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El tiempo después de la tempestad

Desperté. Alice estaba sentada sobre el pórtico de la cabaña meneando sus pies, creo que está esperando a que me despierte.

Al levantarme no pude evitar soltar un rugido. Me duelen las costillas, todo por la culpa de aquel desgraciado que se quiso pasar de listo con ella.

Alice volteó a verme de inmediato, su cara tenía una mezcla de miedo, sorpresa y desasosiego, por lo que ella se levantó y vino hacia mi rápidamente.

-¿Te sientes bien? –Me preguntó. Yo me cubrí con la sábana para que mi moretón no se viera.

-Solo me duele el cuerpo por tanto bailar. –Mentí para que Alice no se preocupara.

-Bien, levántate. ¡Hay que ir a la sierra el día de hoy!

-Si...dame un segundo. –A pesar de que yo esperaba que Alice se levantara y se diera la vuelta...ella se sentó en el piso para mirarme, sonriendo. Se ve como un pequeño angelito.

¿Pero qué es lo que estoy pensando? Yo jamás le había dicho así a nadie, ni siquiera a Asuna...algo anda mal.

-Oye, date prisa. –Me pidió Alice.

-Si... -Lo único que se me ocurrió fue tomar la sábana para cubrirme con ella.

-¿Acaso tienes frío? –Alice me lo dijo un poco extrañada.

-Solo un poco...no es nada malo.

-Nunca dije que fuera malo...

Le tuve que dar la espalda a Alice para que no viera el moretón que tengo...creo que me duele más que la noche anterior. Supongo que tiene que ver con que ella se durmió en mi pecho nuevamente, esa sensación de calor fue acogedora en su momento, aunque ahora no sé qué pueda ser.

-¿Estás enojado por lo que paso ayer? –Preguntó ella, tristemente. Eso me provocó un dolor en el alma.

-No, ¿Por qué estaría enojado contigo? No fue tu culpa. De hecho, fue mía.

-Mírame a los ojos y dímelo. –Eso sentenció lo que iba a definir el resto del día.

Volteé mirando de frente a Alice, me tapé el rostro pero no dejé de verla. Su rostro me dejó ver lo que más temía que pasara: preocupación.

-¿Por qué no me dijiste? –Alice se acercó a mí poniendo sus manos en mis costillas y en parte de mi abdomen.

-No quería preocuparte.

-¡Idiota! Hiciste todo lo contrario, pensé que estabas enojado, que me odiabas por lo que pasó ayer.

-Alice es imposible que yo te odie...no es como que llevemos mucho tiempo de conocernos pero...lo que pasó ayer fue culpa mía, no tuya.

-Fue mi culpa...solo debí bailar con él.

-No debiste hacerlo, tú no tienes por qué ceder a hacer algo si no quieres...eso no es bueno.

Alice estaba muy cerca de mí, la tenía a unos centímetros de mi rostro, nos mirábamos fijamente. Sus ojos, sus ojos me gritaban una cosa: ella estaba preocupada por mí y yo estaba preocupada por ella.

-Tus labios...ya están bien. –Puse mi mano sobre su mejilla, alcé su mirada ya que no dejaba de verme el moretón.

-Yo quedé como si nada y a ti te lastimaron más que a mi...fue mi culpa.

-¡No, no lo fue! –Me exalté, a lo que Alice se asustó haciéndose unos pasos para atrás –Perdóname... pero es que esto, no me siento bien.

-¿Qué sientes?

-No lo sé...pero mi corazón se acelera, me siento vulnerable e inseguro...¿tú qué crees que tengo?

-Nada que no se pueda arreglar con esto. –Alice me dio un abrazo, yo igualmente correspondí, abrazándola fuertemente.

Cuando nos separamos, estábamos muy cerca el uno del otro. Yo me acercaba a ella, me acercaba a sus labios y entonces...

Y entonces me detuve, no quería traicionar a Asuna, no podría hacerlo.

-¿Te sientes peor? –Cuestionó Alice al verme sonrojado y con los ojos llorosos.

-Me siento bien...solo dame unos segundos. –Me solté definitivamente y fui al baño...me encerré a llorar.

Recordaba los momentos con Asuna, todo lo que habíamos hecho juntos. No pude evitar sentirme mal cuando recordé verla llorar por que no nos veríamos en un tiempo, a ambos nos dolió mucho, y eso es lo que me está afectando.

¿Qué está pasándome? Yo no puedo estar enamorado de Alice, simplemente es impresión. He estado mucho tiempo solo, sin nadie con quien hablar, la falta de contacto con una persona me hace imaginarme cosas raras...o eso es lo que quiero pensar.

-¿Estas bien, Kirito? –Me preguntó Alice desde el otro lado de la puerta, pero no respondí. -¿Te sientes bien? Si quieres hoy podemos quedarnos en la cabaña todo el día.

-Alice la verdad es que no me enojé ayer, solo me siento un poco...confundido.

-¿Vamos con Kahona-Sama para que le preguntes?

-Creo que es lo mejor. –Tomé la toalla y me sequé las lágrimas, no quería preocupar más a Alice, ella no se lo merece.

Estaba sentada del otro lado de la puerta, simplemente escuchaba agua caer del lavamanos. Algo no anda bien con Kirito, no sé qué sea pero algo no anda bien y me preocupa que pueda ser.

Kirito abrió la puerta, como estaba recargada en ella, me caí sobre sus pies, simplemente nos sonreímos mutuamente.

-Vamos, levántate de ahí. –Me extendió su mano para ayudar a levantarme, y cuando lo hicimos quedamos de frente, siempre se comporta de manera extraña cuando estamos cercanos el uno del otro.

-Seguramente Kahona-Sama sabe que tienes, vayamos con ella. –Le repetí porque me di cuenta que no dejaba de verme de manera pensativa.

Ambos fuimos tomados del brazo a la casa de la linda anciana. Kahona-Sama me agrada mucho y me gusta platicar con ella...solo espero que no nos reprenda a mí y a Kirito por lo que pasó anoche.

Al llegar a su casa nos recibió con una sonrisa de sorpresa y alegría.

-Pensé que ambos se irían por lo de...bueno, ya saben. Pasen, aun alcanzan el desayuno.

-Kahona-Sama, no es... -La señora interrumpió a Kirito.

-Merecen el mejor de los desayunos, ¡sobre todo esta chica que tienes aquí, simplemente no me lo creí cuando me contaron!

Ambos pasamos, en la sala estaba sentado el hombre al que Kirito llama "El pistolero", se levantó de prisa para saludarnos a ambos.

-Buenos días. –Nos dijo.

-Buenos días. –Contestamos los dos.

-Respecto a lo de ayer, Takahashi siempre se pasaba de listo con las chicas. Hasta que llegaste tú, señorita.

-No fue nada...creo que estaba muy enojada para arrogarle un vaso en la cabeza. –Reí.

-Y en cuanto a ti, muchacho. –El pistolero se puso frente a Kirito. –Tuviste el valor que ningún hombre, ni siquiera yo, había tenido para hacerle frente a Takahashi. No importa que te haya ganado, hiciste lo correcto al no dejarle pasar de largo lo que hizo.

-Una vez más te haces ganador del título de Che, siempre rebelde, nunca sumiso. –Kahona-Sama le dio un abrazo a Kirito y luego me tomó de las mejillas a mí. –Y tú, niña mía...pusiste en su lugar a ese cruel cobarde y lo hiciste muy bien.

-No fue nada...no iba a dejar que él se fuera como si nada después de golpearme y dejar en el suelo a Kirito.

-Ay vaya, ¿apoco lo hiciste por Kazuto?

-Hmm...eso creo. –Tomé un mechón de mi cabello y comencé a enredarlo en mi dedo.

-Me doy cuenta...que los tiempos están cambiando para bien. Aunque da lo mismo, lo que importa ahora no son los tiempos, si no desayunar.

-En verdad, felicidades a ambos. Aunque creo que lo hicieron más que nada porque no sabía quién era Takahashi

-Créame sheriff, aunque Alice hubiera sabido la historia de Takahashi-Kun y la de sus antepasados, ella hubiera arrogado ese vaso y otros cuantos más. –Dijo Kirito tomándome del hombro, me sentí inexplicablemente alagada.

La mesa estaba servida. Tengo recuerdos muy vagos de cuando íbamos a comer con Kahona-Sama y el abuelo...jamás pensé que ambos se iban a casar.

Aun me dolía la patada que me dieron ayer, sentarme era un infierno porque eso aumentaba mi dolor.

El pistolero le dio a Alice una pequeña bolsa, dijo que no la abriera hasta llegar a la cabaña roja ya que Kahona-Sama tenía la mala costumbre de que dinero que veía era dinero que se perdía. Algo que ambos, incluso a Kahona-Sama le dio mucha risa.

¿Qué será el pistolero de Kahona-Sama? Viven en la misma casa así que él debe ser su hijo...pero me da pena preguntar.

-¿Y Kahona-Sama es tu mamá? –Se adelantó Alice, yo simplemente disimulé limpiarme los labios con la servilleta para ocultar una sonrisa.

-Señorita, que preguntas hace usted.

-Es mi sobrino, mi hija se fue a la ciudad con sus amigas cuando cumplió los 20 años, la verdad es que creo que era lo mejor.

-Kahona-Sama es mi tía abuela. –Afirmó el pistolero.

-Se parecen solo un poco, por eso pregunte. –Sonrió Alice, la verdad es que me sorprende cada vez que la veo sonreír, aunque no quiero aceptarlo.

-Es usted muy observadora, señorita.

Al terminar el desayuno solo me quedaban dos cosas claras. La primera era que al menos ya tenía dinero en los bolsillos. Y la segunda es que Alice va ir a querer gastarlo en lo primero que pase por sus ojos, supongo que no puedo culparla de eso.

Íbamos tomados del brazo, caminando por la plaza. Yo quería ir a la biblioteca local, leer siempre a Neruda y a Octavio Paz puede ser agotador después de rato. Algo de poemas con una índole un poco erótica podría venirme bien para los poemas.

Llevo aproximadamente tres días aquí, en eso he escrito un poema y tengo fragmentos de otros 3 más. No voy tan mal como pensé, luego le preguntaré a Alice que opina de esto.

No puedo sacar a esta chica de mi mente. Trato de concentrarme en otras cosas pero no puedo. Ahí está ella, sonriéndome...empiezo a sentirme un poco culpable a pesar de que no he hecho nada malo.

El único crimen que he podido cometer en estos días es no proteger a Alice de ese desgraciado. La verdad me sorprende como es que el pistolero me felicitó por haberle plantado cara, creo que hasta por eso no debería sentirme tan mal.

-¿En qué tanto piensas? –Alice me sacudió un poco.

-En el pasado y en el presente. –Respondí.

-¿En tu pasado y en nuestro presente?

-¿Nuestro presente? –No entiendo que quiere decir con "nuestro".

-Se supone que la vida es un camino, ¿no? El pasado es el camino que ya recorrimos, el futuro es el camino por el que aún no pasamos y el presente es donde nuestros pies están plantados. Este es nuestro presente porque lo caminamos juntos y eso lo digo en más de un sentido, Kirito.

-Fuck... -Fruncí el ceño y sonreí con confusión. Algo en las palabras de Alice era tan verdadero. –Creo que eso me da ideas para un poema.

Alice soltó una risita, igual que yo.

-Ay Kirito, te la pasas pensando en esas cosas. –Si ella supiera que estoy pensando verdaderamente. –Me da la impresión de que tu vida es un poema por sí solo.

-Si mi vida fuera un poema sería oda sin pensarlo dos veces.

Cuando pasamos por el templo, había una boda, justamente los novios se estaban dando un beso. No era el de "Ahora puedes besar a la novia" era uno que se daban antes de subir un auto de los años 20 a recorrer la ciudad, yo creo.

-¿Hum? ¿Por qué hacen eso, Kirito? –Creo que era la primera vez que Alice veía a una pareja besarse.

-Se le llama "Beso" es una muestra de afecto entre dos personas.

-¿De qué tipo de afecto?

-Hay de muchas maneras, puede ser de amor, cariño, aprecio, por corte... -Sentí como Alice jaló mi brazo, me tomó del cuello...y me dio un beso en los labios.

No diré en que fue el mejor que haya dado en mi vida, Alice no supo cómo besarme ni yo supe como besarla ya que me encontraba totalmente en blanco, con los ojos abiertos. Alice tenía los ojos cerrados.

Cuando nuestros labios se separaron, yo seguía impresionado. Ella me miró un poco extrañada y se rió un poco.

-¿Por qué estas así? –Rió. –Dijiste que era muestra de afecto, de aprecio...y Kirito tu eres una persona a la que le tengo mucho aprecio, quizá porque eres con la que he pasado toda mi vida.

Yo seguía sin decir nada, las palabras no me salían de la garganta. Por primera vez en mi vida me sentí perdido y sin la posibilidad de regresar.

-Oye...te estoy hablando.

-Alice...n-no lo vuelvas a hacer, por favor. Es complicado de decir pero creo que aun eres muy joven para dar tu primer beso...tienes 3 días de nacida.

-Ah...no lo sabía, perdóname. –Alice me puso ojos de perrito y desvió la mirada hacia el suelo.

-Solo vayamos a la librería, luego hablamos de eso.

El recorrido a la librería fue silencioso, por suerte no duró más de cuarenta segundos por el hecho...de que estábamos a unos pasos de llegar cuando eso pasó.

Cuando finalmente entramos, fuimos recibidos por una mujer que tenía un vestido largo de color café, un tatuaje en la muñeca y un arete con una pluma, además de tener su pelo ondulado hasta la cintura.

Estaba fumando un cigarro en la caja de la librería, igualmente estaba leyendo un libro usando unos grandes lentes de botella que la hacían ver linda.

-Bienvenidos. –Nos dijo sin despegar los ojos del libro. -¿Buscan algo en concreto?

-Poemas y libros eróticos.

La chica soltó una risa dejando el libro sobre la caja y su cigarro en un cenicero.

-Creo que tengo lo que buscas. –Me dijo. –Si buscas cosas menos fuertes tengo a Pablo Neruda y algunas canciones de Víctor Jara.

-Mi colección de Neruda es bastante grande. Víctor me convence más.

-No tardaré mucho.

Salimos de ahí con 3 libros eróticos y unos cuantos poemas y canciones de Víctor Jara. Alice estaba leyendo una de esas canciones, aunque yo pensé que ella no sabía leer.

-Es interesante de lo que habla "Vi entrar señora muy blanca, muy más que la nieve fría, por dónde has entrado amor, cómo has entrado a mi vida"..."un día no puede ser, una hora tienes de vida. Muy deprisa se cansaba, más deprisa se vestía ya se va para la calle en donde su amor vivía" ¿Te suena familiar?

-Creo que se podría decir que es una parte de nuestra historia. –Quiero omitir las partes que hablan de amor.

-¿Por qué no me escribes un poema? Ya te lo había dicho.

-Hum...podría hacerlo, aunque debes darme unas horas, no es como que pueda escribirlo así de la nada.

-Con eso me basta.

Alice y yo seguimos caminando. Ya teníamos los libros, el calor estaba empezando a subir, creo que aún quedaba tiempo para hacer algo.

-¿Entonces hoy querías ir a la sierra? –Le pregunté.

-Eso quería. –Me respondió de manera soberbia.

-Pasaremos por algunas cosas a la cabaña y de ahí iremos, ¿tú me guías?

-Era justamente lo que estaba pensando. No estuve mucho tiempo ahí arriba, sin embargo conocí bastante.

-Espero que no me pierdas, de lo contrario estaremos en problemas. –Alice sonrió y me puso el dedo en el moretón. -¡Ouch!

-Tampoco te dejaré que te pases de listo, idiota. –Me amenazó.

-Como digas.

A la cabaña simplemente pasamos por mis notas, algunos fragmentos, lapicero y papel para anotar todas las ideas que se me vengan a la mente mientras Alice y yo pasamos el rato en la sierra.

Daban apenas las dos con treinta y cuatro minutos, el calor se estaba levantando, pero el sol no era molesto. Todo lo contrario, era muy suave, algo que yo agradecía infinitamente.

Ambos estábamos sentados bajo un manzano. Yo escribiendo y ella tratando de tomar una manzana. Saltó y alcanzó su objetivo, aunque se llevó consigo una rama también.

-¿Quieres una mordida? –Me preguntó, a lo que yo acepte, dando una gran mordida. -¡Oye, no seas glotón! –Alice me dio una palmada en el brazo mientras yo reía.

-Relájate, ya casi esta este poema.

-¿Es el mío? –Me exalté en cuanto ella lo menciono.

-Sera el próximo que haga, primero quiero acabar éste para organizar mejor las demás ideas que tengo.

-Solo te encargo que sea muy lindo. –Alice guiñó el ojo, en ese momento se me abrieron los ojos. Tuve que esconderme en mi libreta de notas.

Solo quiero que este aquí conmigo, a mi lado, abrazada a mi pecho para poder hacerle el amor sintiendo su ser, su espíritu. Quiero tenerla aquí conmigo para tener nuestros corazones al compás del reloj y que nuestro tiempo se deforme siendo así una línea sin paralelo y con un fin infinito.

-Creo que no esta tan mal...

-¿Ya terminaste? –Preguntó Alice, acercándose hacía mí.

-Eso creo, no sé si pueda mejorarlo o si pueda expandirlo. –Le di mi libreta a Alice para que ella pudiera leerlo.

Pasaron unos segundos cuando ella me asaltó con una pregunta que no hubiera querido escuchar de sus labios.

-¿Qué es hacer el amor?

Mis ojos se abrieron como platos, mi rostro se sonrojó un poco y mi corazón se estremeció ante tal pregunta.

-No es nada importante, yo tampoco sé que sea, pero quedaba bien en el poema.

-Oh...entonces creo que está bien. –Alice tomó mi mano y me invitó a levantarme.

Cuando me levanté, quise soltar su mano, pero ella me lo impidió, no sé por qué, pero ella me lo impidió. Un setentaicinco por ciento de mi mente no quiere dejar de tomar su mano...pero el veinticinco por ciento restantes hace de estos momentos un infierno.

No tiene nada de malo tomar la mano de Alice, no es como el fin del mundo. Ese beso tampoco estuvo mal, ella no sabía lo que representaba. Maldita sea, si sigo así entonces cuando ella y yo hagamos el amor diré: "no tiene nada de malo porque ella no sabe que significa exactamente".

Sigh...este viaje está siendo un poco más complicado de lo que pensé que sería.

Cuando llegamos a la cabaña seguíamos tomados de la mano. Hasta que finalmente me solté de la mano de Alice con un poco de brusquedad, tomé un poco del dinero que había en mi maleta y dispuse a marcharme.

-¿No vas a quedarte? Ya está por obscurecer. –Pasamos mucho tiempo en la sierra y nunca nos dimos cuenta.

-Saldré a un lado.

-¿Puedo ir contigo?

-No tardaré.

-No me gusta estar sola.

-No tardaré...solo quédate aquí. –La verdad es que no tenía planeado llegar hasta el día siguiente.

La última imagen que mis ojos vieron antes de cerrar la puerta de la cabaña era a Alice sentada en el suelo con sus ojos tristes y una cara que me decía "no me dejes, por favor".

Es lo mejor para ambos, en especial para ella.

El restaurante seguía siendo el mismo que la noche anterior. Únicamente cambiaría el hecho de que ahora no tenía planeado estar en la azotea ni en el piso de los escritores, críticos y filósofos. Iba a quedarme en el primer piso, donde el olor a cerveza y sudor era impresionante...supongo que tiene que ver con que hoy es sábado.

Un mesero me atendió dándome el menú. –Un vaso de vodka, por favor.

-¿Con que jugo quiere acompañarlo?

-Tráelo sin jugo. –El mesero puso una cara de asombro pero luego una de comprensión. Creo que entendió mis impresiones inmediatamente.

Había bastante ruido en el bar: las pláticas, risas, música del tocadiscos. El ambiente estaba perfecto para haber venido con Alice a pasar un buen rato...sin embargo prefiero estar sentado en una mesa bajo las escaleras donde casi no llega la luz.

El mesero llego con un vaso lleno de un líquido transparente. De no ser por el olor cualquiera pensaría que es agua.

-Gracias...

-En este caso le diría "disfrútelo"...pero creo que usted no tiene intenciones de disfrutarlo.

-Creo que estás muy lejos de estar equivocado. –Tomé el vaso para llevarlo a mi boca. El solo contacto del vodka con mis labios hizo que me ardieran, bajarlo por la garganta iba a ser muy laborioso...pero era muy necesario.

Él me dijo que no iba a tardar...sin embargo ya pasaron tres horas desde aquello. ¿Por qué mentirme?

Fui a casa de Kahona-Sama para platicar con ella. Me siento triste.

-Niña mía, pasa, pasa. –Me recibió ella.

-Hola, Kahona-Sama. –Abrace a la linda anciana.

-¿Dónde está Kazuto?

-Quisiera saberlo...me dijo que iba a un lado, que no iba a tardar...pero eso ya tiene horas.

-Hum, ¿y vienes a platicar conmigo acerca de eso? –Solo asentí con la cabeza. –Pasa, creo que yo tengo la solución a lo que está pasando entre ustedes dos.

Kahona-Sama me sentó en un sillón de su sala, el tapizado de los mismos era de color blanco, con flores rosas adornándolos y todos entrelazados por una raíz de color verde obscuro. Sus bordes son de madera obscura, son muy lindos.

Cuando ella regresó, tenía una bandeja metálica con dos tazas de té en ellas.

-Siempre le digo a las visitas que es una bandeja de plata, pero no es cierto. Ese va a ser nuestro secreto, preciosa. –Rió. Yo igual quería reír...pero ni siquiera pude sonreír de lo triste que estaba.

-¿De qué es el té, Kahona-Sama?

-Es un buen remedio para los males del corazón: té de hoja de olivo y romero.

-Mi árbol favorito es del olivo...

-No es un mal árbol. No es el más hermoso, pero no es el menos lindo.

-No conozco muchos árboles, no podría responderle.

-Ahora si dime...¿Qué pasó entre ustedes dos?

-No lo sé...por eso vine con usted. Kirito es el único amigo que tengo, es la persona con la que he pasado toda mi vida.

-Los días que has vivido se pueden contar con los dedos de una sola mano, él me dijo la verdad.

-Así es...cuando me encontré con él me sentí tan feliz. Cuando estaba sola me la pasaba buscando a mi igual, ¿pero por que él no quiere estar conmigo?

-No es porque no le guste estar contigo. Al contrario, le gusta tanto estar contigo que le hace mal.

-¡Ya sabía que yo tenía la culpa de que lo golpearan! –No pude contenerme, tuve que gritar y darle un puñetazo a la mesa.

-No me refería a eso, preciosa. Lo que pasa es que él tiene una novia y estar contigo lo hace tener sentimientos por ti.

-No he leído mucho de esas cosas, apenas si sé que es el amor por lo que estuve leyendo.

-¿Y tú sientes amor por él?

-Creo...que debo saber más del amor si quiero decir que si...

-Solo lo sospechas, jum, que remedio. Kazuto quiere mucho a su novia, pero también te quiere a ti, no sé en cuál de los sentidos y eso es algo que solo el tiempo puede decir, quizá te ama y no quiere aceptarlo por miedo a perder a su novia.

-¿No puede elegir a las dos, Kahona-Sama?

-Hahaha, de que puede, puede. Pero no es lo correcto ni tampoco es lo mejor, aunque tampoco debe tener esa indecisión ante los conflictos del corazón.

-¿Y qué puedo hacer yo?

-Sera muy difícil saber que quiere aquel hombre, debe decidirse ya que está lastimándote...dile la verdad, dile que te está haciendo daño con esa indecisión.

-No puedo obligarlo a elegir...yo no sé si lo amo, Kahona-Sama...solo quiero pasar mi día con él. –Solté una pequeña risa. –Creo que soy yo la que lo está lastimando, pero quien sabe...

-En todo caso te deseo suerte, preciosa, veo que te acabaste tu té.

-¿Hum?...no me di cuenta que me lo estaba tomando.

3 vasos llenos de Vodka bastaron para dejarme jodido. Todo me da vueltas, veo como puntos a mi alrededor y la verdad es que no quiero ni levantarme porque seguramente terminaré cayéndome.

-Pero estas en tu descanso. –Dijo el mesero que estaba atendiéndome.

-No importa, se lo llevaré. –Insistió la voz de una chica joven. –Aquí tiene.

Levanté la vista y era una chica de cabello castaño y ojos café claro, tenía una cola de caballo y me estaba sonriendo.

-Gracias. –Le dije, y volví a poner mi frente sobre mis manos que a su vez estaban sobre la mesa.

-¿Puedo sentarme? –Me preguntó la chica.

-Como gustes.

-¿Y que tomamos?

-No tengo mucho dinero. Pensaba ponerme más ebrio, no pagar y que me dieran una golpiza...tal vez con eso se me acomoden las ideas.

-Ah, ya sé que tienes. Lo sospeché desde un principio.

-Ja, ni siquiera yo sé que es lo que tengo...¿Cómo lo puedes saber tú? –Dije con tono amenazante.

-Solo sé que se trata de una chica, pero no puedo decirte más que eso.

-Sí, es por una chica. –Me levanté de la mesa y me recargue en el respaldo de la silla. –Pero yo ya tengo novia...una linda novia que me está esperando en la ciudad.

-¿Y qué haces aquí entonces? Deberías estar con ella.

-Eso mismo me pregunto yo, ¿Qué carajos hago aquí?

-Sigues sin decirme cuál es tu conflicto.

-Hace unos días conocí a una chica, no puedo decirte si es más hermosa que mi novia...el punto es que hay algo en ella que me llama la atención.

-¿Pero te gusta?

-No quiero saberlo. Creo que me gusta pero no quiero aceptarlo...eso empeoraría las cosas.

Si aceptó que Alice me gusta solo cosas malas me esperan. Ya no podría verla como una amiga, tampoco puedo verla como una pareja sentimental. Prácticamente aceptar lo que siento por ella sería reducir nuestra breve relación a una de completos desconocidos.

-Acepta que te gusta y ya. –Me dijo la chica. –Eso no cambiara las cosas a menos que aceptes que quieres conquistarla, que es muy diferente.

-¿Qué es lo que quieres decir?

-Digamos que me gustas, que estoy locamente enamorada de ti, estoy hablando contigo sin que eso me afecte, ¿no es así?

-Supongo que si...

-El problema no es que alguien te guste, el problema son las decisiones que afectan a tu relación.

-Diablos...entonces creo que me puse ebrio para nada. –Solté una risa irónica.

-Aunque no hubieras resuelto tu problema, ponerte ebrio no hubiera ayudado en nada.

-Ya ni modo... -Tomé del vaso quemándome la garganta. La verdad es que ya no me ardía tanto como en el primer vaso que tome.

-¿Aunque no eres muy joven para tomar alcohol?

-¿Y tú no eres muy linda como para servir en un lugar lleno de alcohólicos?

-Mi padre es el dueño del bar. Si algún tonto se pasa de listo lo echan del bar no sin antes golpearlo, lo mismo aplica para mi madre.

-Hum, bien pensado.

Por la posición de las estrellas me puedo dar cuenta que pasan de las 3 de la mañana...y el aun no llega. Sigo sin entender por qué me mintió. Creo que solo lo hizo para no preocuparme en ese momento.

Kirito es un inconsciente, de todas formas me iba a preocupar.

Solo escuché, de repente, algo golpeando el pórtico de la cabaña, me escondí tras la puerta para ver que era aquello que se dirigía a la puerta sin que eso me viera a mí.

Cuando el extraño entró en la casa, rápidamente me di cuenta...que era Kirito.

-Alice, Alice, ¿estás aquí?... –Preguntó y aunque yo quería responder...me quede callada para escuchar que más tenía que decir. –Alice, sé que dije que no iba a tardarme pero...era necesario.

Kirito fue a buscarme al baño, yo solo quería escuchar que tenía que decirme.

-Alice, ¡Alice! –Kirito estaba comenzando a asustarse. -¡Alice, sé que hice mal pero!...no me había dado cuenta de lo importante que eras para mi.

Ahora se dirigió a la cocina, seguía sin verme, yo estaba sentada, ocultándome tras la puerta de la entrada. Jamás imagine que se desesperaría de esa manera al no poder verme.

-¡Alice! –Kirito se golpeó el muslo con la esquina de la cama y cayó al suelo. –Maldición... -Comenzó a arrastrarse para dirigirse a la puerta, podía escuchar cómo se movía por el suelo.

Solo que no entiendo una cosa, ¿Por qué no se levanta y corre para buscarme? Además está hablando muy raro, como si le costara trabajo.

-Iré por ti...tengo que decírtelo...

-Decirme que. –Me levanté y empuje la puerta hacia adelante para que él pudiera verme, seguía en el suelo arrastrándose hacia la puerta.

-¡Alice! –Sus ojos brillaron como nunca los había visto brillar antes, como si estuviera mirando a la Gran Gigante Blanca.

Con mucho trabajo Kirito se puso de rodillas para volverse a caer, y solamente tras apoyarse de la cama logró levantarse, tambaleando.

-Decirme que. –Estaba molesta con él por haberme mentido.

-Que eres muy importante para mí. –Kirito dio unos pasos hacia adelante y me abrazó, apenas si podía con su peso sobre mis brazos, pero no quería dejarlo caer.

-¡¿Y si soy tan importante entonces por qué me mentiste?!

-Por qué lo descubrí hace veinte minutos.

-¡Eres un idiota!

-No puedo negarlo...pero puedo pedirte perdón.

-No bastará con que me pidas perdón.

-¿A-Alice?

-¿Por qué soy tan importante para ti? –Tras preguntarle, tiré a Kirito a la cama para dejar de cargarlo y de tener que respirar su desagradable olor.

No contaba con que él me tomaría de la mano y me jalaría también a la cama.

-¡¿Se puede saber que estás haciendo?!

-Tu eres muy importante para mí por el hecho de que te amo, no me da pena aceptarlo porque ahora sé que eso no tiene nada de malo, el amor no es algo que se deba ocultar por ninguna razón, pero tampoco se debe estar mostrando a lo idiota...

-¿Es por eso que te portaste tan raro cuando te besé? –Kirito se exaltó por la pregunta.

-Si...no estaba listo, y tú no sabías que significaba.

-Ahora que ya lo sé...no me arrepiento de haberlo hecho.

-Yo no sé si puedo decirte lo mismo.

-No lo hagas, piénsalo y me lo dices en la mañana...y me gustaría que me vuelvas a decir que me amas.

-Puedo hacerlo ahora.

-Mañana...dilo mañana.

Pude sentir como Kirito se quedaba dormido en mis brazos, aunque estábamos en una posición un poco incomoda prefería estar así a darle la espalda.

Jugaba con su negro cabello, enredándolo entre mis dedos mientras me entraba el sueño. Su rostro se veía tan tierno. Me sentía como una madre arropada con su cachorro, era exactamente lo mismo.

Él me estaba tomando de una mano, me apoyé en su cabeza, cerré los ojos...y dejé que las cosas pasaran como lo harían en cualquier otra situación.

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Estan imagen de Alice me encantó, la verdad esta muy bonita y bien detallada. El capítulo estuvo romántico, un poquito si, un poquito. Ya se viene lo bueno por estos rumbos, así nos vemos la próxima semana.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.

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