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011 ; ⚘️

Te conocí, una vez caminé junto a ti en un sueño.

. . .

La nieve se derritió, al pasar de los días, al pasar de los meses. Los niños crecen, aprenden cosas nuevas, matan una parte de ellos para dejar lugar a nuevas partes que antes no conocían.

La piel de bebé se vuelve cuero.

Padre... ¿Por qué?

Era la pregunta sin respuesta para Kagome Higurashi. Lógicamente aquel cajón de madera descendiendo a la tumba no la iba a responder. Dentro, el señor Higurashi buscaba el descanso eterno.

Un accidente automovilístico le había arrebatado la vida a su padre.
Era demasiado dolor para soportarlo.

Las hojas de cerezo se mecen con el viento de aquella fría mañana. Coloreando de rosa aquella escena gris. Nunca antes una primavera había sido tan pero tan infeliz.

...

Así pasaron otros veranos, otros otoños, otros inviernos y nuevamente la estación de las Flores. La preferida de muchos, de los amigos, del amor. Esa donde el sol sale a iluminar a todos y abrazarlos con su calidez.

Los picnic, los paseos en bicicleta, las risas. Plena etapa de juventud.

Kagome Higurashi había cumplido ya sus quince años. Siendo una señorita mucho más madura para su edad. Priorizando sus estudios antes que las salidas de compras. Sin embargo, eso no quería decir que no tenía vida social. Quizás fuera la perfecta protagonista de novela, ella era amable con todo lo que produciera sombra. Por esa razón, podría ganarse la amistad de cualquiera.

Cualquiera.

─ Clase, presten atención. ─ El profesor de turno se anunció.

Todos los alumnos quedaron en silencio inmediatamente, bien posionados tal cual soldados. Fueron testigos de la entrada gloriosa de alguien quien nunca olvidarán.

─ Él es Doragon Sesshomaru. Un estudiante de intercambio que por razones excepcionales nos acompañará este semestre en nuestra clase. ─ Terminó por explicar.

Un joven incluso más alto que él estaba firmemente a su lado. Expuesto ante el alumnado.
Estoico como si de una estatua de cera se tratase.
El alumnado estaba enmudecido por su presencia y razones sobraban.
No sólo en la apariencia divina del nuevo compañero, si no tambien, ma evidente edad más avanzada que poseía.

Nadie de quince años media un metro ochenta, al menos nadie que conocieran. Las razones expecionales que no fueron especificadas por el profesor de biología solo podrían significar pocas opciones; el joven Doragon era un niño rico educado en casa o había sido expulsado de su instituto anterior.

La juventud puede perderse al jugar a ser jueces sobre los demás.

Mientras tanto, Kagome estaba segura de que había visto o interactuado con esa persona antes. ¡Era un hecho! Solo debía memorizar, de donde, cuando, como.

...

─ ¡No puedo creer que ese chico tan guapo sea de nuestra clase! ─ Yuka casi se desmaya de la emoción.

─ Él es muy serio. ─ Ayumi, en cambio, lucía algo escéptica respecto al tema.

─ ¡Eso es lo que lo hace guapo! ─ Confirmó Eri.

─ ¿Realmente podríamos llamarlo chico? Es casi un señor. ─ Se preguntó Ayumi.

─ Kagome... estás muy callada. ─ Yuka se percató.

─ ¿Eh? ─ La mencionada reaccionó.

Era su grupo de amigas cercanas, conversaban durante el almuerzo. Mientras que era evidente de la joven Higurashi no era parte de la conversación. Estaba mejor enfocada en tratando de recordarlo.
Sentía que debía acercarse a él, oh, habían pasado algún buen tiempo y mucho había cambiado desde entonces.

Y quizás, él necesite de su ayuda para adaptarse al nuevo ambiente escolar. Si tan solo lo recordara, podría ser su excusa perfecta para volver a presentarse.

Su atractivo físico parecía llamar más la atención de sus hormonales amigas.

Las flores de cerezo caían junto a la brisa primaveral.

Había cosas que Kagome Higurashi no quería realmente recordar.

...

─ Espero estén listos para este importante trabajo. Ya que representa una buena parte de la calificación final. ─ El profesor habló fuerte y claro.

Solo habían sido unas semanas después de la inclusión de su peculiar compañero. Si se puede llamar inclusión al hecho de que, ni siquiera las moscas se atraviesen a rozar cerca de Sesshomaru.

Todo un inadaptado social.
Los pocos alumnos que lo intentaron fracasaron, no pudieron soportar el frío de su indiferencia.

Y para ese entonces, la joven Higurashi no había encontrado la ocasión oportuna para hablarle.

─ Ya pueden abrir las cajas frente a ustedes.

Menos mal que las ventanas contaban con vidrio reforzado. De lo contrario, se hubieran quebrado por los gritos, dignos de una película de horror.

─ Disección de ranas.

No puede ser posible. Kagome estaba horrorizada por el animal maniatado en su mesa. Ella era una de esas niñas que tenía cierto... repeluz a cuanto insectos, sapos y lagartijas se tratase.

─ ¡ESTÁ VIVO! ─ Gritó luego de ver como se movía.

Definitivamente esto seria un fracaso interrumpiendo en la buena racha de calificaciones de Higurashi... De ninguna manera podría lograrlo...

Y no tenía el valor de poner objeción hacia la tarea encomendada.

De ninguna manera... ─ Pensó ella.

─ De ninguna manera voy hacer esto. ─ Una voz completamente desconocida para todos se oyó por primera vez.

─ ¿Cómo dice, Doragon?

─ Me niego absolutamente a cometer esta barbaridad.

─ Me sorprende de su parte, Doragon. Pero como ya mencioné, cuenta con casi el cuarenta porciento de la calificación.

─ ¿De dónde sacó que sería buena idea traer un animal vivo como si fuera un juguete? ¿Con qué objeto?

─ ¡Yo! ¡Yo creo que tiene razón! ─ Kagome alzó su mano para aportar.

Era la oportunidad perfecta para dar su opinión al respecto, si hubiera chance de cambiar de actividad, estaría totalmente de acuerdo.
Incapaz de siquiera ver al animal viscoso atrapado en la caja, mucho menos podría cortarlo para ver sus pequeñas viseras.

─ Este acto es muy cruel, siendo que estos animalitos siguen con vida. Cuando podríamos aprender de la misma forma con un manual o quizás una maqueta. ─ La joven Higurashi sugirió.

Al profesor casi se le caen los lentes de no poder creer lo que estaba escuchando. En todos sus años de enseñanza, ningún alumno japonés de bien había cuestionado tal cosa. Y de repente, tenía a dos rebeldes ecologistas interrumpiendo su clase.

─ No vale la pena arrebatarles la vida para que al final solo terminen en la basura. Creí que ya estábamos en el siglo veintiuno, no en la era de las cavernas. ─ Fue el último reclamo de parte de Sesshomaru.

─ Ya veo. ─ respondió el profesor, serenamente. ─ Quienes quieran denegarse a realizar la actividad, levanten la mano.

Kagome Higurashi sin dudarlo lo hizo. Lastimosamente, nadie más estaba en contra de la idea.

─ Entonces, Higurashi acompañará al joven Doragon a la dirección.

─ ¿La Dirección? ─ ella estaba extrañada.

─ Están castigados, llamaré a sus padres. ─ el profesor especificó, acomodándose los lentes. ─ Fuera de mi vista.

Si esto es una pesadilla, quiero despertar. ─ Simplemente no podía creer tanta mala suerte.

Ni siquiera tuvo que pedirle a su compañero que la siguiera, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba fuera del salón.

─ ¡Oye! ¡Esperame! ¿Por qué tanta prisa? De todas formas la oficina del director está del otro lado. ¡¿Estás oyendome?!

La pregunta de Kagome se respondía sola al verse totalmente ignorada, solo podía admirar la firme espalda de Sesshomaru, huyendo de quien sabe quien a  quien sabe donde. El profesor de Biología lo había pedido explícitamente acompañarlo a la dirección, era su deber llevarlo hasta ahí.

Y eso implicaba seguirlo, para tener que obligarlo a ir donde correspondía.

Por intentar esquivar la disección de aquel bicho se había ganado un castigo y probablemente haber reprobado el semestre de biología. ¿Por qué tomó esa decisión tan apresurada, sin pensar?

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