto ha llegado su desesperación?
—¿No serás tú quien necesita de él? —ChanYeol pregunta, acercándose a SeHun. También, dirige su mirada a la ventana. —¿Cómo estás seguro de qué será golpeado? Que eso haya sucedido antes no significa que suceda ahora. No creo que alguien de aquí quiera golpearle... Creo que, tú quieres que él dependa de ti.
—¿Por qué querría eso?
—¿Por qué quieres eso, SeHun? —Contraataca.
Y el mayor, al escuchar la pregunta, solo puede pensar en su madre. Ella estaría orgullosa de que él cuidara de KyungSoo. Entonces, quizá ese es el motivo principal. Antes de que Do Soohee falleciera, ella llenó de amor a su hijo menor. SeHun está seguro de que KyungSoo recibió más abrazos, más besos y más felicitaciones de parte de ella... Mientras que, a él, le miraba de vez en cuando.
¿Por qué, mamá?
Como si reflexionar acerca de su vida familiar fuera una tortura, vuelve a sollozar.
ChanYeol soba la espalda de SeHun. Decide quedarse en silencio. Tal vez, hacerle tantas preguntas no es de mucha de ayuda... Pensar en las respuestas puede resultar doloroso.
Esta vez, el llanto no dura unos segundos, sino que SeHun permite a sus emociones tomar control de él. Está tan cansado. Y llorar resulta fácil en ese momento. ChanYeol continúa con sus caricias reconfortantes a SeHun, pensando en lo que el mayor le ha contado. La relación de Park con su hermana no es de esa manera. Incluso, la pésima relación con su padre no podría comprarse con el padre de los hermanos Do. SeHun llora, olvidándose del accidente que sucedió en la tarde y que su hermano sigue hospitalizado en la clínica. En ese pequeño cuarto de la ROFAK solo importa él... Al menos, por un par de horas.
—KyungSoo no es normal, ChanYeol. —Dice, con su voz quebrándose. Está tan concentrado en su dolor que el ruidito de la puerta abriéndose y cerrándose pasa inadvertido.
—El año pasado —ChanYeol susurra. —escuché del síndrome de Tourette. Yo no sé mucho de medicina, pero recuerdo que mencionaron que las personas que lo padecen tienen tics. Creí que tu hermano tenía eso. Él, a veces, encoge sus hombros y tiene una forma particular de parpadear.
—¿Tourette? —SeHun repite el término que hace un par de segundos le era desconocido. —¿En dónde escuchaste eso?
—El pretendiente de mi hermana es pediatra.
—Un pediatra, muchos años atrás, hubiera servido.
ChanYeol queda expectante. La verdad es que es un poco chismoso. Y los hermanos Do parecen ser mucho más interesante de lo que pensó que eran.
—Mi padre opinaba que KyungSoo era un niño malcriado. No quería gastar dinero en llevarlo con un doctor, un psicólogo, con quien sea. Así que, KyungSoo no tiene un diagnóstico formal. —Continúa al sentir la mirada del menor sobre su cuerpo. —Yo creo que mi madre lo hizo a escondidas, pero jamás dijo nada... Ella no era cercana a mí. —SeHun mira a ChanYeol. ¿Por qué le está contando las intimidades de su familia?
Más bien, ¿ChanYeol es muy atento o, por algún motivo, prestó tanta atención en los comportamientos de KyungSoo?
—Por cierto, él no tiene tics. No son movimientos que no controle, él lo hace a conciencia. Encoge sus hombros porque dice que le duelen. Acerca de sus parpadeos, ¿estás seguro? Ni se le puede ver bien el rostro por la gorra que usa siempre... —Corrige. —Es agradable hablar contigo.
ChanYeol abre los ojos, sorprendido.
—Puedes contarme lo que quieras. Yo te escucharé.
—Temo agobiarte con el desastre que es mi familia.
—No, no creas eso. —Coloca su mano sobre la contraria. —Si necesitas desahogarte, yo soy más que feliz, escuchándote y ayudándote.
Las palabras de ChanYeol son sinceras y no únicamente por el chisme, eh, realmente está preocupado por SeHun. Una preocupación que no había sentido antes por cualquier otro amigo... Porque SeHun, en su corazón, ha dejado de ser considerado un amigo más del montón. Ahora, es alguien especial para él.
Sin darse cuenta las horas han pasado. En el cielo se encuentra la luna y un par de estrellas. Ellos dejan de ver el exterior para verse entre ellos, sus cuerpos se van acercando, sus labios casi rozándose y sus ojos cerrándose. Pero SeHun tiene una excelente visión que, tan solo mirando de reojo, logra ver a su hermano en el jardín. Se para de la cama, se acerca a la ventana para cerciorarse de que ese chico es su hermano. Y lo es. Aunque, no lleva puesta su gorra negra. Otro detalle importante y que no pasa desapercibido para SeHun es que KyungSoo no está solo.
—¿Ese de ahí no es tu amigo?
ChanYeol ve hacia donde SeHun señala y asiente con la cabeza.
Do arruga el entrecejo. Su tiempo para sí mismo ha acabado, pues debe volver a ser el protector de su hermano menor.
Cuando KyungSoo llegó a las instalaciones de la ROFAK junto al capitán general y al teniente en vez de ir con tranquilidad a su habitación, fue exhibido por todas partes para demostrar que estaba vivo. Vio y saludó a un montón de desconocidos, que le decían lo hermosa que era la vida y que ésta era una nueva oportunidad que Dios le daba.
—Mi padre dice que Dios abandonó a nuestra familia y es por eso que siempre vivimos en desgracia. —Respondió.
El teniente Jung tuvo que reírse con todas sus fuerzas para tratar de salvar un poco al muchacho excusándolo de un mal "chiste". Luego de la tercera vez que KyungSoo pronunció dicha frase, el teniente tuvo que pedirle que dejara de responder eso y que tan solo asintiera porque la garganta ya le empezaba a doler.
Una vez que todas las personas le vieron, el capitán le aseguró que ya todos estarían calmados y regresarían a sus labores. Así que, fue libre. Se dirigió al cuarto que compartía con su hermano con ganas de volverle a ver —y también de reencontrarse con su amada gorra negra. Sin embargo, apenas abrió la puerta, escuchó a SeHun diciéndole a ChanYeol que él no era normal. KyungSoo está acostumbrado a que la gente hable de él, pero cuando su hermano lo hacía, se sentía triste... y decepcionado. KyungSoo cerró la puerta con sigilo. Y no supo a donde ir. Era como si sus pensamientos se bloquearan y le impidieran pensar, tan solo las palabras de SeHun repitiéndose una y otra vez, atormentándole.
Al alzar la vista, sus ojos se encontraron con la puerta de JongIn, el compañero de ChanYeol y quien era una persona decente. No dudó en acercarse y tocar con su puño la puerta. JongIn apareció con sus cabellos alborotados. Además, usaba ropa holgada. Al parecer era cierto que habían detenido todo cuando sucedió el accidente.
JongIn separó sus labios para decirle algo, pero KyungSoo fue más rápido.
—¿Puedo entrar? Mi hermano y tu amigo están teniendo coito anal. —Mintió.
Era incapaz de decir que su hermano mayor le había destrozado sus sentimientos.
JongIn se puso colorado. De todos los escenarios imaginarios en los que KyungSoo le decía una oración larga, esa no estaba incluida.
—Cla-claro, pa-pasa. —Tartamudeó.
Además, ¡no esperaba recibir esa información!
Mientras el lindo chico ingresó a su habitación, JongIn miró con descaro hacia la puerta de los Do y hasta creyó escuchar los gemidos. Negó con la cabeza y cerró la puerta.
KyungSoo estaba quietecito, parado en una esquina.
—¿Quieres sentarte en la cama? —JongIn se acercó lentamente, debido al tiempo que ha pasado con KyungSoo sabe que al chico le gustan las preguntas directas y que no invadan su espacio personal.
KyungSoo asintió. —¿En cuál me puedo sentar?
—Puedes sentarte en esta. —JongIn se sentó y palmeó el colchón. —Es la cama de ChanYeol, está cerca de la ventana y puedes ver el jardín.
Al escuchar la palabra jardín, KyungSoo tomó asiento de inmediato.
—Desde aquí se ve mejor. —Comentó. —En mi cuarto no se ve tanto...
—Podríamos cambiar de habitación. —JongIn bromeó.
—¿¡En serio!? —KyungSoo dio un brinquito en la cama, giró su cuerpo como si fuera a verle, pero sus ojos jamás se encontraron.
JongIn lloriqueo internamente, realmente quería ver los inmensos ojos, sobre todo porque KyungSoo está sin su gorra negra.
—¿No quieres seguir durmiendo con tu hermano? —Siguió hablando en un tono divertido.
—No. —Respondió seriamente. Volvió a girarse y vio hacia la ventana.
—Oh. —JongIn entró en pánico, ¡aún no le había preguntado acerca del accidente! —¿¡Cómo estás!? ¡Te ves bien! Ya sabes... ¡Sano, muy saludable! ¡No pareces roto! No creo que así se diga... Pero, ¿y tu hermano?, ¿él también está bien?, ¿él tampoco está roto? Yo-yo... Uhm...
JongIn dejó de hablar cuando sintió la mano de KyungSoo sobre la suya. Bajó su vista y lo confirmó. ¿KyungSoo estaba tratando de calmarlo?
—Cuando hablas tan rápido no puedo entenderte.
Estaba siendo regañado por un ángel.
¡No, JongIn! ¡Deja de soñar despierto!
—¿Cómo estás? —Volvió a intentar. —Por tu accidente...
—Los médicos dijeron que estoy bien.
JongIn suspiró, relajándose.
—Pero ya no quiero volar.
—Puedes tomarte unos días de descanso...
—No. Nunca más volaré.
JongIn recordó a su excompañero Onew y la crisis de pánico que sufrió que lo obligó a apartarse de la fuerza aérea.
—Pero eres muy bueno, KyungSoo. —Colocó su mano derecha sobre la blanquecina. De ese modo, tenía una mano por debajo de la mano de KyungSoo y otra por encima, como un sándwich. Le dio gracia ese pensamiento.
Para él la acción fue dulce y, al menos, a KyungSoo no parecía desagradarle.
—Uno, yo nunca quise ser militar. Dos, SeHun ya no es mi compañero de aviación. Tres, Dios me abandonó hace mucho tiempo, por lo cual... Cuatro, moriré pronto. —Enlistó.
JongIn estaba sorprendido de cómo KyungSoo dedujo todo eso. Y también estaba un poquito asustado.
—Uno, ¿cómo acabaste uniéndote a la fuerza aérea? Dos, ¿qué le sucedió a tu hermano? Tres, ¿quién te dijo eso? Cuatro, ¿tienes una enfermedad terminal o por qué crees que morirás pronto? —Preguntó, copiándose del formato de KyungSoo, quien, a decir verdad, estaba sorprendido.
JongIn iba a disculparse por hacer preguntas tan invasivas a la vida privada de KyungSoo, pero el mayor empezó a responderle. Aunque, no lo hacía de una forma calmada.
—Uno, mi papá idiota me obligó. Dos, SeHun también es un idiota. —Su tono era duro, su ceño estaba fruncido y su mano aprisionada entre las morenas comenzaba a moverse.
JongIn recordó como KyungSoo se cerró completamente dentro del avión de caza. El chico parecía perdido en su mente. Y no quería que eso sucediera ahora, no deseaba alterarlo.
JongIn apretó con fuerza la mano blanquecina.
—No es necesario que respondas mis preguntas... Al menos sé que estás bien. —Trató de apaciguar al mayor.
—No, no estoy bien.
El intento de JongIn por tranquilizar a KyungSoo no era muy efectivo. El mayor retiró su mano del agarre.
—Estoy molesto con SeHun... Él es...
—¿Hay algo que pueda hacer para calmarte? —JongIn esperó por una respuesta, pero KyungSoo permaneció en silencio. —¿Quieres ir al jardín?
—Sí, eso sería agradable.
JongIn no pudo evitar sonreír.
Ambos se levantaron de la cama y salieron de la habitación. KyungSoo lideró el camino, mientras que JongIn le seguía de cerca, muy nervioso como para caminar a la par. Muchas cosas habían sucedido ese día. Presenció los fallos técnicos de un avión de caza, pudo ver la eyección de los hermanos Do y terminó enterándose de que ChanYeol se acuesta con SeHun. Lo último mencionado le hace pensar: ¿y las nenas? Porque ChanYeol siempre coqueteaba con mujeres y simplemente no se le había ocurrido que su mejor amigo fuera homosexual o bisexual. Además, ¡el mayor ni siquiera se lo había dicho! Y sí, le dolía la falta de confianza o lo que sea que haya llevado a Park ocultarle sus encuentros con SeHun.
Llegan al jardín sin que nadie del personal los viera —aunque hay dos personas viéndolos por la ventana de una habitación. Caminan por el caminito de piedra, viendo los arbustos y las flores de coloridas. JongIn está seguro de que KyungSoo ha pasado miles de veces por ahí. Sin embargo, parece la primera vez, pues el mayor las observaba con mucha atención. Incluso se agacha para acercarse o las roza con la yema de sus dedos. JongIn siente envidia de una margarita.
JongIn flexiona sus rodillas y la observa, imitando a KyungSoo. Trata de encontrarle el atractivo a la flor, pero, ¿qué más puede decir aparte de que es bonita?
—Las margaritas son el símbolo de la pureza. —KyungSoo murmura con timidez. Según SeHun nadie quiere escucharle hablar sobre flores, pero antes hubo una persona encantada con escuchar sus datos interesantes de plantas, su madre. Además, JongIn, en un par de ocasiones, le ha escuchado sin interrumpirle o burlarse. ¿Puede ser JongIn su nuevo oyente?
—¿Pureza porque son flores blancas?
KyungSoo se entusiasma con la pregunta.
—Primero, no son flores. Son un tipo de inflorescencia llamada capítulo, es decir, está formada a partir de muchas flores. —KyungSoo señala el centro de una de las margaritas. —Las flores del disco, amarillas, son hermafroditas y maduran de forma centrípeta, o sea, de afuera hacia dentro. Observa, las flores del interior del disco aún no se han abierto.
JongIn se acerca más para poder notar lo que KyungSoo menciona. Es cierto. En el centro del disco hay flores amarillas cerradas. Es la primera vez que se detiene a observar con verdadero detenimiento cada detalle de una planta. Quizá, son mucho más que "bonitas".
—Segundo, —continúa. —de por sí el color blanco representa la pureza y perfección. Además, la margarita también representa la amistad... Una amistad muy pura y leal.
—¿Por qué crees que tengan margaritas aquí? Es inusual... Quizá quieren que tengamos una gran amistad. —Comenta y arranca la margarita. La mira por un par de segundos y, luego, la coloca sobre la oreja de KyungSoo.
—¿Por qué hiciste eso?
—¿Lastimé a la flor? —Pregunta preocupado.
KyungSoo suelta una risita. —Las plantas no tienen sistema nervioso, por ende, no experimentan dolor, JongIn...
El moreno sonríe avergonzado mientras se rasca la nuca. Acaba de verse como un idiota.
—Perdón, yo no sé mucho de plantas.
—No te preocupes... Yo puedo enseñarte. —Sugiere con timidez.
—Eso me encantaría.
—¿¡En serio!? —Chilla emocionado.
Y JongIn casi fallece en ese momento.
KyungSoo había girado para mirarle a los ojos.
Bueno, duró un par de segundos. Pero KyungSoo lo hizo. Le habló y le miró a la cara.
—Sí, claro, por supuesto. —JongIn dice, atropelladamente. —¿Cómo... cómo sabes tanto de plantas?
—Mi madre tenía un jardín. —Cuenta. —Ella sabía mucho y me enseñó. Luego de que ella falleciera, tuve que ir a la biblioteca para aprender más... Aunque, me leí un libro, Histoire naturelle, escrita por un hombre de nombre gracioso, era Buffon, creyendo que hablaría sobre plantas. Me estafó.
JongIn ríe. —¿Qué leíste?
—Acerca de animales y minerales. Fue aburrido. No me agradan los animales y los minerales.
—Nosotros somos animales.
—Sí, los seres humanos me desagradan. —Confiesa.
JongIn no puede frenar su risa al ver el rostro compungido de KyungSoo.
—Han sido crueles conmigo... —El mayor murmura.
De repente, el mayor se levanta y el menor teme haberle hecho sentir mal. No obstante, cuando JongIn se gira para seguir a KyungSoo, lo encuentra arrodillado frente a otro sector de flores. JongIn se dirige a él en silencio.
—Gracias por intentar ayudarme, aunque no sirvió de nada. —KyungSoo dice, entregándole una rosa rosada.
—¿De nada? —Murmura JongIn, muy, muy confundido.
—Quisiste ayudarme cuando estábamos volando y el avión falló, lo acabó de recordar. —Aclara. —Y las rosas rosadas se dan en agradecimiento a alguien.
—Oh. —Oculta su sonrisa, acercando la flor a su rostro y sintiendo los pétalos rozando su piel.
—No deberías hacer eso, algunas tienen bichitos. —KyungSoo toma la mano morena y la aleja de la flor hasta una distancia prudente. —Cochinillas, orugas o áfidos.
JongIn vuelve a sentir que todo su rostro se colorea de rojo.
—Y-y, uhm, ¿por qué no entramos al invernadero? —Pregunta con la sola intención de desviar el tema de él, siendo un ignorante.
KyungSoo asiente, se levanta y camina. Casi como un robot. Directo y sin complicaciones.
JongIn suspira y le sigue. De vez en cuando, sacude la flor, deseando de que, si hubiera un bicho, éste saliera volando. No lo pueden culpar, el chico quedó asustado.
Es la primera vez que JongIn entra en un invernadero. La primera opinión que tiene del lugar es que éste parece un paraíso floral. Todo está ordenado e impecable. Sigue a KyungSoo hasta la primera mesa, donde hay masetas largas, anchas y el color que poseían le recuerda a los ladrillos.
—¿Para qué serán? —Kim pregunta, porque, en serio, ¿Qué relación hay entre un invernadero y la fuerza aérea?
—Son albaca, romero, orégano, perejil y tomillo. —Do responde con rapidez, señalando cada una. —Son especias para la comida.
—¿Qué es esto? ¿Perejil? —JongIn coge unas ramitas verdes.
KyungSoo suelta una risita. JongIn sonríe instantáneamente, pues KyungSoo no suele reírse, lo cual debe ser un delito. El chico tiene una risa tan adorable que todos merecen escucharla.
—Eso es un tomate. —Responde, señalando al costado y, efectivamente, hay tomates unidos a las ramitas verdes. —Eres muy gracioso, JongIn-ah.
Bueno, al menos hace reír a su amigo.
¡Amigo!
¿Amigo?
¿KyungSoo es su amigo?
Puede considerarlo su amigo, pero ¿KyungSoo lo considera a él un amigo?
—Extrañaré este lugar cuando me vaya. —KyungSoo estira sus brazos y camina entre las mesas, tocando con sus manos las plantas o la tierra. Este sitio le recuerda al jardín que cuidó con su madre.
Un jardín tan bello y colorido, pero lo que más le gustaba de él, eran los buenos momentos que pudo crear con su mamá. KyungSoo era solo un niño que sufría de acoso escolar y que no era amado por su padre. Parecía no encajar ni en la escuela ni en su propio hogar. Pero él no era el único que sentía que no encajaba. Do Soohee no tenía un trabajo porque su esposo se encargaba de todo, así que no tenía compañeras a las cuales llamar o con las cuales pasar el rato. Tampoco mantenía amistad con la gente que conoció en la primaria —que fue el único grado que terminó. Ella no tenía a nadie más que al hombre con el que terminó casada. Aun así, quiso tener algo suyo, algo que cuidar. Así que, convenció a Baekho de tener un jardín. Cuando el pequeño jardín comenzó a florecer, ella resultó embarazada de su primer hijo. Dejó de cuidar el jardín por un tiempo para dedicarse a Do SeHun. Quizá, cuando éste creciera le podría ayudar con el jardín. Pero los años pasaron y SeHun no estaba interesado en ello. Y no pasó mucho para que KyungSoo llegara a su vida. Desde que se enteró de que estaba embarazada, por segunda vez, pasó más tiempo en el jardín.
Quizá, porque quería huir de ahí, pero estaba muy aterrada para hacerlo.
JongIn rememora las palabras que KyungSoo dijo en la habitación y no, no se refiere a las del coito anal, sino a las de renunciar a la aviación.
—No tienes que irte, KyungSoo. —JongIn lo persigue a través de las plantas.
—Tengo una razón para irme y ninguna para quedarme. —KyungSoo responde, deteniéndose delante del huerto de fresas. Largas hojas de un verde claro resaltan por encima y, por debajo, unos racimos de fresas. Algunas de ellas son de un rojo brillante, otras todavía poseen un color verdoso.
JongIn también se detiene, un par de pasos detrás del bajito. Aunque, él no tiene ojos para las frutas, su atención se centra en KyungSoo.
—Bueno, en realidad, hay una razón para quedarme. —Se voltea, ocasionando que JongIn se estremezca. —La comida y el hospedaje gratis.
—Esos me parecen buenos motivos. —JongIn responde mientras trata de calmar a su acelerado corazón.
—Sí, porque si lo dejo, mi padre se enfadará... —Juega con sus manos. —Él siempre ha estado enfadado conmigo. —Murmura con tristeza.
—Parece que tu padre tiene un carácter difícil.
La mirada de KyungSoo vaga por el invernadero. Sus ojos ven las plantas y desea acercarse a cada una de ellas. Las había cuidado durante dos semanas como castigo dictado por el teniente Jung cuando se saltó clases en el primer mes en la ROFAK junto a su hermano. Pasar tiempo en el invernadero fue tranquilizante. Fue una lástima cuando el teniente Jung mencionó que su castigo había finalizado. ¡Esas plantas le necesitan! ¿O él necesita de ellas? ¿Una relación recíproca de necesidad?
El invernadero volvió a ser zona prohibida cuando el castigo llegó a su fin. A KyungSoo no le importó mucho porque ya sabía cuáles eran las horas adecuadas para acercarse sin ser detenido por un oficial de seguridad o por cualquier otro superior. Además, al invernadero jamás lo cerraban con llave. Era una tentación que KyungSoo no pudo resistir. Entró una, dos, tres y varias veces más. Y a pesar de considerarlo un lugar hermoso y tranquilo, no conseguía la sensación reconfortante que su antiguo jardín en casa le daba.
—Yo diría que él es malo. O, bueno, yo no le agrado. Y por su culpa tampoco le agrado a SeHun. —Dice, posando su mirada en su acompañante.
—Hey, tu hermano te adora. —JongIn avanza a pequeños pasos, temiendo que KyungSoo huya entre las plantas.
—No es cierto.
JongIn estira su mano, quiere acariciar el brazo de KyungSoo, pero no lo consigue. El mayor retoma su andar.
—SeHun cree que no lo sé. Pero estoy consciente de que no simpatiza conmigo. Probablemente, si él me regalara una flor sería un clavel amarillo porque significan desprecio. —KyungSoo se detiene abruptamente. —¡Él ni siquiera se preocuparía en darme una flor! Nadie me daría una flor.
—Yo te di una. —JongIn susurra detrás de KyungSoo. —La margarita, todavía sigue sobre tu oreja.
El cuerpo de KyungSoo tiembla por la cercanía del cuerpo moreno. KyungSoo lleva con lentitud su diestra hacia su oreja y comprueba la presencia de la flor.
El mayor se da la vuelta, encontrando el cuerpo contrario muy próximo al suyo. Más de lo que había imaginado. Y la presencia de JongIn no le molesta, no le abruma, no quiere pedirle que se aleje.
—Gracias... —Susurra.
—Seguro que tu padre y tu hermano también te darán una flor.
KyungSoo hace una mueca. —Mi progenitor cree que soy igual de débil que una. Y para él eso es malo.
Es la primera vez que JongIn puede observar tan cerca las facciones de KyungSoo, sobre todo porque no lleva la gorra puesta. No obstante, no se siente como un logro. En el rostro blanquecino hay una expresión alicaída.
—Él se equivoca. Dudo mucho que las flores, o las plantas en general, sean débiles. ¿A caso no se adaptan a todos los lugares? Tú hiciste lo mismo. Te adaptaste a algo que no querías hacer. Aun así, destacaste en ello. Eres increíble, KyungSoo. Aunque, quizá hay algo en lo que puedas ser aún mejor. Deberías ser capaz de hacer lo que tú quieres, después de todo eres un adulto y tu padre no debería interferir.
—¡Sí! —KyungSoo suena emocionado. Da un pequeño pasito hacia JongIn. —Las plantas son de los organismos complejos más antiguos del planeta, y han logrado adaptarse a la superficie terrestre. En casi cualquier lugar hay plantas. Algunas tienen espinas, otras raíces gruesas o que crecen en el agua. Incluso hay algunas que cuentan con movimiento para conseguir la luz solar.
JongIn sonríe ante las palabras de KyungSoo, comprendiendo lo que le dice acerca de las plantas.
—Entonces... —JongIn le anima a continuar.
—Entonces... —KyungSoo repite y suspira. —Aún quiero dejar la aviación. Hice lo que mi padre quería que hiciera, pero ni así obtuve su aprobación... Ni siquiera se refería a mí con respeto. Siempre con sus apodos insultantes y sin gracia. —Su mirada se pasea por el invernadero hasta que se encuentra con la mesa en la que se escondió el primer día de clases en la ROFAK junto a SeHun. Camina hacia ella, sin la necesidad de decirle a JongIn que le siga porque sabe que el menor de igual manera lo hará.
—Si dejas la ROFAK, tu padre se enterará porque deberás volver a tu casa, ¿no? ¿No hay ningún otro lugar al que puedas ir? ¿La casa de un familiar? ¿Un amigo?
KyungSoo mira el suelo, recordando como SeHun tan solo se sentó a su lado, esperando a que se calmara. Incluso faltaron a clases ese día. La compañía de SeHun en ese momento fue suficiente. KyungSoo no es de quienes necesitan de largas charlas y de palabras de ánimo, él solo quiere estar en silencio. Pero estar en silencio, no es estar en soledad. Cuando está en silencio al lado de su hermano se siente acompañado y cómodo. Se siente bien. Las conversaciones, a veces, le cansan, otras veces le aturden. Ser sociable no es su fuerte. Y no muchas personas le entienden. Todos a su alrededor se han esforzado para hacerle hablar a la fuerza, pero cuando él habla es callado. Entonces, ¿qué es lo que quieren? ¿De qué quieren que hable? ¿Por qué no puede emocionarse y hablar de lo que le gusta? ¿Acaso debe tener un superpoder y saber qué tema hablar con cada persona? Que exhaustivo... Y estúpido. No deberían pedirle que hable si después lo callaran o se burlaran de él. Es incómodo.
KyungSoo recuerda como su madre y él pasaban largas horas en silencio en el jardín. Tan solo ellos dos, moviéndose de un lado a otro. Cuidaban las plantas, cultivaban nuevas, las regaban o las miraban, perdiéndose en la tranquilidad que les transmitía. Era algo de ellos. Ninguno tenía la necesidad de hablar porque sabían que se tenían el uno al otro. Las palabras no eran urgentes. Ella podía extender su mano y KyungSoo podía alcanzarle la jarra con agua. Estaban en la misma sintonía. Y era perfecto. Los momentos especiales y el saber que tenían a alguien a su lado, y ese alguien les quería, a pesar de que no se lo dijera verbalmente. Aunque, no es que no se dijeran absolutamente nada, solamente las palabras indicadas y precisas eran pronunciadas. Y las risitas infantiles de KyungSoo no faltaban o el tarareo de Soohee para arrullar a las plantas porque éstas son capaces de detectarlo.
Ella siempre le comprendió.
Pero todo se marchitó cuando Baekho destrozó el jardín.
—Desde que perdí el jardín, dejó de haber un lugar al cual ir. —KyungSoo susurra en respuesta, pero JongIn no entiende el peso de esas palabras. —No tengo más familia. No los considero mi familia.
Hubo un tiempo, tan solo durante un par de meses, en el que SeHun quiso volver a sembrar el jardín. KyungSoo había estado triste y a SeHun no le gustaba verle como muerto en vida. Sin embargo, a SeHun no solo le faltaba el talento para sembrar, sino que, para KyungSoo, el jardín no volvería a ser lo mismo. El jardín no solo eran verduras y flores coloridas. El jardín era recuerdos y sueños al lado de su madre. Y eso no lo recobraría con SeHun. Ese segundo jardín jamás se finalizó, quedó inconcluso. Probablemente, las palas y las semillas siguen tiradas por ahí. Baekho nunca salía a lo que alguna vez fue el jardín de su esposa. SeHun se rindió y se dedicó a sus propios asuntos que involucraban salir de noche de una ciudad a otra. Y, por su lado, KyungSoo encontró otro pasatiempo. Mirar desde su ventana la calle. Veía a la gente pasar y se preguntaba si todas esas personas sonrientes realmente eran felices, ¿ellas tendrían un jardín al cual volver?
—Supongo que SeHun podrá encontrar otro compañero de vuelo. —KyungSoo suelta de repente cuando un recuerdo se instala en su memoria.
—¿Crees que tu hermano quiera seguir volando sin ti?
—SeHun es bueno en encontrar reemplazos.
JongIn se sorprende por el tono empleado en la respuesta.
KyungSoo no presta atención a la expresión de JongIn porque está acordándose de un evento significativo.
No fue una ni dos ni tres las veces en las que SeHun llegó a la puerta de la casa con hombres desconocidos. KyungSoo pudo verles los rostros desde su ventana, con una mirada rápida podía darse cuenta de que eran chicos distintos, pero las acciones eran siempre las mismas. Y KyungSoo no comprendía el motivo. SeHun besaría a esos hombres, sus manos vagarían por sus cuerpos y, de un momento a otro, se despedirían con la promesa de verse otra vez. Esos hombres no entraban a la casa. KyungSoo no había sentido la necesidad de preguntarle a SeHun el motivo de sus acciones, pero un día los acontecimientos se dieron. Y no fue de la mejor manera posible.
KyungSoo sabía muy bien qué era ser un maricón porque, al parecer, él era uno. O eso decía su padre. Desde que era un niño, por el hecho dedicarse a cuidar al jardín, era considerado un maricón, débil, tonto, etc. Y eso era extraño. Creyó que maricón era ser idiota, pero ese no es el significado. Buscó el término en los diccionarios y no lo encontró. ¿Sería una palabra inventada? Tuvo que acercarse a la bibliotecaria a expresar su duda. Ella le dijo que la palabra era una forma despectiva y coloquial de dirigirse a alguien. Probablemente, no lo encontraba en los diccionarios porque estos siempre estarían incompletos, constantemente agregando palabras. Maricón es un hombre que hace gestos "propios" de mujer. A KyungSoo le pareció una idiotez, ¿desde cuándo existen gestos propios de mujeres u hombres? ¡Son gestos! Literalmente, cualquiera puede hacerlos. Oh, y otra cosa que la bibliotecaria agregó era que, esos hombres solían presentar atracción hacia otros hombres.
Entonces, SeHun era un maricón.
Si no lo fuera, ¿por qué se relacionaría con otros hombres?
Con esa idea en mente regresó a su hogar. Y los problemas estaban por llegar. Empezando con que su padre estaba en la sala, bebiendo cerveza con sus extraños amigos y jugando cartas. KyungSoo los saludó rápidamente y se encerró en su habitación. Las horas pasaron y los hombres no se iban. Llegó la noche y con ella SeHun junto a alguno de sus maricones de turno. KyungSoo se preocupó porque su padre odiaba esa clase de personas. SeHun se besó con ese hombre justo delante de la puerta de la casa y KyungSoo estaba a nada de sufrir un infarto. Su padre o los amigos ebrios de ese podrían verlos. SeHun estaría acabado. KyungSoo no podía gritar, eso atraería la atención de quienes no quería. Miró toda su habitación hasta que sus ojos se posaron en su almohada, la cogió y la lanzó contra el chico desconocido. SeHun y el hombre le miraron desconcertados.
—Papá está en la sala. —KyungSoo gesticuló con la boca para que SeHun pudiera leer sus labios.
El mayor le entendió y tuvo que despedirse antes de tiempo de su amigo. Todo hubiera estado bien si el chico hubiera aceptado irse, pero no lo hizo. SeHun y el desconocido comenzaron a forcejear en la puerta, logrando golpearla con alguna de sus extremidades de casualidad. KyungSoo escuchó el sonido de una silla siendo arrastrada, ¡alguien se había levantado! Alguien debía hacer algo. SeHun no podía, estaba peleándose con ese tipo. Así que, solo quedaba él. Salió corriendo de su habitación, bajó las escaleras y vio a su padre acercándose a la ventana a un lado de la puerta. Probablemente, para fijarse si de verdad alguien había la había tocado o quizá fue su imaginación. KyungSoo entró en pánico. Su mente se cerró y, al igual que la vez en que le dijo idiota a su profesor porque la palabra no salía de su cabeza, la palabra maricón no dejaba de hacer eco dentro de él.
—¡Hey, maricón!
Esa fue su sentencia de muerte.
Al menos consiguió que su padre no viera a través de la ventana. Pero, también logró tener un ojo morado. Y, para rematar, obtuvo un sermón de parte de SeHun.
—No vuelvas a decir esa palabra.
—¿Delante de papá?
—No. No la digas bajo ninguna circunstancia. No es difícil, KyungSoo.
—Pero, ¿tú no eres uno?
SeHun rodó los ojos.
—Homosexual. —Dijo, cogiendo el mentón de KyungSoo para obligarle a que le vea. —Maricón es un término despectivo que algunas personas usan para referirse a los homosexuales o a algún hombre que no cumpla con el estereotipo de macho pecho peludo, rompe paredes.
KyungSoo frunció el ceño. —¿Por eso papá dice que yo soy un maricón?
SeHun suspiró. —Sí, papá te está insultando.
A pesar de lo sucedido. SeHun hizo lo mismo el día siguiente y al que le sigue a ese y al otro día también. Siempre un hombre distinto llegaba. Y para KyungSoo el problema no era que SeHun fuera homosexual, sino que siempre llegaba a casa con un muchacho diferente. Simplemente, no podía entenderlo y su hermano jamás hablaba de eso. Además, ¡él había recibido un puñetazo de su padre para que no descubriera a SeHun! ¿El mayor no podía ser más cuidadoso? A veces, KyungSoo creía que SeHun lo hacía a propósito, debía tener un motivo, pero no descifraba cuál era.
—Él no tendrá problemas en cambiarme con otra persona. Siempre hizo eso con sus salientes.
JongIn lo abraza.
Ni siquiera pensó en ello, su cuerpo se movió hasta quedar detrás de KyungSoo, sus brazos se extendieron y atraparon al bajito. JongIn no sabe que responder, pero sabe que...
—¿Por qué haces eso? —KyungSoo observa los brazos morenos a su alrededor, sintiéndose extraño.
—Porque creo que lo necesitas. —Murmura, escondiendo su rostro en el cuello del mayor. Suelta una risita y siente el cuerpo más pequeño moverse. —¿Te estoy incomodando?
KyungSoo no responde y JongIn lo toma como un "sí" silencioso. Así que, va a soltarlo. Pero siente la mano de KyungSoo sobre la suya.
—Me diste cosquillas cuando te reíste. —Confiesa, ladeando la cabeza. Su mirada huye.
—Ahhh, es que hueles rico. —JongIn admite bobamente. —Tu aroma es más atrayente que el de una flor. —Tres segundos después se muere de vergüenza por lo que había dicho.
—Casi todas las flores tienen un aroma especial. —KyungSoo dice, ignorando el halago.
Se quedan en silencio, viendo las plantas que tienen en la mesa delante de ellos. JongIn balancea lentamente su cuerpo, de lado a lado, llevando consigo el cuerpo más pequeño. KyungSoo no se queja, su cuerpo está relajado, casi como si estuviera cómodo entre los brazos de JongIn.
A KyungSoo le agrada el momento. Están en silencio, tocándose superficialmente y balanceándose. Hace mucho tiempo que no experimentaba ese grado de tranquilidad. SeHun siempre quería hablar y reír, lo cual, a veces, le resulta fastidioso. Pero JongIn... JongIn es muy diferente a su hermano. Empezando con que es tranquilo y no le obliga a verle a la cara o a responderle. Además, JongIn le pregunta en susurros cómo se siente o si puede o no tocarlo. JongIn se preocupa por él. KyungSoo no puede evitar sonrojarse ante esos pensamientos. No es igual a estar cómodo y relajado al lado de su madre. El amor y respeto que sentía por ella no se compara al que siente en ese mismo instante por JongIn. De por sí, es extraño. Jamás ha querido a alguien como amó a su madre. Incluso a SeHun no puede decir que le ama tanto como a ella. Eso se debe a las peleas que tuvo con él y por las palabras que SeHun suele decir cuando cree que KyungSoo no le escucha.
Rojo.
Rojo ardiente.
Como el color de una rosa.
Fugazmente en su mente se instala la idea de cambiar la rosa rosada que le había dado anteriormente a JongIn por una rosa roja.
Y KyungSoo sabe el motivo...
Cuando te enamoras simplemente lo sabes.
Aunque, exteriorizarlo si puede resultar más difícil.
Es raro al inicio, si es que no te has fijado en esa persona como una posible pareja. Pero de un momento a otro, esa persona no sale de tu cabeza. Y te preocupas por ella. Y cuando se preocupa por ti... Se siente bonito. Te dan ganas de sonreír porque te parece increíble que alguien se preocupe por ti.
Puede sentir la respiración de JongIn en su cuello justo antes de que el mayor le susurrara:
—¿Puedes escuchar a las plantas cantar?
KyungSoo frunce el ceño. —Hace unos años, en 1976, investigadores de la comunidad Damanhur hicieron un estudio, colocaron sensores eléctricos en las plantas y lo transformaron en música. Es decir, tradujeron la expresión bioeléctrica en música. Para ello usaron un instrumento llamado MIDI... Pero nosotros no tenemos un MIDI, ¿cómo puedes escuchar a las plantas cantar? —KyungSoo se gira, viendo fugazmente el rostro moreno.
Y las facciones del moreno le resultan atractivas.
—Cierra los ojos y podrás escuchar.
KyungSoo obedece.
JongIn deja de balancearlos lentamente para comenzar a dar pequeños pasos entre las mesas.
—Aún no puedo escuchar. —Se queja el mayor, permitiendo que el menor guíe sus pasos.
JongIn sonríe. —Concéntrate... Ellas están cantando para nosotros, ¿no sería un desperdicio no bailar para ellas?
—Yo no sé bailar.
—Puedo enseñarte. Aunque, de todas formas, no soy el mejor bailarín de la ciudad.
KyungSoo sonríe. —Está bien, enséñame.
Cuando KyungSoo gira, abre los ojos para ver a JongIn, quien le sonríe automáticamente. Son dos bobos sonriéndose mutuamente. Bajo la luz de luna que, con un poco de dificultad, alumbra el invernadero, ambos brillan a ojos del contrario. Quizá deberían prender las luces porque las hay, varios pequeños focos alrededor de todo el invernadero. Pero el escenario es bonito sin la necesidad de ellas.
JongIn quiere acercar sus labios a los contrarios. A pesar de que la acción no sea muy heterosexual de su parte. Pero la cercanía parece no incomodar a KyungSoo. Al contrario, nota que el chico también le está mirando embelesado.
—Estamos en nuestro país de las maravillas. —JongIn susurra contra los labios esponjosos.
Por la cabeza del moreno pasa la suposición de que el mayor no tiene ningún problema con que su hermano sea gay, pues no parece estar enojado con SeHun por eso. Así que, el pequeño miedo de ser rechazado por KyungSoo le abandona. No obstante, sus otros temores siguen existiendo.
Puede ver el camino engañoso, puede escuchar el nombre de KyungSoo haciendo eco en su cabeza, puede ver al mayor brillar. Se siente como un sueño, uno peligroso. Pero quiere arriesgarse. Tuvo miedo cuando se unió a la milicia, estuvo nervioso cuando se unió a la fuerza área, no dejó de sudar cuando se subió a su primer avión de caza. A pesar de todo, lo consiguió. Venció todos sus temores antes. Entonces, ¿por qué no podría vencer los nuevos?
Sería inteligente de su parte huir porque es consciente de lo que sucede con quienes aceptan ser homosexuales frente a la sociedad. Sabe que mucha gente lo odiará sin siquiera conocerlo. Lo juzgarán peor que a un asesino o a un violador. Querrán agredirlo físicamente y verbalmente porque quizá el escarmiento público consiga curarlo. Porque está enfermo. Porque no es normal. Porque sale de la norma dictada por... ¿Quién? ¿La sociedad? ¿Dios? En realidad, no importa quien lo haya establecido como regla. Lo relevante es lo que hacen las personas en nombre de la pauta, volviéndose salvajes solo porque alguien la quebró.
Entonces, la gente huye o se esconde... O muere, defendiéndose.
En ese momento, JongIn quiere quedarse eternamente con KyungSoo dentro del invernadero. Quiere escuchar al mayor hablándole sobre plantas y quiere abrazarle cariñosamente. Y no necesita argumentar el motivo. ¿Por qué debería dar razones para sustentar su amor?
Y no es que no sepa responder. Porque él sabe exactamente que decir.
La primera vez que JongIn vio a KyungSoo le gustó. ¿Por qué? Porque es lindo. Al igual que una flor. La ves por primera vez y piensas que es bonita. Pero, ¿sabes que hay detrás de ella? Acerca de las flores hay miles de datos curiosos y simbolismos. KyungSoo es igual de interesante que una flor. Ha pasado días escuchándole hablar de fresas y cerezas durante el desayuno. Lo ha visto participar en clase, demostrando su inteligencia. Y admira su forma de pilotar, siguiendo las reglas al pie de la letra. KyungSoo empezó siendo un chico atractivo, pero JongIn no pudo evitar que el chico se convierte en la persona a la que desea por pareja. Su corazón y su mente lo han elegido a él. ¿Qué más tiene que decir?
—Podemos perdernos en el país de las maravillas. —JongIn murmura.
—¿Nadie nos encontrará?
—Nadie, aparte de nosotros, sabe dónde queda.
Entonces, el sueño que JongIn había tenido anteriormente regresó a su memoria. ¿Por qué debería haber dos caminos? Si, hipotéticamente hablando, llegara a tener una relación con KyungSoo, el mayor se convertiría en su familia. No habría necesidad de decidir qué camino tomar porque el mismo le conduciría a las tres personas que más ama.
—Puedo escuchar la canción de las plantas. —KyungSoo susurra. No quiere arruinar el momento porque sabe que es especial.
Todos suelen creer que KyungSoo es estúpido o lento. Y lo es para las relaciones sociales. Pero eso no significa que la gente pueda ser cruel con él. Incluso en su unidad había gente que le molestaba. Le quitaban su gorra y se la lanzaba entre ellos. SeHun la recuperaba. Sin embargo, KyungSoo no es ciego, él podía ver la sonrisa en el rostro de su hermano mayor. Incluso si SeHun suponía que la escondía bien. La verdad es que no lo hacía.
Así que, KyungSoo es capaz de interpretar el ambiente. Y esta aura que les rodea, él la quiere mantener. Es tan cómoda, tan única, tan cálida que le es inevitable no suspirar.
El camino delante de ellos es riesgoso.
A JongIn le gusta la adrenalina que siente al volar entre sus amadas nubes.
A KyungSoo, igual que a una flor, el camino pedregoso no es obstáculo.
Entonces, ninguno está petrificado de miedo como para no dar un paso.
—Bailemos. —JongIn dice. —Dame tus manos. —Pide, KyungSoo obedece. JongIn sostiene la mano izquierda, mientras que la diestra la coloca en su hombro izquierdo. —¿Puedo? —Pregunta antes de colocar su mano izquierda en la cintura de KyungSoo. El mayor había accedido. —Ahora, sigue los pasos que dé.
Ambos miran hacia el suelo. JongIn mueve su pie izquierdo a la izquierda y luego mueve el derecho. KyungSoo copia la acción.
—Ahora, a la inversa. —JongIn indica.
—¿Nos paramos de cabeza? —KyungSoo ladea su cabeza, pensando en cómo hacer eso. Él no tiene fuerza en los brazos para hacer eso.
—Eso es para una clase más avanzada, cariño. —Bromea el moreno con una sonrisa en el rostro.
KyungSoo le mira, abriendo los ojos. Por ello, JongIn se da cuenta del apodo que usó. Antes de que pudiera disculparse, KyungSoo le confiesa:
—Mi mamá me llamaba de esa manera... Está bien si lo quieres decir, es lindo y me trae buenos recuerdos. —Baja la mirada, sintiendo su rostro arder.
JongIn no sabe qué responder. Así que, su cuerpo lo hace. Mueve el pie derecho hacia la derecha e hizo lo mismo con el pie izquierdo. KyungSoo copia la acción. Después, mueve, nuevamente, los pies, pero ya no en línea recta, sino en diagonal. Hacen un baile lento en un círculo. KyungSoo luce emocionado con los nuevos pasos. Así que, JongIn sigue haciéndolo. Por un momento, sus ojos dejan de centrarse en el bajito, y van hacia el techo de cristal. Las nubes están esparcidas por el cielo como un inmenso algodón de azúcar. Pero hay algo en particular que le llama la atención.
—Mira. —JongIn suelta la mano blanquecina para señalar la nube con forma peculiar. —Parece una flor.
El mayor mira en esa dirección.
—Si inclinas ligeramente la cabeza parece un tulipán. —KyungSoo dice.
—En nuestro país de las maravillas, hay flores en el cielo.
KyungSoo ríe. —¿Y las nubes están en el suelo?
—Lo descubriremos. —Kim responde porque esa corta oración significa que tendrán que pasar más tiempo juntos.
—Es muy divertido pasar tiempo contigo, JongIn-ah.
—Oh. —JongIn se pone nervioso, sintiendo como el rostro se le enrojece y las manos le empiezan a sudar.
KyungSoo balancea su cuerpo. Aunque, ya no lo hace como un baile lento. Es un baile más alegre. Estira sus brazos y JongIn no se tarda en tomarle de las manos —claro que primero se limpió las palmas de las manos en sus pantalones. El baile deja de ser lento y preciso, pasan a bailar de un lado a otro, tomados de la mano y escuchando una melodía imaginaria. Al pasar por los tomates, JongIn tiene la impresión de que estos, de alguna manera, han cobrado vida, y que cantan para él y para KyungSoo. En algún punto de la danza, sus manos se sueltan, pero sus miradas se conectan. Observa a KyungSoo bailar, sacudiendo sus brazos, llevándolos arriba y abajo. Una forma muy extraña y divertida de danzar. JongIn se acerca a KyungSoo para copiar sus increíbles movimientos de baile. Se mueven alrededor de todo el invernadero escuchando la maravillosa melodía. Sin duda, no se olvidarán de cómo bailaron y de lo bien que la pasaron.
Se toman de la mano y giran lo más rápido posible. Ríen, incluso cuando su visión es borrosa.
—KyungSoo. —Le llama. —¿No sueñas cosas imposibles?
El mayor sigue bailando. —Sí, yo tenía un sueño antes de venir aquí.
—Entonces, yo te apoyaré a que lo consigas... Dices que tu padre te odia, crees que tu hermano también lo hace. Pero sé, aunque no te conozca mucho, que eres una persona hermosa a la que mucha gente le gustaría tener en su vida. No eres una mala persona, KyungSoo. Y todo lo malo que te ha pasado no te lo mereces. Estoy convencido de que saldrás adelante porque eres increíblemente fuerte. Así que, todo lo bueno llegará.
KyungSoo forma un corazón con sus labios al sonreír.
JongIn queda anonadado, queriendo ver siempre esa sonrisa.
—¿Quieres saber cuál es mi sueño? —KyungSoo susurra, dando pasos hacia JongIn.
—Supongo que involucra plantas, ¿no? —JongIn pregunta, arqueando una ceja. Su expresión es coqueta.
—¿Cómo estás seguro de eso?
—Porque se te iluminan los ojos cuando hablas acerca de ellas. Lo he notado durante estos tres meses, incluso si tu gorra tapaba tu rostro, por momentos, cuando me mirabas, podía ver ese brillo especial. Y amo cuando sucede.
Con pasos sincronizados se acercan uno al otro.
Cuando KyungSoo observa a JongIn, rodeado de plantas, decide que quiere ver ese paisaje mil veces más.
Se toman de las manos, sus dedos se entrelazan, sus miradas se encuentran y sus frentes se juntan. Ambos sonríen por la cercanía, esperando un indicio, por más pequeño que sea, para que sus labios dejen de estar cerca y pasen a estar unidos. JongIn acaricia los dedos de KyungSoo y, sorpresivamente, éste se mueve y le besa. Un beso fugaz sobre los finos labios del moreno. No solo JongIn queda sorprendido, sino también SeHun y ChanYeol, quienes miran la escena desde la puerta del invernadero.
—Deberíamos... —ChanYeol coge el brazo de SeHun. — irnos.
El mayor se suelta del agarre del menor, abre la puerta con fuerza y grita el nombre de su hermano. KyungSoo da un brinco en su lugar y le mira retadoramente.
—¿¡Qué le haces a mi hermano!?
JongIn se señala a sí mismo, sorprendido por la connotación que tiene la acusación.
SeHun llega hasta KyungSoo, lo toma del brazo y tira de él.
—¡Suéltame! —Grita, queriéndose zafar del agarre de su hermano mayor.
—¿Qué haces aquí, KyungSoo? ¿A qué hora llegaste? ¿Por qué no fuiste a la habitación?
—Sí, fui a la habitación. —Gruñe. —Y estabas hablando mal de mí con tu saliente de turno.
Un escalofrío recorre el cuerpo de JongIn, es la primera vez que ve una expresión seria en el rostro de SeHun.
—Vamos a la habitación. —Ordena, ignorando las palabras de su hermano menor.
—¡No! —KyungSoo lucha contra SeHun hasta que conseguir liberarse de su agarre. —¿Puedo dormir contigo, JongIn-ah?
El moreno mira a SeHun y luego a KyungSoo.
Quizá ambos hermanos deberían tranquilizarse y después hablar.
—Sí.
KyungSoo le sonríe ampliamente.
—Problema resuelto. —Murmura, pasando por el costado de su hermano mayor y dirigiéndose a su nueva habitación.
SeHun sale del invernadero sin mirar a nadie ni decir nada.
JongIn camina hacia la salida, en la cual todavía está parado ChanYeol.
—Así que, Do KyungSoo, ah.
JongIn suspira. —Nosotros también tenemos que hablar, ChanYeol.
—¿Es algo malo...?
—¿Por qué no me contaste lo de SeHun? ¿Tenías miedo de qué no te aceptará o algo así?
—Oh, esa clase de conversación. —ChanYeol murmura, rascándose la nuca.
Sería una noche un tanto incómoda.
Continuará...
holi
Si las flores cantaran, cantarían Starlight de Taylor Swift.
Esa fue la canción que escuché mientras escribía la escena en la que el KaiSoo baila kajsjsk, y se me formó una imagen mental muy linda.
🐻¡Gracias por leer!🐧
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