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La chica del parasol

Alice y yo estábamos sentados en la sala, yo estaba usando un abanico para quitarme el calor. Lo último que quiero es estar enfermo nuevamente, sobre todo cuando cierta persona que yo pensé que era mi amigo está al acecho.

No soy celoso ni posesivo, pero lo que Eugeo está haciendo...de verdad es algo que jamás pensé que él pudiera hacer. Para mí eso es caer muy bajo. Seguramente Tieze está hablando de eso ahora mismo, ojala pueda entrar en razón.

-Kirito, ¿te pasa algo? -Me preguntó Alice.

-No, no. Estoy bien. -Le dije. -Ya con esto se me bajará el calor.

-No es eso...te noto un poco...pensativo, como si no estuvieras aquí presente.

Alice en eso tenía razón. Mi cuerpo está en la sala pero mi mente está en el mundo de las ideas...aunque nadie sabe con certeza en donde queda ese lugar.

-Sólo pienso en mi siguiente poema. Hay muchas en las que puedo basarme aquí. -Tome del mentón a Alice y le sonreí.

Kahona-Sama pasó frente a nosotros, hizo un gesto de sorpresa para luego sonreír. Tenía un parasol en sus manos

-Espero no haber interrumpido nada, sólo quería darle éste pequeño detalle a Alice. -Dijo, dándole el parasol a ella.

-Ah, gracias Kahona-Sama, ¿de dónde lo?...

-Mi nieta lo olvidó la última vez que vinimos aquí. Su padre le compró otro ya que no sabíamos que estaba aquí. Aunque ahora quiero obsequiártelo.

-Muchas gracias, Kahona-Sama. -Alice se levantó, tomó el parasol y le dio un abrazo a la abuela. Jeje no debería decirle así por respecto...pero la señora es casi como mi abuela.

Ella me miró echándome aire con el abanico que tenía. Entrecerró los ojos con una expresión constante de sospecha.

-Pero sólo a ti se te ocurre enfermarte el día en que saldríamos de paseo, Kazuto. -Me reprochó, pero Kahona-Sama estaba sonriendo.

-Es verdad, sólo a ti se te ocurre. -Agregó Alice.

En ese momento iba a decir algo, pero tras pensarlo unos segundos mejor me quedé callado. Eso lo resolveríamos cuando Kahona-Sama se fuera.

Alice agradeció nuevamente el parasol, sentándose de nuevo conmigo. Yo de inmediato le pellizque la pierna.

-Pero sólo a ti se te ocurre pedir que te haga el amor cuando estaba haciendo frío. -Le susurré de forma seductora, algo que incluso a mí me provocó gracia.

-Oye, no hablemos de eso ahora. -Alice oculto su rostro en mi hombro.

Tieze y...ese sujeto, bajaban de la escalera, muy despacio, como si fueran dos señores de la edad de Kahona-Sama. Iban tomados del brazo. Ella se estaba limpiando los ojos, como si algo se le hubiera metido en uno de ellos.

"El otro sujeto" estaba pensativo, con una expresión medianamente de tristeza. ¿Qué tanto habrán discutido mientras no estaban.

Independientemente de lo que hayan hecho...lo mejor es no preguntar. Incluso Alice se percató de ello, pero por primera vez supo que era mejor no preguntar qué estaba pasando, que lo mejor era que eso se quedara en secreto.

-¿Qué crees que? -Me preguntó Alice en voz baja.

-No tengo idea...aunque trata de disimular. -Le pedí.

-Comeremos aquí y después de la siesta no se a donde más quieran ir. Aún hay dos o tres lugares que serían lindos para visitar. -Comentó Eugeo, acariciándose las manos, sonriendo.

-Bueno, hay un pequeño detalle, ¿recuerdas? Yo no puedo salir en la tarde. -No sé si lo preguntó a posta sólo para joderme.

-Perdón, hay tres o cuatro asuntos rodando en mi cabeza, olvidé ese detalle. Alice, ¿A dónde te gustaría ir con Tieze?

-¿No vas a ir tú también? -Alice apretó un poco su parasol al preguntar.

-No. No, surgió un improvisto de la nada y tengo que atenderlo. -Cuando Eugeo terminó de hablar, Tieze se fue rápidamente hacia la sala. -¿Entonces te gustaría alguna sugerencia?

Tras la comida, no podía conciliar el sueño bajo ningún motivo. Estaba furioso de que Eugeo se quisiera pasar de la raya. En el amor no hay reglas pero eso es una mierda, no debe jugar así de sucio el desgraciado.

Alice se dio cuenta de que no podía dejar de mirar al techo. Cada que pensaba en que planeaba ese desgraciado, me hervía la sangre.

Pero vaya que calmé al darme cuenta de una cosa. El éxito o fracaso de su plan no depende de mí... depende de ella.

Alice puso su mano sobre el dorso de la mía, eso me tranquilizó bastante. Incluso solté un enorme suspiro.

-¿Te sientes bien? -Me preguntó.

-Si...sólo es cosa del calor.

-No me refiero a eso...te has portado muy extraño últimamente, ¿te impresionó mucho volver a encontrarte con tu amigo?

-Me he dado cuenta que esos nueve años nos han cambiado a ambos...pero a ciencia cierta es como si nunca lo hubiera conocido antes.

-Tranquilízate...debes saber que no hay mal que por bien no venga. -En ese instante me reí bastante, olvidando por unos segundos mis preocupaciones.

-¿Dónde escuchaste eso? -Le pregunté a Alice entre risas.

-Lo leí en un libro, ¿tú crees? -Me respondió ella sarcásticamente.

-No lo creo, jajaja.

Antes.

Tieze cerró la puerta tras de sí, yo me senté en el sillón donde suelo estar siempre cuando tomamos la siesta.

-Señor Eugeo...le pediré algo y no pretendo aceptar un no por respuesta. -Me dijo Tieze, se notaba con la voz quebrada, no sé si más por el enojo o porque estaba a punto de llorar.

-Tú me enseñaste a decir "no" cuando era novio de Quinella, ¿ahora me niegas poder decirlo?

-Exactamente. Señor Eugeo cásese conmigo...por favor, vayamos ahora mismo a la iglesia de San Pedro para que el señor cura nos case hoy mismo...siempre fue mi sueño casarme en esa iglesia...desde que era niña. -Lloró Tieze.

-Al igual que aquella vez...te pido que me esperes, es muy precipitado lo que estás haciendo, Tieze. Es como pedirme que me arrogue a un vacío sin saber que puedo quedar lastimado o no.

-Usted sólo se lastima...siempre lo ha hecho, aunque no quiera aceptarlo.

-Tieze mírame...

Ella se volteó dejando ver que sus ojos estaban derramando algunas pequeñas lágrimas. Era la primera vez que veía llorar a Tieze, y pensar las veces que me vio llorando, o que estuvo conmigo, mientras yo lloraba hasta quedarme dormido.

Ahora se...que ver llorar a alguien querido para mi es lo más horrible que pueda presenciar.

-Dígame...señor Eugeo.

-Señorita Tieze Shtolienen, miembro del quinto regimiento de infantería del Heroico Colegio Militar, sé que ya ha esperado mi respuesta desde hace mucho tiempo, quizá el plazo que usted esperaba ya se venció. Sólo le pido, como su superior...que me espere un poco más. Usted sabe que la paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces.

-Alguna vez me lo pudo haber dicho, señor.

-Ahora bajemos a comer, ¿no tiene hambre, señorita Tieze?

Tome de la mano a Tieze, dándole un beso en la frente para tranquilizarla, aunque ella alzó su cabeza, como esperando a que se lo diera en los labios. Pero no tengo el valor de ser yo quien le dé su primer beso, de entre todos no podría ser yo...no lo merezco.

Al bajar por las escaleras, me di cuenta que Kirito y Alice nos estaban mirando extrañados. No creo que hayan escuchado lo que dijimos pero, seguramente nuestras caras lo delatan todo.

Preferí irme al muelle en vez de quedarme en la casa a tomar la siesta. Me fui no sin antes tomar mi pipa del cajón donde Tieze siempre suele ocultarla, no sin antes dejarle una nota que decía "fui a atender el asunto que tú sabes mejor que nadie".

Hablar en clave siempre ha sido lo mío, en especial desde que me alisté en el ejército. No me siento orgulloso de ser yo quien tenga que hacerlo, pero es lo mejor.

Pasé por una tabacalera. Al simplemente oler el tabaco me produjo una sensación de relajación, mi mente se despejó de inmediato. Compré la media onza que siempre suelo comprar para fumar un poco, los cerillos de palo largo y tras sentarme en el muelle, descalzo, me puse a fumar.

No soy una persona que tenga tabaquismo, pero nunca antes había sentido tanto placer al fumar, seguramente éste momento durará un buen rato.

Rato que, claramente, usaré para pensar...lo que tenga que pensar.

Al ir a media cazoleta consumida habían pasado ya veinte minutos. Veinte minutos fumando sin prisa. No sé por qué Tieze quiere que me case con ella. No es algo que me moleste, es algo que no entiendo, ella merece algo mejor que un llorón traidor como yo.

No sé si pueda verla como algo más que una amiga, somos buenos amigos, como hermanos...o no. Sea lo que sea, no tengo el valor de decirle que no a Tieze, pero ella no me va a esperar toda la vida, o quien sabe, ya que sólo las mujeres son las que esperan toda la vida al amor...los hombres nos cansamos de estar esperando, como en todo.

Aunque ahora ella debería tener muy en claro que mis intenciones con Alice son bastante fuertes. Yo ya he sufrido en el amor, ahora le toca a otro.

Aunque no sé si deba aceptar que está bien decir eso...quien sabe.

Al despertarme me di cuenta que Kirito aún estaba despierto. Parece ser que algo lo está molestando, y no es el calor...pero por más que le insisto no me quiere decir, no es solo su amigo, de lo contrario no estaría tan inquieto.

Tieze tocó nuestra puerta, avisándonos que ya era hora de levantarnos.

-Kirito, ¿puedes despertar a Alice, de favor? -Pidió ella.

-Ya estoy despierta, no te preocupes. -Le avisé, levantándome, tallándome los ojos para terminar de despertarme.

-Tengo a un buen lugar que seguro te encantara visitar...lástima que su compañero Kirito no puede hacerlo.

-Ah, no importa. En la noche estaré insoportable, así que disfruten este tiempo que no me verán. -Rió Kirito, quien se estaba levantando de la casa.

-Bien, vámonos.

Tieze y yo estábamos caminando tomadas del brazo, yo nos cubría a ambas con el parasol que Kahona-Sama me había obsequiado, era un regalo muy lindo de su parte.

El parasol era completamente blanco con algunos bordes que lo dividían en partes, era lindo.

Aun había mucha gente, la ciudad estaba siempre activa mañana, tarde y noche. Sin duda era espectacular.

Tieze me llevó a algunas boutiques y tiendas de perfumes, ellas decían que eran "francesas". No tenían nada que ver con las frambuesas de los postres que me gustan tanto, para mi mala suerte.

Las dos veíamos los mejores vestidos, nos gustaban los mismos, incluso el color azul era el favorito de ambas, como si estuviéramos conectadas de algún modo u otro.

En las perfumerías "francesas" hubo algunas cosas en las que no estuvimos de acuerdo. Yo prefería los olores dulces, los que tenían fragancias de mis frutas favoritas y ella prefería los aromas florales cítricos y "lujosos" como les decía Tieze.

Compramos uno para cada una, con nuestra discordia entre medio pero lo hicimos. Al final salimos riendo de las tiendas.

No pude verme, pero estoy casi segura que me brillaron los ojos al ver la dulcería de la ciudad. No le pedí, le roge a Tieze que fuéramos a la dulcería, aunque le dije que no compraríamos nada.

Caminábamos por los enormes pasillos con bolsas llenas de dulces. Sin que nadie me viera, ni siquiera Tieze que estaba a mi lado, tomaba un pequeño dulce, ya fuera un caramelo o una gelatina y la metía en la bolsa del perfume.

Cuando salimos, esperé unos pasos para estar un poco lejos de la dulcería y sacando un gusanito de gelatina sabor fresa, lo metí rápidamente a mi boca.

-¿Qué estas masticando? -Me preguntó Tieze.

-Nada. -Le sonreí, dejando ver mis dientes manchados de rojo.

-¡Alice! -Rió. -Dios, no, ¿Por qué lo hiciste?

-Me gustan mucho los dulces, no pude evitarlo.

-Sigh...ni modo de regresarlos, eso no tendría sentido ya, ¿Dónde lo guardaste? -Al mostrarle que la pequeña bolsa del perfume estaba casi llena, Tieze se soltó a reír. -¿Por eso querías ir a la dulcería?

-No del todo, al principio traté de contenerme, pero ya vez.

-Si me di cuenta. Dame uno, por favor.

Y así se nos fue media hora sentadas en un pequeño parquecito llamado "Los almendros", comiendo dulces, mirando los hermosos edificios de colores vivos y hermosos y platicando de cualquier cosa que se nos ocurriera. La verdad es que no podía pedir más. Risas y pláticas amenas, con eso la vida me bastaba e incluso me sobraba.

-¿Y ahora qué? -Pregunté.

-Podríamos regresar a la casa, no hay otro lugar que pueda ser interesante. -Me respondió.

Nos habíamos casi acabado la bolsa de dulces. Simplemente fue un lindo momento aquel que pasamos.

Yo estaba masticando un chicle, ya casi no tenía sabor pero no iba a desperdiciarlo. Era de sabor cereza, mi favorito.

Abrí nuevamente el parasol para cubrirnos de la gran cantidad de luz vespertina. Muchos rayos de sol se reflejaban en las fuentes, en los suelos de piedra y en cualquier cosa que no fuera mate.

Pasamos, para acortar camino, por un mercado de artesanías. Vendía muchos tipos de cosas, desde comida, juguetes de madera, lapiceros, pipas entre varias cosas.

Cuando Tieze vio las pipas, de inmediato noté que se puso triste. Sé por qué es, pero prefiero no confirmar mis sospechas preguntándole.

-Vamos, sigamos. -La jalé de la manga para que dejara de ver las pipas.

Seguramente ella discutió con Eugeo, no sé por qué...pero de todas formas prefiero no saberlo, eso es algo muy personal. Cuando me peleé con Kirito, no quería que nadie me molestara, se lo que se siente.

Aunque esos pensamientos abandonaron mi cabeza al ver una tienda en específico. Era una tienda de guitarras. Recordé entonces el día de ayer, cuando todos estábamos en el coche menos Kirito, quien estaba tocando una guitarra, cantándome a mí, diciendo "sólo es amor y nada más".

Pero exactamente que limitaciones deben existir para que sólo sea amor y nada más, ¿Qué podría pasar si se mezclaran otros sentimientos con el amor?...no sería bueno averiguarlo por ahora.

-¿Te gustan las guitarras? -Me preguntó Tieze.

-No precisamente a mí, pero me gustaría aprender a tocar, algún día. -Contesté, tomando una guitarra entre mis manos. -Kirito me enseñó a tocar violín antes de venir...la clase solo duró unos minutos.

-Haha, al menos sabes lo básico.

-Por decirlo de alguna manera.

Me sentía, por alguna extraña razón, conectada con un instrumento cuyo nombre no conocía, pero algo me decía que debía tenerlo en mis manos.

-¿Cómo se llama este instrumento? -Pregunté.

-Mandolina española. -Me respondió el dueño.

-¿Puedo tocarla?

-Claro.

Si entender el por qué, toque lo primero que se me pasó por la mente. Yo nunca había escuchado tocar una mandolina en mi vida...pero Tieze y el dueño se notaban sorprendidos, incluso yo estaba sorprendida.

Estaba tocando de manera perfecta un instrumento que nunca había tenido en mis manos, como cuando le gané al sobrino de Kahona-Sama en el billar sin haber tocado un taco de billar.

Es como si yo fuera buena en cosas que no conozco, que ni siquiera sé que existen, ¿Por qué?

-Deberías tener más cuidado con ello, Kirito. -Me dijo Kahona-Sama.

-Nunca pensé que tendría que pasar por esto...¿peleando con mi mejor amigo por amor?, pensé que esas mierdas solo pasaban en las telenovelas de moda. -Me llevé las manos a la cara de la frustración que tenía.

-La vida da muchas vueltas, buenas o malas, pero las da.

La verdad es que me lleve bien con las traiciones que sufrí alguna vez, pero con esta no. Aquella persona con la que compartía todo, con la que nací el mismo día, incluso ese hijo de puta y yo nos prometimos que moriríamos el mismo maldito día...me dejó por mi propia novia.

Leí algo parecido una vez, me dije a mi mismo "es la peor mierda que haya leído jamás". Ahora me está pasando, aunque en ese libro...el malo se salía con la suya, matando al protagonista.

Eugeo...¿él sería capaz de matarme por quedarse con Alice? Será mejor que me mantenga con la guardia en alto, por si la dudas.

A quien más confianza le tenía en éste mundo....se le ocurre traicionarme. Si de por si no tenía fe en la humanidad, ahora menos.

Yo confió mucho en Alice, sé que ella es la que tiene la decisión final de cualquier cosa. Pero hay algo que temo demasiado...una mentira bien armada puede destruir esa confianza.

Si Eugeo llega a engañar a Alice para separarla de mi lado...yo lo mato, a mí tampoco me van a importar esos años que nos llamábamos "hermanos".

Al ser la única persona en casa, además de Kahona-Sama, decidí aventurarme en el cuarto de Eugeo, si él tiene un arma debo de saberlo para adelantármele. Vaciarle el cargador, esconderla en otro lugar, ¡debo estar un paso adelante!

Cuando vacíe todo lo que podía, no encontré nada. No sé si fuera para fortuna o para desgracia. Solo me faltaba un cajón, un solo cajón, el que estaba al lado de la cama.

Al abrirlo...me llevé una sorpresa muy ingrata. Un VHS con el nombre "El mejor día de nuestras vidas" y un libro, uno bien conocido por mí y por Eugeo. Cien años de soledad era nuestro libro favorito de niños.

Tenía como separador una rosa azul, en la primera página decía "Para el mejor chico que he conocido en mi vida. Te quiere, Quinella". En mi vida había escuchado ese nombre, seguramente era la novia que Eugeo mencionó.

Al ver el VHS, tenía de fondo la canción Here Comes The Sun, no sabía que a él le gustara esa canción. Incluso en una escena del video Eugeo está tocando la guitarra, con los acordes de esa canción.

Se notaba una sola cosa en su rostro: felicidad...estoy convencido de que ni siquiera yo y Alice hemos tenido una expresión parecida a la que él tenía con esa chica.

-¿Ya le dijeron que no debería ver cosas ajenas? -Me dijo una voz.

-Es...es una larga historia. -Al voltearme, una señora de unos cuarenta años me miraba. Se notaba que era la esposa del dueño. No, de hecho, era la esposa del dueño. -¿Quién es ella?

-Es...es una larga historia.

No pensé que acabaría escuchando que la vida de mi antiguo amigo de la infancia era una mierda mientras no nos veíamos. Su novia lo maltrataba, lo violaba, le era infiel...¿Cómo es que no se suicidó? Yo no hubiera tenido el valor de seguir viviendo con todo eso.

-Quinella le decía que para amar a alguien debías dar algo a cambio. Quinella le daría su amor...sólo si él le daba todo lo que ella le pidiera, y cuando empezó a decirle que no, lo mandó a volar. El pobre de Eugeo lloraba día y noche, lloraba hasta quedarse dormido el pobrecito, lloraba cuando descansaba del trabajo, no comía, no se levantaba de la cama, no nada. Pensamos que se iba a morir de tanto llorar...si es que no se quitaba la vida antes.

-¿Por qué no lo hizo? Creo que nadie hubiera soportado tanto dolor.

-Tieze. Esa muchacha lo ayudó muchísimo, pero a costo de que él le rompiera su corazoncito muchas veces. Ella también lloraba por ver a Eugeo ser la mascota de Quinella, que él no le prestara atención por estar con ella. Y cuando ella lo dejó, cuando por fin la superó, Tieze le pidió matrimonio...Eugeo le dijo que le diera tiempo, pero él se ha pasado lastimándole el corazón.

-Ambos se lastiman. Tieze esperando la respuesta y Eugeo fingiendo que no pasa nada...si tan solo pudiera hacer algo.

Esa plática me dejó muy pensativo. Ahora entiendo por qué Eugeo está tratando de conquistar a Alice. Efectivamente él tiene mucho más que yo, pero el amor no funciona así, ¡alguien tiene que decirle que está equivocado!

Si yo le dijo se va a enojar mucho. No pude encontrarle una pistola, pero igual eso no me tranquiliza para nada. Creo que es hora de que Alice vaya sabiendo la verdad.

Tieze y yo ya fallamos...ella tiene que hacer que Eugeo regrese de ese trauma en el que fue hecho prisionero.

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Este capítulo fue muy emocional, contando los descalabros en la vida del yuyio al que nada el sale bien xd...pero esta vez, puede que sí...

Como les he venido adelantando desde varias semanas atrás, seguramente para la próxima semana me van a querer matar...ya verán por que. Ahora, la verdad sigo teniendo esa espinita de escribir un EugeoxQuinella pero sigo muy indeciso, personalmente siempre me salen cosas largas cuando no quiero que sea así(esta trilogía es prueba de ello :v), y no tendré tiempo para escribirlo ya que entraré en la universidad el lunes (adiós vacaciones :'c), tengo una muy leve idea de que margen podría llevar la historia, pero aparte de que no quiero excederme a lo idiota, la recepción de la historia me preocupa, ya que siento que no va a jalar mucha audiencia al no ser un ship con muchos seguidores (según yo) y sin más que decir, me despido.

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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