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004 ; 🥀

Amo todo lo que haces
Cuando me llamas jodidamente tonta por la estúpida mierda que hago
Quiero montar mi bicicleta contigo
Expuesta, no mas rueditas para ti
Yo las sacaré por ti

. . .

─ ¡Todo el mundo debe de tomarse de la mano! En la excursión de hoy vamos a visitar el parque central de nuestra ciudad, así que no queremos que se separen del grupo. ─ la voz de la señorita Meiyou se hizo escuchar.

─ No tenemos tres años. ─ Kagura murmuró por lo bajo. ─ ¿Por qué nos obligaron a ponernos estos delantales? Parecemos qué venimos del preescolar. ─ se quejó. ─ ¡Todo el mundo se dará cuenta que somos huérfanos!

─ No hay nada de que avergonzarse Kagura. ─ la Nana la tranquilizó.

La tarde era hermosa, los últimos días del verano antes de la entrada al invierno. Los niños disfrutaron de la salida antes de encerrarse hasta la primavera.

Plantas, flores, árboles, estanques y por supuesto pequeños animación viviendo ahí.

Patos por ejemplo, donde el grupo se entretuvo observandolos y alimentandolos para llamar su atención.

Poco a poco el rechazo de Kagura se convirtió en curiosidad por todas las cosas nuevas que veía. Por supuesto, antes solía verlos en revistas o la televisión. 

Sin embargo, su compañero no compartía la misma emoción. Aunque estuviera en desacuerdo no se quejó en ningún momento, siendo reservado y callado como siempre.

─ Sesshomaru ~ Sesshomaru ~

─ ¿Que quieres?

─ Ese sapito de ahí ha estado observandote.

Sentado sobre una hoja, flotando sobre la superficie de aquel estanque, Kagura no mentía. Un pequeño anfibio parecía estar mirando fijamente aquel niño. ¿Coincidencia?

─ Más bien creo que solo estoy estorbando en su campo de visión.

─ A ver, entonces muévete. ¡Vamos a comprobarlo!

Sorprendentemente, el sapo de un fuerte color verde cambió de dirección hacia el pequeño. Sesshomaru se alejó nuevamente. El sapo tuvo que dar brincos hasta tenerlo de nuevo a la vista.

─ ¡JAJAJA! ¡LE GUSTAS AL SAPO! ─ La pequeña Kagura sostuvo su estómago de tanto reír.

─ No seas asquerosa, no grites así. ─ la regañó antes de alejarse avergonzado.

Sin saber que sería seguido a sus espaldas.

...

─ ¡Ya es hora de volver, niños! ─ con aquel llamado, pronto los pequeños se pusieron el fila como los patitos que habían visto. Siendo contados a la hora de subir al autobus.

─ Sesshomaru, dejame sentarme contigo.

─ ¿Acaso tienes tierra en las manos?

Kagura al notar eso, rápidamente se limpió sus manos en el delantal.

─ Ya, ¿Ahora si?

─ Olvidalo, me vas a ensuciar.

─ Por favor ~ Necesito estar en el asiento de atrás contigo por que nunca te supervisan. Si no lo haces me van a regañar ~ Por favor ~ No volveré a pedirte nada ~

─ Está bien, con la condición de que ni siquiera pienses en ensuciarme o yo mismo te delataré.

─ ¡Eres el mejor! ─ quiso abrazarlo ignorando aquella advertencia.

─ ¿Qué acabo de decir? Me estoy arrepintiendo. ─ mencionó alejándose un paso de aquella fila.

─ Ups ~

...

El viaje no fue tan tedioso como esperaba. Bueno, era mucho pedir que Kagura mantuviera el pico cerrado pero por lo menos cumplió y no lo tocó con la tierra que traía encima. Ella se entretenía mejor con el lado de la ventana, mientras cantaba sola. Solo faltaban pocas cuadras para llegar.

─ Kagura.

─ ¿Ah? ¿Si?

─ Tu bolsillo izquierdo se está moviendo...

─ ¿Qué? ─ se revisó. ─ No es cierto.

─ Ese no es el izquierdo.

─ Ah. Oye ¿Qué estás haciendo aquí? ─ Kagura le habló sobre actuadamente a lo que sea que estuviese ahí.

─ No, no. Dime que estas bromeando conmigo.

─ ¿Sobre qué? ─ sus ojos brillaron traviesos.

─ Dime que no hay nada ahí. ─ los pelos se le pusieron de punta con solo imaginarlo.

─ No sé cómo llegó el señor Sapito aquí. ─ mintió descaramente fingiendo ser inocente. ─ No te asustes, no hace daño. ─ Susurró. ─ Qué fea cara pusiste. No sabía que te daban miedo los sapos.

─ No me dan miedo. Me dan asco.

─ ¡Oh, eres tan cruel! Si él entendiera tus palabras tendría el corazón roto.

─ No pienso ser castigado por esto. Robaste un animal. Se lo diré a la Nana.

─ ¡No! ─ con tal de detenerlo,  jaló de su brazo.

Un mal movimiento del auto bus, y Kagura cayó sobre él. Lo que no era el problema, el verdadero problema fue el derrame de tierra en su otro bolsillo.

─ ¡Lo siento! Yo lo limpio. ─ desesperada comenzó a juntar todo de nuevo como estaba.

─ ¿También robaste una planta? ─ Oh, Sesshomaru no podía creerlo.

─ Suena feo si lo dices así. No le pertenecía a nadie. ─ comentó una vez se aseguró que todo estaba en su lugar. ─ Además, yo no robe al señor Sapito. ¡Él vino por que quería estar contigo!

─ Lo habrás aplastado...

─ De hecho, está sobre tu cabeza.

Menos mal que apenas habían llegado, el grito de Sesshomaru hubiera hecho que el autobus chocará por la intensidad e inesperada que fue.

...

─ Ya la traje hasta aquí. Necesito plantarla y darle agua antes de que muera. Por favor señorita Meiyou, luego cumpliré con mi castigo. ─ Kagura habló en defensa de la pequeña planta de flores que tomó de alguna parte del parque.

─ Está bien, y también ve pensando en que haremos con el sapo. ¿En que estabas pensando cuando lo trajiste? Ese animalito necesita vivir en su habitad natural. ─ La Nana no se quedó afuera con los regaños.  ─ No es como una mascota doméstica.

─ ¡El sapo siguió a Sesshomaru! ─ Exclamó con tal de liberarse un poco de toda la culpa. ─ Vean ustedes como el señor Sapito solo quiere estar con él.

─ Creo que se parece a alguien... ─ La Nana rio con tal de aligerar el ambiente.

...

Le gustara o no, Sesshomaru tendría que acostumbrarse a convivir con el señor Sapito. Podría vivir con eso, siempre y cuando respetará una considerable distancia. Si, Sesshomaru era de esos niños que no soportaban la mugre o los animales no aseados. Y las demás niñas del orfanato estaban de acuerdo, o le ponían una jaula o lo tendrían que echar del hogar.

Kagura se encargó de regar todos los días la pequeña planta que puso en un pote reciclado. Estaba tan feliz de cuidar a una flor de verdad. Las amaba.  También fue la responsable por el señor sapito, aunque este no la aceptara del todo.

─ Solo me utilizaste para seguir a Sesshomaru ~ ─ Lloriqueó jugando. ─ Al menos sirves para atrapar a las moscas.

─ Si va a vivir con nosotros hay que ponerle un nombre. ─ mencionó un niño.

─ Se llama Señor Sapito.

─ ¡Tiene que tener un nombre de verdad!

Así empezaron a debatir mientras el pequeño anfibio buscaba el momento perfecto para escapar de su caja.

─ ¡Sesshomaru! Tu diles que él es el señor sapito y con eso basta.

─ ¡No! ¡Kagura eres una tonta! ¡Tiene que tener un nombre!

─ ¡Tonta es la cabeza que tienes! ─ ella empujó al otro chico.

─ ¡Niños, por favor, alto! ─ Meiyou intervino. ─ Oh, el señor Sapito desapareció... ─ la mirada de horror se implantó en la maestra.

─ Hasta la señorita Meiyou lo llama como yo. ─ Kagura sonrio triunfadora.

Hubo caos por el paradero del anfibio. Sesshomaru era ajeno a todo El alboroto, sentado en un rincón, leyendo algún libro por su cuenta. No podría seguir con todo el ruido. Se decidió a dejar el libro y hacer otra actividad y compartir su aburrimiento. Su pie sintió algo viscoso y muy blanco por debajo. Sin queriar había pasado con presión.

Oh no... oh no, no, no.

Los escalofríos recorrieron su espalda. Maldijo entre dientes. No sabía si sentir asco, temor, o pena por lo que acababa de hacer.

Miró al suelo y si, efectivamente, el señor Sapito había sido aplastado por él.

Kagura pronto vio la escena y se echo a gritar con horror.

─ ¡Sesshomaru no tenías por qué hacerlo! ¡Él no tenía la culpa! ─ chilló mientras intentaba re animar al anfibio.

Hubo una ronda preocupada por la vida de aquel pequeño ser verde.

─ ¡Asesino! ─ Kagura gritó sin piedad.

─ Fue un accidente, en mi vida tocaría a ese animal. ─ se defendió.

─ Estamos de acuerdo en eso, Sesshomaru. ─ la Nana intentó calmar el ambiente.

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