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El circo

Sábado por la tarde, ya se preparaban los espectáculos del circo y la gente hacía fila para comprar los boletos en primera fila.

En el pueblo había una pequeña muestra de lo que sucedería en ese festejo: un hombre alto y fornido, unas chicas que podían hacer grandes acrobacias entre ambas y otra chica que de igual forma hacía acrobacias solo que montada a caballo, el cual fue peinado para la ocasión.

Alice estaba encantada con el caballo y viceversa, se podía decir que Kirito se sentía un poco celoso...de un caballo.

El potro se dejaba acariciar la cabeza por las manos de la bella chica, quien reía y miraba como toda una niña al gran animal, que estaba más pasivo de lo normal.

-Ya quisiera yo que fuera así de manso cuando entrenamos con él. -Dijo el fornido golpeando con su codo el brazo de Kirito.

-Y ya quisiera yo que ella me tuviera esa atención... -Suspiró Kirito, derrotado.

-Qué lindo eres, ¿no es así, caballito? -Preguntó Alice mientras pasaba sus manos por las mejillas del potro.

Seguramente el circo le iba a encantar a Alice, un caballo no tiene mucho de impresionante ya que todos hemos visto uno en la vida. Cuando ella viera un tigre, un león, un elefante...sin duda su reacción iba a ser la misma que tuvo el hombre al descubrir otros planetas u otros continentes.

-¿Quieres montarlo? -Preguntó la acróbata.

-¡Me encantaría!

-Sube aquí. -La chica se agachó un poco para poner sus manos y que Alice se pudiera subir al caballo. -Con cuidado, por lo regular estos animales tienden a moverse mucho.

El caballo estaba de lo más tranquilo, incluso se podría pensar que estaba dormido. Era como si existiera alguna conexión entre él y Alice, que no podía ser ya que no se habían visto nunca y no compartían ni siquiera raza.

La chica tomó un lazo para que el caballo caminara junto con Alice, quien iba agarrada de la silla de montar, acariciando la cabeza y los cabellos del caballo.

Era de color café claro, como café con leche y su caballero era de color café chocolate. No tenía motas, rayas y su pelaje era fino y suave. Su cabello con ese corte militar era duro, como las greñas de una escoba.

Al terminar de pasear por la plaza, Alice bajó del caballo con ayuda de Kirito y de la acróbata que la había subido. Hizo una reverencia de agradecimiento alzando un poco su vestido y agachándose un poco. El caballo le respondió agachándose de igual manera.

-Vaya que lo enamoraste, chica. Este muchacho nunca se porta así ni con sus propios cuidadores.

-Creo que por algo ella me enamoró, en un primer momento. -Sonrió Kirito, haciendo sonrojar un poco a Alice.

Puede que esa frase fuera dicha con el corazón, pero ahora mismo el corazón de Kirito se encontraba divido en dos: una mitad le pertenecía a Asuna y la otra a Alice, ya que no podía dejar de sentir algo por ambas, aunque a una de ellas no la hubiera visto desde algunas semanas.

El martirio que dejó al irse al pueblo costero regresaba con mucha más fuerza, impidiéndole dormir más de una noche por la carga de conciencia que eso conllevaba.

Ay mi corazón, ¿Por qué me es difícil entender?

El amor es algo tan frágil, que muy pocas veces puede mantenerse asombroso.

Yo no quiero dejar de amarte, pero lo que siento por ti me es tan imposible terminar de atender.

Los amores contrariados son tan insensatos, siempre tan impertinentes como el devenir azaroso.

Si pudiera elegir entre ella y tú, no lo haría, no prefiero proceder.

El amor no es algo que pueda ser comprendido, estamos destinados a verlo de un modo borroso.

Sin embargo no estamos exentos a que esas cosas nos puedan sorprender.

Y eso mismo fue lo que me sucedió a mí, terminando en algo doloroso.

Cada vez más las letras de Kirito abarcaban temas del desamor y de las contradicciones que traían sus pequeñas acciones como podría ser un beso o dormir junto con Alice incluso en las noches calurosas para al día siguiente mandar una carta cada vez más romántica a Asuna.

Eso que él hacía no tenía nombre, era algo castigable en todos los sentidos. Lo peor de todo es que se sentía mal consigo mismo pero soportaba la vergüenza y el dolor para seguir adelante, siendo otro mártir de los amores contrariados.

Lo mejor era desviar esas ideas de su cabeza para poder centrarse en su actual relación con Alice, pero no podía.

Ella lo notaba algunas veces un poco distante sin saber muy bien por que, seguramente estaba cansando o agobiado por el día a día, no obstante no estaría segura mientras no le preguntara.

En la carpintería, Eugeo terminaba un trabajo impecable de una mesa bien detallada, con su tinta y barniz perfectamente hechos. Le puso en la parte de abajo su sello personal para limpiarse las manos.

La hinchazón en su labio había bajado mucho en aquellos días al igual que cada vez más se sentía con mayor capacidad de levantar cosas o de hacer alguna fuerza.

Lo mismo pasaba con Kirito, que ya no estaba tan lastimado del pecho y de las costillas, pero todavía no se encontraba en condición para ir al salvajismo de la sierra, que ya quería ese aire correr por su piel y de esas aguas empapando sus pies.

Cuando iba a empezar un nuevo trabajo, enfrente de su carpintería paso alguien que encendió las alarmas en el muchacho, apretando sus puños y preparándose para el ataque.

Humbert, uno de sus peores enemigos en la academia militar se encontraba pasando por su carpintería, sonriendo de manera burlona además de guiñarle un ojo.

Eso hizo que Eugeo frunciera el ceño y apretara los dientes, Humbert se dio cuenta de su enojo, por lo que decidió pasar a "saludar" que era lo mismo que ir a joder.

-Hola compañero, ¿me enteré que tuviste una ligera pelea hace unos días? No se supo quién ganó, pero viéndote...

-Fue una pelea de dos contra uno...y gané yo.

-Ah, qué fuerte eres, ¿sigues haciendo ejercicio? -Humbert se acercó a Eugeo para tomarlo del bíceps, apretándoselo un poco. -Parece que el "humilde" trabajo como leñador te dejó mucha fuerza.

-Exacto. -Eugeo le dio una palmada a la mano de Humbert para que se la quitara de encima. -¿Y qué es lo que se te ofrece, Humbert?

Tieze veía desde el umbral de la puerta que problema sucedía, Humbert puso sus ojos sobre ella, viéndola casi como si la estuviera desnudando con la mirada.

-Nada, no es nada. Nos vemos luego, señor carpintero. -Dijo en tono burlón.

Eugeo tomó un martillo en sus manos, Tieze salió rápidamente para tomarlo del brazo. -Cálmate, te está provocando. -Susurró ella.

-Si pudiera matarlo a golpes...

Humbert en más de una ocasión había acosado a Tieze, otra razón por la cual Eugeo le tenía bastante coraje, no por la deuda que tenía con él.

Nunca había hecho algo que no pasara de un "cumplido" o de alguna mirada acosadora, viéndola desde la cabeza hasta los pies, como si fuera un lobo hambriento. Lamentablemente Eugeo sabía que algún día se trataría de pasar de la raya, que por fortuna no sucedió mientras Tieze era soltera.

Ahora que ambos estaban comprometidos, se podía decir que Humbert ya no podía hacerle nada a Tieze.

De regreso con Kirito y Alice, ellos se ubicaban en la cabaña roja mirando el paisaje y tomando una Pepsi de la misma botella de vidrio.

Ese día era más calmado de lo habitual, todos se preparaban para ir a la inauguración del circo, que prometía más que algún otro evento.

El cronograma no era complicado: irían al circo a las seis de la tarde, a la salida del mismo, que era a las ocho, pasarían por la fiesta de fin de semana, que sin duda iba a ser algo muy lindo. Principalmente por "el recuerdo"; finalizarían en algún bar o algo así, cosa que estaba bastante más en los planes de Alice.

Era chistoso como es que ella toleraba mucho más al alcohol que el mismo Kirito, siendo que ella era tan "joven" en el aspecto de tiempo vivido. Ella nunca había probado una gota de alcohol hasta ese día, pero pudo escapar con esas.

Alice se notaba bastante impaciente en cuanto al tiempo se refería, parecía una leona encerrada dando vueltas por la cabaña. Kirito estaba acostado en la cama, igual en espera de las seis de la tarde.

Ella se acostó junto con él, abrazando por la espalda. Ya no le dolía que lo tocaran o los abrazos fuertes.

-¿Te gustaría leer algo? -Preguntó Kirito.

-No estaría mal. -Contestó Alice.

-Sólo dame unos minutos, la verdad me quedé acostumbrado a la siesta que teníamos allá. -Rió Kirito hablando medio dormido.

-Yo prefería salir a quedarme a dormir...que cosas, ¿no?

-Así es. -El muchacho se quedó dormido en los brazos de la chica, quien ponía su mentón en el hombro del chico, para darle un beso en la mejilla.

Al momento de despertar había pasado una hora, eran las cuatro de la tarde, todavía quedaba algo de tiempo para esperar a la función del circo.

Alice también se había quedado dormida, tenía el entrecejo fruncido, eso indicaba algo malo, por lo que Kirito rápidamente la despertó tocando con su dedo la mejilla de la chica.

Cuando ella despertó, rápidamente miró a todos lados, confundida.

-Ya aprendí a discernir los sueños de las cosas reales. -Comentó, alzándose para abrazar a Kirito.

-Eso es bueno...bastante a decir verdad.

-¿Qué vamos a leer hoy?

Kirito se sentó en la cama y fue hasta su mochila para sacar un libro de poemas, los que más le gustaban a él y que trascribió estando en secundaría.

-¿Conoces a Octavio Paz?

-He visto ese nombre en las contraportadas de los libros. "Otras obras" eso es lo que dicen.

-Te va a gustar mucho entonces.

Como pájaros ciegos, prisioneros,

Como temblantes alas detenidas

O cánticos sujetos,

Suben amargamente

Hasta la luz aguda de los ojos

Y el desgarrado gesto de la boca,

Los latidos febriles de la sangre,

Petrificada ya, e irrevocable:

No pasarán.

-¿Quiénes no iban a pasar? -Preguntó Alice.

-No lo sé muy bien, supongo que los del bando "malo" en la Guerra Civil Española.

Kirito no era muy diestro en historia, por lo cual no conocía mucho de la Guerra Civil Española más el hecho de que Octavio Paz había escrito un poema basado en ello, el cual terminaba en "No pasarán".

Tras otros poemas más largos, otros cuantos más cortos y un último más de Octavio Paz, los dos jóvenes pensaron que ya era momento de ir a la casa de Eugeo, que es donde era el punto de reunión para ir al circo.

Ya se iba a obscurecer, los pocos rayos de luz se reflejaban en lo alto de la sierra, desde donde la pareja bajó para llegar al pueblo.

En la plaza central ya se encontraba gente bailando y celebrando que era sábado, Alice se quedó parada un segundo para ver la diversión hasta que Kirito le dio un jalón ya que él seguía avanzando, luego de ver unos segundos más, ella regresó a la marcha.

Alice tenía puesto un suéter de color café y una falda mediana de color blanco, del mismo que eran sus medias largas que le llegaban arriba de la rodilla; al final tenían un hilo del mismo azul de sus ojos.

Kirito estaba vestido como siempre: ropa negra, pantalón vaquero azul y su banda de color amarillo en el brazo derecho. Sin duda era la pareja más dispareja de todo el mundo.

Por su parte, Eugeo tenía puesta su camisa azul fuerte y un pantalón negro mientras que Tieze llevaba una blusa gris y una falda del mismo color. Caminaban tomados del brazo mientras que Kirito y Alice de la mano, cosa que contrasto bastante cuando las dos parejas se vieron de frente.

-¿Compraste las entradas? -Preguntó Kirito.

-Tal vez las tengo aquí. -Eugeo mostró las entradas, ubicadas en el bolsillo de su camisa.

-Genial...

El circo estaba completamente lleno de gente, apenas si se podía pasar ya que aún no era hora de ser abierto. En su mayoría eran padres con sus hijos o algunas parejitas como lo era el cuarteto de La flor misteriosa, La aprendiz, El poeta y El militar.

Apenas si se podía caminar entre las personas, era como aquella vez en el callejón en donde Eugeo se había robado a Alice para hacerla su "pajarita". Lo bueno es que ahora nadie se robaría nada.

Después de pasar, todos se notaban sumamente impresionados por la cantidad de cosas que habían: caballos, elefantes, hombres sumamente fornidos y algunas mujeres hermosas que eran presentadoras.

El mismo alcalde se encontraba presente, una luz lo alumbró a él y a su novia para después ser aplaudidos por casi todos. Sus opositores únicamente se hicieron que nada pasaba.

La primera función del circo constaba de la misma demostración que se mostró en el centro hacía unas horas, incluso era el mismo caballo.

La chica emprendía velocidad para después hacer acrobacias sobre el lomo del animal, por lo que se ganó el aplauso de todos, sobre todo el de Alice, quien se maravillaba con ese espectáculo.

De todos, el que seguía era de los más aterradores e impresionantes: dos leones saltando una rampa donde debajo de la misma había fuego.

Cuando los animales se presentaron, uno de ellos rugió como Dios manda, causando el grito de muchas personas. Eran increíblemente imponentes, su melena estaba bien presentada, su musculatura era sorprendente, fácilmente podría saltar unos tres metros sin problemas.

Alice miraba fascinada a aquella bestia, pero por más que lo quisiera, no podía tocarlo, por simple lógica.

Cuando el león vio a Alice, de inmediato se tranquilizó, sentándose en el suelo para hacer una reverencia con su pata. Después siguió como si nada.

-Fue para Alice, ¿verdad? -Preguntó Tieze entre risas de lo impresionada que se sentía.

-Apuesto todo a que fue para ella. -Afirmó Kirito de manera sorprendida.

Los dos leones se formaron para empezar a saltar. El primero de ellos subió lentamente la rampa, casi como si estuviera asechando a alguna presa...o casi, ya que había un trozo enorme de carne para llamar su atención.

El león saltó estando casi en la orilla de la rampa, atrapando el trozo de carne en sus fauces, para comérselo de dos bocados más.

La gente quedó impresionada del saltó que había dado el león ya que la distancia era bastante considerable. Ahora seguía el que estaba "enamorado" de Alice, sin tomarse su tiempo saltó hacía el trozo de carne, aterrizando a unos metros de las gradas de primera fila, sacándoles un susto de ultratumba a las personas que se ubicaban enfrente de ellos.

Rápidamente los domadores lo movieron de lugar para que la gente que se encontraba asustada comenzara a reír nerviosamente.

Al pasar por donde se sentaba Alice, que era en un palco de arriba, el león se detuvo para acariciarse la frente con su pata, como si le estuviera cortejando a la chica.

-Qué bueno que no sabe que yo soy tu novio. -Bromeó Kirito.

-Sí, de lo contrario ya te hubiera comido, ¡ha, ha, ha! -Continuó Eugeo, provocando que Alice se sonrojara al tiempo que soltaba una sonrisita.

Lo que continuó eran los elefantes, que su simple presencia era magnífica. Se balanceaban perfectamente sobre tablas metálicas, quedando completamente en equilibrio.

En una de las últimas actuaciones de los grandes colosos, se tomaron de las trompas para tambalearse en una tabla metálica que se cernía sobre una base de concreto para que no se aplastara por el peso de los dos enormes animales.

Tras unos segundos de estar balanceándose, lograron equilibrarse perfectamente, recibiendo los aplausos del público.

El show estelar era el de los trapecistas, que subían por las escaleras para tomar uno de los trapecios colgantes, saludando y sonriendo al público que los veía desde las alturas.

En ese momento todos espectaban sumamente nerviosos, cualquier movimiento mal realizado podría acabar en desgracia, por suerte no fue así.

Uno de los últimos saltos que se realizaron fue cuando uno de los trapecistas se lanzó para que su compañero lo tomara de las manos, logrando agarrarlo de las muñecas.

Alice se llevó las manos al rostro de la sorpresa/pavor que le provocó tal escena, estando bastante cerca de gritar del miedo.

Tieze y los otros dos chicos observaban sumamente atentos, sudando un poco de los nervios de que uno de los trapecistas se cayera al vacío.

Saliendo del lugar, todos platicaban de lo sucedido, contando sus partes favoritas del espectáculo. Todos estuvieron de acuerdo que lo mejor fue lo de los trapecistas y los leones.

Eran las ocho de la noche, todavía quedaban bastantes cosas por hacer, así que los muchachos fueron a la fiesta del fin de semana, en donde al ver las pistolas para los juegos de tiro, Kirito y Eugeo voltearon para otro lado.

Tieze casi no solía ir a ese tipo de eventos ya que por lo regular estaba en el cuartel o se encontraba en la ciudad costera, tenía pocos recuerdos de algunos años pasados en los que había asistido una que otra vez, pero ahora sin duda había más gente.

Alice se encontraba tan alegre como siempre, tomando a Kirito de las manos directamente para ir a bailar, esta vez lo hacían mejor que la última vez con la orquesta tocando algunas canciones de Billy Vaughn.

Eran bailes tranquilos como no podía ser de alguna otra forma, Alice y Kirito se sujetaban. de las manos, bailando en un simple pero esencial "uno dos" que los llevaba de un lado para otro en la pista de baile, mientras ella recargaba su cabeza en el hombro del chico.

Los comprometidos se encontraban bailando un vals que aprendieron en el Colegio Militar para un baile en donde estaría presente el general del Quinto Regimiento, por lo cual el vals debía ser impecable como ahora mismo era.

Era un vals medianamente complicado, pero los dos jóvenes lo tenían ya tan perfectamente dominado que eran la completa envidia de muchos. No obstante, ellos no se daban cuenta de ello, muy centrados bailaban juntos como para prestar atención esos detalles insignificantes.

Tieze trataba de imaginar cómo sería el vals que bailarían en la fiesta de su boda, tenía en mente como luciría con su vestido y Eugeo con su traje militar de gala, bailando como en aquel instante...solo que para una ocasión mucho más especial.

Cuando el baile acabó, todos aplaudieron, el cuarteto se reunió de nuevo con una propuesta que hizo que todos abrieran los ojos: Alice quería ir a un bar a celebrar lo que se les viniera en mente.

Al día siguiente era el día en que ella y Kirito cumplirían una semana de novios, tal vez una celebración anticipada vendría bien, cosa que no se colaba de más.

Eugeo y Tieze no bebían en lo absoluto, ella no estaba interesada en comenzar a beber ya que sabía que eso le hacía mal. Él si quería...pero Tieze no lo dejaba, cuando daba alguna indirecta o pedía un trago de su cerveza a Kirito o a Alice, ella le pellizcaba la pierna para que se estuviera en paz.

Parecía que su jerarquía era al revés: el maestro le obedece al aprendiz.

Kirito y Alice si bebían una cerveza, un pequeño caballito de vodka con todo un vaso de jugo de melocotón. En fin, cualquier cosa que fuera dulce era lo suficiente para Alice.

-Este era el plan que tenía originalmente cuando pasamos al callejón. -Comentó Kirito.

-No metas ya ese tema, supéralo. -Pidió Eugeo.

-Ya lo superé...pero quiero preguntarte algo en privado, amigo. -Kirito tomó de hombro a Eugeo y lo sacó del bar, las dos chicas se sonrieron y comenzaron a platicar de "asuntos de chicas".

Aprovechando que estaban afuera, Eugeo encendió un fosforo y sacó su pipa, comenzando a darle algunas bocanadas para encenderla.

-¿Cómo vas con Tieze? Se nota que hoy se la pasaron bien.

-Seguí tu consejo...y me ha funcionado bastante, cada que la veo siento lo mismo que sentí por Quinella.

-El amor. Por suerte ella no es chantajista. -Al mencionar eso, Eugeo agachó un poco la cara para hacerle una expresión fea a Kirito. -Borra eso, puede ser un poco chantajista, ¿pero qué importa? Sus cualidades buenas lo suprimen.

-Hasta eso que puedo decir que ella es mucho para una mierda de persona como yo.

-Lo fuiste, pero cambiaste, ¿o no?

-Eso quiero creer... -Eugeo agachó la cabeza, un poco triste, a lo que Kirito le dio una palmada en el hombro.

-Vamos, vamos. No tenemos tiempo para estar tristes, ¿te gustaría regresar con nuestras mozas?

-Sigh, sí...sin embargo quiero creer que ya cambié lo suficiente.

Eugeo tiró el tabaco de su pipa para ponerla de regreso en su bolsillo y entrar al bar nuevamente. En el poco tiempo que los dos muchachos no estuvieron, Alice se había acabado no sólo su vaso largo y delgado de vodka con jugo de melocotón, también se había bebido la cerveza de Kirito.

Al ser algo así de las once y media de la noche, cada pareja del cuarteto estaba ya en su casa. Kirito tuvo que cargar a Alice hasta la cabaña roja ya que ella bebió tanto que no podía mantenerse de pie.

Con las pocas fuerzas que mantenía, se sujetaba del cuello de Kirito, quien tenía la playera puesta en la nariz para no respirar el desagradable olor del alcohol directamente en sus fosas nasales, algo que hacía que Alice soltara una risa, balbuceando.

Cuando entraron en la cabaña, Kirito acostó delicadamente a Alice en la cama, la cual se acurrucó al instante. Él quería quitarle la ropa para que pudiera dormir mejor...pero solamente le quitó los zapatos y su collar de flor de olivo, era muy consiente en que si la desnudaba, no podría controlar sus instintos.

Se veía tan tierna en posición fetal, abrazando su almohada mientras se quedaba dormida. Lo que si es que Kirito la cobijó y se acostó con ella, abrazándola de la cintura.

A los segundos, Kirito abrió los ojos rápido y de sorpresa, el olor del alcohol le llegaba de todas formas. Simplemente suspiró pesado y se cerró los ojos nuevamente, prefiriendo tolerar ese detalle a separarse de Alice.

Tieze y Eugeo llegaban de la manera más normal a la casa del muchacho, salvo por que el chico estaba ligeramente más cariñoso de lo normal. Prácticamente ya habían tenido la "luna de miel".

Se encontraban en el cuarto, completamente a obscuras salvo por las luces de la calle que los iluminaban pobremente, en donde apenas si se podían ver a los ojos.

Tieze se sentía tan pequeña y vulnerable como un tulipán de color rojo, aunque su corazón era mucho más grande que una mano de floretista.

Su ubicación era parada frente a la cama, Eugeo la abrazó por la cintura y le besó por detrás de la cabeza.

-Si no quieres...no tengo por qué forzarte.

-Lo único que me duele de nuestro amor...es que tu primera vez no sea conmigo.

-Ella si me obligó.

-No hables de Quinella, ese nombre ya no tiene lugar en tu vida.

-Tal vez no sólo me enseñó a cómo hacer cosas malas, ella me enseñó a cómo llevarla tan alto para tocar la luna y las estrellas. Y si tú quieres...

-No es por placer, eso es una simple bajeza, esto es algo que se debe hacer con amor y por amor, nada más.

-Tieze...yo te amo. -El corazón se les estremeció a ambos ya que era la primera vez que esa frase salía de los labios de Eugeo, incluso él mismo estaba sorprendido.

-Siendo así...que Dios nos perdone por hacer esto cuando aún no estamos casados. -Tieze puso sus manos sobre las de Eugeo, dejando a entender que daba su consentimiento total.

Empezó a besarle el cuello lentamente, retirando sus manos de la cintura de la chica para mover un poco el cabello y que no le estorbara. Tieze respiraba velozmente, principalmente por los nervios que le concebía aquella situación, cosa de la cual Eugeo se percató.

Ella, un frágil tulipán de dieciséis años. Él, siendo ya una rosa azul de diecinueve, iba a envolver con sus raíces a la joven florecita, que aún no acababa de madurar del todo.

Era una locura el acto que iban a hacer ellos dos, pero estaban convencidos en que sólo adelantaban lo inevitable, de todas formas se iban a casar en unos cuantos meses.

Tieze se hizo medio paso para adelante, quitándose la blusa que tenía puesta para darse la vuelta y quedar frente a Eugeo. Al verse unos segundos, ambos se unieron en un beso, uno muy inseguro por parte de Eugeo, ya que no se creía del todo seguro de lo que sentía.

Daba la impresión de que Tieze tenía bastante desesperación, ahí se encontraban plasmados sus casi dos años de espera por poder besar a Eugeo, de poder tomarlo de la mano y de decir con orgullo "él es mi novio".

Ese beso fue todo lo que él necesitaba para asentar sus sentimientos por Tieze, ya no hacía falta que tuviera que converse a si mismo de que tenía que amar a Tieze, ya lo hacía.

El amor comenzó a arder en ambos, por lo que con poca delicadeza pero siendo lento en sus acciones, Eugeo llevó sus manos a la espalda de Tieze, desabrochándole el sujetador. Cuando éste cayó, Tieze se llevó las manos a los pechos, cubriéndoselos.

-No quiero que los vea...no tengo mucho que mostrarle. -Masculló ella con cierta tristeza.

-Nunca, nunca, pero nunca me pareciste atractiva por tu cuerpo. Eres más que una cara bonita, tú eres lo que me complementa, Tieze; por eso quiero terminar de conocerte.

Eugeo tomó suavemente las manos de Tieze para apártalas de sus pechos, le dio un beso en el dorso de la mano izquierda para después llevar sus labios de regreso a los de la chica.

Los dos cayeron en la cama, Tieze le trataba de desabotonar la camisa a Eugeo pero no podía, sus manos le temblaban demasiado por los nervios que sentía, así que él tuvo que ayudarla con eso.

Se separaron del beso nuevamente, ella se levantó para poder darle espació. Eugeo se quitó con rapidez la camisa, tomando a Tieze de la cintura para desabrocharle la falda, la cual cayó al suelo de igual forma que el sujetador; comenzando a besar su abdomen, ella lo tomaba de la cabeza, soportando las ganas de que sus labios se unieran nuevamente.

Eugeo acariciaba con amor y ternura el tórax de Tieze para que ella se tranquilizara, por lo que eso fue suficiente para que su respiración dejara de ser tan acelerada como cuando comenzaron.

Al quedar sin sus ropas, Tieze se cubrió con la colcha de la cama, no quería que Eugeo la viera desnuda.

Él se metió también en la colcha, besando nuevamente a Tieze para moverse hasta quedar en medio de sus piernas, viéndose directamente a los ojos, que eran de color verde por parte de él y de color carmesí obscuro por parte de ella.

-Sigo pensando en lo que le dije: espero Dios pueda perdonarnos.

-Lo hará por que nos amamos y por qué nos vamos a casar tan pronto como nos sea posible.

-Eso espero... -Ambos se besaron nuevamente, Tieze tomaba a Eugeo de las mejillas mientras él movía su cintura de arriba abajo, sacándole algunos gemidos a su prometida.

Como maestro que era, Eugeo siempre le enseñó a Tieze todo lo que ella debía de saber en su carrera militar. Como su prometido, le enseñaría a hacer el amor, así como él había aprendido de Quinella.

Los ruidos que Tieze hacía por todo aquello que recorría su cuerpo en aquel momento eran suprimidos por los labios de Eugeo, los cuales no dejaban de besarla en aquel momento tan propio de los dos.

Se acomodaron nuevamente, ahora Tieze quedaba arriba, cuando levantaba su cabeza, los cabellos y algunas gotas de sudor de su frente caían en el pecho y cuello de Eugeo, el cual estaba más concentrado en una sola cosa: Que Tieze fuera la mujer más feliz del mundo.

Al ser la primera vez de la chica, no se sabía mover, pero no importaba, Eugeo ahí se encontraba para servirle y para cumplirle, como siempre lo había hecho en su momento.

Toda inseguridad, todo temor y todo rastro de egoísmo se disolvieron tras ese momento en que ambos decidieron dar el paso más importante en su relación, saltándose todos aquellos que eran primordiales y que conducían al último.

El tulipán rojo y La rosa azul entrelazaron sus raíces después de tanto esperar ese momento que ansiaban desde el fondo de sus almas, convirtiéndose en los dos seres más felices de todo lo que pudiera existir en el universo.

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Ay que bonito <3 y como dije hace una semana, estos dos tendrán más protagonismo y relevancia en la historia

¿Seré el único al que "Tieze" le suene a "té"? Hum esas son las preguntas que no me dejan dormir en la noche al igual de ¿por que los animales le tienen un respeto especial a Alice?

Y también ya más o menos se deja en claro quien será el villano de la historia...pensar que Humbert y Raios si violaron a Tieze a la otra chica en la web novel me hace sentir impotente :c
Nos vemos en una semana, vean la película de El Circo de Cantinflas si quieren darse unas buenas risas :v

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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