Capítulo 1
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Pon tus labios cerca de los míos
Siempre y cuando no se toquen.
Sin importar lo demás
Mírame a los ojos
Hasta que nos gane la gravedad.
(...)
Y sería inteligente de mi parte huir,
Pero eres arena movediza.
Esta pendiente es engañosa,
Este camino es arriesgado
Esta pendiente es engañosa
Y me gusta.
(...)
Dos luces brillan en una noche de insomnio
Y yo...
Te tendré solo a ti.
Tu nombre ha hecho eco en mi mente
Y simplemente...
Creo que deberías saber
Que vale la pena arriesgarse por esto
Y que te seguiré a casa.
— Taylor Swift - Treacherous (Taylor's Version).
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Un año antes de que Kim JongIn naciera hubo mucho caos e inestabilidad política en su país. Y lo resaltante de ello es que su padre tuvo una importante participación. El 19 de abril de 1960 se llevó a cabo la denominada revuelta estudiantil, en la cual no solo participaron estudiantes, sino también profesores y demás trabajadores. La revolución de abril sucedió debido a que Syngman Rhee, presidente desde 1948, buscaba cambiar la Constitución a su favor y extender su permanencia en el poder. Además, su gobierno no cumplió con desarrollar los ámbitos sociales y económicos. Para 1958 se limitó la libertad de prensa y se evitó que los pertenecientes a la oposición pudieran ejercer su derecho al voto. Y cuando llegó la elección presidencial en 1960, el partido de Rhee se enfrentaba a otros dos: el Partido Progresista y el Partido Democrático. Sin embargo, Cho Bong-am y Cho Pyong-ok, los líderes de los partidos, fallecieron. Los ciudadanos notaron que algo extraño estaba sucediendo, probablemente un complot. Lee Ki-poong y Chang Myon eran los candidatos para la vicepresidencia de forma independiente, siendo el primero el favorito de Rhee. Y, el 15 de marzo, Lee ganó por varios votos. Ese mismo día se realizó la protesta contra el fraude electoral en Masan. No fue una protesta pacífica. Cuando la policía disparó contra las personas, ellas respondieron lanzando piedras. El mes siguiente, un pescador encontró el cuerpo sin vida de Kim Ju-yul, quien fue un estudiante desaparecido de la revuelta del 15 de marzo. Las autoridades declararon que falleció debido a un ahogamiento. No obstante, se descubrió que su cráneo estaba partido por una granada de gas lacrimógeno. Las protestas se reavivaron y consiguieron que el 26 de abril Rhee renunciara. El día siguiente, el vicepresidente, Lee Ki-Poong, y su familia fueron asesinados por el hijo mayor de Lee, quien, posteriormente, se suicidó. Yun Bo-seon fue elegido presidente. Sin embargo, el año siguiente, cuando JongIn ya había nacido, el General Park Chung-hee realizó un golpe de estado y asentó una junta militar, la cual estuvo formada por militares involucrados en el golpe de estado. Ahí se encontraba Kim Gye-jun, padre de JongIn.
Diecinueve años después, en 1980, JongIn se encuentra parado en su sala, mirando la fotografía de su padre en un cuadro. Kim Gye-jun luce con orgullo una serie de condecoraciones en el lado izquierdo de su pecho. Para JongIn su padre es un ejemplo a seguir. La junta militar, llamada propiamente Consejo Supremo para la Reconstrucción Nacional, fue el primero en integrar un planteamiento económico. En 1962, logró industrializar la economía surcoreana, sacando al país de la pobreza. No obstante, fue criticado por otros economistas, pues las medidas que utilizó para conseguirlo afectaron a diversos trabajadores. Y hubo más controversias durante ese gobierno, pero JongIn no piensa en ello cuando observa la fotografía de su padre. El hombre hizo lo que tuvo que hacer, siguió órdenes... Quizá alguna vez se opuso o quizá las fomentó. Eso es un misterio porque JongIn no tiene un recuerdo nítido de su padre. Solo conserva un par de fotografías de su padre cargándolo cuando era un bebé. Y el recuerdo, la añoranza, el cariño que desea de un padre le hacen ignorar todo lo negativo que su progenitor pudo haber hecho.
Acaba de terminar la secundaria y no sabe qué hacer con su vida. La mayoría se postula a la universidad y otros a la milicia. JongIn está inclinándose hacia la segunda opción, solo porque desea tener una conexión con su difunto padre. Deja el cuadro en el estante, su mirada decaída por el futuro incierto cambia a una determinada cuando está más que seguro que debe unirse al ejército. Podría realizar el servicio militar obligatorio de una vez y, cuando éste llegue a su fin, poder decidir si desea continuar con dicha experiencia. Así que, sin dudar, un segundo más corre hacia la cocina, donde encuentra a su madre, sentada y con los codos apoyados en la mesa, leyendo el periódico.
—Iré a la milicia. —Informa. Su postura es recta, trata de reflejar su firme decisión.
Observa a su madre fijamente, esperando algún tipo de reacción. Pero ella permanece absorta en las letras del periódico.
—Madre. —Intenta, nuevamente, atraer su atención.
—Te escuché, JongInnie. —Ella murmura, cerrando las páginas del diario y alejándolo. Extiende su mano, pidiéndole silenciosamente a su hijo que tome asiento, él obedece. —Sabes que aún te quedan más años para hacerlo, ¿no?
—Lo sé... Yo necesito tiempo para saber que haré con mi vida. —Confiesa, siendo difícil ocultar su motivo. —Quiero descubrir si puedo ser militar como mi padre.
Ella sonríe, pero en su interior no hay felicidad.
—No te impediré que vayas, es tu decisión...—Estira su mano, la coloca encima de la de su hijo y le acaricia con cariño. —Pero no deberías aspirar ser como él cuando puedes ser mucho más.
—Él fue un héroe que murió sirviendo a su patria. —Las palabras salen de inmediato. Había repetido ese discurso del "mejor padre" mil veces: en la escuela, en la calle, en el bus, en la casa. Incluso si jamás había intercambiado una sola palabra con el hombre mayor, JongIn le tiene un aprecio impresionante.
Ella desvía la mirada. A través de la ventana puede ver la calle, no hay personas afuera. Piensa que es un día soleado, perfecto para salir en familia. Es una pena que nadie lo esté disfrutando.
—¿Irás a inscribirte hoy?
—¿Puedo? —Su voz es emoción pura.
—¿Puedes hacerlo solo? ¿Ya no necesitas a tu mamá, JongInnie? —Sus ojos regresan a observar con cariño a su hijo, su mano aun acariciando la contraria.
—Soy un hombre independiente, madre... Pero me temo que me pongo muy nervioso en esa clase de trámites.
Ella ríe y le da un apretón en la mano.
—Alistémonos antes de que el sol se vaya.
JongIn sale disparado de la cocina a su cuarto.
Ella, antes de dirigirse a su habitación, vuelve a mirar hacia la ventana. Ahora, iría a disfrutar del sol, pero no de la manera idónea. Se levanta de la silla y camina hacia su habitación. Al abrir su ropero, las lágrimas son incontenibles. Su adorado hijo se iría por al menos veintiún meses. Claro que regresaría de visita un par de veces. Pero extrañaría su voz y sus ocurrencias. Aun con lágrimas recorriendo sus mejillas consigue ponerse un hermoso vestido floreado y un sombrero. Antes de salir de su habitación, sus ojos se clavan en la fotografía que guarda de su esposo justo encima de la mesita de noche, empuja el cuadro con el dedo medio, chistando. Su querido hijo creía que su padre era un héroe nacional y ella no tenía la valentía para contarle la verdad. Lee HeeJin es una buena mentirosa, incluso si le duele ver los ojos de JongIn que brillan por pura admiración cada vez que habla acerca de su padre.
Treinta minutos después ya se encuentran en camino. Ella lleva un periódico en la mano, a JongIn le es inevitable inclinar su cabeza para ver que lee su madre.
—No seas esa clase de militar. —Ella dice con un tono duro, él abre sus ojos en sorpresa.
Su madre llevaba un periódico que hablaba sobre el enfrentamiento ocurrido el dieciocho de mayo entre los estudiantes de la Universidad Nacional de Chonnam y las fuerzas armadas. JongIn recordaba perfectamente ese hecho que duró nueve días y que dejó más de doscientas muertes.
—¿No se supone que obedezca a mis superiores?
Su madre rueda los ojos.
—¡Auch! —Chilla exageradamente cuando ella le da una palmada en la espalda.
—Tienes pensamiento crítico, ¿no? A veces nos dan órdenes, pero no siempre serán correctas. Debes aprender a discernir que clase de militar deseas ser. Además, todas sus acciones tendrán consecuencias... en los demás y en ti.
—Un héroe. —Balbucea él, imaginando medallas colgando de su cuello y condecoraciones adornando su pecho.
—Entonces, pon a trabajar ese cerebro tuyo.
JongIn asiente, muy decidido a seguir el consejo de su madre. Aunque, ahora que los engranajes en su cabecita están dando vueltas, ¿por qué lleva ella un periódico con una noticia de hace meses? Quizá, ¿quería decirle que no se convierta en una mierda de persona cuando sea militar de manera indirecta? Eso funcionó.
El resto del día transcurrió con tranquilidad... Si a tranquilidad le podemos decir a JongIn brincando de un lado a otro muy emocionado y a su madre jalándolo de su camisa de aquí para allá para que no se pierda.
Mientras se registraba para el servicio militar obligatorio, se dio cuenta de que eso demoraría más de que lo supuso. Muchísimos hombres jóvenes como él formaban una interminable fila bajo el potente sol. Uno de los requisitos para ser aceptado era que tuvieran una educación primaria terminada. JongIn formaba parte del 77% que tenía la educación secundaria concluida. Por ende, él estaba convencido de que quedaría seleccionado. Además, los motivos frecuentes por los cuales rechazaban reclutas eran por tener una discapacidad física o mental; poseer antecedentes penales; ser huérfano; y haber nacido fuera del matrimonio o tener uno de los padres que no era ciudadano surcoreano. JongIn no cumplía nada de lo anteriormente mencionado. Así que, no tenía que estar tan nervioso.
—Quédate quieto, pensarán que quieres ir al baño. —Ella le regaña y procede a sobarle el brazo para ver si así consigue tranquilizarlo.
—No puedo evitarlo. —Su cuerpo habla por él, la emoción se desborda.
***
No pasaron ni dos meses cuando la carta de aceptación fue entregada por el cartero. JongIn y HeeJin se abrazan y brincan por la casa, casi el 9% de quienes asistieron fueron rechazados, según el comunicado publicado por el periódico de ayer. Ambos se habían encontrado tensos, creyendo fielmente en que la carta de aceptación llegaría.
Él, feliz; ella, dubitativa.
La fecha de alistamiento era el 12 de enero de 1981. Faltaba menos de un mes para ello.
—Enfoquémonos en las fiestas: Navidad, Año Nuevo y tu cumpleaños. ¡Oh, por Dios! No estarás para tu cumpleaños.
—¡Tampoco estaré para el tuyo! —Grita él, con lágrimas descendiendo lentamente por su rostro.
Vuelven a abrazarse.
—Celebremos anticipadamente. —Ella sugiere.
—No será necesario, yo regresaré para tu cumpleaños. —Él promete.
Ella sonríe a pesar de tener conciencia de que todos los oficiales y personal alistado estaban supervisados de cerca y tenían que obedecer estrictas normas de seguridad que limitaban sus contactos con civiles, incluidas sus propias familias. Ella ya ha pasado por ello, sabe cómo es el proceso, sabe cómo cambian quienes ingresan, sobre todo, quienes deciden continuar en la milicia después del servicio obligatorio. No quiere afirmar que todos se convierten en malas personas, quizá más frívolas... A veces, incluso, se pierden a sí mismas. Quizá eso no suceda siempre, pero a ella le tocó vivir esa situación. Y las malas experiencias siempre consiguen sobreponerse, marcándote.
Pero ve a JongIn y confía ciegamente en que él no se volverá como su padre. JongIn podría redimir el dolor que el padre creó. Aunque, ¿realmente le estaba poniendo toda esa responsabilidad a su hijo? El problema que Gye-jun tuvo, fue excepcional... Algo que ni él ni ella podrían controlar.
Se mantuvo firme en la creencia de que a JongIn no le sucedería lo mismo, incluso en ese preciso instante en el cual ve como JongIn ingresa al autobús que lo llevará al campo. Él luce su uniforme militar de armas táctico, que llegó hace tan solo un par de días. A HeeJin la imagen de JongIn, le recuerda a su esposo. Aprieta la cámara fotográfica en su mano, la alza y apunta hacia su hijo. Inmortaliza el momento.
JongIn camina por el centro del bus, ve los asientos a los costados y busca alguno libre. Al parecer el chófer está apurado, pues le grita que se siente y arranca. HeeJin escucha el grito y ella está dispuesta a gritar para defender a su hijo, pero el bus avanza antes de que pueda abrir la boca. Lo último que logra ver de su hijo es su mano morena, sacudiéndose por la ventana trasera.
Ella juega con sus manos, moviendo los dedos, totalmente nerviosa. Es consciente que no todos los hombres que cumplen su servicio militar obligatorio son amigables. Algunos se convierten en acosadores, haciendo un martirio la vida de otro. Ella desea que su hijo se mantenga lejos de esos sujetos, no quiere que se convierta en uno ni que sufra por uno. Para muchos ciudadanos son tan solo rumores que hombres en su servicio obligatorio han pedido —casi suplicado— que les cambien de unidad, unos pocos se suicidaron. Son rumores para la mayoría. Para ella esas historias son verídicas porque su esposo le había contado como era. Ahí, probablemente, el dulce hombre con el que creció, comenzó a cambiar. Su nuevo "yo" germinó por completo cuando se volvió un soldado de la fuerza aérea.
Ella suspira. —JongIn...
Y el nombrado también deja escapar un suspiro cuando por fin es capaz de tomar asiento al lado de un hombre larguirucho. Deja su pesada mochila a sus pies.
—Kim JongIn. —Se presenta automáticamente, quizá demasiado emocionado.
—Park ChanYeol. —El joven responde mientras saca un walkman de su mochila negra.
JongIn observa con atención y para ChanYeol no pasa desapercibido.
—¿Te gusta la música? —Park inquiere. Tiene una imagen despreocupada, pero por dentro está preparándose para chillar si la respuesta es afirmativa.
—¡Por supuesto!
¿A quién no le gusta la música?
—¿Has escuchado a Cho Yong-pil? ¡Amo Come Back to Busan Port! ¿Qué tal The Police? ¿O Queen? —ChanYeol no se detiene ahí, sino que sigue enlistando más cantantes y bandas, pero, en algún punto de tantas preguntas, JongIn se ha perdido y se limita a sonreír y asentir. Y eso es lo suficientemente convincente para que ChanYeol conecte sus auriculares y se incline hacia JongIn. —Acércate, podemos compartirlo.
JongIn obedeció.
Ambos van todo el camino con las cabezas inclinadas, tratando de compartir los audífonos. JongIn escucha canciones que ni siquiera sabía que existían. Pero, la verdad es que la música logra que el camino hacia el campo militar sea bastante ameno. Hablan tan solo un poco, conociéndose superficialmente. ChanYeol hace la mayor parte de la conversación y eso a JongIn no le incomoda. Al contrario, él es de los que prefieren escuchar a la gente hablar.
Cuando, por fin, el autobús se detiene, JongIn siente que se ha quedado desnalgado.
—¡Bajen ordenadamente! —Un hombre mayor grita desde afuera del autobús.
Todos cogen sus mochilas y bajan uno por uno. JongIn observa por la ventana, los demás son encaminados hacia un gran campo.
—Wow... —Susurra ensimismado hasta que Park le golpea suavemente el hombro, pidiéndole que avanzara para bajar.
Al descender, siguen a los demás. En el campo hay varios militares, quienes se encargan de colocar a los nuevos en filas. JongIn y ChanYeol son designados a filas distintas. Sin embargo, por arte de magia, ChanYeol termina detrás de JongIn y comienza a susurrarle al oído todas las cosas que veía y todo lo que quería realizar.
—¡Solo mira esas pistolas! —Exclama el mayor. —Ya quiero aprender a usar una, ¿nos enseñarán eso? ¿Crees que nos den medallas si lo hacemos bien? Quiero cada medalla, voy a obtenerlas todas.
Okay.
JongIn anota en su cabecita que ChanYeol es un hombre intenso y competitivo.
Y, parlanchín.
JongIn está en una encrucijada. No sabe si quiere que ChanYeol se calle o continúe hablando. El mayor dice cada cosa que se le hace imposible no reírse. Además, está feliz de haberse sentado al lado de Park, pues a conocido a alguien con ganas de darlo todo en el campo. Y él también está ahí por eso. Podía presentir que él y el mayor serán grandes amigos.
—Si nos piden hacer grupo, hay que estar juntos. —JongIn se inclina hacia atrás, mantiene su rostro mirando al frente, pero sus palabras van dirigidas a quien se encuentra detrás.
—Es un trato. —ChanYeol forma un puño y lo choca contra la mano de JongIn.
Kim sigue su cuchicheo con Park, pero en medio de su gran conversación acerca de lo que deseaban que fuera el menú para el almuerzo, una voz se une a ellos, sorprendiéndoles. JongIn chilla, se tambalea, brincan y cae estratégicamente en los enormes brazos de Park, quien le carga, confundido. Entre los músculos brazos, JongIn piensa que de un manotazo Park puede hacer volar a cualquier hombre más bajo que él —y la posibilidad de que hubiera alguien más alto eran pocas.
—¡Presten atención! —Les grita un sargento con su mirada llena de furia, tanto así que es hasta gracioso. JongIn esconde su rostro en el pecho de ChanYeol para tratar de tranquilizarse. —¡Vuelvan a sus posiciones!
Los labios de JongIn tiemblan, casi a nada de soltar una carcajada. ¡Justo cuando los habían regañado! No había nada de chistoso en ello, pero la risa quería escapar por su boca.
¡Concéntrate! ¡No te rías, no te rías!
ChanYeol lo baja y JongIn se endereza en su posición. El militar reanuda su caminata entre los demás nuevos reclutas. Y cuando JongIn cree que ya superó sus ganas de reírse, escucha a Yeol comentar:
—¿Qué clase de ejercicios crees que hagan los militares? ¿Pilates? Todos aquí tienen unos culazos. —Dice, de la manera más casual posible.
JongIn ríe y se cubre la boca con la mano para que el ruido de su risa no llegue muy lejos. —¿¡Por qué te fijas en eso!?
—Porque yo también quiero... —Se lamenta, se pone de costado y demuestra su punto al poner sus manos sobre sus glúteos planos. —Mira, ese de ahí tiene glúteos de acero.
JongIn, aun sonriendo ante lo que escucha, rueda los ojos.
Bien, ChanYeol no solo es competitivo, también es un metrosexual.
Al enderezarse y volver a su posición, nota al militar que les regañó, nuevamente delante de ellos.
Oh, no.
JongIn es gritoneado con tanta fuerza que le deja todo el rostro pálido. Ni cuando rompió el jarrón favorito de su madre recibió tal sermón. Por el griterío, ChanYeol queda más sordo que cuando su padre, prácticamente, le exigió que se una a la milicia para que "dejara de soñar en tonterías".
Ambos jóvenes son separados como los niños pequeños cuando hablan y hablan en la fila de formación de la escuela.
El lado bueno es que, al menos, los combatientes ya saben quiénes son.
El lado negativo es que, los conocen como el par de muchachos que no dejaban de chismear.
***
Ese fue el inicio un tanto problemático de Kim JongIn en el servicio militar obligatorio. Él quiere estar a la altura de su difunto padre, un militar honorable. No hubo tiempo para aclimatarse. Los entrenamientos empezaron de un segundo a otro. Y, aunque no estaba sorprendido, los ejercicios contaban con más dificultad para Park y para él. Como si los jefes les dijeran "menos plática y más acción". Y, mierda, sí estaba complicado.
¿Era tarde para huir?
Cuando JongIn estaba bien cómodo echado en su camita —de su casita—, cubierto con sus mantitas de oso, había pensado: "será pesado, pero lo lograré". Y ahora que lo vivía, "pesado" no era la palabra adecuada. ¿Fuerte? ¿Tedioso? ¿Insufrible? No, las palabras se quedaban cortas para el martirio que experimentaba. Así que, para tolerarlo un poco más, decidió que cada noche vería la fotografía, familia que había traído consigo. Fue una decisión difícil elegir una de los miles que había en su casa. Su madre es una fanática de las fotos. Gracias a ella existen muchas fotografías vergonzosas de él. En realidad, no le molesta la existencia de esas fotos. Después de todo, nadie más que ellos las ha visto. Madre e hijo no son de tener una amplia vida social.
En la fotografía que trajo aparecía su madre y su padre, ambos lucían bastante jóvenes. Él era un bebé que estaba siendo cargado por su madre. La única persona que miraba a la cámara era su mamá. Su padre miraba hacia la izquierda, como si algo en esa dirección le llamara la atención. A él no se le el rostro, está de espalda a la cámara, probablemente dormido. La foto logró su cometido cada vez que la sacó para verla: le hacía sonreír. Entonces, procedía a darse ánimo a sí mismo, esto era tan solo el servicio militar obligatorio. ¿Seguiría quejándose cuando sea un militar a tiempo completo? No, no podía hacer eso. Debía seguir esforzándose y comenzar a mentalizarse, que no todo lo que quería lo obtendría con facilidad.
Hoy, es un día de esos.
Luego de haber visto la fotografía por largo rato, la guarda debajo de su almohada, gira su cuerpo, echándose de costado. Sus ojos se posan en un dormido ChanYeol. Ese joven había sobrepasado la idea que tenía de él. A ChanYeol le salía fuego por los ojos ante cualquier orden que le dieran. Y lo que más sorprendió a Kim es que Park no tenía planeado empezar su servicio obligatorio en el momento en que ingresó a llenar la solitud. Eso se debe a que fue llevado con mentiras el día de registro. El chico no pudo huir de ahí, pues su padre lo sermoneó. Al parecer, al señor Park no le gustaba el futuro que su hijo había decidido. JongIn todavía no sabe qué es a lo que ChanYeol quería dedicarse, el hombre más alto todavía no se lo ha contado. JongIn no lo apresurará, pues él tampoco ha mencionado que está aquí por su padre. Aunque, a decir verdad, sí se muere de curiosidad porque, a su parecer, este era el camino indicado para ChanYeol debido a todas las habilidades físicas que posee. Y no solo físicas, sino también mentales. Es como si Park tuviera un botón en la cabeza que se presiona cada vez que está a punto de perder, al activarse deja salir todo su potencial. El hombre le da miedo. JongIn cierra los ojos, tratando de disipar los miles de pensamientos que llegan a su mente, pero es imposible. No tiene sueño y solo puede pensar en que quiere —o, más bien, necesita porque se siente obligado a— ser igual que ChanYeol.
Maldita sea, comprarse con otra persona es horrible. Y más aún cuando considera a esa persona un amigo.
El inicio de Kim JongIn en el servicio militar obligatorio fue nefasto porque no solo era regañado varias veces por su torpeza, sino también por su lentitud para captar órdenes. A eso se le suma las constantes comparaciones que él mismo se realizaba, no solo con Park, sino con todos los demás. Y si había alguien peor que él, aunque le cueste admitirlo, se alegraba. No era el paraíso que soñó, pero podía convertirlo. Le costaron aproximadamente diez meses para cambiar por completo su mentalidad. Él avanzaba lentamente, pero se superaba cada vez más. Requirió de confesarle a ChanYeol su problema de inseguridad, el mayor le ofreció su ayuda ante cualquier tarea que no supiera ejecutar. Así, logró entrar entre la lista de los diez primeros puestos. Aquel listado nombraba a quienes mejor se desempeñaban. Incluso la milicia parecía una escuela, todos buscando un alto puntaje, porque sienten la presión de no estar en una posición baja y sentirse humillado. Pero no todo ahí dentro era tan malo como supuso al principio.
Park ChanYeol era tan amigable y conversador que de un modo u otro terminó entablando amistad con el militar de glúteos de acero. El sargento Lee Hoseok se convirtió en un amigo para ambos, dándoles no solo recomendaciones de ejercicios físicos, sino también consejos para destacar en la división de combate, tanto como militares de infantería, como miembros de la tripulación de un tanque y como artilleros. Oh, algo que JongIn ama es el aprender a usar todas esas armas que puedes ver en la televisión. Son más pesadas y más grandes de lo que aparentan. Lee Hoseok fue quien se encargó de enseñarle a emplearlas. Ese hombre tenía mucha paciencia con JongIn y con ChanYeol. Kim ni siquiera sabía sacar el seguro y Park casi se dispara en el muslo. Eran un desastre, pero las risas no faltaron. Una de las ocasiones en que revisaban la puntería de cada uno, ChanYeol le dio al blanco de otro compañero. Lo hizo bien, aunque la bala se fue chueca. Hoseok se río, pero el otro instructor se puso rojo de cólera. Había que tener mucho cuidado al portar armas de fuego.
Y aunque Kim y Park cometieron muchos errores practicando, en los exámenes sacaban altas calificaciones. En algún punto, ChanYeol consiguió ver su nombre en el puesto número uno de la lista, mientras que JongIn fue más que feliz con quedar en sexto lugar. Cuando JongIn comenzaba a disfrutar del servicio militar, los meses transcurrieron con rapidez, de tal manera que solo queda un mes, para como muchos de los compañeros de JongIn llaman: "volver a ser libres". Aunque, JongIn había conseguido sentirse libre ahí dentro. Al mirar hacia atrás, JongIn se sorprendía de haber pasado de un joven asustadizo a uno de los mejores militares. Había hecho bien al no desistir. Ahora es mucho más consciente de lo que equivale ser un militar... O lo más cercano a ello. Él siente que falta más, algo más por descubrir. No quiere solo cumplir con su deber de ciudadano, sino que realmente quiere dedicarse a ello con todo su corazón. Y ya no es simplemente por su padre. Ese sueño lejano perteneciente a otra persona, ahora ha conectado con él, convirtiéndose en su sueño.
—¿Has pensado que harás al salir? —Inquiere Kim, echado de espalda sobre el césped.
Él y Park se encuentran tendidos en el amplio campo de entrenamiento. Es de noche, todo está oscuro, incluso los edificios cercanos tienen sus luces apagadas.
—Quería ser músico.
JongIn gira la cabeza para observar a ChanYeol. El mayor está con los ojos cerrados.
—No te duermas. —Regaña inmediatamente.
No se imagina arrastrando a Park desde el campo de entrenamiento hasta la habitación a las dos de la madrugada.
ChanYeol sonríe, ignorando el regaño del menor.
—Tenía una banda. A mi padre no pareció gustarle. —Continúa. Se mueve en el césped hasta quedar más cerca de JongIn.
—¿Aún quieres tener una banda?
—Sería divertido, pero ¿cuántas probabilidades hay de triunfar en ello?
—Quizá puedas ingresar a una compañía discográfica. —Sugiere. Se sienta y mira directamente al rostro del mayor. —¿Debería quedarse solo en un sueño porque a tu padre no le parece correcto?
ChanYeol abre los ojos, encontrándose de cerca con el rostro moreno.
—Claro, podría ir a la discografía más famosa de Seúl... Entreno durante un par de años, debuto, me vuelvo jodidamente famoso, me baño en dinero y me compró un carrazo. ¡Oh! Y pasaría a buscarte porque seguiríamos siendo amigos.
JongIn rueda los ojos. —Es sarcasmo, ¿no? Sabes que no soy bueno detectándolo.
ChanYeol ríe, arrugando la nariz. Estira su brazo y le da varios golpes suaves al hombro de JongIn. Una y otra vez. El moreno se queja porque, aunque para ChanYeol esos golpes son "suaves", para su pobre hombro los manazos se sienten fuertes.
Para cuando ChanYeol se tranquiliza, JongIn ha tomado la decisión de confesar el motivo por el cual acudió al servicio obligatorio. Y también es buen momento para revelarle a su amigo sus planes para el futuro.
—Mi padre era militar. —Murmura al mismo tiempo que juega con sus manos. Algunas personas no ven con buenos ojos a familiares o amistades de militares, por diversos motivos, pero, sobre todo, por el mal uso de la violencia que éstos suelen ejercer. —Entonces, al hacer el servicio obligatorio, quería descubrir si sería capaz de seguir sus pasos.
—¿Y qué decidiste?
—Creo que quiero formar una banda de rock y rebelarme contra el estado.
—¡Oye!, no te copies mi sueño. —Otro empujón vino por parte del mayor hacia el hombro magullado del menor.
—Aún quiero ser militar... Pero no será divertido sin ti. —Se lamenta exageradamente.
ChanYeol sonríe, con sus ojos volviéndose medias lunas.
—Decidí que debería unirme a la fuerza aérea. —Continúa.
Precipitadamente, ChanYeol se sienta. —¿Tú? ¿Volando?
JongIn frunce el ceño. —¿¡Perdón!? ¿Qué quieres decir con ese tono?
—Eres extremadamente torpe, vas a matarte.
JongIn le dio una palmada en la pierna.
ChanYeol se la regresa.
Comienzan a darse manotazos juguetonamente.
—Sin duda debo unirme al ejército aéreo para cuidar tu vida... —Susurra. —Ugh, los niños de hoy en día. —Se queja mientras se levanta del suelo.
—¡Eres un año mayor que yo! —Kim se queja, pero no fue escuchado, Park ya había cruzado la mitad del campo. —¡Hyung, espérame! ¡Hyuuuung! ¡No me dejes solito en la oscuridad!
JongIn corre tan rápido que termina tropezando. Y claramente, ChanYeol se gira a verle para reírse de su desgracia.
***
Una vez terminado el servicio militar obligatorio, los hombres que hayan destacado son llamados a formar parte oficial del ejército surcoreano. Los veintiún meses de duración del servicio militar para JongIn han finalizado y está más que ansioso esperando que algún teniente se acercara a decirle: "¡Felicidades, JongInnie, eres increíble, por favor, únetenos, te necesitamos!". Bueno, quizá no se lo expresaran de esa manera... Él está ilusionado.
—¡Mamá! —Chilla de alegría a penas la divisa.
Corre hacia ella, sacudiendo su gran mochila. Deja varios pasos atrás a su alto amigo.
La abraza al instante que la tuvo frente a él. Durante el año y nueve meses que duró el servicio militar obligatorio la había logrado ver tan solo un par de veces. Eran muy estrictos con las visitas o con los permisos para salir del campo. Literalmente, las personas dentro de esas paredes grises se volvieron su familia. ¡Hablando de familia no sanguínea! JongIn se gira, viendo hacia atrás y busca a su grandulón amigo, pero éste no está en donde lo había dejado.
Mira en todas las direcciones posibles, encontrándose con varios compañeros reunidos con sus familias. En una esquina pudo encontrarlo. ChanYeol está dándole la espalda, hablando con un hombre canoso y más bajo. JongIn da un par de pasos hacia la derecha para observar mejor la escena. Al lado del hombre hay dos mujeres. Seguiría mirando, pero siente un tirón en su oreja.
—No seas chismoso, JongInnie. O, al menos, disimula. —Su mamá le regaña. —¿Quién es? —Murmura, mirando de reojo.
—El alto es mi amigo, Park ChanYeol. Supongo que el resto son su familia...
—Oh, ¿Quieres despedirte de él?
—¡Mamá! —Exclama. Pone sus manos en los hombros de ella, quien le miraba con preocupación. Él acaba de acordarse algo importantísimo. —Decidí que me quiero unir a la fuerza área, pero hasta ahora no me piden que me una permanentemente. —Se queja y forma un puchero con sus labios.
Ella rueda los ojos.
JongIn se indigna.
—¡Estuve en la lista de los diez mejores durante bastante tiempo!
—¿Y si no te piden que te unas? ¿Ya pensaste qué querrás hacer? No voy a mantenerte. —Alza su dedo índice y lo mueve de lado a lado, oponiéndose a mantener a su hijo. Lo adora, pero él debe aprender a valerse por sí mismo. Ahora él comprendería lo que es ir a la tienda por un par de cositas y al final sorprenderte por lo caro que es todo.
—Ellos lo harán. Me pedirán mi ayuda y después que realice alguna proeza me dirán: "estamos agradecidos". —Explica, juntando y separando sus manos como si estuviera visualizándose, recibiendo condecoraciones.
Ella contiene la risa producida por los gestos que hace su hijo, no por su sueño.
—¿Te despedirás de tu amiguito para irnos de una vez?
JongIn encorva la espalda, como si la simple frase hubiera pinchado sus sueños.
—Sí, mamá.
Ella sonríe brillantemente. Entrelaza su brazo con el de su hijo y caminan entre las demás familias que suben a sus vehículos o que se alejan a pie. Pero sus pasos se ven interrumpidos cuando el nombre de JongIn es dicho por un altavoz seguido por el de otros hombres. Ella mira con extrañeza a su hijo, quien ya va corriendo hacia el sargento con el megáfono. El chico al que se dirigían para despedirse también se acerca.
Sus ojos demuestran sorpresa. Creyó que a JongIn el servicio militar obligatorio no le gustaría, creyó que él abandonaría ese sueño de asemejarse a su padre, creyó que buscaría algo más... Un trabajo más seguro para su integridad física y mental.
Se encuentra feliz por él, por verle conseguir sus metas.
Pero está asustada por lo que podría venir.
¿Y si JongIn desaparecía de repente? ¿Y si dejaba de ser él mismo?
Kim Gye-jun, su esposo y padre de su hijo, salió de su vida en un abrir y cerrar de ojos. El hombre ni siquiera se despidió. La última vez que lo vio fue el día de visita que el hospital le daba. Él llevaba puesto su uniforme militar porque se rehusaba a usar ropa cotidiana. No hablaron mucho. A pesar de que ella intentara sacar temas de conversación, él se negaba a responder. Se había vuelto un hombre arisco e irritable. Para ese punto, él ya estaba perdido. Aunque, no puede dejar de martirizarse creyendo que pudo hacer mejor algo, cualquier cosa que evitara el fatal desenlace.
***
Kim JongIn, de veintidós años, se une a la fuerza área junto a su mejor amigo Park ChanYeol. Claro que, antes de ello, tuvo que rogar que lo dejarán pertenecer a esa unidad. Generalmente, son las mismas personas ya pertenecientes a diversos ámbitos de la fuerza armada, quienes a través de un análisis al sujeto determinan en que unidad su desempeño puede ser el mejor (ejército de tierra, fuerza aérea y marina). Kim y Park habían sido seleccionados para el ejército de tierra. Pero ya que mencionaron la fuerza aérea, evaluaron otra vez sus capacidades. Varias de ellas había que potenciarlas y, sobre todo, tendrían que aprender nuevas técnicas.
—Ninguno le tiene miedo a la altura, ¿no? —Preguntó ese día el coronel.
Ambos negaron.
Semanas después llegó la carta que informaba el día y hora al que pasarían a recogerlos. JongIn estaba más que alegre, aunque su felicidad no le cegó de preguntarle a su amigo si de verdad quería hacerlo, pues de caso contrario, lo comprendería.
—Creo que me gustará volar contigo. —ChanYeol le había respondido. —Además, no quiero verle la cara a mi padre por un tiempo.
Al parecer, Yeol todavía mantenía una pequeña pelea con su padre y prefería estar lejos de él. El servicio militar obligatorio había sido una experiencia interesante y llena de competitividad física. Y a ChanYeol le encanta ganar. Así que, unirse a la fuerza aérea lo alejaría de su progenitor y podría aprender algo nuevo al tiempo que se divertía con su amigo. ¡2 x 1!
Al igual que la vez en la que se conocieron, se sientan juntos en el autobús y escuchan música. El trascurso de este viaje es más largo, el campo de entrenamiento aéreo queda más lejos. En algún momento, JongIn se pone a fantasear, diciendo que podrían convertirse en héroes. Y en el peor de los casos podrían ser héroes trágicos que fallecen por querer salvar a su patria.
—Pero yo no quiero morir. —ChanYeol responde, dejando de comer su galletita.
La señora Park le había dado a su hijo todo un táper lleno de galletas caseras, las cuales está compartiendo con JongIn. Kim es capaz de comer y hablar al mismo tiempo sin atragantarse, lo cual es un logro porque algo que ChanYeol conoce bien de su amigo es que el moreno es un pendejazo. Bueno, torpe.
Luego de devorar la mayoría de las galletitas, duermen profundamente. Horas después son despertados por el coronel Uhm Sung Hoon, quien les da una rápida bienvenida, mencionando que se reunirán nuevamente en lo que queda del día, pero que por ahora todos serán dirigidos hacia sus habitaciones para que se organicen.
Con "reunirnos en lo que queda del día" JongIn se imaginó que quizá en la tarde o en la noche volverían a verse, pero no fue así. Aquí el tiempo es muy apreciado y todo debe hacerse en el tiempo que te dan, no hay minutos extras, no puedes distraerte ni holgazanear. Todos los nuevos caminan en fila, siguen al sargento Bong EunSuk, quien los dirige a un pasillo donde las puertas de las habitaciones estaban cerradas y pegadas en ellas había papeles con nombres y apellidos.
—Ingresen a sus habitaciones. Tienen veinte minutos que pueden aprovechar en elegir una cama, desempacar, conocerse un poco. Cuando el tiempo finalice sonará una alarma, todos saldrán en orden. Iremos a la sala de reuniones, les explicarán a grandes rasgos nuestro método de trabajo. Luego, irán a cenar. A las diez de la noche todos deberán estar en sus habitaciones y, como consejo, deberían aprovechar en dormir... Lo necesitarán.
Y vaya que el consejo de EunSuk fue acertado. Su entrenamiento empezaría a las cinco de la mañana. JongIn deja caer su quijada cuando en la reunión el coronel Sung Hoon lo menciona. Y no solo eso, tendrían clases teóricas y prácticas. ¡Y exámenes, qué horror! Ahora, tendría que aprenderse el nombre de los increíbles aviones de caza, para qué servía cada botón (y son miles) y muchas cosas más.
Pero no hay tiempo para lamentarse porque, en realidad, no se siente como en la escuela donde era una tortura, tener que usar la memoria para aprenderte datos incensarios. Esta vez los datos le resultaban interesantes, incluso, con el pasar de los meses, descubrió que no era tan malo como estudiante. No era el número uno de las clases teóricas, pero superaba a varios. ChanYeol, por su lado, parecía que humo salía de esa gran cabeza.
—¡Ya te dije que mi cabeza es de tamaño normal!
JongIn se carcajea, retorciéndose hacia los lados.
—Dejemos de hablar de cabezas. —Park sugiere, intentando mostrarse serio, pero eso le dura poco. —¡Mañana volaremos un MiG-29! Ese... ese es un caza de combate puro.
—Vamos a volar, no a pelearnos en el aire con otros.
—Todavía. —ChanYeol murmura.
A Park el miedo a morir se le pasó cuando vio las increíbles maniobras que se podían hacer en el aire. Y eso no era nada. La verdadera adrenalina estaba en los combates. Aunque, todavía les faltaban un par de años para participar en uno. Lo que sí realizaron, luego de varias clases de teoría y prácticas con los expertos instructores, fue simulaciones. Para volar los MiG-29 tuvieron que hacerlo en parejas. JongIn y ChanYeol al escucharlo, a pesar de estar sentados a lados opuestos del salón (porque ChanYeol ingresó tarde debido a que se quedó dormido y a alguien le pareció gracioso no despertarlo), se miraron inmediatamente, transmitiendo con su mirada un "somos pareja". Y lo cumplieron.
—El MiG-29 está diseñado para misiones de combate aéreo contra otros aviones caza, a gran altitud y velocidad, de "alta maniobrabilidad", de peso medio, bimotor y doble estabilizador vertical, comparable en peso y tamaño, al caza occidental bimotor McDonnell Douglas F/A-18 Hornet, con bordes de ataque que se extienden desde las alas principales hasta los costados de la cabina y con potentes motores gemelos, instalados bajo el fuselaje central.
Se encontraban en la pista de aterrizaje. Todos formados en media luna, el coronel Uhm Sung Hoon parado en el centro, explicando, con lujo de detalle, acerca del MiG-29 que volarían. Ya habían estudiado acerca de la aeronave, pero nunca estaba de más repasar lo aprendido antes de volar.
—El diseño permite a la nave tener una "alta maniobrabilidad" porque el borde de ataque ayuda a girar la nave. Además, permite que la cabina de mando mantenga una posición alta, sobre los motores y las alas principales, le ofrece al piloto mayor visibilidad en combates cerrados dogfight y el fuselaje, permite mayor espacio interno para combustible, equipo electrónico y ofrece una elevación natural. —Hizo un gesto con su mano al mismo tiempo que se acercó a una nave, los alumnos le siguieron.
Se acercaron como pollitos a su mamá gallina, el coronel abrió la cabina, mostrándola por primera vez de cerca a los emocionados hombres.
—La cabina del MiG-29 cuenta con una palanca de control central convencional y el mando de aceleración de los motores en el lado izquierdo. Cuenta con una pantalla de visualización frontal y una pantalla montada en casco Shchel-3UM. —Mientras su explicación transcurre va señalando con la mano cada objeto. —El piloto va sentado en un asiento eyectable tipo cero-cero Zvezda K-36DM que ofrece un muy buen rendimiento en escapes de emergencia. Recuérdenlo.
Luego de muchos tecnicismos más, por fin, dejaron que un grupo ingresara en las aeronaves junto a pilotos instructores en la parte trasera. Las primeras clases se dedicaron a reforzar lo aprendido tanto teórica como en práctica, pues ya habían volado otros aviones de caza con anterioridad, pero cada uno siempre tiene ciertas variantes. Tristemente, la primera vez en la que volarían el MIG-29 no lo harían juntos, pues debían hacerlo primero junto a un instructor. Del dúo, ChanYeol fue el primero en volar el MiG-29. El instructor Ahn Seongmoo se mantuvo en silencio la mayor parte del tiempo, tan solo dando pequeños avisos e indicaciones. ChanYeol se había aprendido el funcionamiento de cada botón, a observar con precisión el radar y los sistemas de navegación de altitud y de ataque. El aterrizaje fue un poco brusco, era como el equivalente de estacionar en paralelo: difícil hasta que le agarras el truco.
El siguiente fue JongIn.
—No desobedezcas ninguna orden. —Recordó el coronel, mirando fijamente al moreno, quien entraba campante de alegría en la aeronave.
JongIn se había convertido en un buen piloto, casi colocándose por encima de todos los demás. Él podía controlar cualquier maniobra, pensar fríamente y actuar con rapidez. Sin embargo, solo era considerado un "buen" piloto por parte del coronel porque era muy imprudente. Ante situaciones de ataques hipotéticos, las soluciones de JongIn eran actuar arriesgándolo todo. Había sido regañado por sugerir maniobras peligrosas. Los instructores le recalcaban que valdría más la pena actuar con cautela que arriesgar su vida ante una posibilidad. Por ello, él solo era bueno. Otros pilotos, los que se pegaban a las reglas y obedecían sin chistar eran los mejores. Eran sensatos al decidir la forma de proceder, incluso en las situaciones hipotéticas. Pero JongIn no podía obligarse a pensar de ese modo. Si hay varios MiG-29 enemigos rodeando la nave de un compañero, no podía simplemente retirarse a esperar refuerzos. Si solo están ellos dos contra cinco enemigos, JongIn se arriesgaría a derribar la mayor cantidad posible de MiG-29 enemigos, probablemente los que estén más cerca de la aeronave amiga, para así no perder a nadie. ¿No se supone que ese debe ser el pensamiento de los integrantes de la fuerza área?
Al parecer no lo era.
Pero no siempre obedecer reglas te salvará. A veces, debes seguir tu instinto y actuar.
Así, como dos años después, en 1985, se encuentra junto a ChanYeol su Oficial de Radar e Intercepción y otra nave amiga interceptando a dos objetos desconocidos localizados en el radar. Ambos aviones de caza comienzan a acercarse a los objetos mientras esperan una orden definitiva de Choi Hawoo, el general de la unidad. El hombre mayor, luego de intercambiar palabras con el resto del equipo, se comunica inmediatamente con los aviones de caza F-14 de sus subordinados.
—Estamos ante dos aviones norcoreanos MiG 28 a quienes no pueden enfrentarse sin provocación.
—¡Pero ellos están en nuestra parte del mar! ¡Eso debería contar como provocación!
El general rueda los ojos ante el palabrerío de Kim JongIn. Presiona el botón y habla por el comunicador.
—Obedece.
Luego de dos años de entrenamiento —y de llamados de atención a Kim— el dúo logró convertirse en pilotos profesionales. Ambos suelen volar los aviones de combate diseñados para dos pilotos, conformando verdaderamente un dúo de trabajo. Los aviones de caza diseñados para dos pilotos son aviones multipropósito con roles dedicados de superioridad aérea y ataque aire-tierra. Por ello, son dos los oficiales quienes van dentro. JongIn se graduó como piloto en frente y ChanYeol como oficial de sistemas de armas atrás. Su amistad pasó a ser una hermandad fraternal, considerándose la familia del otro, lo cual, gracias a la química y complicidad, era de mucha ayuda al pilotar. Era como si estuvieran conectados, el general al recibirlos en su unidad creyó que compartían la misma neurona. Se reían de las mismas babosadas y volaban con increíble comunicación. Eran, literalmente, la pareja aérea perfecta. Por un momento supuso que les habían mandado a los mejores pilotos surcoreanos, rápidamente se dio cuenta de que le mandaron talentosos, pero rebeldes aviadores.
Si JongIn quería poner el avión de cabeza, realizando una arriesgada G negativa, ChanYeol le animaría a hacerlo... Justo como ahora están haciendo.
—¿¡Qué demonios haces, Kim!? —Choi grita, sacudiendo el micrófono del comunicador. —¡Kim!
—Ellos continúan acercándose, general. Debemos actuar para sa-
—¡Kai! ¡Hollywood! ¡Necesitamos ayuda! —Onew interrumpe, usando los apodos de sus compañeros.
Los comunicadores están completamente conectados para facilitar la transmisión de mensajes.
—¿Puedes verlos? —Inquiere Kim.
—Sí, Onew está más adelante, siendo rodeado. —Park responde.
—General... —Tantea.
—Sí, Kim, pueden proseguir.
JongIn continua con lo que se encontraba realizando antes de que el general le gritará. Hace un par de meses que no tenían una misión como esa. Anteriormente, se encontraban volando sobre el océano pacífico ofreciendo su protección a un barco surcoreano que quedó a la deriva porque, al parecer, al motor no le llega el combustible. El mar está relativamente calmado, aun así, debían buscar soluciones eficaces. No obstante, en la base de control encontraron objetos no identificados, que terminaron siendo aviones que no deberían haber ingresado. Esto es interesante para Kim, quien inevitablemente sonríe, sintiendo la adrenalina corriendo por su sangre, animando a no solo ayudar, sino molestar a quienes invadían.
Vuelan detrás de un MIG 28, el cual, probablemente, ya se ha dado cuenta, pero éste no ataca, tan solo huye. Mientras tanto, Onew se encuentra esquivando otro MIG 28. No sería un gran problema deshacerse de un solo avión, pero no puede dejar de ver el nivel de combustible, el cual de por sí ya estaba bajo. Volar de un lado a otro, tratando de perder el otro avión sería ineficiente y perjudicial. Atacarlo sin una orden podría generar conflictos que no necesitan. La misión era alejarlos, devolverlos a su territorio, pues éstos tampoco atacaban.
Quizá fue casualidad.
Quizá buscaban espiar.
Lo que fuera, no podían actuar sin pensar en las consecuencias negativas que derribar uno de esos aviones de caza ocasionaría.
Onew escucha los vítores de Kim y Park a través del comunicador como si se hubieran olvidado de apagarlo y eso solo le estresa más. Ni siquiera es capaz de quitar la mirada del frente, la cabina le da una visión periférica de su alrededor, pero él se niega a mirar, incluso cuando su propio compañero comienza a presionarlo para que siga conduciendo el avión lejos del MIG 28. Lee Jinki, el nombre del apodado Onew, observa una fotografía que mantenía arriba del panel: su prometida y su hija de un año. No ha podido casarse, tampoco ha fijado una fecha. Y su mente se nubla con aquellos pensamientos lejanos a la situación caótica que sucede a su alrededor. Esta clase de trabajo, de misiones, puede costarle la vida. No se casaría, no vería a su hija crecer. Onew entra en pánico y es incapaz de tranquilizarse, incluso cuando Kai le avisa que uno de los MIG 28 ha empezado a retirarse. Puede escuchar al hombre joven hablando con su compañero, riéndose y tomándoselo como si fuera una broma. Oh, al parecer Kai le sacó el dedo medio al conductor del MIG 28. Y le resultaría gracioso, pero él, literalmente, está ahí, petrificado mientras el otro piloto ríe y juega. Ver a Kai realizar maniobras peligrosas era divertido, escuchar sus anécdotas podían sacarte una carcajada. Pero en ese momento, Onew está asustado y enojado. El palabrerío de Kai y Hollywood solo lo ponen más tenso.
—¡El otro avión nos tiene en su punta de mira! —Cougar avisa, tratando de llamar la atención a su amigo en trance. —¡Onew, reacciona!
Ni siquiera han finalizado con éxito la misión del buque de carga seca...
—¡Kai! —Cougar llama al joven, esperando por su ayuda.
El avión F-14 con Kim y Park abordo aparece, tratando de alejar al MIG 28.
Cougar suspira, dudando que se haya tratado de un posible ataque sorpresa. Si lo fuera, ya habrían activado el identificador amigo-enemigo, el cual, es un sistema de identificación criptográfica que sirve exactamente para eso: reconocer aeronaves amigas de las que no lo son. Además, si los quisieran atacar, les hubieran disparado sin dudar. Pero el primero cedió rápidamente ante la nave de Kai, probablemente por su forma temeraria de volar y, sobre todo, por sacarle el dedo corazón. Y el segundo parece ser que solo busca molestar para retirarse. Muy parecido a la actitud de Kim.
—Debemos volver al portaviones. —Cougar menciona. —El MIG 28 se está yendo, ya puedes tranquilizarte... ¿Onew?
Onew tiene la mirada fijada en el medidor de presión de combustible. Quiere mover sus manos y conducir hacia el portaviones, aterrizar, pisar su amada tierra firme e irse a su casa. Pero todo eso solo lo realiza en su mente, se quedan en ideas y no se materializa. Su cuerpo está tenso y quieto. Por más que intenta moverse, su cuerpo no reacciona. Su miedo incrementa ante las llamadas de Cougar porque la decisión que tome también afectará a su compañero de vuelo.
Mientras tanto, Kai está celebrando con Hollywood (apodo que ChanYeol recibió por ser amante de las películas hollywoodenses) su descenso al portaviones. JongIn ama estar en el aire. Se siente libre. Mira a través del vidrio de la cabina y observa las blancas nubes, se ven tan suaves e irreales. No tienen una forma en específico, todas son únicas. Y todas ellas vuelan con él. El paisaje es encantador y relajante. Sin embargo, deja de observar a las nubes cuando nota que el avión de caza de sus compañeros no va en la misma dirección que ellos.
—Onew y Cougar no regresan... —Murmura. —General...
—Aterriza ahora, Kim. Ambos aviones están con poco combustible.
—No parece que vengan hacia acá... —Contesta con una decisión ya tomada. Puede escuchar las órdenes del general siendo gritadas por el intercomunicador, pero él no le presta atención. —Adoras volar conmigo, ¿no? —Inquiere, girándose levemente para observar a su amigo.
—Sabes que sí.
—Tendrás otra anécdota que contarles a tus próximos ligues. —Menciona al tiempo que aborta el apontaje, volviendo a subir.
Kai consigue colocarse al costado del avión de sus compañeros, viéndolos a través del vidrio.
—Onew, vamos a volver. —Dice, tratando de sonar convincente. —Vamos a regresar juntos.
Onew asiente a las palabras porque puede escucharlas, pero su cuerpo sigue sin reaccionar.
—Verás a tu prometida y a tu hija. —Cougar intenta animarlo. —Es por eso que estás nervioso, ¿no?
Onew deja de ver la fotografía y se concentra en el panel con los controles. Escucha a Kai, recordándole que es lo que debe mover, apretar y jalar. Casi como si estuviera en una clase de manejo de aviones. De fondo, Cougar continúa animándole y recordándole que inhale y exhale. Onew consigue controlar su nerviosismo, aunque todavía puede sentir y ver sus manos temblando. El avión de Onew y Cougar es el primero en aterrizar. Onew necesita un momento para bajar del avión y Cougar prefiere no incomodarlo. Probablemente, su amigo desea pensar en solitario.
Kai y Hollywood aterrizan segundos después.
—Maldita sea, ya no quedaba nada. —ChanYeol suelta, viendo el indicador de combustible antes de bajarse del avión de caza.
(...)
Cuando Onew consigue bajar de la aeronave lo hace con la fotografía en mano y con una decisión firme en mente. Entra en la pequeña oficina del general y deja su placa sobre el escritorio. El general le mira, preparando un discurso lo suficientemente convincente para dárselo al piloto. Pero éste habla antes de que pueda siquiera decir algo.
—No cambiaré de opinión. —Hace una reverencia. —Fue un gusto trabajar con usted y con todos los demás...
El general suspira y asiente. No es la primera vez que alguien deja de volar por un ataque de pánico. Pero, ugh, Onew era de sus mejores pilotos. Tan bueno que era su primera opción para el Programa Aéreo de la Escuela Élite de Armas de Combate (conocido también como ROKAF), el cual fue diseñado únicamente para la crème de la crème. Es decir, para lo mejor de lo mejor. Es el destino añorado por todos los aviadores, pues ahí se busca formar a los mejores pilotos del país. Sin Onew, sus opciones se reducen.
El joven expiloto sale de la oficina. El general logra ver a Kai y a Hollywood parados en el pasillo. A ellos los había citado para su regaño cotidiano... Porque siempre salen con alguna tontería. Prácticamente, son tonto y más tonto.
—¡Hola, capi! —Kai saluda, entrando animadamente en la oficina.
Hollywood ríe detrás de él. El hombre podría ser inmenso, pero siempre se resguardaba detrás del más bajo.
—Hicieron algo valiente.
Los jóvenes sonríen ampliamente. ¡Héroes!
—Pero... Aterrizaste de una manera brusca y el avión es de contribuyentes.
La sonrisa se achica. ¡Aún pueden ser considerados héroes!
—Has sido arrestado y —lo señala con el dedo índice. —perdiste tu calificación como líder de sección tres veces. —Suspira, viendo como la sonrisa de Kim se esfuma y pasa a observar al otro hombre. —Y tú le sigues las idioteces.
ChanYeol se estremece ante el tono duro del general.
—Debería suspenderlos... Pero debo enviar a alguien a la ROKAF. Iba a enviar al dúo conformado por Onew y Cougar, pero ya vieron cómo se puso el pobre chico. Hasta me dijo que renunció, pero bueno, ya lo veremos.
—Entonces, ¿vamos a ir nosotros? —ChanYeol se atreve a preguntar.
—Eran los segundos mejores del escuadrón hace unos minutos. Ahora, son los primeros. —Aclara. —No lo arruinen.
Ambos asienten, comprometiéndose.
Salen de la oficina y a penas cierran la puerta, giran a verse, juntan sus manos y chillan llenos de alegría porque no cualquiera puede decir que en un regaño le dieron la oportunidad de su vida. Son chicos afortunados. Aunque, ¿Cuánto puede la suerte durar?
—Ahhh, ¿cómo crees que sea? ¿Crees que haya chicas lindas?
—¿Solo piensas en mujeres?
ChanYeol rueda los ojos. —No es mi culpa que todas tus fantasías sexuales involucren un avión. —Suelta, defendiéndose.
JongIn frunce el ceño, viendo a su amigo. —Qué.
Park se carcajea. —Debería llevar mi guitarra. Todas las personas aman a los cantantes.
—Tú no sabes can-
—Shhhh. —ChanYeol coloca su índice sobre los labios de JongIn. —Ya verás. Te demostraré que con una guitarra y una voz profunda se pueden hacer maravillas.
—Se supone que vamos a volar, no a conquistar.
ChanYeol alza sus hombros. —Quién sabe. A lo mejor, encuentras el amor y así dejas de estar tan obsesionado con volar. O quizá yo sufra un aparatoso accidente que te deje traumado y dejes de volar imprudentemente. ¡Ya lo veremos!
JongIn niega, incrédulo, ante todas los disparates que salen por la boca de su mejor amigo.
Continuará...
holi
Esta historia de 5 capítulos forma parte del KasiSoo Fest: Retro Love, organizado por -dklixo , quien también hizo la portada :D
La historia está inspirada en la película de Top Gun (1986).
Algunos de los datos históricos mencionados en este capítulo son reales, pero no hay una profundización en ellos pq en Google no hay mucha información sobre ello. Y no me gustaría mal informar uu. Además, taaan relevantes para la trama no son.
También, quería mencionar que, si bien realice una investigación previa acerca de los aviones de caza y la aviación, en general, puede haber errores :c
y cuando quise ver la película nuevamente para guiarme, ésta ya no estaba en Netflix JAJAJSJ. La busqué en otras plataformas y terminé en una página súper rara en la que se me abrieron páginas porno😭.
y me asusté bien feo pq creía que era un virus JAJKJAJKAKSJ. Pero cuando pregunté a un grupo de FaceBook (pq soy bien miedosa) me dijeron que así pasa a veces😭. Y bueno, quedé.
JongIn de Jopping>>>>
🐻¡Gracias por leer!🐧
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