Una mujer vestida con una capa negra, tez pálida como la muerte y de pelo negro hecho trenzas observaba desde la verja de una casa con curiosidad y asombro. Como una familia de cinco miembros estaba sentada en la mesa desde el jardín compartía unas carnes asadas, todos ellos tenían genuinas sonrisas en sus rostros, los más pequeños jugaban a su alrededor. Ella sabía que estaba haciendo en ese barrio tan tranquilo, su trabajo.

La mujer observo con asombro que las auras que ellos emitían era de color oscuro, incluyendo de los dos niños y a la niña de la familia quienes tenían cabello castaño claro como su madre y ojos verdes como su padre llenos de vida jugaban correteando por el jardín tras terminar su comida y sus padres les miraban con cariño mientras estaban abrazados.

 Lo cual debería ser imposible. Pues las auras oscuras deben mostrar los moribundos mayores y enfermos, no esas personas llenas, pensó la mujer con remordimiento pero ese era su trabajo seguir observando a esa familia porque su hora de la muerte estaban cerca. Pues ella era la muerte, la que decidía llevar el alma de las personas al más allá.

Unos ruidos interrumpieron el tranquilo vecindario rompiendo la paz de la familia, eran disparos. Dos tipos en un carro blindado de color negro y sin placa, se detuvo frente a la casa y comenzaron dispararon a toda velocidad con dos revólveres a la indefensa familia.

Enseguida los gritos y el sonido de los disparos se hicieron audibles, los niños y la mujer vieron horrorizado con muecas de horror como su su padre y esposo cayó inconsciente al suelo manchando el césped y su camisa blanca de sangre, mientras este trababa de luchar por su vida suspirando y con lagrimas en sus ojos café llenos de tristeza y horror.

Un segundo disparo vino silenciando a la mujer con un disparo en el cuello, quien cayó en el piso mientras se ahogaba en su proprio líquido carmesí que salía de su cuello. Después tres disparos siguieron consecutivamente hiriendo a los niños quienes cayeron formando un gran charco en el piso.

Los asesinos, después de ver a la familia muerta miraron con indiferencia a travpes de sus ojos que se veían a través del pasamontaña que llevaban puesto en sus cabezas, el espantoso escenario que dejaron, guardaron sus armas y comenzaron a conversar.

— Ahora el jefé nos pagará por lo que hicimos  por matar a los Weaver— comentó uno en un tono estoico mientras tomaba una foto sin pudor los destrozados cuerpos .

— Si seguro nos pagará bien — dijo el segundo mientras se marchaban en el auto.

Las personas salieron de sus casas horrorizadas como la familia al ver la sangrienta escena y comentaban asustados algo que a la mujer no les interesaban, ningun vecino de la familia se percató, como la mujer de negro se acercó a los cuerpos de la familia que tenían expresiones de terror en sus rostro.

 — Sus horas han llegado Roberto, Dina, Charles, Edgar y Sofía — dijo la mujer en un tono inexpresivo y áspero de su boca.

De los cuerpos ensangrentados se levantaron las almas de los cinco miembro de la familia asesinados, los niños Charles, Edgar y Sofía miraron con curiosidad a la mujer vestida de negro con sus ojos inocentes, mientras la pareja en cambio la miraron con horror en sus ojos azules y verdes, pues sabían quien pues ella era la muerte.

— ¿A dónde vamos? — preguntó Roberto, el padre asesinado con temor en su voz.

— A un lugar donde van a estar junto por siempre — contestó la mujer mirando con compasión a la familia.

Todos ellos con felicidad siguieron a la mujer hasta un portal resplandeciente brillante como el mismo sol se abrió y todos entraron, con excepción de la mujer quien se quedó sintiéndose un poco aliviada pues ella sabía que no sufrirían más. Ella abandonó el lugar sin que la gente la notara y se fue en búsqueda de otra persona que tendría el aura oscura.

Pues finalmente ella divisa a otra persona en el puente de la ciudad, una joven de unos dieciséis años quien corría con lágrimas en sus ojos, la mujer la siguió y observó como la chica trepo el barandal del puente  y se lanzó directo al abismo que había abajo.

La mujer descendió con sutileza hacia la parte baja del abismo y observó el cuerpo destrozado de la muchacha con la mirada vidriosa, los brazos y piernas doblados a direcciones extrañas. La mujer miró con tristeza como la vida de la joven había terminado, ella sabía el motivo por lo que un ser tan joven como ella se había quitado la vida, puesto que lo había presenciado miles de veces como las personas se suicidaban por motivos de trabajo, depresión, sentimientos o violencia, desde épocas antiguas.

 — Es tu hora Marcia — replicó la mujer.

El alma de Marcia se levantó emitiendo un aura blanca, miro esperanzada a la muerte quien le llevó por el mismo portal que fue la familia anterior, el portal que transportaba las almas de los muertos a sus respectivos destinos.

La muerte que alguna vez se llamo Margaret es la encargada de llevar el alma de los muertos ya sea personas, animales o plantes, sea cual sea la causa de su deceso ella simpre estará ahí viendo el momento en el que el aura de una persona se pone negra y va a guiarte  al más allá. Ella vive por siempre es la encarnación de la muerte, la encarnación del fin de la vida de un ser vivo.