La razón de ser así
Tieze y Kirito estaban en el jardín de la casa. Kahona-Sama preguntó por los otros dos chicos. Kirito respondió que estaban conociendo la ciudad.
Ambos jóvenes fueron al cuarto en donde se quedaría Kirito y Alice. Tieze cerró la puerta poniéndole seguro desde adentro.
-¿Qué piensas hacer? -Preguntó Kirito, desconcertado.
-Advertirte de algo...el señor Eugeo quiere robarte a Alice. -Afirmó Tieze sin dejar de ver a la puerta.
-¿Qué? Él no sería capaz de eso, lo conozco. Eugeo es una persona muy noble de corazón como para atreverse a hacer tal cosa.
-Respóndame una cosa, ¿Cuánto tiempo tiene sin ver al señor Eugeo? -Se escuchaba que Tieze estaba llorando.
-Oye, ¿estás bien? -Kirito se levantó de la cama para dirigirse a Tieze.
-Respóndame lo que le pregunto...lo demás no importa.
-Nueve años...o incluso casi los diez.
-¿No le parece a usted que él pueda llegar a cambiar en esos casi diez años sin verse?
-Mierda...tienes razón.
Tieze estaba tratando de contener el llanto. Kirito solo fue y la tomó de los hombros para tratar de consolarla de alguna u otra manera, aunque no entendía del todo el porqué de su tristeza.
Aunque esas dudas se despejaron cuando Tieze contó que ella se había enamorado de Eugeo a la semana de haberlo conocido, porque siempre había sido un buen superior por su infinita amabilidad y cordialidad. Pero lo más importante: por ser un buen amigo.
Ella luchaba reaciamente para convencer a su superior de dejar su relación con Quinella, quien lo maltrataba siempre enfrente de todos, sin importar lo que pensaran de Eugeo.
Y ya cuando al fin ellos dos no eran pareja, Tieze se encargaba de consolar a Eugeo en su tristeza y en su soledad, algo así como si ella fuera un ángel que iluminaba el camino apagado de Eugeo, quien se encontraba perdido en los caminos de la vida y quien no podía disfrutar del hoy ni del mañana por lamentar algo del ayer.
Tieze de igual forma lloraba al ver a su gran amigo de esa manera. Era muy triste para ella verlo con el corazón destrozado. Aunque logró sanarle las heridas nunca pudo borrar las cicatrices que Quinella le había dejado a pesar de internarlo hasta el cansancio.
Incluso con algo que en verdad ya era hablar con palabras mayores. Tieze le había pedido a Eugeo que se casara con ella por temor a que su padre le impusiera un pretendiente encantador por fuera pero hijo de perra por dentro.
-En verdad se lo pido, Señor Eugeo...tengo miedo de que eso pasé...usted es una persona muy buena, muy noble y espero pueda comprender lo que le estoy diciendo. -Explicó Tieze con lágrimas durante aquella tardé del verano pasado.
-Lo entiendo...quisiera decirte que acepto con toda mi alma y corazón pero...existe un pequeño detalle que me lo impide. -Eugeo usó su pulgar para limpiarle las lágrimas a Tieze. -Aunque siempre puedes contar conmigo. Si algo te angustia, por pequeño que sea quiero que cierres tus ojos y me recuerdes desde el fondo de tu corazón. -Eugeo abrazó a Tieze para darle un beso en la frente.
-¿Entonces con eso estaré más tranquila?
-Solo si en verdad me recuerdas desde el fondo de tu corazón...con eso siempre estarás tranquila cuando pases por malos momentos.
-Gracias, ¡en verdad gracias, señor Eugeo! -Tieze abrazo más fuerte a Eugeo para romperse a llorar de felicidad a pesar de haber quedado en un "Stand by".
-Nunca supe cuál era ese pequeño detalle que le impidió a Eugeo afirmarme lo que le pedí. -Le dijo a Kirito.
-¿Cuánto tiempo había pasado desde su rompimiento con Quinella?
-Cerca de seis meses...casi un año desde aquello y nunca me ha dicho algo respecto a ello.
Los daños que Quinella le había causado a Eugeo no eran limitados a su propia relación, también en cuanto a su familia había quedado afectado.
Siempre alegre, siempre sonriendo y nunca nadie sospecharía que Eugeo tenía el cuerpo lleno de enormes cicatrices invisibles que lo lastimaban a pesar de haber cerrado.
Ese niño que Kirito conocía ya solo era un fantasma que quedaba reflejado en el chico del hoy.
Era muy bien sabido por Kirito que nunca nadie se baña en el mismo río. Aunque no solo había cambiado el agua y la persona...todo eso era diferente.
-Sigo sin entender por qué dices que Eugeo quiere robarse a Alice...¿él te lo dijo?
-Indirectamente...me dijo "que no tenía nada de malo"...Quinella le enseñó que para amar a alguien le debes dar algo a cambio. Ella le daba su amor a Eugeo a cambio de poder...¡de poder hacerlo sufrir de esa manera tan horrible! -Tieze golpeó la puerta.
-Relájate, van a pensar que estamos haciendo otro tipo de cosas.
-Él piensa que no tienes nada que ofrecerle a Alice, dijo que le daría cielo y tierra para que ella pudiera darle su amor.
-Como pasó con Quinella...
-Le dio su vida a esa maldita para que ella lo despreciara...el señor Eugeo no merecía algo como eso. -Tieze se derrumbó sobre sí misma para ponerse a llorar más fuerte.
-Tranquila, confió en que Alice no permitirá eso.
-Espero que si...eso que hace no es digno de él, ¿Cómo puede traicionar así a su amigo de la vida?
-Por qué no es él...Eugeo tiene una venda en los ojos que no le permite ver...Tieze ayúdame a quitársela.
-No será sencillo...quedó muy mal después de eso, yo vi como Quinella lo trataba en la calle, frente a la gente...pero no quiero imaginar lo que le hacía a puerta cerrada.
-Sigh, será muy complicado pero está bien.
El plan de ambos era hacer que Eugeo recuperará el sentido de la verdad con algunas indirectas. Darle a entender que lo que estaba haciendo estaba mal.
Kirito no pudo evitarlo, aunque sabía que estaba mal, pero escribió un poema basándose en lo que Tieze le había contado de su amigo. Para él estaba mal ya que eso podía hacerle recordar a Eugeo las cosas del pasado, abrir de nuevo las cicatrices que quedaron mal cerradas desde la última vez.
Aunque no era necesario que él se enterara de eso...
Yo te di todo mi amor, aquel que tú despreciaste sin reflexión.
Me heriste en lo profundo del corazón, alimentando tu ego en este duelo sin razón.
Puede que ahora me tengas llorando e implorando por tu retornar.
Puede que ahora este yo sin comer porque me faltan tus caricias diurnas.
Aunque eso ya sin cuidado me tiene, con un alma buena me topé.
Puede que ahora la vida sea un poco mejor...sin ti.
-No es terrible. -Pensó el joven al terminar de escribir en una hoja que le habían obsequiado.
Las indirectas serían, básicamente, de amor, de amistad, de lealtad y de nunca traicionar a las personas importantes. Solo quedaba esperar que Eugeo aun tuviera un poco de moral en su corrompido corazón y que así pudiera ver el mal que estaba causándole Kirito, Alice y a la persona más importante en aquel instante...a Tieze.
En el paseo por el puerto, Eugeo le mostraba a Alice el mar, quien lo miraba por primera vez en toda su vida de una semana.
La brisa del mar caía en la piel de Alice quien sonreía al ver las olas llegar a la orilla de la playa. El sol de la tarde no era muy quemante, si hacía un calor bastante considerable...pero para ambos no era muy pesado.
-Siempre que tengo algún problema vengo a pensar aquí. -Comentó Eugeo, sentándose en el muelle de piedra, quitándose las botas para meter sus pies al agua. -No está muy fría, eso es bueno.
Alice imitó a su acompañante, quitándose las sandalias para meter sus pies en el agua, sentándose a su lado en el muelle.
-La verdad es que éste sitio es muy bueno para pensar.
-Aunque vengo aquí de noche para que el sol no me queme la piel. Otras veces está mucho más fuerte.
-Tenemos suerte el día de hoy.
En la casa, Kirito miraba por la ventana el pasar de los vendedores de sombreros y de las mujeres que tenían sombreros con frutas y vestidos coloridos en donde resaltaba sobre todo el color amarillo.
Tenía que pensar lo que debía hacer. Si tuviera a Rui a su lado en ese momento la verdad es que lo pasaría bastante mejor, ella podría aconsejarle cualquier cosa para superar ese problema.
Su confianza en Alice era mucho más que ciega, aunque la verdad era que tenía un poco de miedo a que Alice se cobrara lo de la carta, engañándolo con Eugeo.
Ahora que recordaba las cartas, recordó de igual manera a Asuna. En un primer momento se preguntó si ella ya había recibido la carta. Ella iría a la escuela ese día, por lo que seguramente la carta estaba ya en marcha, a unas horas de llegar a su destino.
Kirito no podía darse el lujo de pensar en otra cosa que no fuera resolver el problema con Eugeo lo antes posible, por lo que despejó su mente y se concentró en lo que debía de hacer.
No debía decirle que Tieze se lo había dicho. No podía decirle nada que hubiera salido de los labios de la chica. Simplemente lo mejor era seguir con el plan de las indirectas y si eso no funcionaba lo que sucedería era sacar la artillería pesada.
Dejarle bien en claro a Eugeo, explicándole de ser necesario con peras y manzanas que el amor no funcionaba así. Podría darle una breve explicación de lo que era el amor a Eugeo y quitarle de una buena vez de la cabeza las ideas que Quinella le había puesto ahí.
Tieze entró de nuevo a la habitación del invitado con algunas flores azules.
-¿Cree que al señor Eugeo le gusten las flores? -Preguntó ella.
-Tengo entendido que el hombre es que regala las flores, no la mujer. -Masculló Kirito sin dejar de ver a la ventana.
-¿Al menos puede verlas?
Kirito giró el cuello para ver las flores que Tieze tenía en las manos. Estaban recién cortadas y habían sido bañadas con un poco de agua. Tenían con algunas ramas de ciprés que se mezclaban con el azul de las flores.
-Sin duda alguna le van a gustar, ¿Por qué esos colores?
-Por el azul de su ropa y el verde de sus ojos. -Kirito volteó a ver sorprendido a Tieze, quien se sonrojó de inmediato. -¡Pe-perdón!, lo dije sin pensar, espero no haberme visto muy ridícula frente a usted.
Kirito se quedó pensando unos segundos y luego soltó una buena risa. Tieze lo miraba con confusión e indignación, ¿Por qué él se burlaba de sus sentimientos por el militar?
-No es ridículo expresarte de esa manera, más ridículo sería no hacerlo. Soy poeta y la verdad es que eso que haces es algo muy lirico, "flores azules como su ropa, y tallos verdes como sus ojos, señor Eugeo" dile eso cuando se las vayas a entregar.
-¡No!...que vergüenza. -Tieze ocultó su rostro tras las flores.
-Entonces lo escribiré en una nota y lo dejaré en su cajón.
-¡No lo haga, se lo digo enserio!
-Solo dile eso cuando lo veas, a ti te gusta, ¿no? Deberías dejarle eso en claro.
-Sigh...está bien, se lo diré cuando lo vea.
-Supongamos que yo soy un teniente o un sargento, no lo sé. Así que Tieze considera esto como una orden.
-Usted no tiene nada de militar, jajaja. Aunque no se lo tome a mal.
-En realidad tienes toda la razón del mundo.
Ya estaba cerca la hora de la comida, el banquete a los cinco invitados estaba preparándose. Se serviría costillar de res con agua fresca y de postre flan de vainilla.
Aunque la pareja costera no estaba muy dispuesta a regresar a la hora de la comida. Eugeo sabía que pasaría si ambos llegaban tarde a la comida...pero no le importaba mucho, solo quería que Alice se la pasara muy, muy bien.
Cosa que en verdad estaba sucediendo, Alice no dejaba de ver las gaviotas volando mientras el sol iluminaba sus ojos azules como el mismo mar que miraba sin descanso y sin tregua.
Estaba pensando a qué lugar era mejor para llevarla a pasear. Iban uno al lado del otro, Eugeo se había mantenido discreto en el aspecto de lo romántico. Prefería quedar como buen caballero a una persona que movía los hilos demasiado rápido.
A los veinte minutos ya se había recorrido todo el mar. A lo mejor aún podía llegar al mercado al aire libre, que era bastante mejor que el que habían visitado anteriormente.
El camino era empedrado, por lo que Eugeo, de manera inteligente, preguntó si podía ir tomado del brazo de Alice para que ella no cayera porque las calles eran traicioneras en ese aspecto...cosa que era mentira, pero le servía como buen pretexto.
Así que ahí iban los dos chicos. Uno con su camisa y pantalones azul fuerte mientras que la otra iba con su clásico vestido color azul pastel. El traje de Eugeo tenía encaje en color blanco que formaba una rosa del lado derecho y unas espadas cruzadas del otro, además de que los botones eran finos, con detalles en oro.
Algo digno de un militar de la más alta gama. Y aunque Eugeo solo era un cadete, se vestía bien.
Ya en el mercado que estaba a un lado del muelle, las palmeras adornaban todo el camino, con las mantas y carpas dando sombra a los puestos ambulantes que estaban en la calle.
Se vendía casi lo mismo que en la ciudad: fruta, sombreros, playeras. Salvo que ahora había una variedad bastante más grande que llevaba perfumes, flores, algunas joyas metálicas, ropa, etc.
De las flores, las que más destacaban y captaron la atención de ambos jóvenes fueron unos lirios con sus pétalos blancos, su pistilo de color azul fuerte, incluso un poco de ese color se mezclaba ligeramente con los pétalos.
-¿Cómo se llama esa flor? -Preguntó Alice.
-Es un Lirio Corazón Azul. -Al mostrarles un botón de la flor, este era también de un color azul, como si hubiera sido remojado en tinta.
-Me llevo tres, de favor. -Golpeó Eugeo.
-¿Tres? Para quien son.
-Hum...dos para ti y una para mi amiga. -Sonrió Eugeo.
Cuando les dieron las flores, ambos siguieron caminando. Hubo un puesto que vendía únicamente tabacos, ya fuera especiado con menta, vainilla o incluso con hojas de tabaco remojadas en whisky por unas semanas. Se mataban dos pájaros de un tiro, tabaco sabor a whisky y whisky sabor a tabaco.
Eugeo tenía tajantemente prohibido por Tieze el fumar...pero ella no estaba ahora. Compró media onza junto con unos cerillos largos, puso el tabaco en su fiel pipa full bent de madera tallada de color caramelo con algunas mordeduras en boquilla de cuando solía estar muy preocupado por los asuntos del Colegio Militar.
También había algunos dulces, muchos se veían deliciosos.
-¿Quieres unos? -Preguntó Eugeo.
-No lo sé...nunca los he probado. -Respondió Alice.
Eugeo dio una buena bocanada a su pipa sacando bastante humo que escupió para arriba, sin que este pudiera molestar a Alice.
-¿Puedo probar? -Preguntó ella.
-¿Fumas? -Cuestionó Eugeo de manera escéptica.
-Podría intentarlo. -Cuando Alice le dio una bocanada a la pipa y se pasó el humo por la garganta, rápidamente empezó a toser, poniéndose un poco roja de la cara al tiempo que Eugeo trataba de auxiliarla.
-Creo que los dulces son más lo tuyo. Deme dos de esos, por favor. -Le pidió al dulcero, quien le dio dos bolas de masa de arroz que contenían en su interior una fresa y un poco de chocolate.
Cuando Alice probó su pequeño dulce...sí que se percató que los dulces eran más lo suyo, como había dicho el muchacho.
En la casa la mesa estaba ya puesta, solo faltaban unos minutos para que empezara la comida. Kirito estaba preocupado de que Eugeo y Alice no llegaran, de que sus confianza en Alice se viera traicionada por su mejor amigo de la infancia.
Al principio de no percató de la gravedad del asunto debido a su confianza en Alice, salvo que ahora en verdad el problema se presentaba en sus ojos, sabiendo que tenía que hacer algo para evitar que las cosas se pusieran malas.
Estaba también pensando en cómo contraatacar a su amigo cuando éste tratara de insinuarse a Alice. Nunca se había puesto a pensar quien de los dos era más guapo. Al percatarse de quien tenía mejor personalidad...Eugeo se llevaba la corona con su amabilidad y labia.
Lo que más lo tranquilizaba en todo ese mar agitado de emociones que lo mataban de poco en poco, se encontraba el hecho de que Alice fue la que dio el primer paso en su relación tan tensa. Fue ella quien le había pedido hacer el amor, quien le dijo que no debía temer a la sensación del amor...aunque ahora no estaría mal que le dijera que no debía temer a perder su amor.
No trato con mucho cuidado esos pequeños detalles de Eugeo que dejó pasar por alto, como el hecho de tocarle la mano con sutileza, de darle un beso en la misma mano y de comprarle pequeños "detalles" que no tenían la mínima importancia.
Ahora Kirito estaba comenzando a fastidiarse, deseando sin aceptarlo que reencontrarse con Eugeo había sido lo peor que le había pasado en la vida, que era mejor cuando no se veían.
Aunque esta rabieta fue disuelta por Tieze, quien tocaba a su puerta para llamarlo a comer, algo que lo exaltó un poco porque estaba exhorto en sus pensamientos.
Como Eugeo dijera "¿Qué tal si esta noche duermo con Alice?, solo es para que estés más cómodo, viejo amigo" lo mejor era que apretara bien fuerte los dientes ya que Kirito le iba a dar un golpe con una dureza que seguramente se rompería la mano.
Lo mejor era simplemente deshacer esos pensamientos que causaban un dolor sin placer.
Tieze se sentía igualmente preocupada de que ambos chicos no llegaran. Conocía a Eugeo y él jamás faltaría a una comida...pero en esta ocasión no podría estar seguro si sería fiel a sus principios.
En la radio estaba sonando Si yo no te tengo a ti, de los Hombres G. Kirito abrió los ojos de sobremanera al escuchar detalladamente esa canción.
Yo no tengo nada que me haga sonreír
Nadie que me abrace fuerte y me haga feliz
No tengo nada que hacer, no tengo por qué vivir
No tengo nada de nada, si no te tengo a ti
Y solo quiero que estés cerca de mí.
-¿Escuchaste eso? -Preguntó Tieze, quien estaba detrás de Kirito.
-Perfectamente...eso es lo que le pasa.
-Pero el si tiene a alguien que lo abrace... -Tieze estaba luchando por que las lágrimas no se le salieran de los ojos.
-Eso es algo que él no sabe...¿recuerdas las flores?
-Sí, lo recuerdo.
-No solo le digas lo que me dijiste hace rato, abrázalo, hazlo feliz, de ser necesario mímalo como si fuera un niño pequeño que se cayó de su bicicleta.
-Nunca antes le han dado flores...creo que eso me da una ventaja.
Hablando de flores, Alice tenía en sus manos el ramo de tres lirios que Eugeo había comprado, dos para ella y otro para Tieze. Caminaban hacia la parte alta de la ciudad, aun tomados del brazo.
Eugeo tenía planeado comer con ella y luego tener una cena de amor para rematar, dar el tiro de gracia. Era un poco temprano para dejar en claro sus intenciones, debía tener cuidado en sus movimientos.
Aunque eso sí, Alice le echó a perder el plan. Ella tenía planeado únicamente regresar a comer en la casa, pasar un rato ahí mientras el sol bajaba y después, en la noche, pasear una última vez antes de ir a la cama con Kirito.
Cosa que Eugeo tuvo que respetar a carta cabal, no era bueno para él interponerse en los planes de la chica. Eso sería equivalente a mostrar sus cartas en una partida de póker.
Aun su pipa no se había acabado, iba apenas a la mitad. El olor del tabaco en pipa era bastante más fuerte que el del cigarro, cosa que no pensó cuando puso su mano en el hornillo de la pipa para que esta se apagara.
Al apagarla de esa manera, se quemó un poco la mano y el círculo de braza se había quedado impregnado en su mano, sabía que eso le traería problemas por lo que tenía que pensar rápido para evitar una reprimenda de Tieze por lo que vació en una planta el tabaco que sobraba, algo que le hizo recibir una mala mirada de una señora.
-El tabaco es muy buen fertilizante, no le sorprenda si para mañana su planta tiene algunas florecillas. -Se excusó Eugeo con una sonrisa.
-Mi marido me dice lo mismo...nunca le creí porque prefiero usar los residuos del café. -Dijo la señora para luego entrar de nuevo a su casa.
-Sigh, esa estuvo cerca.
-Veo que sueles meterte en problemas. -Observó Alice.
-Solo de vez en cuando, aunque ahora me estoy metiendo en fuertes aprietos.
Ambos siguieron su camino hasta llegar a la casa. Faltaban tres minutos para que la mesa fuera servida. Tieze y Kirito estaban perdiendo las esperanzas de que los dos llegaran, hasta que Alice pasó por la puerta.
-¿Y esos lirios? -Preguntó Kirito al tiempo en que Eugeo también pasaba y Tieze iba corriendo al segundo piso por las flores azules.
-Las compró Eugeo para mí y para su amiga, ¿Cuál era su nombre? -Preguntó Alice.
-Tieze, así se llama. ¿A qué se debió el detalle, amigo mío? -Kirito tomó del brazo a Eugeo de manera un poco brusca.
-A ambos nos gustaron, creí que eran un buen detalle.
-Así es. -Kirito dejó el brazo de Eugeo para examinar los lirios con un poco de recelo disimulado. -Son como los ojos de Alice, ¿no crees lo mismo, cariño?
-Sí, la verdad es que son muy lindas. Gracias por ellas, Eugeo, no te lo había dicho.
-No fue nada. -Tieze bajó rápidamente las escaleras con las flores en su espalda. Al ver los lirios en las manos de Alice, se sintió con desasosiego.
-Son lindos ¿verdad? -Preguntó ella.
-S-sí, ¿se los compró el señor Eugeo?
-Unos para mí y otros para ti. -Alice sacó un lirio del ramo y se lo entregó a Tieze. -De parte de Eugeo.
-Señor Eugeo...
-Son un pequeño detalle de mi parte, sabía que te iban a gustar tanto como a mí.
Tieze puso el lirio en el mismo ramo donde estaban las flores azules y las ramas de ciprés para luego caminar hacia Eugeo de forma decida.
-Seleccioné estos colores por el azul de su ropa y el verde de sus ojos. Acéptelos por favor, señor Eugeo. -Tieze le ofreció el ramo.
-Tieze...es el mejor regalo que me han dado nunca, pero éste lirio es para ti. -Eugeo sacó el lirio y se lo ofreció, ahora personalmente, a la chica.
-Lo aceptaré si usted acepta esas flores.
-Con gusto las acepto. -Eugeo abrazo fuertemente a Tieze quien también se entregó al abrazo como si fuera uno de despedida.
Tras unos segundos del abrazo, Tieze movió su mano hacía el cabello de Eugeo, tomándolo entre sus dedos para darle un repentino jalón hacia atrás.
-¡Ouch!
-¿Qué le dije acerca de fumar?, ¿si le dije que no lo hiciera? -Cuestionó Tieze sin dejar de jalar el cabello de Eugeo.
-¡Solo fue un cigarro, nada más uno!
Tieze tomó las manos de Eugeo para olerlas un poco. No olían a tabaco, por lo que las revisó encontrando la mancha que había dejado el hornillo de la pipa.
-¿Solo un cigarro? -Tieze puso su mano haciendo un gesto para que Eugeo le diera la pipa. -Démela.
-Yo soy quien debería hacer esto, ¿Una aprendiz dándole órdenes a su superior? Solo yo puedo permitir eso. -Masculló Eugeo mientras le daba la pipa a una sonriente Tieze.
-Decomisada, ¡ahora váyase a lavar las manos!
Al notar que Kirito y Alice estaban tapándose la boca con las manos para tratar de ocultar su risa, Eugeo se avergonzó muchísimo. Tieze lo ordenaba peor que a un niño.
-Esto es tan humillante. -Suspiró Eugeo mientras subía las escaleras para dejar el ramo de flores en la cama de su cuarto.
-También ve a lavarte las manos, Alice. -Pidió Kirito.
-Qué bueno que no me lo pediste como Tieze. -Rió ella.
-Alice...
-¿Si?
-Dame un beso. -Alice hizo lo que Kirito le pidió dándole un beso "de piquito", cosa que lo tranquilizo mucho.
No era como que con ese beso le aseguraba que Alice le era fiel. Para Kirito era simplemente para tranquilizarse un poco, como un consuelo que no era necesario...aún.
Eugeo se tallaba fuertemente la mano derecha para quitarse la mancha de braza que tenía. Tieze le había dado algunos regalos en navidad, en su cumpleaños, o para consolarlo por el rompimiento de su corazón tan frágil.
De todos los regalos nunca había esperado jamás unas flores. Aunque no las despreciaba, las sentía como un detalle muy lindo que valía la pena conservar por lo que antes de sentarse a la mesa donde ya todos lo esperaban fue por un pequeño florero para llenarlo en la cocina, subir a su cuarto y poner las flores en su mesa de noche, donde guardaba algunos recuerdos de su pasado con Quinella.
Ese cajón había permanecido cerrado por algunos meses, desde que Eugeo dejó de frecuentarlo para seguir viviendo sin preocupaciones...o al menos esa era la intención.
Al ver detalladamente la mesa de noche, él puso su mano en el pomo, jalando suavemente para abrir el cajón.
-¡Señor Eugeo, dese prisa! -Apuró Tieze quien había entrado al cuarto.
-¡Ah, agh, Tieze que susto me diste!
-¡Perdón, no fue mi intención!
-Sé-sé que no fue tu intención, aunque vaya susto, casi tiro el florero. -Eugeo cerró bien el cajón donde estaban sus amargos recuerdos.
-Bien, solo apúrese a comer, lo estamos esperando.
-Sí, dame un segundo, ya voy para allá.
Tieze fue bajó corriendo las escaleras. Eugeo aprovechó para volver a poner la mano en el pomo y abrir el cajón...aunque tras unos segundos se dio cuenta que no era necesario en lo absoluto.
-¿Qué es lo que estaba haciendo? -Se cuestionó.
Su respiración seguía agitada por el susto que Tieze le había metido. La verdad es que no solamente era por eso por lo que Eugeo agitó la cabeza para despejarse, se levantó de la cama y fue a bajar las escaleras.
-Date prisa chico, estamos esperándote.
-Disculpe señor...la mancha de braza no quería salir.
-Preferiría que no fuera necesario que tengas que lavarte manchas de braza de las manos. -Amenazó Tieze.
Kirito y Alice estaban sentados juntos en un lado de la mesa. Eugeo se sentaría en uno de los extremos al lado de Tieze y de la hija del pistolero.
Ya todos estaban comiendo el costillar, Alice era la que comía más apurada porque era la que estaba más hambrienta.
Kirito reprendía un poco a Alice para que comiera un poco más lento, que no había necesidad de comer tan rápido, algo que causaba gracia entre los demás comensales.
Eugeo solamente estaba mirando sin hacer nada, hasta que Tieze lo tomó de la mano.
-Vamos, señor Eugeo, ¿Qué espera?
-Me perdí en mis pensamientos, eso es todo... Respondió él, secamente.
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Uff, ¿que recuerdos serán los que tenía Eugeo en ese cajón? !Descubranlo en el!...ok, eso es ridículo :v.
Ahora se pueden dar una idea de por donde van los tiros en esta historia, apenas vamos arrancando y no han visto nada...ni siquiera de los planes de Eugeo respecto a Alice. Ya para el capítulo 7 siento que me van a querrer matar :c
No se por que, pero me están dando ganas de hacer algo así como un "OVA" en donde se relate la relación de Quinella y Eugeo antes de todo este pdo. No lo incluí en el escrito original ya Eugeo estaba teniendo demasiado protagonismo, ya verán a lo que me refiero. Dejando eso de lado ¿Hago este "OVA"? por que me siento inseguro, en realidad me dan ganas de hacer un EugeoxQuinella pero ese ship no es muy famoso y creo que no tendría recibimiento ya que Quinella era muy...¿como decirlo? muy ¡perra! cof, cof. Espero sus opiniones al respecto :v
Nos vemos en una semana.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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