Un reencuentro aún más inesperado
A la mañana siguiente, tanto Alice como Tieze no estaban en sus respectivas camas. Kirito y Eugeo despertaron al mismo tiempo, estirándose y dándose cuenta que su acompañante no estaba.
Ambos se levantaron al baño, querían ver cómo les había quedado la cara tras la noche anterior. Abrieron la puerta al mismo tiempo y se encontraron en el pasillo.
Se quedaron parados, viéndose. Los dos no tenían puesta camisa, por lo que los moretones en el pecho de Eugeo por los rodillazos recibidos se miraban a simple vista.
-No te quedo tan mal el labio. –Dijo Kirito.
-¿En verdad? Eso me alegra bastante. –Eugeo se adelantó al baño, abriendo la puerta del mismo. –Tú tampoco quedaste tan mal, Kirito.
Su labio ya no estaban tan inflamado, la herida ya había cicatrizado, pero sí que tenía un dolor en el cuerpo por los golpes recibidos, lo que más le lastimaba era la espalda.
Se revisó a detalle cada parte del cuerpo, cada rincón sin dejarse nada al azar. Era muy gracioso para Eugeo pensar que él había iniciado el conflicto y era quien había quedado peor, a pesar de que si Tieze no hubiera interferido, él habría ganado la pelea.
Pero no existían los "habría", ya eso no importaba.
Cuando salió del baño, Kirito estaba viendo el jardín desde el barandal. Él no tenía la espalda más que un poco raspada cuando se había golpeado contra el suelo. Su ojo si estaba menos inflamado, pero de todas formas seguía morado. Ese detalle no se le iba a borrar tan fácilmente.
Su cuello tenía las marcas de las manos de Eugeo cuando lo ahorcó, también el moretón que le había quedado de la patada en el tórax y las marcas de golpes en sus brazos al momento de cubrirse.
Eugeo se vistió con bastante dificultad ya que le dolía el cuerpo. Deseaba que Tieze estuviera ayudándolo a ponerse la playera, aunque seguramente lo reprendería al tiempo que lo ayudaba, pero el costo valía toda la pena del mundo.
Kirito estaba en serios aprietos, por el dolor de sus brazos no podía ponerse la playera, a duras penas se logró poner el pantalón.
-Oye colega, ¿crees que puedas venir a ayudarme? –Preguntó.
-Seguro. –Contestó Eugeo, quien se acababa de abotonar la camisa para dirigirse al cuarto de Kirito. -¿Qué necesitas?
-Me ayudas a ponerme la playera, me dejaste los brazos hechos polvo. –Rió con ironía.
-En el cuartel me enseñaron a pelear, a defenderme, a hacer llaves...que bueno que no te rompí el brazo, porque se cómo hacerlo. –Contestó él mientras ayudaba a ponerle la playera a su amigo.
-Sí, gracias a Dios no lo hiciste. Diablos amigo, debimos parecer unos idiotas, ¿Qué nos pasó en estos años? Nunca peleamos cuando éramos niños.
-Era diferente, Kirito...me pasaron muchas cosas que no debí permitir.
-Me vas a odiar pero...vi el VHS que tenías en tu cajón.
-No importa, pensaba quemarlo en la tarde.
-Y escribí un poema respecto a eso. Vas a hacer muy famoso, amigo.
-¿Ganaras dinero con mis desgracias? Eres un perro.
-En otra vida lo harías y eso te lo apuesto...al menos sabemos que te estoy regresando el favor. (Solo mis más antiguos seguidores conocerán está referencia xd)
-Listo. –Eugeo iba a darle una palmada en la espalda a Kirito...pero mejor no lo hizo si no quería lastimarlo.
La mesa estaba servida, Alice y Tieze habían ayudado en lo que les había sido posible. Ambas estaban bebiendo té en espera de los dos amigos que bajaban muy lentamente las escaleras, apoyándose mutuamente para no caerse.
Se miraban como en los viejos tiempos: no hacían nada sin el otro. Mala suerte que ahora era por mera necesidad y no por la vieja amistad que deseaban recuperar tras el descalabro de la noche anterior.
-Ya era hora, despertaron tarde. –Regaño Alice.
-Perdón, cariño. –Dijo Kirito.
-Lo siento mucho, Alice. –Contestó Eugeo. Ambos se miraron para luego soltarse a reír.
Era la primera vez en toda la visita que los dos se miraban sin mala intención o con incomodidad, se notaba el cambio para bien.
A Eugeo le costaba trabajo comer y beber por su labio. A Kirito le era casi imposible levantar si taza de café para llevársela a la boca...pero él quería tener una noche de "reconciliación" con Alice.
-Ensuciará su camisa si come así. –Regaño Tieze al tiempo que limpiaba la boca de su superior.
-¿Y si me das de comer en la boca? –Rió él.
-¡Señor Eugeo! –Tieze golpe con la servilleta el brazo de Eugeo al tiempo que Kirito y Alice reían.
-Se supone que yo era el elocuente, ¿no? –Preguntó Kirito.
-Creo que cambiamos un poco de roles desde que nos reencontramos.
-Imagino que sí, pero quien sabe.
El plan para el día era que Alice pudiera recorrer lo más que se pudiera para que en la tarde/noche ella, Kirito, Kahona-Sama, el pistolero y su hija regresaran al pueblo.
Dos días de locura y solo medio de descanso, la balanza estaba mal equilibrada pero era necesario. Justamente el último día del viaje, Kirito se había curado de la fiebre...pero ahora tenía problemas un poco más graves.
En la calle la gente miraba al cuarteto de forma curiosa. Muchos pensaban que Eugeo y Kirito eran los guardaespaldas de las Alice y Tieze, que a lo mejor eran hijas de algún mandatario importante, y al momento de defenderlas del peligro habían quedado así de golpeados.
Nada más lejos de la realidad: ellos dos eran el peligro encarnado.
Caminando por la Iglesia de San Pedro, Eugeo tomó la mano de Tieze, tomándola fuerte.
-¿Entonces es tu sueño casarte en esta iglesia?...es linda, imagina como se vería con el suelo cubierto de camelinas blancas, con una alfombra roja con bordados de oro...podría pagártelo si yo fuera el padrino. -Tieze no dijo nada, se quedó callada y miró al suelo, triste. Eugeo la rechazaba una vez más. –Oye colega.
-Dime, compañero.
-Si me casó alguna vez, ¿podría ser festejado y padrino al mismo tiempo?
-¿Qué?, ¿no entiendo tu pregunta?
-Puedo ser padrino de mi propia boda. –Kirito hizo un gesto de sorpresa.
-Pues creo que podrías ser tu propio "padrino" si es que pagas todo.
-Bien...entonces Tieze, definitivamente voy a ser el padrino de tu boda.
-Señor Eugeo...
Una mariposa amarilla se posó en las manos de Eugeo y de Tieze, las cuales estaban fuertemente sujetadas. La pequeña criatura movió sus antenas un poco y luego se fue volando tan misteriosamente como había llegado, siendo vista por Eugeo.
Cuando la vista del chico desenfocó a la mariposa amarilla, pudo ver que a unos metros estaba alguien bien conocido para él, alguien a quien conocía tan perfectamente que se sabía el punto exacto de todas las cicatrices que tenía en el cuerpo.
Quinella estaba parada frente a la iglesia de San Pedro, mirándola de forma esplendida, con sus largos cabellos que le llegaban hasta más debajo de la cintura.
Su mano se heló de inmediato y su rostro palideció a la misma velocidad. Tieze se percató de ello.
-¿Señor Eugeo se siente bien? –Preguntó, dándose cuenta que él no dejaba de mirar hacia enfrente... entonces la vio, exaltándose. -¡Chicos, ¿Qué les parece si vamos a comprar un helado?! –Exclamó.
-No...quiero hablar con ella.
-No se lo pienso permitir.
-Ya me diste una patada ayer, ¿lo volverías a hacer hoy? Síganme.
El cuarteto caminó hasta donde Quinella estaba, la cual veía en su cámara fotografía los retratos que había capturado.
-Quinella... -Susurró.
-¿Hum? –Quinella alzó la vista. -¿Eugeo?, ¡pero que sorpresa! ¿Qué te pasó?
-Es una larga historia.
Quinella miró al resto del cuarteto, en especial a Kirito y a su ojo morado.
-No me digan que ustedes dos se pelearon. –Preguntó ella, poniendo su mano con cierto encanto en el pecho de Kirito.
-Yo tuve una pelea en el cuartel...no sé qué le pasó a mi amigo exactamente. ¿Alguna vez te conté de él? Es Kirito.
-Kirito...creo que me lo mencionaste alguna vez, ¿el que era amigo de tu infancia?
-Ese soy yo. –Mencionó Kirito. –Tuve un pequeño accidente.
-Ya veo...¿y quién es tu amiga? –Cuestionó Quinella en referencia a Alice. Ella ya conocía a Tieze.
-Soy Alice, su novia.
-Ah, pero que linda eres, tienes mucha suerte Kirito. La verdad es que Eugeo me contó mucho acerca de ti, me alegra que se hayan reencontrado después de tanto.
-Y vaya reencuentro tuvimos, ¿no crees, colega? –Eugeo le dio una palmada en el hombro a Kirito, quien tuvo que contener un pequeño grito de dolor.
-Sí...vaya reencuentro el que tuvimos, viejo amigo. –Kirito estuvo a punto de desquitarse de la palmada, pero Alice se lo impidió.
-Ahora, no es por indiscreción pero...¿podría pedirte a ti y a Alice que nos dejen hablar en privado a mí, a Quinella y a Tieze?
-Por supuesto, mientras iremos a ver la iglesia. –Contestó Alice, quien se llevaba de la mano a Kirito.
-¿Qué es lo que quieres hablar en privado? –Cuestionó Quinella.
-La noticia es bastante reciente y tal vez no la hayas escuchado pero...yo y Tieze nos vamos a casar.
-¿De verdad?, ¡muchas felicidades a los dos! –Quinella abrazó a Eugeo, quien cerró los ojos y devolvió un fuerte abrazo.
Cuando abrazó a Tieze, ella no pudo evitar sentir un mal sentimiento al tener que regresar el abrazo a Quinella. Aun le tenía coraje, por lo que puso un gesto de desagrado a espaldas de ambos.
En el fondo de su corazón, Tieze quería llorar al escuchar "Yo y Tieze nos vamos a casar". Había esperado meses para escucharlo.
Puede que nunca hubiera sido novia de Eugeo, pero los dos se conocían también que ella sabía cuándo él había fumado a escondidas y él sabía cuándo ella estaba triste aunque tratara de disimular lo contrario.
-Me gustaría decir que estás invitada en primera fila pero...esos lugares están apartados para la familia, ¿qué tal en segunda fila?
-Mientras pueda tomarles una linda foto me conformo, ¿Qué tal si lo hacemos ahora? –Preguntó Quinella.
-¿Por qué no?
Eugeo y Tieze estaban tomados de la mano, sonriendo a la cámara de Quinella, quien los había posado frente a la iglesia de San Pedro. Un segundo antes de que la fotografía fuera tomada, Eugeo le dio un beso en la mejilla a Tieze, quien puso una expresión de sorpresa que quedó impresa en la foto.
-Que lindos se ven ambos.
-Sera la portada de nuestro álbum de casados, ¿no crees, Tieze?
-Pu-pues si quieres. –La expresión de sorpresa de Tieze era tan verdadera, tan autentica que no había modo de pensar que esa foto había sido improvisada.
-Felicidades otra vez, en verdad te deseo lo mejor para ti y para Tieze.
-Gracias Quinella, pronto te haré llegar la invitación...en segunda fila. –Rió él.
-Siempre tan elocuente, Eugeo. Creo que lo pido por ambas pero...nunca cambies.
-En eso te quedaré mal...puesto que pensaba hacer un cambio radical en mi vida.
-Mientras sea un cambio para bien y mantengas lo que en esencia eres...creo que nos parece excelente.
Quinella entregó la foto a los comprometidos para marcharse, tomando más fotos de la iglesia y de sus alrededores.
De inmediato fueron a buscar a Kirito y a Alice, quienes estaban atontados viendo las maravillas que la iglesia tenía adentro de sí.
Lo que más resaltaba era una pintura en donde Jesús y Judas Iscariote estaban abrazados. Judas tenía puesto un cuchillo en la espalda de Jesús, referenciando el hecho de que lo iba a traicionar.
Aun con esas, Jesús lo abrazaba con fuerza, cerrando sus ojos con piedad, amando a su discípulo a pesar de lo que iba a hacerle, también perdonándolo de ante mano por las acciones a cometer.
-Mira esa pintura, Kirito. –Pidió Alice. –También tú, Eugeo.
-¿Qué tiene de especial?
-Piensen algo, ¿Qué tal si Kirito no te hubiera perdonado por lo de ayer?, ¿Qué hubieras hecho tú?
-No lo sé...tal vez me pondría triste.
-Puede que se hayan hecho muchas cosas ustedes dos, pero a pesar de todo aún se siguen queriendo como amigos y no les paso lo mismo que a Judas Iscariote...quien dudo que podría ser perdonado.
-¿A qué hora leíste la Biblia? –Cuestionó Kirito.
-No la he leído...pero conozco la historia a pesar de no haberla escuchado.
-¿Conocimiento de la naturaleza? –Cuestionó Tieze.
-Sólo Dios ha de saber. –Respondió Eugeo.
-Sólo Dios ha de saber cómo es que Alice camina entre nosotros, mejor dicho. –Agregó Kirito.
Al salir de la iglesia, Kirito se acercó a Eugeo para decirle algo en secreto.
-¿En verdad ella es la Quinella de la que nos hablaron tú y Tieze?...
-Aunque no lo parezca, ¿también caíste en sus encantos? –Kirito respondió ruborizándose un poco.
Justo como Tieze la había descrito: amable y tierna por fuera, manipuladora y totalitaria por dentro. Solo ella y los allegados de Eugeo sabían cómo era en realidad Quinella.
Era como una bella mariposa, con colores llamativos y muy hermosos que cautivaba a la vista de cualquier persona...pero esa bella mariposa era venenosa.
El veneno de esa mariposa no era del todo mortal, pero sí que causaba daños irreparables. Era un veneno paralizante y peligrosamente adictivo.
Quien fuera envenenado por la mariposa sabía que se estaba haciendo mucho daño, pero era una necesidad adictiva de seguir consumiendo lo que aquella mariposa podía ofrecer.
Para descansar de aquella impresión, los muchachos se decidieron por sentarse en una cafetería, para poder analizar lo que había sucedido.
Alice también estaba en disputa con Quinella, en verdad parecía alguien muy dulce y amable, incapaz de matar a un insecto por más feo que fuera el pobrecito. (Pobre cosita fea xD)
Sólo era cosa de recordar que las apariencias engañan, para bien o para mal.
Estaban tomando todos bebidas frías: Kirito bebía una cerveza, Alice una piñada, Eugeo y Tieze tomaban café helado, que era costumbre para ellos cuando estaban en las altas horas del calor y sol.
Miraban de forma bohemia a la banda callejera tocar, los muchachos querían con todos sus ánimos bailar...pero el dolor en el cuerpo se los impedía.
Se debía celebrar una boda, la de superior y aprendiz, al terminar el café irían a comprar el anillo de compromiso que sería escogido a elección de Tieze, por supuesto.
Los chicos se tuvieron que conformar con ver a Alice y a Tieze bailar al son de la banda callejera, pues ellas si podían bailar, además de que también les nacía. Ambas celebrarían por los peleoneros de sus novios.
Porque justamente eso eran Tieze y Eugeo: los nuevos novios del pueblo. Seguramente en un mes estaría todo perfectamente organizado, pero quien sabe.
Al acabar de bailar, justamente se fueron a la joyería para ver los anillos de compromiso. Puede que Eugeo no pudiera ver bien por los golpes en los ojos, pero, casi como si hubiera sido su corazón y alma quien se lo indicara, un anillo de compromiso relució de entre todos los que había.
Era un pequeño anillo, perfecto para el dedo de Tieze, como si hubiera sido hecho para ella. Era de oro rosado de catorce quilates, con una pequeña zirconia, además de otros pequeños detalles de diamante en la circunferencia del mismo.
El precio era algo que estaba bastante por las nubes, dieciocho mil yenes por el pequeño anillo de oro rosado.
-Señor Eugeo...no es necesario, podemos comprar uno más barato. –Disuadió Tieze.
-Me niego a hacerlo. Además no es la primera vez que ahorro para una boda...lo hice cuando la señora me dio su permiso para casarme con Quinella, nunca encontré en que gastarme el dinero, así que podemos usarlo para la ocasión, nuestros padres pueden poner el resto del dinero, tu eres descendiente de la baja nobleza...podemos pagarlo.
Tieze miró a Alice y a Kirito, ambos asentaron con la cabeza para dar su aprobación.
-Está bien...solo le pido que nuestra casa no sea de color gris, me recuerda al uniforme del Colegio Militar.
Eugeo rió alegremente, apartaron el anillo con cinco mil yenes que Eugeo tenía en su cartera, era todo su dinero pero nada era más importante para él que poder planear su felicidad de lleno.
Y mucho mejor si la planeaba junto con Tieze, Alice y Kirito. Los últimos dos serían padrinos, aunque no pusieran dinero ni nada material, puesto que ponían lo más importante: la unificación de las dos almas.
De no ser por ellos dos seguramente Tieze jamás le hubiera ratificado sus sentimientos a Eugeo, y él jamás hubiera aceptado tan loca propuesta a sus diecinueve años de edad, pero la verdad es que no tenían nada que perder con intentarlo, solo un poco de dinero y nada más.
Eugeo podría ir escalando puestos en la milicia, que se traducía en mayores pagos por sus servicios, además no debía preocuparse mucho por que estallara una guerra, esas cosas ya habían dejado de pasar desde hacía más de cuarenta años, tal vez más o tal vez menos.
Eugeo estaba revisando su cajón, ahí es donde tenía guardado un abultadísimo sobre con billetes de quinientos y mil yenes, que era todo lo que tenía guardado para hacía un año, él jamás pensó que lo fuera a necesitar.
Los padres de Tieze no vivían en la ciudad costera ni en el pueblo de donde era oriundo Eugeo, por lo que les hablaron por teléfono, comentando la gran noticia, ambos se lo habían tomado con mucha emoción. Ellos sabían que Eugeo era el indicado para su hija.
Cuando comunicaron lo mismo a los padres del chico, su padre casi se desmaya por la bajada de presión que eso ameritaba. No se lo había tomado tan bien, puesto que era una decisión tomada muy "a la ligera" pero el dinero no faltaba, solo la pequeña bendición y un cura para que las cosas se dieran.
En la casa todos estaban brindando aquel acontecimiento tan más inesperado, habían sacado la cristalería fina para celebrar por la boda de los dos habitantes más jóvenes de aquella casa.
-Por un largo y sano matrimonio. –Pidió la señora, alzando su copa.
-¡¡¡Kanpai!!! –Gritaron todos. Estaban bebiendo una pequeña copa de oporto.
La pareja de comprometidos se vieron a los ojos, claramente los presentes estaban esperando un beso o algún gesto similar...pero el labio roto de Eugeo no daba para más que besos en la mejilla, que fue el que se dieron.
-Sé que no es momento para hacer chistes tontos pero...tengo que preguntar algo y espero me sepan contestar. –Kirito alzó su copa, poniéndose en frente de todos. -¡¿Qué es lo que quiere el seguro social?!
-¡¡¡Salud!!! –Si supieron contestarle.
Eugeo no podía beber de su copa, daba la impresión de que la estaba calentando en la mano, pero así estaba bien para él. Tieze también le tenía prohibido beber, mucho más que fumar.
Rescatando esa parte de la conversación, Eugeo sacó ese tema. –Muy bien, quiero que Tieze prometa algo frente a todos ustedes, porque siento que si no arreglamos esto aquí y ahora esta situación podría llevarnos al divorcio.
-Dios no lo quiera. –Rió ella, nerviosamente. -¿Pero cuál esa promesa? ¿La de amarte toda la vida?
-No, puede ser una más importante para evitar nuestro divorcio. Me gustaría que prometieras, frente a Dios de ser necesario, que me dejaras fumar tres veces por semana. –Todos rieron.
-Tenías que salir con tus cosas. –Tieze le dio una palmada en el pecho. –Te dejaré fumar dos veces a la semana y date por bien servido.
-Hecho. –A pesar del dolor que iba a sentir, Eugeo tomó de la cintura a Tieze y le dio un beso en los labios, tomándola por sorpresa.
Esta vez, y de pura casualidad, Kirito había tomado la fotografía del primer beso en donde se veía a Eugeo con los ojos cerrados, frunciendo ligeramente el entrecejo por el dolor de su labio, y Tieze con los ojos bien abiertos y sin saber reaccionar al beso, poniendo sus manos en el pecho de él.
Todos volvieron a aplaudir la gran ocasión, aunque quedaba un poco de tiempo para la partida de los visitantes.
Ambos alumnos del colegio militar partirían con ellos aunque no estuviera previsto, había espacio para los dos en la camioneta del pistolero.
-Ahora solo falta ver lo de tu vestido, mi traje, la renta de la iglesia, la fiesta de la noche, la luna de miel...comprar cosas para el hijo...los gastos de la casa, ¿no puedo retractarme?
-¡No, ya compraste el anillo así que no puedes retractarte!
-Sigh, bien entonces va a hacer falta dinero, un montón de dinero para gastar. Va a hacer falta mucho tiempo para hacerlo bien, niña.
-Oye, yo conozco esa canción. –Interrumpió Kirito.
-Es mi segunda canción favorita, y la verdad es que quedaba perfecta para la ocasión.
-Ya lo sabía...Eugeo. –Sonrió Tieze. –Vamos a necesitar un montón de dinero y mucho tiempo, ¿pero si vas a poder cumplirme?
-¡Por mi honor como militar! –El superior se puso recto e hizo el saludo militar. –Si no puedo cumplirte entonces me arrogaré desde el fuerte hacia el mar.
Todos rieron una vez más ante las elocuencias del muchacho. La boda estaba medio planeándose, pero aún faltaba, como diría George Harrison: un montón de dinero y mucho tiempo.
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JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
parece ser que Eugeo no tiene mucho de que jactarse 😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂
Ay el amor, Eugeo no estaba condenado a la soledad al fin y al cabo, y a Tieze se le va a hacer lo sé casarse con él
Pues la próxima semana es el último capítulo de esta hermosa wea, de ahí el adelanto y las curiosidades curiosas :v
Debo reconocer que este es mi volumen favorito, pero aun queda mucho que contar, se los apuesto
Nos vemos en una semana.
siempre tuyo:
-Arturo Reyes
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