Nuestro paseo por la ciudad
Los chicos y yo íbamos caminando por las calles de la ciudad para llegar a la que se le hace llamar, "El barrio de los colores". La razón es muy simple por la cual su sobrenombre es ese.
Cada casa está pintada de un color muy en específico, pero lleno de tonos muy coloridos. Una de las fachadas es amarillo fuerte con la puerta azul marino, la parte baja de la casa está pintada del mismo tonó de azul además algunos relieves que forman algo así como una flor con un fondo naranja. Otra de las casas es amarillo pálido con los barrotes de las ventanas de color morado al igual que la puerta y con la parte baja de la casa pintada de café.
Sobre las tejas de las casas cuelgan las macetas que hacen de esta parte de la ciudad única. Incluso el perfume de las mismas se puede apreciar caminando sobre la banqueta, un aroma suavemente dulce.
-Es muy lindo, estas flores son iguales a las que están en la sierra. -Observó Alice.
-Efectivamente, son las mismas solo que aquí no están tan quemadas por el sol. -Rió Kirito.
Tieze insistió en que yo fuera del brazo con ella, algo que nunca antes me había molestado...solo que ahora quería ir con Alice para poder conocerla un poco más.
Estaría mintiendo cruelmente si no aceptara que Alice es muy linda, muy hermosa. Simplemente es casi todo lo que yo quisiera en la vida, algo así como lo que se diría. Alice es "mi mujer ideal".
Pero siendo sincero no me convence del todo la idea de que ella y Kirito sean novios. Nunca antes había pensado algo como esto pero...la verdad es que ese detalle no me importa, es algo que no tiene mucha relevancia para mí.
Quinella me enseño muchas cosas acerca del amor, yo podría darle todo lo que tengo a Alice para que ella a cambio me dé su amor...¿pero que podría darle Kirito que no tenga yo?
Será difícil saberlo, pero tengo que aprovechar cualquier oportunidad que tenga para darme cuenta de algún detalle.
Un mercader ambulante se detuvo delante de nosotros, dirigiéndose especialmente a Kirito y a Alice.
-¿Y que hay con lo que les dije antes?, ¿lo pensaron bien? -Preguntó el mercader.
-Bueno...quisiera comprárselo a ella pero aquí entre nos, buen amigo...la verdad es que no tengo mucho dinero. -Susurró Kirito.
-Hum, respeto tu decisión pero sigo insistiendo en que este collar fue hecho completamente para ella.
-Yo lo pago. -Sentencié. -No tengo problemas con ello.
-Eugeo nos acabamos de reencontrar tras nueve años de no vernos, no es necesario. -Kirito trató de detenerme.
-Insisto.
-Sigh, ¿Qué dices tú, Alice?
-Si él insiste entonces no tengo problemas. -Accedió ella.
-Hecho, ¿Cuánto es?
-Son mil yenes, por favor.
-Aquí tiene. -Saqué de mi bolsillo mi cartera de cuero negro para darle dos billetes que tenía. No es como sea millonario pero con la carpintería y con lo que gano en el ejército no suelo sufrir mucho con el dinero.
-Un collar para el amor eterno, si no les funciona les regreso hasta el último yen que me hayan dado. -El vendedor sacó de una cajita de madera el famoso collar para dármelo a mí.
-Oye, oye colega. El novio es que lo debe de poner, está bien que lo hayas comprado, gracias por eso. -Rió Kirito al momento de quitarme el collar de las manos.
-Sí, el novio. Por un segundo lo olvidé, nunca se me ha quitado lo descuidado.
Alice estaba sonriéndome cuando vio el collar puesto en sus manos...pero también le dio un beso en la mejilla a Kirito después de que él se lo puso.
-Muchas gracias Eugeo. -Alice me abrazó, cosa que también hice con el afecto que quería darle.
Avanzamos unas cuadras más mientras discutíamos el precio del collar. A Kirito se le había hecho caro y lamentaba tener que molestar de esa manera tras los nueve años sin vernos. Comprendí su preocupación ya que eso es algo de bastante mala educación, pero le expliqué hasta convencerlo de que a mí el dinero me sobra un poco y que cosas como esa no son molestia.
Tieze me llevaba del brazo, solo que ahora apretaba un poco más fuerte y cuando la volteé a ver, ella se notaba un poco enojada.
-¿Sucede algo? -Le pregunté.
-Prefiero comentártelo en otro momento...tiene que ver con el colegio. -Me dijo.
-No sean discretos. No es como que sea muy de nuestra incumbencia sus asuntos militares, ¿Qué tal si mientras ustedes lo hablan yo y Alice compramos un helado? -Propuso Kirito.
-Sí, es algo importante pero prefiero tratarlo con discreción. -Insistió Tieze.
-Regresamos en un segundo, esto ya entra un poco más en mi presupuesto. -Kirito puso su mano tras la nuca y comenzó a reír. Esa conducta siempre la tuvo de niño, vaya recuerdos.
Tieze me tomó de la mano y me llevó a una pared, se notaba sumamente irritada por algún motivo. Me sujetaba fuerte de las muñecas sin dejar de verme a los ojos.
-¿Qué es lo que está pensando? -Me preguntó.
-¿Pensar de qué? -Repuse.
-Ellos dos ya son novios, ¿Por qué lo hace?
-Él no tiene nada que ofrecerle más que un helado, yo a ella puedo darle cielo y tierra para que me dé su amor.
-¿Te das cuenta de lo absurdo que es eso?...además, señor Eugeo...¿se le olvidó lo que le propuse aquella tarde? -Tieze se sonrojó y desvió la mirada.
-Claro no lo olvidé...aunque te sigo insistiendo que no me llames "Señor" cuando estamos vestidos de civiles...me haces sentir viejo. -Sonreí a Tieze para luego revolver su cabello.
-Se lo digo enserio...Eugeo no lo hagas, no puedes hacerlo.
-Bueno, al menos así me enseñaron como se debe hacer...no importa si es lo correcto o no pero no conozco otra forma de hacerlo. -Tomé de los hombros a Tieze para que diera un paso para atrás y así me dejará pasar.
-Señ...Eugeo, en verdad no lo haga.
-Usaré la psicología inversa. Señorita Tieze, por favor deje de llamarme con una entonación formal mientras somos transeúntes en las calles de la ciudad, de la manera más atenta se lo pido. -A pesar de que traté de aguantarme una risa, no pude evitarlo...aunque Tieze seguía viéndose molesta conmigo.
En eso regresaron Kirito y Alice con los helados que él había dicho, al notarme riendo y a Tieze molesta ambos preguntaron qué había pasado. Ella respondió que eran cosas "del colegio", nada de lo que se debieran preocupar demasiado.
Ambos seguimos el rumbo de las calles lisas de la ciudad, caminando por debajo de los arcos amarillos y azules que adornaban nuestro camino.
Cada tres arcos había una maseta de color café que tenía una palma en ella, algunas de ellas tenían las hojas un poco quemadas por el sol, los faros estaban apagados pero aun así se veían bastante bien.
En la otra calle había bolas negras de metal pegadas al suelo a modo de adorno y para impedir que los autos se subieran a la banqueta, por alguna extraña razón eso era común en esa zona de la ciudad.
El olor a café y tabaco se acrecentaba en los arcos. Era hora del desayuno de las nueve y media de la mañana para los que no solían levantarse tan temprano como los que trabajábamos en la posada.
Era un día entre semana por lo que casi no había gente en la calle, aun así los restaurantes tenían algo de demanda en los arcos. Muchos solo bebían algo frío que tuviera café, algún pequeño almuerzo o similar.
Para alegrar un poco el enojo de Tieze decidí jugar mi carta "infalible".
-Dígame, señorita Tieze Shtolienen, miembro del quinto regimiento de infantería del Heroico Colegio Militar, ¿quiere algo de beber para el calor de ésta mañana?
-Señor Eugeo. -Rió Tieze mientras me daba una palmada en el brazo.
-No se lo tomé a broma ya que es muy enserio, señorita Tieze Shtolienen, miembro del quinto reg... -Tieze me tapó la boca sin dejar de reír.
-Si Eugeo, quiero algo de beber.
-Veo que ustedes dos se llevan bastante bien. -Comentó Alice.
-Nos conocimos en cuanto ella entró al colegio, yo llevaba, ¿Cuánto tiempo? ¿Un año?
-Diez meses, Eugeo. -Sonrió ella.
-Si quieren podemos ir por otro helado, la verdad es que están bastante buenos. -Propuso Kirito.
-No lo sé, quizá algo de beber sería una opción más viable. ¿O que es lo que decide usted, señorita Tie?...
-Sí, algo de beber estaría mucho mejor. -Rió ella.
-Decidido, conozco un buen lugar que es muy lindo, me lo recomendó el sargento.
-¿El sargento Pimienta? -Preguntó Kirito entre risas.
-¿Y ese quién es? -Le dije.
-Es un álbum de música, ¿conoces a Los Beatles?
-No...
-Tengo mucho que enseñarte, viejo amigo.
Al caminar tras un rato llegamos a uno de los mercados del centro. Los colores de las banderitas que estaban en el techo llamaron la atención de Kirito y Alice, por lo que claramente decidimos entrar.
No solamente las banderas de colores vivos llamaban la atención, sino también la de las plantas verdes con sus florecitas rosa fuerte. Nunca ha sido muy difícil encontrar música en la ciudad, y esta no era una de la excepción ya que varios músicos estaban tocando música dentro del mercado.
-¡Vamos a bailar, Kirito! -Alice tomó del brazo a Kirito y lo llevo a bailar.
-¿Hacemos lo mismo, señorita Tieze? -Le pregunté.
-Bueno yo-yo no sé.
-Tomaré eso como un sí.
Las dos parejas comenzamos a bailar alrededor de los músicos, al notar nuestra alegría otras personas más también se unieron al baile y al canto que estaba en el mercado.
A pesar de que hacía calor no nos cansábamos de bailar, incluso Kirito y yo cambiamos de pareja. Él bailando con Tieze y yo bailando con Alice. A diferencia de mi viejo amigo yo se bailar bastante bien.
Incluso Tieze soltaba algunas risitas de que Kirito no sabía bailar, algo que se notaba lo avergonzaba un poco. Ella siempre ha sido una muy buena mujer por lo que le dijo que no debía preocuparse por ello, que tarde o temprano sería mejor bailarín que ella.
Note que Alice no sabía bailar muy bien, aunque me podía seguir el paso. Ella y yo nos reíamos bastante mientras bailábamos ante el sonido de los bongos, los armónicos, las claves y del güiro además de los cantos de los hombres cuyos antespasados eran africanos.
Y vaya si no bailábamos, dábamos vueltas, incluso yo aplaudía bailando con ella. Cuando la música acabó todos aplaudieron para felicitarnos a nosotros dos.
Fue bastante entretenido, aunque ahora y con mayor razón era bueno comprarse algo frío, casi hecho hielo.
Justamente, compramos un granizado para cada quien. Kirito pidió uno de café, Tieze pidió de fresa.
-Quiero uno de piña. -Pedimos yo y Alice al mismo tiempo.
-Veo que a la señorita le gustan los sabores dulces. -Dije yo.
-Por supuesto, a los sabores amargos nunca les he caído bien ni ellos a mí. -Bromeó Alice.
-Parece ser que yo le encanto a las experiencias amargas...aunque ellas nunca me han agradado.
-Siendo así, ¿Por qué lo dices, Eugeo?
-Eso es algo...que prefiero guardarme para mí...
-Y salen dos de piña para los rubios. -Nos dijo la señora que vendía.
-Muy amable. -Nuevamente repetimos Alice y yo.
-Me da la impresión de que ustedes dos están conectados, ¿son hermanos? -Nos preguntó la señora.
-Nos acabamos de conocer hace unas horas.
A pesar de habernos conocido hacía pocas horas, Alice y yo teníamos algo en común, no solamente de que ambos éramos rubios, sino también algo en la personalidad y gustos, cosa que no concuerda demasiado con Kirito...el café no es dulce como la piña.
Al salir del mercado, varias mariposas amarillas se posaron en los hombros de Alice, es como si tuviera una conexión. Incluso cuando ella levantó un brazo para que una se le parara en la palma de la mano, muchas otras llegaron para ponerse en su brazo.
-Creo que te confunden con una de ellas. -Bromeó Kirito a quien se le paró una paloma blanca en el hombro. -¿Qué hay de nuevo, viejo?
-Ustedes dos deben tener alguna conexión con los animales, a mí y a Eugeo no se nos paran ni las moscas. -Rió Tieze.
-Ah, lo que pasa es que las moscas se paran en la carne podrida, pero nosotros estamos frescos y sanos. -Afirmé.
Apenas iban a dar las once de la mañana, quizá llevarlos a un lugar un poco más atractivo era algo mejor.
Pasábamos por las calles siempre coloridas, con las mariposas amarillas saltando de los hombros de Alice para emprender rumbo a otro lugar, la paloma igual se fue del hombro de Kirito mientras él se lamentaba un poco por ello.
Todas las casas eran de color amarillo con la puerta café y las masetas de barro colgando de los techos de la puerta que desprendían un aroma sumamente delicioso. Algo que Alice notaba ya que olfateaba ese olor tan encantador que estaba en toda la calle.
La entrada de la ciudad era la misma torre del reloj. La estructura era un puente de tres arcos para poder pasar, adornado con palmeras y otros árboles bastante más delgados. La torre del reloj tenía en la punta una veleta con las letras E y O, que naturalmente señalaban el Este y el Oeste.
Toda la torre estaba pintada de amarillo salvo algunos detalles en blanco.
-¿Les gustaría subir? -Pregunté.
-No estaría nada, nada mal. -Soltó Kirito.
-¿Se puede ver la ciudad desde ahí? -Preguntó Alice.
-Se puede ver la plaza y un poco del río, también el cuartel. -Dijo Tieze.
Ese lugar era muy especial para nosotros dos. Siempre que veníamos a la ciudad desde el pueblo terminábamos en ésta parte, siempre llegábamos a las siete y media para irnos a las ocho en punto, cuando sonaba el gran reloj.
Tieze en más de una ocasión se había quedado dormida en mi hombro mientras mirábamos la ciudad. Yo siempre veía en mi el azul del agua y en ella el rojo del atardecer.
Es como si fuéramos partes contrarias pero similares. Yo represento el día con mi ropa de azul, mis ojos medio azulados y mi cabello podría ser el sol.
Ella es el ocaso, rojo con sus ojos y su cabello...pero creo que nada más.
Ya en el puente vimos la ciudad, la calle transitada por las personas, los edificios a quinientos metros de la torre del reloj de colores que iban desde el blanco hasta un amarillo canario con sus detalles en rojo.
-Aún queda mucho por hacer, ¿no lo creen? -Dije.
-Apenas son las once del día, ¿Les gustaría un paseo en coche? -Preguntó Tieze.
-No gracias, llegamos en coche y estaría mejor ver la ciudad a pie. -Rechazó Alice.
-No me explique bien, aquí en la ciudad cuando decimos un "paseo en coche" quiere decir en un coche tirado a caballos, es lindo y podemos ver la ciudad de esa manera.
-Si lo vemos de esa manera... ¡claro que me gustaría!
No tuvimos que esperar mucho para encontrarnos con un coche tirado a caballo. El coche era de color negro que era opuesto al caballo blanco que tiraba de él.
Al detenerse el cochero, éste bajó a abrir la puerta del coche y regresar a su lugar.
-Damas, por favor. -Tomé la mano de Alice para ayudarla a subir, quien me agradeció el gesto con una sonrisa. Hice lo mismo con Tieze quien se sentó al lado de la chica sabiendo mis intenciones de sentarme junto con Alice.
-Bueno Eugeo, después de ti, debes saber que eso no te hace menos hombre. -Ambos reímos por su perspicaz comentario, aunque no me molestó a decir verdad.
-Supongo que debo darte gracias por éste gesto, amigo mío. -Volví a reír dándole un pequeño golpe en el hombro a mi viejo amigo.
Cuando él subió, cerró la puerta del coche para empezar a movernos desde lo que era la torre del reloj para dar un breve paseo de unos quince o veinte minutos.
Al ver a Kirito él me sonrió, tomándome del hombro para apretarlo un poco.
-En verdad me alegra que nos hayamos vuelto a encontrar. -Me dijo.
Tieze también me tomó de la rodilla, tratando de captar mi atención.
-¿A usted le alegra ver de nuevo a su amigo? -Me preguntó ella para causar remordimiento en mí.
-Si señorita Tieze, me alegra mucho. -Respondí de mala gana aunque tratando de disimularlo.
Alice preguntó por qué Kirito nunca le había contado de mí. Él respondió diciendo que jamás había ondeado en su pasado cuando los dos conversaban en la cabaña roja.
Otra cosa que me sorprende es el hecho de que tenga Alice viviendo en una pequeña cabaña. No es como que mi casa sea una hacienda o una enorme mansión...pero es bastante mejor que una humilde cabaña.
Necesito un momento a solas con Alice para poder decirle todo lo que yo puedo ofrecerle a ella con tal de que me pueda aceptar. Kirito dijo estar enfermo, esa es un arma que puedo usar en su contra.
El sonido del caballo trotando me causa un poco de conflicto ya que no puedo concentrarme del todo.
-¿Y qué opinas Eugeo? -Me preguntó Kirito.
-¿Eh?, ¿de qué? -Me perdí en mis pensamientos.
-Vaya, y pensar que estabas prestando atención. Como está empezando a hacer calor yo quería regresar a la casa para descansar un poco y así podemos platicar con un poco más de calma.
Un hueco en la armadura de Kirito...eso era todo lo que necesitaba, y ahora que lo tengo puedo aprovecharlo.
-Hum, que lastima, yo aún quería seguir un rato.
-También yo, Kirito...¿seguro que no puedes estar en el sol?
-Hmm...no. Perdón Alice, pero hay muchas que quiero platicarle a Eugeo.
-Podríamos ir yo, Alice y Tieze mientras tú te quedas en casa. Nosotros paseamos un rato más y ya en la noche volvemos a salir los dos.
-Yo podría quedarme con él. -Interrumpió Tieze.
Un bache en la calle hizo que diéramos un pequeño salto de la carreta, como si hubiera sido un tropiezo.
-¿Segura?...quería que los tres fuéramos al mercado que esta al aire libre. -Conté mientras nos recuperábamos del golpe.
-No, yo me quedo con Kirito. Pobre de él si se queda solo.
-¿Tienes problemas si voy solo con Alice a dar una vuelta?
-Claro que no, solo trata de no contarle cosas vergonzosas de mí.
-Entonces trataré de no tocar muchos temas que tengan que ver contigo, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
El cochero se detuvo ya que habíamos llegado a la casa. Kirito y Tieze bajaron de inmediato mientras que yo y Alice nos quedamos el uno frente al otro, sonriéndonos dulcemente.
-Cuida de ella, es una chica muy curiosa por lo que tiene tendencia a perderse. -Me advirtió Kirito con una risa.
-Eso haré, de ello puedes estar seguro.
-Nos vemos luego, Alice. -Kirito tomó su mano para darle un beso.
-Cuídate Kirito.
Le pedí al cochero que nos llevara a la costa, pasar un rato ahí con Alice no estaría nada mal.
Aunque a todo esto hay una cosa que no me gusta del todo, ¿Por qué Tieze se ofreció a quedarse con Kirito cuando ella me dijo expresamente que lo que hacía estaba mal?
Seguramente planea algo...pero de ella no puedo tener la más remota certeza de que planea o si al menos está planeando algo, debo tener cuidado con ello.
¿Y a donde vamos, Eugeo? -Me preguntó Alice.
-Es un lindo lugar, seguro te encantará conocerlo...se puede decir que es uno de mis lugares favoritos.
-Aunque también quiero que me cuentes algo. -Alice se acomodó de forma que me veía fija y seriamente. -¿Por qué cuando mencionaste a Quinella te enojaste?
-¡Yo no!...yo no me enojé por ello...
-No trates de engañarme...ni Kirito se libra cuando trata de hacerlo.
En sí, Quinella era una mujer muy empoderada conmigo. Era sumamente autoritaria, casi fascista conmigo. Si yo hacía algo que ella me había prohibido me reprendía fuertemente, casi golpeándome. Muchos me criticaron de no tener valor para encararla...pero yo jamás podría lastimar a una mujer aunque ella me tenga contra la espalda y la pared.
Me preguntaban si yo le tenía miedo a Quinella... pero a pesar de todo yo no le tenía miedo, me gustaba mucho porque era muy bonita y tenía un cuerpo excelente. A mí, personalmente, me gustan las mujeres con carácter, por eso me gustaba Quinella...si ella no fuera una dictadora en potencia la verdad es que sería mi chica perfecta, sobre todo porque me encantaban las cosas lindas que decía de mí.
Nuestra "relación" llegó a su fin porque ella lo quiso, me dejó de lado por razones que nunca me dijo. Nunca pude comprender por qué, seguramente porque casi siempre lo que hacíamos juntos era muy a la fuerza y por suma voluntad de ella.
-¿Y por qué te permitiste sufrir de esa manera? -Me cuestionó Alice cuando terminé de contarle.
-Porque ella me gustaba mucho...aunque después me di cuenta que me hizo un daño irreparable, dependía mucho de ella en varios aspectos de mi vida. Incluso cuando me dejó entré en depresión.
-¿Cuándo te diste cuenta que eso era lo mejor para ti?...
-Por qué Tieze, mi amiga, me lo hizo ver. Ella siempre estuvo ahí para apoyarme, no comí por dos semanas hasta que ella me convenció de hacerlo. No deje de llorar en la noche hasta quedarme dormido hasta que ella me hizo ver...que aún había algo por que vivir.
-Ay Eugeo... -Alice me abrazó de manera cálida y muy amorosa mientras me acariciaba la cabeza. -¿Eso querías decir cuando dijiste que le encantabas a las experiencias amargas?
-Por decirlo de alguna manera.
-¿Y a ti no te gusta Tieze? Por lo que me has contado ella sería buena pareja para ti.
-No podría darte una respuesta certera por más que lo intente.
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Probablemente más de alguno quiera matar a golpes a Eugeo por lo que está haciendo...y no dejará de darles razones durante toda la historia :v
¿Qué frase queda mejor?:
1-Te amaré hasta siempre
2-Te amaré siempre
3-Te amaré por siempre
No pregunten para que es :v nos vemos en una semana.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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