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Para toda la eternidad

Tieze estaba devastada al escuchar la noticia, Kirito se la contó con lágrimas en los ojos. Al ponerle a Humbert enfrente para reconocerlo como su agresor, ella le pegó una bofetada y le escupió, no tanto por lo que le había hecho a ella...si no a Eugeo.

Alice se sentía, de igual, forma muy triste, llorando algunas lágrimas a su buen amigo. Pero Kirito, sus llantos eran sin consuelo alguno, siendo bastante desgarradores.

La familia del chico ,de igual forma, lloraba la partida de su hijo menor, quien era el más querido por toda la familia. Incluso Quinella, a quien llegó la noticia algunos meses después, se soltó a llorar.

Todo se había ido por la borda, el futuro de la familia, la boda con Tieze, la amistad entre los dos jóvenes.

Habían nacido juntos, pero uno se adelantó por aquel incidente tan trágico y lamentable.

La calle que recorrían era "Calle Samuel Mártir" que en honor al querido muchacho y carpintero del pueblo, fue renombrada "Calle de los Mártires Samuel y Eugeo" siendo ambos mártires del amor y del odio sin sentido, de ese que hay con frecuencia en el mundo.

El entierro fue de lo peor. No tanto por que hubiera sido mal hecho, al contrario: Eugeo fue enterrado con honores, un minuto de silencio en su honor y un disparo de salva por soldados del Quinto regimiento, los más cercanos a él y a Tieze.

Seguramente a él no le hubiera gustado del todo, pero ya no le molestaba tanto ese hecho, por lo que Kirito tocó "Hasta siempre comandante" de Carlos Puebla, que era una canción dedicada al Che Guevara.

Aprendimos a quererte

desde la histórica altura

donde el sol de tu bravura

le puso cerco a la muerte.

Y es que era una canción perfecta para él, todos tuvieron que aprender a quererlo desde su rompimiento con Quinella, cuando su corazón fue contaminado.

Su enorme bravura, al momento de ir a pelear contra Humbert por lo que trató de hacerle a Tieze, le puso un cerco a su muerte, que ahora era un hito entre todos los habitantes del pueblo.

El minuto de silencio fue lo más terrible, no se pudo mantener callado el llanto y dolor que se sentía al ver su ataúd siendo cubierto por la tierra Santa del panteón.

-Que ahora Dios lo tenga en su santa gloria. Siempre fue un hombre bueno, erró algunas veces, pero trató de remediar sus pecados. –Dijo el comandante del Quinto para luego despedirse de su cadete de primera con el saludo militar.

Ya toda la familia llegaba a la casa con Tieze, Kirito y Alice fueron en calidad invitados para compartir el dolor de la partida. Todos abrazaron a la que se podía considerar la viuda y al mejor amigo de la vida del difunto, que ahora más que nunca estaba presente en sus corazones, con mucho dolor, pero ahí estaba.

En la sala se tenía una foto de Eugeo al entrar al ejército, se encontraba rodeada de flores azules, como a él le hubieran gustado. Alice dejó entonces una flor amarilla, tomada directamente de la sierra.

-Hasta que nos volvamos a encontrar... -Lloró Kirito, quien se limpiaba las lágrimas para que nuevas las reemplazaran al instante.

Los recuerdos se repartirían: Tieze se quedaba con la pipa de Eugeo y su álbum de fotografías, que quedaba a la mitad por falta de tiempo. Kirito se quedaría la fotografía donde estaba junto con él, sonriendo como el Che y Camilo; junto con la que tenían donde salían abrazados.

Ya el sol no alumbraba de la misma manera en el pueblo ni en la sierra, ningún color de mariposa se asomaba, tampoco algún cuervo que trajera el mal augurio, puesto que ya había pasado la desgracia.

Los días eran diferentes, la gente pasaba por Calle de los Mártires Samuel y Eugeo con el dolor de que el alegre joven ya no estaba más en el pueblo y que ya no volvería.

La depresión invadía a Kirito, quien no se levantaba de la cama hasta muy tarde, sin ganas de hacer o decir nada, con ese rostro inexpresivo.

Era tanta su tristeza que trató de vaciarla escribiendo una elegía...pero no funcionó, aquel poema fúnebre se convertía en un reflejo de su dolor. El título: elegía a mi mejor amigo.

Hablar de ti es hablar de una persona complicada.

Tus acciones siempre seguras pero bastante desacertadas.

Siempre, y aunque no nos hayamos visto, fuimos mejores amigos.

Dejé de recordarte por mucho tiempo, casi olvidándote por completo.

Y cuando nos reencontramos, esa fue la alegría más grande desde hacía muchos momentos.

No éramos los mismos ya, cambiamos demasiado sin darnos cuenta.

Y aun así, te seguí apreciando.

Hablar de ti, amigo, es hablar de una persona dispuesta a todo con tal de ser feliz.

Hablar de ti, Eugeo, es hablar de alguien que luchó y murió por defender a la persona que más le importaba.

Hablar de ti...es hablar de la persona que fue, que es y que será, para toda la eternidad...mi mejor amigo.

Hasta siempre Eugeo.

Aquellos esfuerzos por desahogarse no funcionaban para nada, Kirito salía al viento de la madrugada a llorar por la partida de su mejor amigo. Alice se daba cuenta de eso, pero prefería no interrumpirlo en su momento tan íntimo, ella comprendía la situación.

Lloraba hasta quedarse dormido, en su cama o en el umbral de la puerta de la cabaña roja, con esas manchas de lágrimas en sus ojos.

El epitafio de su tumba era simple: aquí yace el que fue un buen hijo, un buen amigo, un buen novio...un buen hombre. Algo simple, pero verdadero.

Kirito lloraba en la tarde acostado en la cama, viendo las fotografías en donde estaba junto con Eugeo, ¿quien diría que faltaría poco para su muerte?

-Alice...¿Por qué Dios se lleva a los justos tan injustamente? –Preguntó Kirito, quien tenía la almohada sobre su boca.

-Porque en este mundo no hay justos o injustos... simplemente hay personas, nada más.

-Ojala las cosas pudieran cambiar.

Él se encontraba deprimido más por el hecho de que, según Kirito, hubiera podido evitar la muerte de Eugeo si lo detenía a tiempo, pero al no ser tan veloz como él, de ahí la consecuencia de su muerte.

Humbert naturalmente quedó bajo arresto, el pistolero estaba sumamente enojado con él ya que ahora si no se libraría de nada. Si no era metido en la cárcel, lo más posible es que lo lincharían en la calle cuando pasara por la Calle de los Mártires Samuel y Eugeo.

La teoría de que Kirito era "culpable" de la muerte de Eugeo por no lograr detenerlo era equivoca, ya que Humbert lo pensaba matar esa misma noche, yendo a su casa para dispararle muchas veces más de lo que pudo en realidad.

Y en caso de que no hacerlo esa misma noche, iría al día siguiente para asesinarlo con las seis balas del cargador que tenía su revólver.

En pocas palabras: el destino de Eugeo siempre iba a ser fatídico, no pudiendo cambiar el resultado final de ninguna u otra manera. Pero eso no calmaba el alma de Kirito.

El canalla de Humbert no se arrepentía de lo hecho, sentía bastante orgullo de poder presumir "el asesinar a un desgraciado enmascarado" creyendo firmemente en que él era la víctima y no el victimario, como lo era en verdad.

Poco o nada de consuelo les hacía a Tieze y la familia del chico que Humbert fuera condenado a la horca, su muerte no traería de regreso a Eugeo, ni el hecho de que se hiciera justicia. Nada podía traerlo de regreso.

Otro poema que fue entregado por Kirito a la familia de Eugeo era Soldadito de plomo, compuesto en sus noches de tristeza.

Con tu porte militar y tu sonrisa deslumbrante.

Así fue como llegaste.

Tu frente siempre en alto, nunca dejando que te humillase.

Todo Guayacán te respeta y te aplaude en este el momento de tu partida.

Amigo mío, como quisiera que este momento nunca acabase.

Si él cree que te ha matado, se equivoca, tú estarás vivo siempre en que alguien se alce en contra de los injustos.

Estarás ahí para alumbrar mi camino, vigilando desde el cielo todos mis movimientos.

Seguiré ese camino que me pones, ya no te olvidaré jamás.

Cuando sea primavera tú estarás presente al igual que los vivos.

Todos, de ti, esperamos más.

Junto con Tieze te digo: te recordaremos por toda la eternidad.

El saber que una copia de Cien años de soledad rondaba en la cabaña roja era señal de tristeza. No importaba que Kirito estuviera acompañado de Alice, la muerte de su mejor amigo le causaba una sensación que sólo dejarían cien años de soledad, ni uno más y ni uno menos.

Ella trataba de animarlo con besos y abrazos. Pero los besos eran rechazados y los abrazos eran usados para soltarse a llorar. Incluso trató de que hicieran el amor para despejarle la mente, no logrando convencerlo ya que prefería llorar hasta quedarse dormido.

Alice, ya desesperada de que Kirito se hundirá más y más en su depresión, llegó a un extremo en donde se puso a llorar con él.

-¿Por qué lloras? –Preguntó Alice.

-Por la muerte del que fue, es y será mi mejor amigo para toda la eternidad. –Respondió Kirito entre llantos. -¿Y tú por qué?

-Por qué Eugeo está triste de que lo consideres muerto, él está vivo.

-Ya quisiera yo que eso que dices fuera verdad, ¡vi como lo enterraban!

-Eugeo está vivo por que nadie muere mientras sea recordado, ¿tú lo recuerdas?

-Lo haré para toda la vida.

-Entonces vivirá para toda tu vida, no tienes que pensarlo mucho. Los recuerdos entre tú y él son ahora lo que importan, no que se haya marchado.

-Puede que tengas razón, Alice. Pero de todas formas no puedo...no soy tan fuerte para afrontar eso, no puedo...

Alice abrazó a Kirito, rodeando su cabeza con sus brazos al tiempo en que ambos lloraban. Así fue durante toda la noche, en donde lloraron hasta quedarse dormidos, siendo Kirito quien se durmió primero.

A la mañana siguiente, algo en su corazón estaba ligeramente más tranquilo, recordando el hecho de que Eugeo estaría vivo mientras él lo recordara. Eso no le bastaba, Kirito quería tenerlo nuevamente a su lado para salir a acampar en la sierra o para jugar como niños una vez más.

Pero no había manera...

Si él se encontraba así, no se imaginaba a Tieze, quien se notaba con toda la emoción del mundo porque estaba por casarse con Eugeo. Ahora el vestido de novia no era más que un amargo recuerdo de lo que pudo ser un futuro maravilloso, pero ella era mucho más fuerte.

Al ver la foto en donde estaban él y Eugeo sonriendo, tomados del brazo, las lágrimas comenzaron a inundar sus ojos nuevamente, despertando a Alice al instante.

-¿Qué fue lo que te dije ayer? –Preguntó ella con seriedad.

-No puedo evitarlo por más que traté. Volví a encontrarme con mi mejor amigo tras nueve años de no verlo, ¡y la vida me lo quita definitivamente para siempre! –Farfulló Kirito.

Alice abrazó sus piernas, estando decaída por la misma razón que Kirito. A ella no le había dolido tanto por el hecho de que casi no convivió con Eugeo, pero si le tenía bastante aprecio a pesar de lo que hizo.

-Kirito, mira mi collar. –Dijo ella, notoriamente sorprendida.

-¿Qué tiene tú?... –Uno de los pétalos de la flor amarilla de olivo se había pintado de azul, justo del mismo tono que era la ropa de Eugeo. –Collar...

Eso indicaba una cosa: Eugeo estaría presente con ellos dos al pintarse ese pétalo de azul.

Con Tieze también estaría, su pipa de veces olía a tabaco más fuerte de lo normal, casi como si hubiera sido fumada. Daba la casualidad de que eso pasaba los días martes y viernes, que eran los días cuando Eugeo se ponía a fumar.

Las casualidades a veces pueden ser, en realidad, cosa del destino.

La pareja paseaba por las calles del pueblo, estando en la calle ajedrezada que tanto le gustaba a Alice. Ella sólo pisaba los cuadros marrones y Kirito los blancos para pisar el mismo cuadro marrón al final del recorrido, soltando una pequeña risita.

La sierra se notaba bastante grisácea y con tonos cafés. No había llovido, de ahí que ese verdor que la caracterizaba se encontraba apagado, para mala suerte.

Varias cartas se habían acumulado en el buzón de la cabaña roja. Naturalmente nadie había ido a recogerlas por la melancolía que rondaba las calles en aquellos días tan fúnebres.

Se realizaría un pequeño homenaje al militar caído, al único carpintero del pueblo de Guayacán, por lo que se notaba bastante la ausencia.

Ya muchas cosas estaban preparadas, siendo colocada una fotografía de Eugeo y de Samuel en la calle que llevaba sus nombres, todo era por cosa del alcalde, que era amigo de su padre.

Se daría un minuto de campanadas por él y se pondría una enorme corona de rosas azules en lo alto del quiosco. No sería un día de tristeza o melancolía, se festejaría con alegría y gozo, justo como él hubiera querido, casi como si estuviera presente.

Y así lo iba a ser, en la mesa del alcalde había una silla, una silla que no iba a ser ocupada por nadie más que una corona de flores azules más pequeña adornado con varias ramas de ciprés, como el regalo que le había dado Tieze: simbolizando el azul de su ropa y el verde de sus ojos; ahora estaría añadido algunos ramitos de trigo, representando sus cabellos dorados.

Frente a la silla donde estaría la corona, una foto de él sonriendo se pondría. Ahí estaba presente, disfrutando de la alegría de su último recordatorio.

Una pequeña cruz fue situada en el comienzo de la Calle de los Mártires Samuel y Eugeo adornada con flores de lavanda para homenajear al primero de los mártires. Al final de la misma se ubicaba otra cruz, pero adornada con flores azules y ramas de ciprés, simbolizando al segundo.

Durante el homenaje, Alice esperó mucho tiempo para ver a Kirito llorar: nunca llegó ese momento, simplemente estaba serio pero notoriamente triste.

La sinfónica tocó: Imagine, de John Lennon.

Nada por lo que matar o morir,

ni tampoco religión.

Imagina a todo el mundo,

viviendo la vida en paz...

Puedes decir que soy un soñador,

pero no soy el único.

Espero que algún día te unas a nosotros,

y el mundo será uno solo.

Naturalmente al acabar la pieza la gente empezó a aplaudir, siendo bajada la corona de flores para después ponerle una fotografía de Eugeo, colocándola nuevamente en su lugar.

Se podía decir que Kirito se sentía ligeramente feliz: no era el único que extrañaría al muchacho, ni tampoco el único que le había llorado o lamentado de no poder evitar lo sucedido.

Al final de todo...el mundo ya era uno solo en aquel momento.

Pero no sería la única canción tocada. El alcalde, al ver a Kirito, lo invitó a tocar una canción más para Eugeo; siendo una bien conocida por él, Alice y Tieze.

Al estar ya en el quiosco de la plaza, el guitarrista le dio su guitarra, poniéndolo delante del micrófono.

-Ésta era la canción favorita de Eugeo, y también ya se ha convertido en la mía. Ahora toquemos como si fuera su cumpleaños.

Los acordes fueron tocados, siendo aplaudida la canción, ahora se venía la letra, una muy hermosa letra.

Ahí viene el sol, lu lu ru ru. Ahí viene el sol

Y yo digo: está todo bien

Mi pequeña, ha sido un largo, frío y solitario invierno

Mi pequeña, parece como si hubiera durado años

Ahí viene el sol

Ya llega el sol

Y yo digo: está todo bien

Mi pequeña, las sonrisas han vuelto a sus rostros

Mi pequeña, parecía como si la luz no hubiera existido durante años

Ahí viene el sol lu lu ru ru

Ahí viene el sol

Y yo digo: está todo bien

Sol, sol, sol ahí viene.

Nuevamente se aparecía una mariposa amarilla, la cual se posaba en el hombro de Kirito, alarmando a Alice ya que no quería que más vinieran, siendo justo como ella deseaba.

Al seguir cantando, Kirito miraba el asiento reservado para su buen amigo, quien sin duda alguna estaría cantando junto con él desde donde estaba sentado, saludándolo y sonriéndole, como siempre lo habían hecho. O, en su defecto, para toda la eternidad...
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Wey 😭😭😭
Al menos Eugeo  pasó  a mejor vida, pero siempre estará  con Kirito y con Alice...parte de su alma quedó  en el collar de Alice, por eso es que se tiñó de azul uno de los pétalos del mismo. Aun extraño al chapa faros :c ya SAO no es lo mismo sin él :'v

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes

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