Necesito dinero
Entré a la casa, todo estaba en silencio. Llegué al cuarto y el duque Ulises estaba sentado, escribiendo en un pequeño escritorio, en cuanto abrí se acercó a mí.
—¿Dónde estabas?, te busque por toda la casa.
—Fui a caminar al jardín, los arcos florales están muy lindos y me quedé ahí hasta que paró la lluvia.
—¿A dónde? —se puso serio—. ¿Seguiste el camino de los arcos?
—Me quedé en los arcos, ¿debí seguir el camino?
—No, nunca lo sigas, lleva a un lugar lejos de la casa y me preocuparía que algo te pase en ese lugar. Bueno, cámbiate y duerme. Dejaremos lo del bebé para otro día, mañana saldré temprano con mi padre, regresaremos en uno o dos días.
—Bien.
Tomé un baño caliente y me dormí, él mantuvo su distancia lo que me tranquilizó. Debo salir de aquí cuanto antes, no quiero tener un hijo sabiendo que ya tiene uno.
—Buenos días señora —una niña entró, dejó la charola de comida y abrió las cortinas.
—¿Mi esposo ...?
—Se ha marchado, dijo que la despertara para que coma. También le dejó unos lienzos, pinturas y pinceles para que se distraiga.
—Gracias, ¿cuál es tu nombre?
—Hedda.
—Mucho gusto, Hedda. Veo que me trajiste mucha comida, ¿podría compartirla contigo?, no me gusta comer sola.
—¡Cómo se atreve a humillarme así?, no comería con usted —salió y azotó la puerta.
Creí que era diferente a los demás, bueno, me siento y me detengo ante la comida, ¿será seguro consumirla?, si me envenenan y muero estarán felices, pero mi familia no. Si algo me pasa seguro estarían muy tristes y lamentarían haberme dejado aquí. Me alejo y me cambio, tal vez pueda salir al jardín, logré ver que hay algunos manzanos, seguro podré sobrevivir con ello.
El jardín estaba con algunos charcos, me puse a lanzar piedras para distraer mis pensamientos. Sé que me están siguiendo, eso me da miedo, ¿cuál será el plan? No puedo estar tranquila en ninguna parte, temo que algo pase, no tengo a nadie de mi lado y noto su odio en los ojos. Sigo caminando y veo delante un campo lleno de flores de nubes, su blancura me encanta, ver desde lejos me hace sonreír.
El día llegó a su fin, entre estar aquí fuera con los sonidos de las aves nocturnas y los aullidos a lo lejos y entrar a mi cuarto veo más seguro estar aquí, pero ante la lluvia no me queda más que entrar.
Cierro las ventanas y prendo una vela, la pongo cerca del espejo y grito. Hay en el espejo palabras con rojo, parece sangre y dice: "Bete de aquí, no me sustitulles como la señora de la casa"
—¿Qué sucede? —entran dos mujeres al cuarto, al verme sonrieron y trataron de ocultar su felicidad cubriéndose la boca con las manos.
—Seguro es el fantasma de nuestra querida señora —dice una, intentando sonar triste.
—Es el espíritu de la señora, ha de estar molesta, si fuera tú me cuidaría.
Se fueron y me quedé sola, mirando el espejo, viendo como las gotas iban deformando las palabras. Con un pincel tomé de las mismas para escribir abajo: "No soy tu enemiga, también quiero irme, pero necesito dinero para mi familia, ¿me puedes ayudar?"
Me quedé sentada, esperando que me responda, pero nada. Me desperté porque entraron.
—¿Sigue aquí? —me dijo con desprecio una mujer anciana.
—Esperaba que el fantasma me ayudara, pero nada, supongo que no le caigo bien —me levanté y salí del cuarto.
Las personas me veían y murmuraban, no me detuve y salí al jardín, caminé hasta llegar al campo de flores blancas, me senté en un borde y me fije en como el viento jugaba con las plantas.
—¿Es verdad lo que escribiste? —me asustó la voz de un hombre, el hermano de la chica muerta.
—No busco ser la señora de nada, solo quiero salvar a mi familia de la ruina, por eso me casé.
—Todos sabemos que Ulises busca tener un heredero.
—Pero no ha pasado nada entre nosotros.
—Mientes, sabemos que dormiste con él en la noche de bodas.
—No de esa forma, no tengo planes de tener un hijo sabiendo que ya está tu sobrino, no quiero que mi hijo se enfrente a estas cosas, solo quiero irme pero con algo de dinero. Pero tu hermana no me contestó.
—Ni lo hará, en realidad lo escribí yo —sonrió, de esa forma se ve como alguien amable.
—Que pena, de verdad creí que podría decirme como obtener dinero.
—Puedo conseguir un poco, si tengo tu palabra de que no te acostarás con el duque y desaparecerás.
—No sé si confiar en ti.
—Lo entiendo, no empezamos bien, discúlpame por eso. Puedo notar que eres sincera, te apoyaré si te vas, claro, hay que hacerle creer que moriste por algún motivo para que no te busque, ¿verdad?
—Sí, me parece bien.
—De acuerdo —me extiende su mano—, hagamos las paces, por el futuro de nuestras familias.
—Por mi paz y el bienestar de tu sobrino —nos damos un apretón y me acompaña hasta mi cuarto.
Por la noche me trajeron de comer, ya con otra actitud, sonriéndome y hasta contándome como prepararon la comida al notar mi desconfianza, me acompañaron y les convidé. Me alegra que no me vean como una amenaza, que saben que lo que quiero es irme lejos, con mi familia y dejar las cosas que no me corresponden.
—¿Cariño? —el duque entró y se quedó parado al ver a las mujeres, las vio con sospecha.
—Bienvenido duque —me pare para saludarlo y las mujeres salieron.
—¿Pasó algo extraño en lo que estuve fuera?
—Nada, solo me puse a platicar con ellas y dejaron de tratarme mal.
—Me alegra —se quitó el abrigo y se acercó a darme un beso en la mejilla—. ¿Cómo te sientes está noche?
—La verdad siento que es muy pronto, tan solo véame, no tengo la condición para poder tener un bebé, estoy muy delgada, no quisiera que por ello lo perdiera, sería algo muy doloroso y traumático.
—Parece más una excusa —me mira fijamente—, pero está bien, no veo en tus ojos que te atraiga la idea, ni te sonrojas con mi cercanía, daré lo mejor de mí para que desees que suceda —me besa el dorso de mi mano y se aleja a seguir cambiando.
Dejo escapar un suspiro de alivio, creí que tendría que decir alguna otra cosa para que se pospusiera, soy consiente que al principio accedí sin problema a su petición. Me acosté y le di la espalda.
—El viaje fue algo pesado, mi padre quería quedarse un día más pero logré convencerlo de regresar, tenemos que atender otros asuntos y los papeles se están amontonando más.
—Que mal.
Creí que se dormiría pero empezó a hablar del viaje, que lograron capturar a unos ladrones mientras visitaban tiendas de armas y que durmió en paja. Sólo le decía que sí, aja, que interesante y me quedé dormida.
—Buenos días —desperté por la niña de la vez pasada—, el duque la espera en su estudio, desayunará con él.
—Gracias.
—Quiero disculparme por el otro día, todos me dijeron que no debía hablarle ni estar con usted, pero ahora me dijeron que sea amable, así que lo siento.
—Está bien, dentro de poco me iré y dejaré de causar problemas.
—Lo dudo —dijo sin mirarme y siguió tendiendo mi cama.
—¿Por qué?
—El duque se ve feliz, temo que lo rompan con su plan. No creo que se hunda en la tristeza por mucho, ni creo que así acceda a reconocer al pequeño Ulises, temo que deje de ser tan bondadoso y se convierta en un ser sin humanidad.
—¿Qué quieres decirme?
—Eres la esposa, a los demás les cuesta entenderlo, pero creí que usted sería más fuerte.
—No me casé por amor, lo hice por mi familia.
—Parece que lee muchos libros románticos, señora está es la realidad, ¿quiere un príncipe?, ¿qué todo se resuelva por magia?, pues no, tiene a un buen hombre, claro que cometió errores en el pasado, pero no lo haría de nuevo y sabiendo de tu reputación te aceptó.
—¿De qué hablas?
—La ruina fue tal que usted vendía su cuerpo por dinero.
—Claro que no, vendí mis cosas, no mi cuerpo.
—Así como hablan mal de él también de ti, deberían apoyarse no que lo quieres apuñalar por la espalda.
—Hablas como si fuera el duque a morir, la que fingirá eso soy yo.
—Espero no se arrepienta demasiado tarde —sale enojada.
Me vestí y fui al estudio del duque.
—Buenos días, me alegra verte —me dice el duque viéndome y me sonríe.
—Buenos días —me senté frente a la mesa de comida.
—Tienes buen apetito.
—Sí.
—¿Te gusta la mermelada?
—Sí.
—¿Cómo probaste la leche?
—Bien.
—¿Quieres contarme algo?, tal vez algún sueño.
—No.
—Te noto muy cortante, antes de irme no eras así.
—Me gusta comer sin hablar.
—Lo entiendo —no dijo más, terminó y esperó a que hiciera lo mismo.
—Gracias, me retiro.
—Creí que me ayudarías con el papeleo, anoche me lo dijiste.
—Duque, no me hable mientras duermo, no soy consiente de mis palabras. Buen día.
Salí y me fui al jardín, noté que había un invernadero y entré, no hay muchas plantas y las que están se ven marchitas, toco la tierra y noto que está seca. Busco un cubo y voy al pozo de al lado para poder regarlas.
—Este lugar no es atendido, lo hacía mi hermana —me asusta el rubio—, permíteme llevar el cubo, se ve pesado.
—Gracias.
—Mi hermana solía sembrar flores, todo el tiempo este lugar estaba inundado de diferentes olores, tras su muerte no tuve las fuerzas para seguir y se abandonó.
—¿Puedo atenderlo mientras no me voy?
—Claro, con mantenerte lejos del duque accedo.
—Muchas gracias —lo abrazo al notar su tristeza.
No dice nada, me pasa un brazo por el hombro y me atrae más a él.
—Gisela, te estaba buscando —la voz de Ulises hizo que nos separáramos.
—Buenas tardes, duque —se nota en la voz el resentimiento que le guarda.
—Vamos, cariño —me toma de la mano y me aleja de ahí. Me lleva a otra parte del jardín—. Ahora entiendo la razón por la que todos te tratan diferente, dime, ¿qué hizo para ganarse tu confianza ese tipo? —suena molesto.
—Supe que su hermana es tu examante, la que murió.
—Dime, ¿qué fue lo que exactamente te dijo?
—Que no se suicidó, tú la mataste.
—¡Yo no fui!, ¡no estaba aquí! —me grita.
—Todos apoyan esa historia, ¿por qué lo niegas?
—No miento. No sabes como me arrepiento de haberte dejado aquí. Tu mente es muy inocente, le creíste demasiado rápido.
—Entonces cuéntame tu versión.
—No sé que pasó, quien estaba fue mi padre, él dice que la encontró en el cuarto muerta.
—No le creo duque.
—¿Qué más pasó mientras no estuve?
—Duque, entre los rumores sobre usted, había uno que dice que tiene hijos que no quiere reconocer.
—Es mentira, no haré lo que mi padre, no haría sufrir a una mujer como lo hizo mi padre con mi madre.
—¿Seguro?
—Te digo la verdad —me mira fijamente.
Parece que habla con la verdad, pero lo que mis ojos vieron me hacen recordar que miente. Su hijo se parece mucho a él.
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