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Barbara Ann

Los cuatro estaban sentados en círculo, Florence ocupaba un lugar en el centro, enfrente del niñero Moon.

—Ba ba ba ba —Keith le cantaba a la bebé.

—Nunca aprenderá a hablar si haces eso —lo regañó Pete.

—Flo es muy inteligente —agregó Roger.

—Bar-ba-ra —Keith le pronunciaba lentamente a la bebé y ella solo movía la boca tratando de imitarlo.

Pete abrió los ojos como platos y John se rió al ver su reacción, el papá estaba por reprender al niñero Moon pero, el teléfono sonó.

—Y al final decimos "Ann", ¿ok? —Keith se dirigió a la bebé que babeaba. Roger sacó un pañuelo que tenía en el bolsillo del pantalón y le limpió la barbilla con cuidado.

Había pasado menos de una hora desde que Margot dejó la casa y a la pequeña Florence. Era la primera llamada de quién sabe cuántas otras más.

Pete se levantó rápido, si no llegaba a contestar a tiempo, Margot sería capaz de tirar la puerta para entrar y revisar que su bebé estuviera bien.

—Ba bar-bar —Florence balbuceó y sus niñeros aplaudieron emocionados.

—Oh, ¡tan cerca! —Keith se dio golpecitos en las piernas—. Bar-ba-ra. Barbara Ann —retomó la lección.

—¡Tú puedes Flo! —John le echó porras.

Pete que ya se encontraba hablando con Margot, volteó a ver hacia el grupo, apenas podía prestarle atención a la conversación.

—Ba ba ba ba —Florence canturreó con ayuda de Keith.

Pete no podía creer lo que sucedía en la sala.

—Barbara Ann —los tres niñeros cantaron al unísono.

Florence gateó hacia Keith, él extendió las manos para tomarla y sentarla en su pierna.

La bebé levantó el mentón y miró con atención al hombre de ojos grandes que insistía en cantar.

—Ba ba ba bar-bar —Florence agitaba sus manitas y movía la cabeza arriba abajo, parecía querer seguir el ritmo de la canción como los demás.

—¿Qué es ese ruido? —preguntó Margot a través de la línea—. Pete, ¿están escuchando a los Beach Boys?

—Yo, yo creo que Flo...

Los niñeros fueron disminuyendo el volumen de sus voces, dándole más libertad a Florence para cantar sola.

—Ba ba ba ba —Keith empezó la canción y entonces, sucedió lo que Pete temía.

—Barbara Ann —dijo Florence, lo bastante claro para sorprender a todos y conseguir que su papá quedara boquiabierto.

—¡Pete, Pete! —le gritó Margot para sacarlo de aquel estado de shock—, ¿esa fue Florence?

John, Roger, y Keith aplaudieron y felicitaron a la bebé que no paraba de cantar.

—Su segunda palabra fue Barbara Ann —respondió deslizando una mano por su cara, asimilando aquella escena y el hecho de que bajaba al tercer lugar. Si es que papá era la próxima palabra.

No sabía si tenía ganas de llorar, reír, o romper algo. Parecía que Florence era incapaz de llamarlo papá y eso empezaba a afectarle.

Pete le resumió a Margot lo que habían estado haciendo, llegando a la parte donde Keith inició con lo de la canción.

Los niñeros ya no celebraban ni cantaban con la bebé, se miraban preocupados y ansiosos por lo que vendría después de la llamada.

—Sí, Margot, te mantendré al tanto —se despidió y colgó el teléfono, no regresó con sus amigos, se le quedó viendo a la pared.

Los demás se movieron incómodos en la manta, una tensión crecía en el grupo con cada minuto que pasaba.

La bebé se bajó de la pierna de Keith y volvió a su lugar para agarrar uno de sus juguetes.

—Oye Pete, nosotros no... —John fue el primero que se atrevió a decir algo.

—No lo sabíamos, discúlpanos. Pensábamos que Flo ya te había llamado p... —Roger se calló porque Pete se volteó para caminar hacia ellos.

—Florence es una esponja, le puedo dar un curso intensivo de 10 mi—Keith se mordió la lengua para corregirse—, 5 minutos para que aprenda a decir "papá".

Pete se sentó con el grupo, parecía que pensaba en muchas cosas, sus amigos esperaban que no fuesen pensamientos negativos o violentos hacia ellos.

—Es que no entiendo, ¿por qué no lo dice? —presionó su cabeza con ambas manos, como si pudiera exprimir una respuesta—. Creo que no me quiere, no le agrado tanto como a su mamá —dejó caer sus brazos desanimado.

—Oye, ¡no, Pete! No hagas eso —Roger se acercó a él y lo abrazó por los hombros —. Estoy segurísimo de que Florence te adora.

—Los bebés se dan cuenta de cuando eres buen padre, lo leí en una revista —agregó John que jugaba con Florence y unos bloques de madera.

—Además, ya viste que es muy lista. Está a nada de convertirse en una bebé parlanchina —Keith le agarró la mejilla para pellizcarla—. Arghh, y una muy fuerte también —Florence había tomando los dedos de su niñero para doblárselos.

—El momento llegará, solo espera un poco —Roger acarició la espalda de su amigo para reconfortarlo.

—Supongo que tienen razón —Pete que tenía la cabeza agachada, la levantó para poder verlos—. Gracias, una vez más, por ayudarme con esta crisis.

—Somos el Florence's club, no lo olvides —dijo Keith con su mejor voz de locutor de radio.

—Y tú, no puedo creer que le hayas enseñado a mi hija a decir el título de una canción —Pete movió la cabeza de lado a lado, haciéndole ver que desaprobaba lo que hizo. Aunque aquella actitud fue acompañada de una sonrisa para alivianar el ambiente.

No podía culparlos o actuar enojado, ellos no sabían lo de Florence y su resistencia de llamarlo papá.

—Opino que la siguiente actividad en este club sea enseñarle a Florence su tercer palabra —sugirió John.

—Estoy de acuerdo, comenzaremos con la clase —exclamó Keith con determinación—. Ven, Florence, ven con PAPÁ —extendió los brazos para hacerle un caminito hacia él.

—Pero así no, payaso —Roger lo regañó dándole un golpecito en la nuca.

—Mira, la bebé se está riendo. Pégale otra vez —le pidió John—. Pete, me cae muy bien Flo —sonrió ampliamente al ver que la pequeña se divertía.

Aunque aquel entretenimiento no duró mucho porque, entonces...

—¡Barbaraa Ann! —la bebé le gritó al hombre que era golpeado e intentó ponerse de pie.

Los cuatros vieron cómo con pasos torpes Florence fue al rescate, con sus manitas alejó la de Roger y le regaló un abrazo a Keith para poder protegerlo.

—Pete, ¿me la regalas? Por favor —le rogó con ojos de cachorro y sujetó cuidadosamente a la bebé.

—De ahora en adelante te llamaremos Barbara Ann —se burló John.

—No me importa —contestó sacando la lengua.

—Oigan, ¿no creen que..? —Roger pausó para olfatear—. Sí, ese es el olor de un pañal sucio —confirmó. Todos arrugaron la nariz al notarlo.

—Retiro lo dicho —Keith le pasó la bebé a su papá.

—Oh, Florence, ¿qué desayunaste? —la tomó en sus brazos y se levantó de la manta.

—Pete, ¿y si vamos al parque? —preguntó John que había tomado un lugar cerca de la ventana, que sin consultarle a nadie, decidió abrir por completo para inhalar aire fresco.

—El día está lindo hoy, le vendrá bien un poco de sol a Flo —dijo Roger que guardaba los bloques de madera en una caja.

—No lo sé, tengo que hablarlo con Margot —contestó Pete que no parecía muy convencido de querer ir.

—¿Y si nosotros le marcamos mientras tú cambias a la bebé? ¿Eh? —sugirió Keith.

—No lo presiones —John le dio un codazo a su amigo por impaciente.

—Hmm. Denme tiempo para pensarlo, cuando regrese les daré una respuesta —Pete se fue de la sala con la bebé, los chicos no tardaron en escuchar sus pisadas en el piso de arriba.

—¿Ustedes qué creen que diga? —Keith le preguntó a los presentes.

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