Capítulo único
Me encontré con el 'Ao3 favorite tags Bingo' y tenía que participar. Mi tarjeta es bastante divertida y me dio una excusa para escribir más del Au de 'La Vara de la verdad', que honestamente se está volviendo mi AU favorito. Voy a anexarla en mi twitter y tumblr por si alguien quiere echarle un ojo a las etiquetas futuras (que espero hacer antes de que termine el año)
Etiqueta utilizada: 'Confesión de amor'
Advertencias: No beteado (todavía), Mención de posible muerte de personaje, ligero hurt/comfort, posible OoC (no sé si cuenta como OoC, estaba demasiada emocionada con la idea así que la tomé y corrí por los montes con ella... si cuenta como OoC me disculpo de antemano)
PSD: me dí cuenta que estoy traduciendo muy mal 'High Jew Elf King', debería ser Rey Elfo Judío Mayor o Elfo Mayor Judío Rey o algo así... me gusta más 'Alto Elfo Judío Rey'
PSD de la PSD: en esa misma vena, como accidentalmente quité la parte de ''Judío'' mientras escribía, cada vez que Cartman llama a Kyle 'Elfo' es el equivalente a Cartman llamándolo 'Judío', en ese contexto. Ustedes saben cuál.
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Flores
Eric siente que va a perder la cabeza, y la culpa es del estúpido Alto Elfo Rey.
Si fuera un poquito más humilde, sin embargo, admitiría que, en parte, es su culpa también por permitirse sentir curiosidad. Pero como no es, ni de lejos, humilde, la culpa de su actual crisis, en su modesta opinión, recae única y exclusivamente en el elfo. En él y las estúpidas flores que casi siempre, sino es que siempre, adornan la maraña que llama cabello.
Y la cosa no son las flores, no del todo, sino el hecho de no haberlo notado o, más bien, el hecho de que lo había ignorado con tanta facilidad por tanto tiempo.
Aunque, bueno, ni siquiera tenía porque cargar con toda la culpa de ese detalle, considerando que, en un principio, simplemente pensó y aceptó como bueno y valido que era alguna costumbre extraña de los elfos. Es lógico asumirlo, ¿no? después de todo los humanos nunca se habían molestado demasiado en aprender de sus enemigos nada más que lo básico para darles una paliza en batalla mientras estuvieron en guerra; posterior a ello, su conocimiento de la raza solo se amplió lo suficiente como para no ofender de forma accidental a los embajadores del aquel entonces Rey y, de esa forma, evitar una nueva guerra luego de años trabajando por conseguir la paz.
La cuestión es que Eric, por mucho tiempo, se había preciado en ser diferente a sus predecesores, solo para caer en cuenta que tropezó con la misma piedra. Saber, ahora, que se había engañado a si mismo tan fácilmente le hace sentir estúpido.
Y es que el título de Gran Mago no se lo habían dado únicamente por su bonita cara, aunque si le preguntan esa era razón más que suficiente, pero no, se vio forzado a trabar duro para conseguirlo, y aún más duro para conservarlo. Su gente debería estar agradecida, en serio, a veces es agotador ser tan asombroso. Para lograrlo, se había prometido a si mismo de que no cometería los mismos errores que el monarca anterior, o el que estuvo antes de ese, y para ello no le quedó de otra más que dedicar gran parte del tiempo que no dedicaba a gobernar sobre su gente a estudiar y aprender todo lo que pudiera de los elfos. Su lógica era que, por supuesto, si quería seguir siendo superior debía conocer mejor que nadie a los que, en ese entonces, aún seguía viendo como potenciales enemigos.
Su perfecta lógica se encontró con un minúsculo problema: El estúpido Alto Elfo Kyle Broflovski, el rey de los elfos más joven, en su larga historia, en subir al trono, y un jodido enigma que, cada vez que Eric sentía estaba por descifrar, hacia algo que desmoronaba todas sus teorías. Desde el momento en que se conocieron le pareció insufrible, estirado y con un aire de sabelotodo que crispo sus nervios a más no poder; sin embargo, a regañadientes, no le queda de otra más que conceder que, así como es de insufrible, es igual de fascinante.
Eso último es un desarrollo reciente, o al menos está convencido de que es reciente, pero para su completo horror en los últimos años se ha encontrado a sí mismo sintiendo una mezcla de envidia y admiración por el monarca, así como la creciente necesidad de no perderlo de vista ni por un segundo. Por supuesto, cuando notó estas... emociones hacia el elfo, lo primero que pensó es que era obvio que era porque no podía permitirse bajar la guardia a su alrededor, no fuera que le quisiera jugar sucio y aprovecharse de los beneficios que obtenían los elfos del tratado de paz que existía en sus naciones. A medida que esas emociones crecieron, su siguiente línea de pensamiento saltó a qué claramente el Alto Elfo estaba intentando controlarlo mentalmente; esa discusión casi había desatado otra guerra entre ambos reinos por haberlo acusado de intentar manipularlo. Ahora, tras mucho pensarlo, debe admitir que es mucho más complicado que eso, por mucho que se niegue a ponerle un nombre.
Como sea, la cuestión es que la culpa de que se encuentre en un estado de furia mezclado con pánico recae en su totalidad en el elfo, así como esas estúpidas flores. Y en la princesa Kenny también, aunque en menor medida.
Es culpa del Alto Elfo porque, de alguna forma, logró engatusarlo como para aceptar su palabra como verdad absoluta. ¡Es ridículo! No puede creer que luego de obsesio... asegurarse de estudiar meticulosamente al Rey tanto como le fuera posible, eso que había pasado por alto era una anomalía y no algo común. ¿Qué estaba pensando su yo de hace unos años? En cómo destruir al elfo, obvio, y no en lo vibrante del verde de sus ojos, claro que no.
Dioses, de nuevo, se siente tan estúpido por no haber caído en cuenta antes. Ha conocido otros elfos, en las incontables fiestas diplomáticas que ha asistido en el reino vecino, y el Alto Elfo es el único que siempre llevaba el cabello decorado con flores. "Es porque es una ocasión especial" había explicado el rey en una ocasión que se burló del asunto. "Son regalos del príncipe Ike, mi hermano" era la respuesta genérica cuando se quedaba demasiado tiempo mirándolas durante sus reuniones.
—"No todos somos unos indeseables y a mis súbditos si les gusta compartir tiempo conmigo" y mis bolas, esas no crecen naturalmente en su estúpido bosque —murmura entre dientes, conteniéndose por muy poco de lanzar el libro que sostiene.
Casi ninguna crecía de forma natural en el bosque de los elfos, por lo que la excusa de que eran arreglos hechos por su gente para él es una mentira descarada. ¿Existe la posibilidad de que hayan sido creadas con magia? Claro, pero siempre se veían demasiado vibrantes para ser producto de magia. Demasiado vivas, como si respiraran al compás de los movimientos del Alto Elfo.
—¿Y por qué si son para una ocasión especial han sido diferentes cada vez? —se cuestiona en voz alta, soltando el libro para tomar otro, esperando encontrar una respuesta diferente.
Es culpa de Kenny, porque fue quién hizo el comentario que lo llevó a sumergirse de cabeza en la locura que se ha apoderado de su existencia las últimas semanas.
—Uh, juraría que esa flor no estaba hace un segundo —dijo unas semanas atrás, apoyada contra su hombro mientras ambos veían al Ranger Marshwalker ayudar a su rey a subir en su montura.
Pensar en ese día le hace detener su frenética lectura y tratar de concentrarse en la escena completa y no en el hecho de que, durante todo el intercambio, había estado demasiado distraído con la forma en que el sol tras el elfo parecía hacerlo brillar. Le costó unos segundos entender a qué se refería, a lo que, con cierta mofa por su obvia distracción, la princesa señaló una de las tantas flores entre la maraña pelirroja que, efectivamente, no estaba ahí durante su reunión. Allí, entre flores de pétalos redondeados de un rosa oscuro y tallos alargados de flores moradas, envuelta alrededor del centro de su corona, abrazándola, se alza un pequeño capullo cuyos pétalos, firmemente cerrados, parecían formar una copa de un rojo vibrante, mucho más oscuro y brillante que los rizos a su alrededor. Con el sol a su espalda Eric pensó que parecía una pequeña llama, y, cuando Kyle alzó la vista para despedirse, de haber parpadeado se habría perdido el momento justo en que dos flores más, idénticas a esa roja, surgieron de la punta de un par de rizos, junto a la primera.
El silbido asombrado de Kenny le hizo saber que no había sido su imaginación, pero antes de poder cuestionarlo el rey y su segundo al mando se estaban marchando.
Ese incidente le hizo pausar y reevaluar las interacciones que había tenido con el elfo en el pasado, cayendo en cuenta que, al igual que esa vez, anteriormente había notado flores que no habían estado ahí cuando el elfo había llegado a su palacio. Lo dejaba pasar como si nada, pero ahora le es imposible dejar de pensar en ello, viéndose obligado a investigar el asunto.
Y es en parte su culpa también ¿no?, piensa cerrando el libro pasando su atención a unos viejos pergaminos. Por dejar que la curiosidad le gane, por permitir que la desesperación lo haya arrastrado a investigar cada espacio en la biblioteca real en busca de respuestas, de algo que expliqué el asunto con algo más que "es magia élfica, fin del asunto".
Es su culpa por preocuparse. ¿Cómo no hacerlo si la respuesta a la que llegó la primera vez que buscó sobre el asunto, que no lo resumió a ''sólo magia'', es que existe la posibilidad de que se trate de una enfermedad que le causará la muerte al Alto Elfo?
—¡Carajo! —esta vez no sé contiene y lanza el pergamino contra la pared, al carajo que se eche a perder. ¿De qué le sirve conservar ese conocimiento? El único estúpido elfo que le importa es...
Pasa una mano por su rostro, luchando contra la oleada de nauseas que le acomete de solo pensar en lo que podría pasarle a Kyle si no encuentra una solución. Además, ¿Qué tan inútil son los elfos? ¿Cómo nadie ha hecho absolutamente nada para resolverlo? ¿Tan poco les importa su rey? Ni siquiera el estúpido de Stan Marshwalker, que pasaba la mayor parte del tiempo pegado a las faldas del pelirrojo, parecía ni un poquito preocupado, y Eric duda mucho que sea tan buen actor como para ocultarlo si lo estaba. ¿O Kyle le había contado la misma mentira que a él? ¿Para no preocuparlo? Después de todo Marshwalker es humano. Criado por elfos sí, pero humano, al fin y al cabo.
—No puedo creer que todo lo tengo que hacer yo —masculla, poniéndose en pie para recuperar el pergamino. A él podrá importarle muy poco lo que le pase, pero no lo dejarán en paz si lo daña. Estúpidos bibliotecarios y sus estúpidas reglas de preservación del conocimiento.
¿Qué va a hacer ahora? No puede solo presentarse en el bosque de los elfos para demandar una explicación y exigirle a Kyle que trabajen para salvarlo. Bueno, de poder puede, pero es... complicado, ¿cómo explicarle que ha pasado semanas investigando si existe alguna forma de ayudarlo sin delatar su preocupación? ¿sin cometer un desliz y admitir algo más?
Mira el pergamino en sus manos, apretándolo con fuerza cuando el miedo repta en su interior, tomando lugar en la base de su estómago y hundiéndolo. No, no puede quedarse de brazos cruzados mientras un montón de inútiles se hacen los estúpidos y apartan la vista. Deja el pergamino en el escritorio y recupera su capa saliendo de la biblioteca, decidido.
Al carajo las posibles consecuencias de su acto impulsivo, si nadie va a hacer nada entonces de él depende que su estúpido elfo viva un día más para sacarlo de quicio.
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Estúpido mago.
Estúpido mago, estúpido y mil veces estúpido piensa mascullando maldiciones entre dientes, todas dirigidas al objeto actual de su enojo. Sin embargo, ¿Cuándo no es el Gran Rey Mago Eric Cartman el objeto de su enojo? La respuesta es que siempre lo es, por supuesto, pero en este preciso momento es por una razón diferente. Bueno, es la misma razón que casi todas las otras veces, pero es diferente porque su enojo nace a raíz de la frustración, consigo mismo más que con el humano, y no el fastidio o el deseo de simplemente estar enojado.
Kyle emite un sonido de triunfo cuando, por fin, logra desenvolver el último tulipán de sus rizos. Triunfo que no le dura mucho porque, al pensar nuevamente 'estúpido mago', vuelven a florecer. Con un grito ahogado lanza al otro lado de la habitación el peine que estaba usando, el cual golpea uno de los tantos jarrones en sus aposentos, haciéndolo trizas por la fuerza conque lo lanzó, y en consecuencia derramando el agua en su interior y las flores que sostenían caen, sus pétalos regándose por todas partes pues el líquido es lo que las mantenía con vida.
Maldice de nuevo, esta vez incluyéndose a sí mismo por su arrebato, ahora más mortificado que frustrado. Se levanta de su asiento apresurándose al lugar que ocupaba el jarrón, esperando poder rescatar algunas de las flores, pero habían estado tanto tiempo en ese lugar que para cuando se detiene junto a los pedazos del jarrón los pétalos ya se han secado. Debería modificar el hechizo en el agua, piensa arrodillándose junto a lo que queda de su pequeño tesoro, lamentándose de haber hechizado el líquido y no las flores en sí, tal vez así se salvarían de sus arrebatos cuando termina lanzando cosas a su alrededor.
'Tal vez no deberías de conservarlas, punto' murmura una voz en su oído, muy parecida a la de Stan, pero no puede evitarlo. Las atesora, ¿ok? Son un fastidio para sacar de su cabello sin lastimarse, o dañarlas, y son un dolor de cabeza aún más grande por el simple hecho de existir, pero se ha encariñado con ellas. Mientras la causa de su existencia no lo descubra ¿qué daño podían hacer?
'Soluciones a medias no son soluciones, bube' escucha las palabras que dijo su madre cuando le pidió ayuda con el hechizo. Aún ahora no tiene muy en claro si ella estaba hablando de la magia que estaban realizando o de las flores en sí. Conociéndola, probablemente se refería a las flores, pues el estar 'podándolas' constantemente no es una solución definitiva a su problema. Por otro lado, no cree que seguir su consejo resuelva el asunto de una vez por todas, y siendo honesto consigo mismo está demasiado aterrado de los resultados como para siquiera intentar ponerlo a prueba. ¿Significa que tal vez pase el resto de su existencia sacando flores de su cabello y convirtiendo su habitación en un jardín? Probablemente, pero está dispuesto a aceptarlo si con ello puede mantener su corazón intacto.
Con mucho cuidado recoge los pétalos, de los pedazos del jarrón se encargará después, mirando con cierta nostalgia que el azul de las flores se había desvanecido casi por completo. Cierra los ojos y respira hondo sintiendo más flores del mismo tipo brotar de su cabello en consecuencia. No las ve como un problema, pero por los Dioses que a veces le saca de sus casillas la rapidez con la que vuelven a crecer.
La primera vez que su cabello se llenó de flores no se lo esperaba.
Sucedió poco antes de su segunda reunión diplomática con el Gran Mago, Rey de los humanos de Kupa Keep. Antes de entrar al salón dónde se llevaría a cabo, su interior había burbujeado con tanto desagrado y desprecio que, por un segundo pensó su magia se saldría de control. En su lugar, su cabello de pronto se llenó de flores blancas y amarillas, enredándose con saña entre sus rizos y corona; desgraciadamente no tuvo tiempo para reaccionar, entrar en pánico u ocultarlas por lo que no le quedó de otra más que proceder con la reunión fingiendo que era algo totalmente normal.
Las flores no desaparecieron después de eso.
De hecho, cada vez que tenía que interactuar con el otro rey la situación parecía empeorar. Hileras e hileras de flores, que luego descubrió eran claveles y azaleas, apareciendo de la nada en su cabeza hasta el punto de prácticamente enterrar su cabello bajo los pétalos. Tuvo que encerrarse en sus aposentos por días incontables en lo que encontraba la forma de deshacerse de ellas, pues desgraciadamente su magia no era de gran ayuda, teniendo que recurrir a retirarlas con sus propias manos.
Luego, no sólo era al momento de presentarse frente al humano, sino que el simple hecho de pensar en él provocaba que más flores nacieran. No importaba cuanto tiempo se tomara en retirarlas, a veces con más brusquedad de la necesaria, volvían a encontrar un lugar entre sus rizos. Para cuando la situación se volvió insoportable, los claveles habían dejado de crecer siendo reemplazados por pequeñas flores de campana, de un azul ligero, que tendían a colgar de los rizos más bajos arrastrando las azaleas, lo que incrementaba el peso hasta el punto de ser doloroso. No tuvo otra opción más que consultar con su madre el asunto, demasiado frustrado como para llegar a otra solución por sí mismo.
Su madre nunca se había reído con tanta fuerza en su cara como en ese momento, sus carcajadas empeorando antes de poder calmarse al verlo prácticamente enterrado en flores. Incluso su padre encontró difícil ocultar que encontraba la situación particularmente hilarante.
A Kyle no le pareció divertido en lo más mínimo.
La explicación que obtuvo le pareció aún menos divertida. Mortificante de hecho. Vergonzoso incluso, tener que descubrir cosas de su persona de esa forma, la risa de sus padres hundiéndolo más en un charco de humillación.
Se encerró por una semana negándose a verlos a la cara, o a nadie en particular. Sólo él y sus flores.
¿Cómo esperaban sus padres que reaccionara al enterarse que, básicamente, estaba tan constipado emocionalmente que su propia magia había encontrado una forma de expresar lo que se negaba a aceptar?
Ridículo, realmente ridículo. La simple idea de que podía siquiera llegar a gustarle el Gran Mago era ridícula en todas sus letras.
Y sin embargo...
Suspira resignado cuando un ramillete de mirtos florece junto a las campanillas. El suspiro se vuelve frustrado cuando algunos mechones de cabello caen sobre su frente obstruyendo su vista, a causa de una peonía roja que ha decidido ese es el mejor lugar para surgir, arrastrándolo con su peso.
'Soluciones a medias no son soluciones' piensa recuperando el peine para poder retirarlas, buscando a su alrededor otro jarrón para conservarlas.
Tenerlas en su habitación había sido una idea del momento, que vino a él una noche mientras retiraba campanillas. Se veían tan hermosas, llenas de vida, que no tuvo corazón para desecharlas como a las azaleas. De ahí que haya ido con su madre para consultar una forma de modificar un hechizo que ayudará conservarlas. Sheila lo había ayudado, por supuesto, pero con el tiempo no dudó en expresar su inconformidad. Según ella, expresar en palabras lo que su magia trataba de decir solucionaría el asunto. Según Kyle, ese es un riesgo que no está dispuesto a tomar, no ahora al menos. Tal vez lo haga cuando la expectativa de vida del humano llegara a su fin, como un regalo para que partiera con calma.
Como si no supiera que, primero, la magia de Cartman ayudaría a extender su vida y, segundo, él no ve en un futuro cercano permitir que el humano muriera primero que él.
¿La solución entonces? Soportar el peso de la literal manifestación de sus emociones y esperar no lo mate en el proceso, en vista de que mientras más se permite sentir por Cartman, más y más flores encuentran vida en su cabeza.
—A este paso yo terminaré convertido en jardín —murmura dejando el ramillete que se ha formado en un jarrón disponible, tomando nota mentalmente de luego llenarlo de agua y hechizarlo.
—Ahora a limpiar este desastre —dice bajo mirando los restos del otro jarrón, lamentándose nuevamente por su arrebato. Bien podría llamar a alguno de los sirvientes, pero es su desastre y lo justo es que se encargué él mismo.
Antes de siquiera empezar, es interrumpido por el sonido de un golpe seco contra las puertas de sus aposentos, seguido rápidamente por estas abriéndose de par en par. Inmediatamente se pone a la defensiva, listo para atacar a quién sea que se estuviera atreviendo a entrar de esa forma a su habitación privada, pero antes de hacer nada reconoce el cuerpo que estrepitosamente cayó al suelo una vez las puertas cedieron al peso.
—¡Su Majestad! —la voz de Stan suena alarmada y sin aliento, seguro por haber corrido tratando de detener al intruso.
—¿Cartman? —pregunta a la vez, mirando con incredulidad al otro rey que se gira, gruñendo y quejándose dramáticamente mientras se pone en pie. —¿Qué carajo haces aquí?
—Mil disculpas, Su Majestad —uno de los guardias, parado a pocos pasos tras Stan, hace una profunda reverencia, claramente avergonzado—, antes de que nos diéramos cuenta el Rey Mago había atravesado todo el palacio y...
—Gran Rey Mago para ti, pedazo de incompetente —responde el aludido, limpiando su gabardina con brusquedad—. Carajo Khal, ¿de qué están hechas estás puertas? ¿Y qué diablos le pasa a la seguridad de tu palacio? Cualquiera puede entrar al reino y ni cuenta se darían.
Kyle respira hondo cerrando los ojos con fuerza, irritación y frustración corriendo por sus venas a partes iguales. Al carajo todos los pensamientos positivos que estaba teniendo con respecto al hombre frente a él unos segundos antes, sin duda alguna lo odia con todas sus fuerzas.
Los tulipanes, campanillas y anémonas blancas que escogen ese preciso momento para brotar en su coronilla expresan todo lo contrario. Traidoras.
—Déjennos a solas —ordena abriendo los ojos finalmente, mirando a Stan con firmeza.
—Pero Kyle... —el Ranger lo mira con preocupación, antes de desviar los ojos al otro rey, desconfianza escrita en todo su rostro, regresando la vista rápidamente a su rey.
—No te preocupes Stan —su rostro de suaviza en lo que espera sea una expresión que transmite confianza y calma. Qué la preocupación se profundice en la mirada de su amigo le hace saber que ha fallado miserablemente, así que procede a cuadrar sus hombros, en una posición que no da cabida a réplicas.
—Retírense —ordena con firmeza —. Es claro que lo que haya traído al Rey Mago a nuestro reino debe ser una emergencia —lo último lo dice mirando al susodicho con reproche, gesto que este responde con una sonrisa inocente, encogiéndose de hombros.
Stan duda un segundo, antes de suspirar resignado, haciendo una reverencia que el guardia imita inmediatamente.
—Como diga Su Majestad —dicen al unísono. Stan se adelanta para tomar la manija de las puertas y cerrarlas. Antes de terminar, carraspea suavemente —. Estaré aquí fuera por si necesita algo, Su Majestad.
Kyle sonríe suave, agradecido con el sentimiento, aunque está seguro de que lo que sea que el Rey Cartman quisiera puede manejarlo solo. Y, de todas formas, están en su territorio así que duda el humano vaya a hacer algo que pueda perjudicarlos. Ninguno quiere otra guerra.
Stan asiente ligeramente y termina de cerrar la puerta. La habitación se sume en un profundo silencio, que se alarga de forma innecesaria, pero Kyle no planea ser el primero en romperlo. Si Cartman tiene tanta prisa de hablar con él, bien puede iniciar la conversación.
—Siendo francos, no creí que llegaría tan lejos —es lo primero que dice el castaño luego de un largo rato en silencio, removiéndose incómodo sobre sus pies, mirando alrededor para darse algo que hacer.
—¿Qué esperabas sucediera? —pregunta cruzándose de brazos, atento a cada movimiento que hace el Gran Mago.
—Esperaba que tú seguridad fuera más... —hace un gesto vago con la mano, buscando la palabra —... Sofisticada —le queda claro que esa no es la palabra que quiere usar, pero parece satisfacer al hombre, que finalmente lo mira—. Las defensas del bosque me dejaron pasar sin chistar, y el palacio tiene muy pocos guardias.
"Palacio" no es como Kyle llamaría a su hogar, tomando en cuenta que se trata de un árbol ancestral que se ha modificado a sí mismo con magia para acomodar a la larga línea de la realeza élfica. Y las defensas de la que habla están en sintonía con las emociones de Kyle, por lo que hace un tiempo se habían adaptado a sus sentimientos y difícilmente le impedirían la entrada al humano. No que se lo vaya a decir por supuesto. No ahora. De preferencia nunca.
—¿Qué haces aquí, Cartman? —pregunta sintiéndose agotado. No puede pensar en una razón lógica por la que el castaño decidió presentarse en su hogar sin anunciarse. Y sin un cortejo por lo que puede ver.
Solo y con su magia como única defensa, ¿acaso es estúpido? El bosque no sólo les pertenece a los elfos.
—Me parece, Khal, que estás ocultandome algo muy importante —Kyle se tensa inmediatamente por sus palabras, incrédulo. No pudo haberse dado cuenta ¿Verdad? Hasta el momento el elfo pensaría que, salvo las flores, lo estaba ocultando muy bien—, y es el momento de que me pongas al corriente de la situación.
—Cartman, no sé de qué... —deja caer sus brazos, retrocediendo un paso, alarmado.
—Y técnicamente no es asunto mío, excepto que sí lo es —el humano se acerca a él, apuntándolo acusatoriamente—. ¿Esperabas que me enterara de tu muerte en tu funeral?
El pánico que había empezado a gestarse en su interior se detiene de golpe, y mira al castaño sorprendido.
¿Qué?
—¿Qué? —cuestiona casi sin aliento. ¿Muerte? ¿La muerte de quién?
—No te hagas el estúpido Khal, ya lo sé todo —alza sus brazos dramáticamente, las mangas de su túnica deslizándose hasta sus hombros—. No puedes solo irte y no avisarme quién será tú reemplazo, ¿qué diablos voy a hacer si la perra de Sheila regresa al trono?
—No llames... —empieza a protestar, pero el humano se acerca de nuevo a él haciéndole retroceder por lo rápido de sus pasos.
—¿O el pusilánime de tu padre? Aunque siguiendo algo de lógica, le tocaría a Ike reemplazarte —se detiene un segundo, llevando una mano a su mentón, pensativo —. Eso no estaría mal, el renacuajo me cae bien, ¡pero no es el punto!
El castaño golpea su pecho con un dedo y Kyle está demasiado pasmado como para apartarlo. ¿De qué carajos está hablando?
—Ya me acostumbré a ti y tú estúpido cabello rojo y tú estúpida nariz torcida, no puedes pretender que me acostumbre a seguir negociaciones con otra persona —continua en su perorata, apartándose lo suficiente para alzar sus brazos nuevamente. —¡Hay que hacer algo!
—Cartman... —pasa una mano por su rostro, agotado. —¿De qué locura estás hablando?
—De tú enfermedad e inminente muerte, Khal. Dioses, creí eras más inteligente que esto, sé que eres capaz de seguir el hilo, ¡espabila! —y como si entrar en su habitación de súbito no fuera ofensa suficiente, tiene el descaro de golpear su frente con su dedo medio.
—Cartman —gruñe irritado, frotando su frente—. En primer lugar, no estoy enfermo, ni me voy a morir. En segundo lugar ¿Qué diablos?
—No puedes engañarme más, elfo —Cartman se cruza de brazos, sonriendo con suficiencia—. Lo descubrí todo, hay registros de una enfermedad que se manifiesta con flores y tú... —descruza sus brazos para señalar alrededor de la habitación antes de señalar su cabello—, literalmente estas cubiertas por ellas, así que desembucha, ¿Cuánto tiempo de queda?
—Por los Dioses —su incredulidad se transforma en diversión al unir los puntos. No porque encuentre divertido que el mago haya pensado que va a morir, sino porque a pesar de que trata de expresarse con enfado e indiferencia, le queda claro que está preocupado.
—No voy a morir, Cartman —dice con paciencia, como si estuviera hablando con un niño pequeño, tratando de no sonreír. ¿Así se estaba sintiendo su madre cuando le explicó la magia tras las flores? —. Por lo menos, no en mucho tiempo.
—¿Qué hay de las flores entonces? Y no me mientas —advierte.
—Cartman, puedo asegurarte con toda seguridad que no son nada y que no voy a morir —dice transmitiendo tanta seriedad como puede, ignorando la forma en que su corazón se acelera al pensar que lo que mueve a Cartman en ese momento es preocupación.
Preocupación por él. Dioses, piensa con cariño, es tan estúpido.
Dioses, cuanto lo amo.
—¡Ajá! —el grito de Cartman lo sobresalta, pero no tiene que preguntar cuál es su jodido problema al notar como señala su cabello. De hecho, puede sentir los estúpidos tulipanes brotar a raudales—. 'No es nada' mis cojones, ¡vas a morir!
—Lo que me va a matar es tu estupidez —rebate llevando una mano a sus labios, ocultando su sonrisa.
—¿De qué te estás riendo? —obviamente, no fue tan discreto como pretendía.
—Es sólo... Si no te conociera pensaría estás preocupado por mí bienestar —no puede contener más la risa, pasando una mano por su cabello, sus dedos envolviéndose en el tallo de unos tulipanes.
—¿Y qué si es así? —responde Cartman haciéndolo detenerse.
—¿Qué? —pregunta bajo, sorprendido.
—Dije —Cartman da un paso al frente y luego otro, haciéndolo retroceder de nuevo hasta que su espalda choca con la pared, —¿Y qué si me preocupa tú bienestar? —apoya una mano en la pared, junto a su cabeza y de alguna forma Kyle ha terminado en una posición extraña. Con la espalda deslizada ligeramente hacia abajo y las piernas flexionadas en el inicio de una cuclilla, dejando sus rostros a la misma altura.
El mago suele moverse por la vida con tanta confianza que Kyle a veces olvida que es más alto que él. En este momento, con el corazón latiendo en su garganta y calor arremolinándose en su vientre, se siente mucho más pequeño que el humano.
—Cartman... —empieza, sintiendo la boca seca.
—Si no vas a morir, ¿qué significan las flores? —Cartman lo mira con intensidad, la expresión más seria que Kyle le ha visto en años y, a la vez, en lo más profundo de su mirada la preocupación es tan palpable que puede sentir su peso. Puede ver algo más allí también, algo que cree reconocer, pero que teme nombrar en caso de que sea un truco de la luz... O de su anhelo.
—Es magia —responde forzándose a tomar una bocanada de aire.
—¡Con un carajo Kyle! —golpea la pared con frustración, pero no se aparta ni un ápice.
—Es en serio —dice, rodando los ojos—. Es literalmente magia, mí magia.
—¿Por qué? —frunce el ceño, tratando de hacerle sentido a sus palabras.
—No es asunto tuyo —responde encogiéndose de hombros, a la defensiva. De pronto recuerda que es más alto que el mago, por lo que se endereza en toda su estatura y lo empuja ligeramente, obligándolo a apartarse—. Respondí tus preguntas, ahora fuera.
—¿Que dem...? —el castaño tropieza ligeramente, mirándolo estupefacto. —¿Eso es todo? ¿Creí que morirías y tú respuesta es "no es asunto tuyo"?
—Realmente no lo es —señala, cruzándose de brazos—No voy a morir, ya sabes que son flores mágicas. Es momento que te marches antes de que considere tu presencia aquí como una afrenta a nuestro tratado.
—¡Eres un...! —Cartman se cuadra de hombros, intentando arrinconarlo de nuevo contra la pared, no lográndolo cuando se agacha para evadirlo, girando para darle la espalda a la puerta.
—¡Y no vuelvas a presentarte en mis aposentos! ¿Quién te crees que eres? —continua como si no lo hubiera escuchado, evadiéndolo de nuevo antes de que pueda agarrarlo.
—¡No has respondido todas mis preguntas! Ok, es magia, ¿Por qué diablos pasa? ¿Qué carajos significa? ¿Cómo puedes estar tan seguro...? —deja escapar un grito de frustración y se lanza contra él, derribándolo e inmediatamente aprisionándolo entre sus brazos. —¡Deja de moverte carajo!
—¡Suéltame! ¡No me toques! —grita de regreso retorciéndose entre sus brazos, intentando liberarse. Se detiene ahogando un grito cuando, en su frenesí, uno de los tulipanes queda bajo su hombro y al intentar alzarse lo hala, lo que envía una descarga de dolor por su cuerpo cuando la flor se desprende.
—Carajo, ¿estás bien? —para su sorpresa, Cartman lo suelta alzando parte de su peso, quedando de rodillas con una pierna a cada lado de las suyas, prácticamente sentado en su regazo. Kyle no tiene tiempo para pensar en lo poco digno de la posición, todavía aturdido por el dolor. —¿Te duelen? ¿Cómo esperas que acepte que estás bien si te duelen?
—Normalmente no lo hacen —intenta levantarse de nuevo, ignorando el dolor, pero Cartman baja más su cuerpo aumentando el peso sobre sus piernas. Con un gruñido bajo se rinde, dejando su espalda caer contra el suelo, bufando, mirando el techo de su habitación como si en él pudiera encontrar la respuesta que necesita para sacarse al humano de encima—. No tengo porqué darte explicaciones, gordo de mierda. Son mágicas, están aquí, deberías estar satisfecho con eso. De hecho, ni siquiera tenía porqué responderte nada y sin embargo encontré en mi ser lo suficientemente benevolente como para... —su perorata, que no es más que él imitando lo que Cartman suele hacer de usar un montón de palabras sin sentido con la esperanza de que suelte el tema, se detiene cuando el rostro de Cartman entra en su rango de visión y el mago sostiene su mejilla con una suavidad que lo deja sin aliento.
Se encuentra parpadeando, tratando de entender la razón del gesto. Está seguro de que solo la princesa Kenny tenía el honor de ver ese lado de Cartman. Honestamente, le tenía envidia a la mujer por ello, pero ser el receptor en ese momento... Dioses, lo que le está haciendo a su corazón.
—Kyle —de nuevo esa expresión sería, que lo pone nervioso de nuevo, especialmente acompañada del calor de su mano contra su mejilla, se despliega por el rostro del castaño—. Tengo semanas... Pensé que ibas... —cierra los ojos, respira hondo y empieza de nuevo. —¿Cómo puedes estar seguro de que no vas a morir? ¿Cómo puedo yo estar seguro de que no vas a morir?
Kyle siente su estómago revolverse, está vez porque ver tal vulnerabilidad en el rostro de Cartman le cae pesado. Desde que lo conoce ha estado convencido que las facciones del humano están hechas para transmitir prepotencia, confianza, malicia. Nunca pensó verlo... Vulnerable... Por él... Por qué le importa.
"Tal vez deberías usar tus palabras para lo que tú magia trata de expresar. Soluciones a medias no son soluciones, bube" por alguna razón, siente que las palabras de su madre estaban cargadas con más conocimiento del que estaba transmitiendo.
—Me gustas —las palabras brotan de sus labios con brusquedad, y el peso en su pecho no sé alivian porque no es lo que realmente quiere decir.
—¿Qué? —la confusión en el rostro de Cartman es un cambio agradable, permitiéndole respirar y organizar sus ideas.
—Son una manifestación mágica de mis... Emociones —dice entre dientes, apartando la vista resistiendo el deseo de cubrir su rostro con sus manos y ocultar su mortificación. Qué Cartman lo esté viendo como pez fuera del agua no está ayudando a sus nervios—. Específicamente emociones que trato de suprimir. Mi magia decidió que la mejor forma es... —hace un gesto con sus manos hacia las flores alrededor de su cabeza y luego a las flores desperdigadas por su habitación, los jarrones que las sostienen haciéndolas ver inocentes.
—Tus... Emociones —Cartman susurra, mirando a su alrededor.
—Sí —confirma, tragando con fuerza, aun negándose a mirarlo.
—Y esas emociones son qué... ¿Te gusto? —sus ojos caen sobre él nuevamente. Kyle puede sentir su rostro enrojece bajo el escrutinio, más tulipanes formándose a su alrededor.
—Si nos ponemos... Técnicos —tú puedes, tú puedes. Respira, lo peor que puede pasar es que... —, en realidad es que te... Yo te... —las palabras se atascan cuando un sollozo repta por su garganta.
¿Por qué diablos está llorando? Cómo si no hubiera sabido en el fondo que lo peor que puede pasar, lo que más teme que pase, es sin duda lo que pasará. No hay forma en el infierno o la tierra de que Cartman sienta lo mismo.
—¿Crees qué si no sintiera lo mismo me habría presentado en medio de la noche a tu reino arriesgándome a desatar otra guerra? —las palabras del castaño lo sobresaltan, aturdiéndolo lo suficiente como para detener la cascada de lágrimas que corren por sus mejillas.
—¿Qué? —pregunta, mirándolo finalmente.
Estaba preparado para muchas cosas, dada la naturaleza de su confesión, pero no para ser recibido con el rostro enrojecido y bañado en lágrimas de Cartman. Ni mucho menos para la sonrisa estúpida que se desliza por sus labios, o la risita tonta que deja escapar, aunque rápidamente trata de ocultarla con una tos falsa.
—Me escuchaste bien, elfo estúpido. Obviamente no habría venido aquí, arriesgando todo, si no sintiera lo mismo —esta vez es Cartman quién aparta la vista, avergonzado.
Kyle lo mira asombrado, siendo él ahora el que parece imitar un pez fuera del agua. Cuando sus palabras finalmente se hunden y cobran sentido en su interior, puede sentir su corazón prácticamente explotar, pero se obligaba tomar una bocada de aire.
—¿Y, exactamente, que es eso "mismo" que sientes? —pregunta con suavidad, tratando de sonar lo más inocente posible, pero tiene claro que su voz traiciona su emoción cuando se corta en un agudo al final.
—Tu... elfo escurridizo —Cartman parece salir de la nube de timidez que lo había envuelto, señalándolo con un dedo acusador—. No vas a engañarme para que lo diga primero.
—¡Yo ya lo dije! —protesta alzándose hasta quedar sentado, y Cartman debe estar muy distraído como para no seguir reteniéndolo, pues puede acomodarse con facilidad.
Ahora que el potencial rechazo es polvo en el viento, puede admirar la figura del mago sentado en su regazo. Sintiéndose atrevido, lleno de energía como está, posa sus manos en su cintura apretando con suavidad.
—Nu-uh, no lo has dicho. Empezaste y luego te pusiste todo... Así —lo señala, sus ojos bajando a sus manos y subiendo a su rostro en rápida sucesión, y el gesto de Kyle debe estar haciendo algo en él porque el sonrojo en sus mejillas empeora.
Podrían seguir una eternidad en esa tonta pelea, como otras veces tantas, pero Kyle está tan rebosante de emoción que no le importa. Deja un último apretón en su cintura antes de alzar sus manos y sostener el rostro de Cartman entre ellas.
—Significan que te amo —dice con firmeza, asegurándose de no dejar cabida a la duda en sus palabras.
—¿Era tan difícil? —Cartman sonríe con diversión, alzando sus manos para sostener su rostro también, deslizando sus pulgares por sus mejillas para limpiar el resto de las lágrimas que quedan ahí—. Yo también te amo, por si te quedaba alguna duda y tú estúpido cerebro de musgo necesita...
Se inclina y une sus labios en un beso, impidiéndole que siga hablando. En primer lugar, porque se moría por hacerlo. En segundo lugar, porque se siente jodidamente bien poder hacerlo. Y en tercer lugar, porque si Cartman termina esa oración va a arruinar el momento.
El castaño no pierde la oportunidad de responder al beso, deslizando sus manos por su cuello para profundizarlo, sus dedos envolviéndose con mucho cuidado en los tallos de las flores que rozan su cuello. Kyle suspira dejando caer sus manos para abrazar su cintura, todo su cuerpo vibrando, emociones ya no contenidas desbordándose por cada poro de su piel.
No sabe si estuvieron besándose un minuto o un milenio, sin embargo, cuando el aire se hace necesario ambos se apartan con reluctancia, pero no quieren separarse demasiado así que terminan uniendo sus frentes. Sin quererlo, Kyle se encuentra sonriendo igual de estúpidamente que Cartman, quien parece entretenido explorando los tallos y pétalos de los tulipanes entre sus rizos.
Dioses, no puede creer que su madre tenía razón. No va a dejarlo en paz por un largo tiempo.
—Entonces... —Cartman parece satisfecho con su exploración, apartándose un poco para poder verlo directo a los ojos. —¿Te gusto desde esa segunda reunión?
—Oh no —Kyle deja escapar una carcajada, apartándose ligeramente previendo que será golpeado—, esas significaban lo mucho que me irritabas y te despreciaba.
—Tu... Elfo... —el castaño jadea ofendido, intentando darle un puñetazo, pero como se ha apartado pierde parte del equilibrio, cayendo contra su pecho.
—¿De verdad pensaste por un segundo que me conquistaste luego del desastre que fue nuestra primera reunión? —pregunta abrazándolo con fuerza, impidiéndole apartarse.
—¡Es plausible! Soy un deleite de persona, Khal, bien pude haber conquistado tu escurridizo corazón élfico con mi maravillosa personalidad —gruñe contra su pecho, golpeando sus costados.
—Claro, tú maravillosa personalidad que llenó mi cabello de claveles amarillos —señala divertido, alzando una mano para quitar uno de los tulipanes y poder trenzar su tallo en uno de los mechones del cabello de Cartman.
El rojo le sienta bastante bien, piensa satisfecho.
—Uhg, no me lo recuerdes. El amarillo se te ve horrible —el castaño logra liberarse de su agarre, pero en lugar de levantarse apoya su mentón contra su pecho, mirándolo desde abajo.
El ángulo es incómodo, y Kyle sólo puede ver sus ojos sin verse obligado a estirar su cuello a una posición anormal, pero funciona. Por ahora.
—Es tú culpa y de tu "maravillosa personalidad" —señala, sonriendo divertido por la mirada fastidiada que le regala el otro.
Cartman lo observa por un largo rato, Kyle se deje observar disfrutando los minutos de paz que tenerlo perdido en sus pensamientos le permite.
—Esto es divertido y todo —dice luego de un rato, golpeando su costado para obligarlo a enderezarse —, pero se me están entumeciendo las piernas por culpa de tu gordo trasero.
—¡No soy gordo! Sabes muy bien que mis huesos son los que cargan mi magia —protesta, ofendido, golpeando su hombro con fuerza.
—Lo que digas culón —ríe, instándolo a levantarse y luego poniéndose en pie con su ayuda, en vista de que sus piernas están, de hecho, bastante entumecidas.
—Indignante, ¿así tratas al amor de tu vida? —lo mira ofendido.
Una vez recupera la sensibilidad en sus piernas no le da tiempo a seguir quejándose, sosteniendo su rostro y plantándole un beso rápido en los labios, que lo calla en un santiamén. Supone que ha encontrado una forma más efectiva de cerrarle el hocico, y los dos salen ganando.
—Ahora, Cartman, me parece que deberías regresar a tu reino, antes de que la princesa Kenny se presente pensando que te he secues... —una explosión a las afueras del palacio y las alarmas resonando a su alrededor cortan sus palabras.
Un poco tarde, piensan a la vez, mirándose con cierta diversión e irritación. Más irritación que diversión en el caso de Kyle, considerando que es culpa de Cartman el desastre que ahora tiene que limpiar. No solo porque, por el sonido de la explosión, muchas cosas han sido victimas de la ira de la princesa, sino para evitar que los Sabios instiguen a una guerra por lo que, para quién no sabe lo que verdaderamente está pasando, parece un ataque furtivo.
Deja escapar un suspiro, agotado antes de tiempo por lo que sabe se le vendrá en la mañana, y alisando su túnica camina hacia la salida, seguido rápidamente por el Gran Mago. Deben actuar rápido antes de que Kenny tenga la oportunidad de causar aún más destrucción.
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Semanas después, en la siguiente reunión que debían tener, y que Eric de alguna forma logra transformar en su primera cita oficial, Kyle descubre que la teoría de su madre de que las flores se iban a detener una vez usara sus palabras no eran tan ciertas como pensaba.
Al menos su habitación ahora no es la única convertida en un pequeño jardín.
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Vamos a imaginar que Kyle, por ser un elfo de la naturaleza (en este AU lo es, ¿ok? no me queda muy claro que tipo de elfo es en el SoT) sabría los nombres de las flores mientras que Cartman, como no es algo que le importe mucho, tal vez no reconozca ninguna... en fin
Flores en orden de mención (y su significado según mi rápida investigación):
1. Malva silvestre - Rosa oscuro: Amor naciente con intensidad
2. Lavanda - Morado intenso: conflicto interno entre amor y rechazo
3. Tulipán - Rojo: Amor puro y declaración de sentimientos profundos
4. Campanilla (o jacintos silvestres) - Azul claro: Aprecio
5. Azalea (un tipo de rododendro) - Blanca: Desagrado con un toque de desconfianza
6. Clavel - Amarillo: Desdén o rechazo (el amarillo sin importar la flor aparentemente significa lo mismo)
7. Mirto: Amor eterno
8. Peonía - Roja: Amor romántico y duradero
9. Anémonas - Blancas: Vulnerabilidad emocional o amor no requerido (o en este caso miedo al rechazo)
Debo agregar también que la idea de 'flores saliendo de la cabeza de Kyle' es porque me gusta el concepto de Hanahaki (que el amor no correspondido haga que flores literales crezcan en tus pulmones) pero al mismo tiempo no me gusta el Hanaki (que te puedes morir por amor no correspondido, porque la gente es estúpida y no habla de sus sentimientos) y... eso. Literal, tomé la idea y corrí por los montes porque no tengo con quién sentarme a discutir la lógica tras mis ideas de loquito de barrio... a mi beta probablemente no le va a gustar mucho eso cuando empiece a revisar los trabajos que tiene pendiente... oh bueno.
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