Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Preparando la boda

Eran las nueve de la mañana en el pueblo. Eugeo estaba despierto, algo cansado, pero con ganas de vivir aquel día que no tenía nada de diferente, aunque de todas formas a él le resultaba espectacular.

Se encontraba podando sus hortensias de color fuerte, las cuales se posaban afuera de su casa en una pequeña jardinera.

Le gustaba mucho el contraste que hacían las hojas de color verde que parecían menta que brillaban con la luz del sol de la mañana. Incluso se atravesaba sobre las hojas de los árboles, haciéndolos ver mucho más verdes.

Escuchándose muy en la lejanía, el tren llegaba como era de costumbre a las nueve y diez de la mañana para dejar las cartas que iban a parar en la oficina de correos y paquetería.

El tren, en su apogeo, había sido muy utilizado para la revolución, transportando soldados, cañones, caballos y todo lo que pudiera servir para matarse entre sí.

Dejando de lado el tren y su pasado, Eugeo siguió podando sus hortensias, las que cuidaba como si fueran un pequeño pajarito que tuviera de mascota.

Humbert, para tratar de arruinarle el día, pasaba por ahí para fastidiarlo, lamentablemente como era costumbre, de igual forma.

-Que linda mujercita, podando los rosalitos. -Dijo, de forma burlona.

-Veo que además de estúpido eres despistado, Humbert. No son rosales, son hortensias.

-¿Y cuál es la maldita diferencia? Ninguna sirve para nada, en realidad.

-Eso es lo que tú crees. -Contestó Eugeo en un tono cantado, por lo que Humbert se retiró junto con su derrota. -Maldito perro.

Tieze seguía durmiendo, sintiéndose bastante agotada de la noche anterior. La pareja había hecho el amor durante un buen rato, el mentor seguía enseñándole a su aprendiz como se debía hacer.

Él la llevaba al cielo y las estrellas mientras sus cuerpos se juntaban, sudando por el calor que les causaban los movimientos que hacía. Eugeo escuchaba los gemidos de Tieze en su oído, puesto que ella no quería dejarse ver a los ojos por la pena que le causaba.

Ella solía estar tan entregada a lo que hacía que rasguñaba de forma inconsciente la espalda de su mentor, tomándolo fuerte de la cabeza a la vez que torcía los ojos por todo lo que recorría su cuerpo en aquellos momentos.

Eugeo dejó los guantes para jardín en la mesa de su carpintería, que abriría hasta dentro de unos minutos por mero capricho suyo. Él siempre la abría a las nueve y media de la mañana, pero aquel día quería que Tieze despertara como Dios manda.

Estaba moviendo suavemente la tornamesa, cuando la colocó fuera de su cuarto, puso un vinilo, que comenzó a girar de inmediato.

Poniendo suavemente la aguja en su lugar, el aparato comenzó a reproducir música muy curiosa: samba brasileña.

-¿Hum? -Tieze arrugó el entrecejo, poniendo la almohada en sus oídos para seguir durmiendo.

Magalenha de Sergio Mendes era lo que sonaba en aquel cuarto con un buen volumen, Eugeo simplemente destapó a Tieze y tomó su almohada para arrogarla al suelo.

-Despierta, princesa. ¿Qué mejor que amanecer bailando? -Le preguntó.

-Se nota que no tienes el más mínimo respeto por las personas que no se levantan tan temprano. -Masculló Tieze, a lo que Eugeo la tomó de las manos para levantarla de la cama.

-Sigo diciéndolo, ¿Qué mejor que amanecer bailando?

-Eugeo estoy cansada.

-Señorita Tieze Shtolienen miembro del Quinto regimiento de Infantería del Heroico Colegio Militar, ¿le gustaría bailar esta pieza conmigo?

-Ya lo estoy haciendo, joven Eugeo miembro superior del Quinto regimiento de infantería del Heroico Colegio Militar, ¿no le parece?

Ambos rieron al instante, bailando aquella samba brasileña que sin duda era la mejor para despertar.

La carpintería sería abierta tarde y cerrada temprano. Aquel día se vería lo del vestido de Tieze, el ramo, las botellas y el traje de gala de Eugeo en color negro.

Lo que era Kirito, se encontraba buscando las mejores servilletas que hubiera. La renta iba a salir un poco cara, pero siempre y cuando ahorrara y dejara de gastar en varios "lujos", lo podría pagar sin dificultad alguna de manera segura.

Él estaba muy emocionado por la boda de su mejor amigo, incluso había compuesto un poema para que se lo declamara a Tieze después de la boda en la iglesia de San pedro.

De igual forma el padre de la muchacha hablaba por teléfono para la renta de la boda de su muy amada hija. Sería como Dios manda: a las tres de la tarde, hora de la resurrección de Jesús.

Por parte de la familia de Tieze serían las cosas más costosas, ellos tenían ese recurso. La familia de Eugeo se encargaría de algunos detalles caros, pero la mayor parte eran cosas baratas.

Las dos parejas iban caminando por las calles del centro del pueblo, que tenía una sola tienda de vestidos y trajes para novias y novios, respectivamente. Por ello mismo, el dueño se había puesto muy atento a la noticia de que una pareja joven en el pueblo se iba a casar, preparando algunas cosas de antemano.

-Es de mala suerte que el marido vea el vestido antes de la boda, así que te toca darte una vuelta, amor. -Dijo Tieze.

-Yo personalmente no creo en esos mitos, pero si la señorita lo pide.

-Ya no le dirás así tan pronto, amigo. -Bromeó Kirito.

-Alice, ¿me ayudas a escoger, por favor?

-¡Claro! No sé mucho de vestidos pero se reconocer cuando algo vale la pena.

Ambos chicos salieron con una sonrisa en sus labios, dejando a las chicas hacer sus cosas. Iban a tomar una cerveza, la primera que tomarían como amigos en toda su vida, lo que definitivamente era algo de celebrar.

El restaurante donde siempre iban se encontraba a tres calles de bajada, así que era muy tonto preguntarse a donde irían a beber esa cerveza después de tanto de no verse y después de haberse peleado con la intención de matarse.

A veces eres bueno, a veces malo

eso es parte de la vida

y estando en medio de todos ellos

conoci a Mr Grief y dijeron

Te doy la bienvenida al Crackerbox Palace

Debido a su último sencillo, George Harrison estaba poniéndose nuevamente de moda, justamente en el momento en que ambos entraban al bar.

"A veces eres bueno, a veces malo" ésa frase quedó bien pegada en la mente de ambos jóvenes, ya que era justamente lo que había ocurrido unos días antes. Ojala ahora Eugeo siempre fuera bueno, y no solamente "a veces".

-¿Qué van a querer, caballeros? -Preguntó uno de los meseros.

-Un tarro de cerveza negra. -Contestó Kirito.

-Una cerveza clara. -Respondió Eugeo.

Ambos se miraron al tiempo en que el mesero anotaba para retirarse por las bebidas.

Tras unos segundos más, los dos soltaron una pequeña carcajada. Incluso en los gustos de cerveza los dos seguían siendo muy diferentes.

-No entiendo cómo te gusta la cerveza clara si sabe a orines. -Se quejó Kirito.

-Claro que no, sabe menos amarga que la cerveza obscura. Además, ¿Cómo sabes a que saben los orines?

-Prefiero no ondear en ese tema, así que dejémoslo de lado.

El mesero llegó con el tarro y con una botella para ambos amigos, quienes tras agradecer el servicio, chocaron sus bebidas y dispusieron a acabárselas de golpe.

Se sentaron en la zona para filósofos, como todos fumaban, Eugeo no le vio problema a encender su pipa mientras charlaba con Kirito.

-Que rápido se va el maldito tiempo...te vas a casar en unos meses y la última vez que nos vimos aun nos comíamos los mocos. -Confesó Kirito con mucha seriedad.

-Habla por ti. Yo tuve que madurar más rápido que nadie. Por ello es que Tieze aceptó casarse conmigo además de que estamos enamorados, soy una persona muy responsable.

-Yo no lo soy, me salí de la escuela para probar suerte...no sé qué haré si es que mis planes de poeta fracasan.

-No lo harán, y en todo caso tienes un lugar en mi carpintería.

-¡Ja! Ya parece que te voy a decir "señor" prefiero arrojarme desde lo más alto de la sierra.

-Si tú lo dices.

La pipa ya había prendido y arrancado. En cada golpe que le daba, Eugeo sacaba una fumarola de humo, con lo que Kirito quedó auténticamente impresionado.

-¿Puedo? -Preguntó.

-Adelante. -Eugeo le pasó la pipa para que le diera una fumada.

Tras pasarse el humo por la garganta, Kirito tosió brevemente, dándole un trago a la cerveza de Eugeo, la cual no se había acabado.

-¡Oye! ¡¿Qué te pasa?! -Farfulló, molesto.

-¿Enserio te gusta fumar en esa cosa? Hay cada clase de persona en este mundo.

Tieze se probaba un vestido simple, pero no minimalista. Era pegado al cuerpo, con los hombros al descubierto y muchos detalles de flores y rosas en la nieve del vestido; la cola trompeta era de un metro, no muy larga pero tampoco corta.

Sin duda, ese vestido era el indicado. Pero, curiosamente, el vestido era más caro que el mismo anillo de compromiso.

Ella se miraba al espejo en todos los ángulos posibles, se imaginaba que Eugeo parado a su lado, con su traje de gala color negro; ella tenía puesto el velo y las rosas blancas en las manos.

Al ver a Alice, ella asentó con la cabeza de manera sería, para después sonreír de la manera más genuina posible.

-Creo que no te podrías ver mejor con cualquier otra cosa. -Comentó Alice. Ese ya era el sexto vestido que Tieze se probaba.

-Bingo. Entonces será éste, ya me decidí.

El asunto del vestido ya estaba resuelto, solo quedaba el traje de gala de Eugeo y algunos asuntillos del salón en donde se realizaría la fiesta tras la boda en la iglesia.

Los dos muchachos pasaron todo el rato escuchando a George Harrison. Al pasar Got my mind set on you, ambos se identificaron con algunas partes de la letra.

Al acabar ésa canción, una bien conocida por Kirito sonó, siendo Entre dos tierras, cantándola a la vez que chasqueaba los dedos y meneaba la cabeza.

Eugeo se le quedó viendo con algo de vergüenza, los "filósofos e intelectuales" se le quedaban viendo por qué interrumpía sus conocimientos.

-Si alguien pregunta, diré que no te conozco. -Comentó él.

-Está bien, no tengo problema con ello. -Contestó Kirito sin dejar de prestar atención a la canción.

Se quedaron ahí, platicando del devenir futuro que les esperaba a ambos, que podría ser después de la boda, cuántos hijos pudieran llegar a tener Eugeo y Tieze. Kirito únicamente le pidió que si tuviera un varón...lo llamaran de igual manera que él.

-También lo tenía pensando, no te preocupes por ello. -Sonrió Eugeo al tiempo que le daba una bocanada a su pipa. -Pero quizá será el segundo nombre. Tieze me comentó que quería ponerle a nuestro primer hijo el nombre de su padre, y yo lo entiendo.

-Exacto... -Kirito dijo algo salió directamente de su corazón, cómo no lo había hecho desde que le confesaba a Alice su amor. -Ya sabía yo que beber en compañía es mucho mejor que beber solo, pero beber con un viejo amigo es lo mejor del mundo.

-Vaya...si lo vemos así, creo que tienes razón, las amistades antiguas siempre son las mejores, ya que tienes mucho más de que contar, compartir tus nuevos gustos, es como si conocieras a esa persona de nuevo.

Todo el ambiente olía a café, el calor del humo de los cigarros y de la pipa se concentraba y mezclaba con las gotas de sudor que se desprendían en la piel de los hombres por el calor.

Cuando el militar se acabó su pipa, los dos muchachos salieron del restaurante para ir hacía la tienda de vestidos, las chicas los esperaban sin perder el tiempo.

Tieze y Alice miraban algunas cosas más para el vestido y de los ramos, cuando los dos amigos aparecieron calle abajo, sonriéndoles y saludando.

-Tardaron mucho, señores. -Exclamó Alice, quien estaba un poco desesperada.

-Pues me prohibieron ver el vestido, así que creo que hicimos bien. -Se defendió Eugeo.

El vestido de novia fue guardado en una caja de color blanco, con dos pequeños hilos que lo sujetaban para que nada saliera de ahí por accidente. El uniforme de Eugeo estaba en el cuartel, tendrían que esperar unos días para traerlo.

Lo que más le encantaba al muchacho era la espada ceremonial. Era de una hoja azul con la empuñadura con tres hojas y en el centro, una rosa azul al igual que toda la espada, que brillaba con mucho recelo.

Eugeo no era tanto así como un hombre de gustos simples, su traje de bodas era su mismo traje de militar, de color azul, mandando al demonio el hecho de que tenía que ponerse un traje negro; claro que con el consentimiento de Tieze, quien dio su punto bueno. Sus hombreras eran de color dorado, portaría sus medallas ganadas a punta de esfuerzo, una banda de color blanco que empezaría desde su hombro derecho para terminar en su costado izquierdo, portando guantes blancos y su espada ceremonial, que para él era el detalle más importante de todo.

Sólo faltaba volvérselo a poner para cerciorarse que no le quedara chico o apretado, pero eso se sabría un mes antes de la boda.

Alice ya también se imaginaba a ella y a Kirito el cómo estarían vestidos para la boda. Él se planeaba dejar la barba nuevamente, claro que con el cabello arreglado para verse más maduro que su amigo.

En una semana ya tendría su barba del Che nuevamente, por lo que su parecido con aquel personaje se haría cada vez más evidente. Solo faltaba dejarse el cabello largo en el proceso.

-Como la familia de Tieze va a poner casi todo para la fiesta y la iglesia, mi familia hará la comida. Que bueno que tenemos la vajilla de porcelana, esa que se usa cada que hay un evento importante. -Dijo Eugeo.

-Y de las servilletas al menos me encargo yo, no es mucho, pero será esencial. -Intervino Kirito.

-Lo bueno de ser familia numerosa, no tendremos que preocuparnos por el trabajo de hacer la comida.

Y al llegar a casa, Eugeo y Kirito sacaron varias cosas del almacén de la carpintería, observando que justamente ahí estaba la vajilla de porcelana, polvosa pero intacta.

-Qué suerte tienes en que no se haya roto nada mientras descansaban ahí. -Dijo Kirito en tono burlón.

-¿Oh, enserio? Puede romperse una cosa más todavía, amigo mío. -Contestó Eugeo en tono retador.

-¿Y de que estaríamos hablando? Amigo mío. -Eugeo tomó de los hombros a Kirito para comenzar a agitarlo, comenzando a reír.

Al ver que los dos amigos jugaban, y teniendo la cámara fotográfica a la mano, Tieze les llamó la atención para que voltearan a verla.

Al tomar la foto, los dos tenían los brazos entrecruzados, sonriendo, pero Eugeo no veían a la cámara si no a Tieze. Los ojos de Kirito si estaban centrados en la foto, que se reveló tras unos segundos.

-A ver, a ver. -Entre ambos se empujaban para ver la foto primero.

-¡No puede ser, amigo mío, no volteaste a ver a la cámara bien! -Se quejó Kirito.

-¡Bu-bueno, no alcancé! -Defendió Eugeo.

Tieze reía junto con Alice, a quien la foto le parecía bastante linda. Ambos amigos volvieron a hacer como que peleaban, siendo separados por sus mujeres.

Al final la foto se la quedó Kirito, quien la guardó en el bolsillo de su camisa, retirándose junto con Alice entre despedidas y risas.

Los dos caminaban por las calles hacía la cabaña roja, sintiendo el aire chocar en su piel, moviendo sus cabellos.

-¿Y si me dejó la barba? -Preguntó Kirito.

-No lo sé...tal vez dejaría de reconocerte. -Contestó Alice.

-Mi aspecto sería diferente. Sin embargo, seguiría siendo el mismo por dentro.

-Elemental, mi querido Kirito. -Sonrió ella.

-¿Has estado leyendo a Sherlock Holmes?

-Así es, es muy interesante.

-Efectivamente...

El sol se ocultaba tras la sierra en sus últimos destellos de luz que eran de color anaranjado claro, apareciendo varias mariposas amarillas que volaban a toda velocidad para poder refugiarse del frío de la noche.

Alice las veía, desde aquel sueño, con mucha inseguridad, así que instantáneamente tomó la mano de Kirito, apretándola fuerte.

-Oye, tranquila. Me estás lastimando. -Informó el muchacho.

-Perdón... -Alice quitó un poco de fuerza en su agarre, pero de todas formas no tenía la intensión de soltar aquella mano.

Junto con las mariposas amarillas también llegaron las parvadas de los pájaros que adelantaban a las mariposas, obteniendo sus refugios en los primeros árboles de la sierra.

Estaban ya en casa, ya no había nada que Alice pudiera temer. Ninguna mariposa amarilla entraría ahí para arrebatarle a su compañero de, literalmente, toda la vida.

Ya no era igual que al principio, había cambiado mucho desde el día de su nacimiento, teniendo que aprender que no todo en la vida son risas y alegrías, pasando por sus momentos de melancolía y tristeza; sus decepciones y traiciones, algunas personas con mucha maldad dentro de sí...y otras que de igual manera quería estar tranquilas en algún lugar de ese gran mundo.

Junto con el anochecer, vino el viento, uno mucho más fuerte que el de hacía un rato. Se anunciaba una gran tormenta, algo que dejaría caer toda la furia de la naturaleza tras contenerse por muchos días. Podía saberse, el olor que emanaba la sierra no mentía en lo absoluto: iba a caer un aguacero.

Las primeras gotas de lluvia cayeron, haciendo alumbrar mucho más la luna, que brillaba como el enorme Faro del fin del mundo antes de ser apagado por Kongre y sus maleantes.

Alice salió rápidamente a ver qué pasaba, dándose cuenta de la lluvia. Se llevó la mano al mentón y pensó un segundo, corriendo luego hacía Kirito, quien estaba en la cocina comiendo galletas.

-¡Kirito, ven rápido! -Pidió ella, tomándolo de la mano con brusquedad.

-¡Oye espera! ¡¿Qué sucede?! -Exclamó Kirito, tirando la galleta que tenía en sus manos.

Alice lo llevó al umbral de la puerta, dejándolo observar la lluvia. Kirito la miró, extrañado ¿Qué había de nuevo en una lluvia cuando ella ya las había visto? Siendo de hecho, de las primeras cosas que vio cuando recién había nacido.

Así que, con la intensión de divertirse un poco, ella arrojó a Kirito hacía la lluvia, empapándose completamente.

-¡Oye qué diablos te pasa!

-A mí, nada. -Alice también saltó a la lluvia, mojándose el cabello hasta escurrir, dándole un abrazo a Kirito mientras las enormes gotas de agua les caían desde la bóveda celeste.

Para desquitarse, Kirito junto sus manos para recoger agua, lanzándosela en la cara a Alice, quien pateaba el suelo para mojarle los pantalones al muchacho.

Ya estaban mucho más que mojados, por lo que rieron a plena carcajada para abrazarse nuevamente.

Kirito intentó entrar en la cabaña, pero Alice lo jaló del brazo que se siguiera mojando junto con ella, teniendo que perseguirlo por la circunferencia que rodeaba la cabaña, desde donde se veía todo un chorro de agua caer en lo alto de la sierra.

Cuando Alice finalmente lo atrapó, lo abrazó una vez más, solo que por la espalda, escuchando su respiración y sintiendo el palpitar rápido de su corazón a cada segundo, sin dejar de mojarse por las gotas de una lluvia que seguramente no daría tregua en toda la noche.

Entrando en la cabaña, ambos se desvistieron en la entrada de la misma para meterse a bañar con agua bien caliente. Kirito no se enfermaría, tenía las defensas altas después de recuperarse de aquella fiebre que lo asoló durante el viaje a la ciudad costera.

-¿Por qué lo hiciste? -Preguntó Kirito mientras se mojaba la espalda.

-No lo sé, se veía divertido. Fue divertido. -Contestó Alice, quien se acomodaba el cabello.

-No me estoy quejando, por si te lo preguntas...pero fue algo muy sorpresivo, algo que no esperaba para nada.

-Si esperas las cosas de la vida, te vas a decepcionar mucho. Mejor deja que sucedan solas y disfrútalas mientras puedas.

Ante el comentario de Alice, Kirito se quedó pensando...reflexionando acerca de la pregunta. Lo mejor era disfrutar de su estancia en la sierra antes de que llegara el momento de partir de regreso a la ciudad.

Ambos estaban ya secos, Alice tenía el cabello un poco húmedo tras la ducha. Se encontraban acostados, con el calor del agua todavía en sus cuerpos, por lo que Kirito se abrazó de Alice para besarle el cuello.

-Hoy no, estoy muy cansada. -Disuadió ella.

-Oh vamos, ¿Por qué no?

-Ya te lo dije. Pero no te separes, hoy hace más frío de lo normal, quiero estar caliente como si fuera un zorrito.

Kirito rió un poco. -¿Y yo sería tu papá?

-Si tú quieres, además sino estuviéramos enamorados prácticamente lo seríamos. -Ella también rió.

Era cosa de pensarse un poco, Kirito prácticamente había acogido a Alice desde antes de que ella cumpliera un solo día de nacida, cuidándola y enseñándole cosas del mundo, como un padre lo haría con su hija.

Pero en ello Alice tenía razón, de no ser porque ambos estaban profundamente enamorados, serían como padre e hija.

Kirito se sentía profundamente enamorado de Alice, sí. Pero no podía olvidar a Asuna y, de igual forma, tendría que regresar a la ciudad al momento de que se acabara la primavera, que era algo lo preocupaba más cada día que pasaba.

Tendría que regresar para la boda de Eugeo y Tieze, pero se quedaría únicamente un fin de semana, no tanto como lo hacía ahora.

Esa pregunta, el que iba a hacer al momento de irse, le quitaba el sueño. El pensar en cómo reaccionaría Alice cuando ella supiera de su partida, le provocaba un enorme dolor en el pecho y con toda la razón del mundo.

Las palabras que le había dicho aquella vez después de tener la pesadilla le causaban un nudo en la garganta: "Nunca me abandones". Durante toda la noche, y hasta quedar dormido, lo mismo se repetía en su mente.

Era un día entresemana, el bar se encontraba vacío y la música estaba a un volumen bajo. Humbert se había sentado en una esquina escuchando Piano Man, bebiendo ron con refresco de toronja.

Y está hablando con Davy, que aún está en la Marina, y probablemente lo estará de por vida.

Y la camarera está haciendo política, cuando el hombre de negocios se emborracha poco a poco.

Sí, comparten un trago al que llaman soledad, pero es mejor que beber solo.

Se rascaba el cuello de vez en cuando, bostezando ligeramente por el cansancio que sentía, pero no era el único sentimiento presente ahí mismo.

A su lado derecho se encontraba el Señor Odio; en la silla izquierda, como de costumbre, se encontraba Don Amargura. Siempre había estado así desde el primer momento en que Tieze lo había rechazado sin apelación tras pensar en que la podía conquistar con la riqueza de su familia.

-No a todas nos puedes "ganar" con dinero, el amor va mucho más allá de eso. -Contestó Tieze.

-Si no lo sabías, mi familia es de las más ricas e influyentes del pueblo, todo lo que me pidas será tuyo.

-"Mi familia" mejor soy novia de tu familia y no tuyo porque todo lo que presumes en realidad ni siquiera es de tu propiedad. Buenas noches Humbert, pero es hora de que te vayas de los dormitorios para chicas. -Tieze cerró la puerta, pero Humbert la detuvo con su pie.

-¡O-oye, dame un segundo! ¡¿sí?! -Dijo, desesperado.

-Vamos Humbert, ya es hora de que te vayas, no tenemos nada más que hablar.

-No. Todavía tenemos algunas cosas de las que hablar ¿estamos de acuerdo?

Eugeo aparecía al escuchar el portazo de la puerta, seguía con su uniforme militar del diario. Cuando Tieze lo vio, sintió mucha tranquilidad dentro de sí.

-¿Sucede algo? -Preguntó él.

-¿Por qué no mejor te largas, imbécil?

-Sabes que ya no es hora de que los muchachos sigan en los dormitorios de las señoritas, así que tengo que pedirte que me acompañes, Humbert. Tú mismo conoces las reglas.

-¡Y entonces que putas haces aquí!

-Como superior tengo que cerciorarme de que todo esté en orden. Claramente tú no estás en orden, Humbert.

-Mañana discutiremos lo que falta, Shtolienen. -Humbert se fue junto con Eugeo, quien regresó la mirada para dedicarle una sonrisa a Tieze, además de guiñarle el ojo.

Desde aquel día, Humbert no había dejado de fastidiar a Eugeo por arruinarle sus planes con Tieze. Lo odiaba a muerte porque la tenía enamorada, porque la hacía sufrir.

De todos modos, aunque Tieze no estuviera enamorada de Eugeo, nunca aceptaría estar al lado de Humbert. Simplemente era un idiota y un patán.

Lo que más coraje lo hacía sentir era el hecho de que ella estaba por casarse con el hijo del pobre carpintero que compartía la profesión de su padre y aparte su pasado era el de un leñador.

Viendo el éxito que Eugeo tenía en el Quinto regimiento y que los superiores lo apreciaban bastante, eso hervía la sangre con mayor fuerza.

Lo único que le restaba era ver como la chica que lo había despreciado se casaba con su mayor enemigo, algo que sin duda alguna era bastante doloroso, incluso lo sería para misma Tieze.

____________________________________

Hum, vaya. Este capítulo ha estado muy intenso ya que trató  de la boda, de los viejos amigos que se vuelven a conocer, del maldito perro de Humbert >:v y como Kirito y Alice siguen siendo enamorados, que boneto <3

Vaya que Humbert era bastante hijo de puta con Tieze, pobre de ella al tener que soportarlo
Nos vemos en una semana, que se viene un capítulo más o menso largo y bonito.

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro