¿Qué hacer?
Dulce aroma a golosina. Un largo adiós al veraneo constante.
¿Qué hacer con este tiempo que se escapa? Hay muchas revistas, videos largos y otros cortos, pero hay que hacer algo. Cinco minutos, otros cinco minutos, cinco más y ya es un cuarto de hora. Y en mi cuarto suplicamos por un poco de aire fresco. Y a veces el aire fresco es solo tonada, desliz de canción en el golpeteo sobre la mesa. Temblores con el último roce del sol.
Un estudio musical, una antología de tangos que recuerden el abrumador calor que ya paso. Formando desde el dormitorio a la cocina un ritmo como lazo, el taconear impaciente del otoño.
Con la época navideña, la pregunta vuelve: Cada vez sueño contigo y despierto antes, siempre antes. Acaso esta prohibido. Pienso en ti y no es sueño, solo insomnio solitario.
Casi otro lenguaje, quizás cercano al corazón. El vuelo de una mariposita que se pierde, del ave lastimada que a saltitos vuelve a su nido. Gotitas de llanto, bajan con la nieve. Armonizan la escena familiar, con el ramo de rosas bien colocado en vaso de cristal.
Atardecer y amanecer, mezclándose como si no hubiese días, sino números rayando la semana. -Claro, un chico y ojos azules. Yo dije: Me mato o juego Nintendo. Y sí jugué, pesimamente, pero hundiéndome un tantito más en el asiento, aprendía a no chocar. Brisa de juventud que se agrisa con cada fin de partida.
Ayer, uno de esos ayeres del ayer, aún sin verano. La noche se tornaba breve bajo el amarillo lunar, cuando recordaba su nombre, se polveaba de motas rosadas. Mi cama se me figuraba ataúd sin tapa, cementerio sin cruz. Fui margarita de pequeña. Con lo petalitos abiertos buscando rizos de sol. -No te enfades con la muchacha que persiga el mismo amor que tú. Quiérela, pues su querer es afín al tuyo.
-¿Podrías decirme tu nombre? Es que, ayer soñé contigo, y desperté antes que lo dijeras.
Lo seguí buscando, pedía hablar con él. Escuchar y tener su voz como radio en la memoria. Ya no había "te quiero" aunque lo sentía escurrírseme en un mirar o "buenas noches". Estar mareada y enamorada al tiempo es lindísimo ¡pero como cansa! Es divertido, pero los estudios apuraban, y quería acabar. Una historia puede ser maravillosa y muy larga, tener que encontrarla entre recortes del periódico semanal, pero si se presenta pesado con ostentación de diccionario, uno farfulla ¿Qué se cree?
Pero se siente un poquito sarcástico, pedía mucho, lo pedía a broma. De esas bromas que buscan ser malentendidas, ver que pasa. Una molestia bien adivinada. Eran necesarias más ganas y confianza.
Las cosas clarito y en cristiano. Porque a mí eso de ser esposa de Cristo, cuando tiene quién sabe cuantas esposas, unas muertas otras vivas y otras santas. Ir al convento, eso sí. Porque allí hay hierbitas aromáticas y aromilla a guerras y cañonazos, aroma a pólvora entre las cruces. Que enternece, no te digo que no. Amistad lindísima la religión, gloria de la mañana, siempre agradecida con la progresión, el énfasis armónico del villancico.
Hasta que venga Jesús, sí porque en viniendo ¡Vaya! a cada quién lo que le corresponda. Que ser angelito en tierra ¡pero en el cielo! Allí todo es ángel, todo pureza inigualable ¿para que competir contra ella?
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