Cap. IV
Se movió entre las sabanas, apretando con fuerza la almohada y al mismo tiempo soltando un pequeño bostezo. Xiao despertó con más sueño del habitual. Velar Liyue parecía difícil, y lo era, pero esa noche, nuevamente tomó un descanso para aclarar su mente. Se sentía extraño después ver a Lumine, y así sigue hasta ahora que despertó.
"¿Lumine de verdad quiere
seguir con esto?"
Pensaba tanto esa pregunta que llegó a desconfiar de ella.
Salió de su habitación aún confundido y con una mano por arriba de sus ojos intentó mirar. Le gusta el día, está fresco y nublado, probablemente lloverá más tarde.
—¿Ya te vas?
Xiao miró a las escaleras, lugar donde previene aquella suave voz; esos cabellos azulados y singulares cuernos pertenecen a esa mujer que conoció hace un par de meses. No era cercano a ella, pero la recordaba perfectamente.
—¿Qué haces aquí, Ganyu?
—Me hospedaré un par de días.
—Ya veo —mira frente suyo.
—No pareces muy contento.
Xiao la miró de reojo y seguido da un paso al frente.
—¿Y por qué lo estaría?
—No lo sé —ladea el rostro—. Oh, me preguntaba si... quisieras acompañarme a Mondstadt.
—Tengo que irme.
—¡Espera! ¡Hablo en serio!
—No haré eso.
—¿Por qué? De verdad necesito ayuda... Me da un poco de miedo viajar sola.
—¿Veniste aquí para preguntarme eso?
—¡No! Me quedaba de paso, te vi y...
—Disculpa, pero no soy el compañero de viaje de nadie.
—Por favor —aclara la garganta—. Solo por esta vez, no volveré a molestarte.
—Si temes viajar, no lo hagas y deja que alguien más lo haga por ti.
Xiao frunció el ceño irritado. No estaba muy seguro de hacerlo, aunque él también iría a Mondstadt para ver a Lumine, la diferencia es que él no caminaría hasta allá y no lo haría ahora. De soslayo la volvió a mirar, parecía angustiada. ¿De verdad necesitaba tanta ayuda?
—De acuerdo —suelta en un suspiro.
—¡Gracias! ¡Iré por mis cosas!
—No tardes, parece que lloverá.
—Es tan... ¡Irritante!
—¡Oye! No digas eso...
—Es desesperante que sigas con él después de como te ha tratado —niega con la cabeza.
—No entenderías, Gorou.
—Tú no entenderías.
Aquel chico castaño de mechón blanco se sentó en la misma mesa que Lumine. Parecía muy molesto.
—¿Por qué te enojas?... Creí que estarías un poco contento por mí.
—No, Lumine, no puedo —junta el ceño—. Ver a una amiga sufrir por alguien es doloroso.
—No me ha hecho... daño.
—¡¿No lo ha hecho?!
—Cambiando el tema. ¿Qué te trajo por aquí?
El canino la miró transitoriamente.
—Vaya forma de evitar el tema.
—¿Me vas a decir?
—Tuve una expedición con mi tropa hace 3 días, y pasamos por aquí a descansar y comer.
—¿Y ahora a dónde irás?
—Regresaré a Watatsumi. Los demás se fueron esta mañana.
—¿Se fueron solos?
La rubia curiosa lo miró. Gorou bajó la vista y tomó el té con ambas manos.
—Se me hizo un poco tarde —contesta él.
—Suele pasar —dice para después beber su taza de café.
—Hum, Lu... ¿Estás libre esta noche?
—Hoy no —niega dando otro sorbo a su taza—. Xiao y yo tenemos una cita. Hace mucho no salimos juntos.
—¿U-una cita? Oh, entiendo —asiente levemente.
—¿Por qué la pregunta?
—Nada, solo es curiosidad.
—¿Por qué no tienes una cita con alguien?
—No hay nadie con quien quiera salir.
—¿Kokomi? Apuesto que no se negaría.
—¿Kokomi?... Es linda. Pero no podría —se lleva una mano por detrás de la nuca—. La respeto mucho.
Ambos pasaron alrededor de una hora platicando en la cafetería. Llevaban un par de semanas sin verse y tenían bastantes cosas que hablar.
Se conocieron en el pueblo Bourou, a causa de una expedición de Lumine. Su amistad tenía aproximadamente 8 meses, y desde aquel entonces lo consideraba un buen amigo, totalmente sincero y divertido.
—Tal vez a la próxima estés desocupada y quieras salir a platicar como hoy —dice el general caminando junto a ella.
—Lo más seguro es que sí —sonríe.
—Entonces... ¿Nos vemos después?
—Claro —asiente con una sonrisa ladina—. Con cuidado.
—Gracias.
Lumine acompañó a Gorou hasta las puertas de Mondstadt, cuando el general ya estaba por pisar las afueras del lugar, Xiao apareció a un lado de él, con esos característicos destellos verdosos a su alrededor. Lumine sorprendida se acercó, haciendo que el castaño llevará su mirada al Yaksha. Ambos chicos se miraron por un par de segundos, Xiao frunció el ceño y el general lo imitó al percatarse.
No pasó más de 3 segundos hasta que Xiao volvió a mirar a su novia y pasar a ignorar al canino.
—¡Xiao! —se acerca a tomar sus manos.
—¿Todo bien? —él le da un beso en la frente.
Gorou miró a ambos de reojo y sin decir nada volvió a su andar. Era la primera vez que veía al Yaksha, y a Lumine tan emocionada.
—¿Quién es él? —pregunta caminando con Lumine.
—Oh, es Gorou.
—No aparece de aquí.
—Viene de Watatsumi.
—¿Y qué hacía aquí si es de Isla Yashiori?
—Vino a una expedición por su trabajo y...
—¿Contigo? —interrumpe.
—Hum... ¿Sí? —lo mira confusa—. ¿Te molesta que tenga amigos?
—¡No! Nada de eso. Solo que, sueles tener más amigas que amigos y no lo reconocí.
—Entiendo —asiente—. Hablando de eso, nunca he conocido a algún amigo tuyo. ¿En Liyue tienes amistades?
—Tal vez vayamos a conocerla algún día.
—¿Conocerla...? —murmura—. Ah, ¿es una chica?
—¿Hay algún problema?
—¡N-no! Para nada.
—Igual en algún momento puedas presentarme a tu amigo Gorou.
Lumine se detuvo y con una sonrisa asintió.
—Lo haré.
Xiao le dedicó una sonrisa con los labios, y pasó su mano por su rubio y lacio cabello.
—¿A dónde quieres ir? Te acompañaré.
—¿No se supone que nos veríamos en la noche para cenar?
—¿Quieres que me vaya?
—¡No! No es lo que intenté decir.
—Quiero pasar más tiempo contigo, así que, aquí estoy.
Se sentía emocionada por tener a Xiao con ella, extrañaba caminar junto a él mientras hablaban de lo que harían. Pero no quitaba que era extraña su visita.
Se tomaron de la mano y siguieron caminaron por tantos lados que Xiao no se podía creer que su amada novia hiciera tanto en un día. El viento era turbulento y una que otra gota de lluvia empezaba a caer.
—¡Lumine, detente un momento! Has estado corriendo de un lado a otro por horas, y creo que empezará a llover...
La bella mujer se sentó a un lado de su novio, se miraba cansada y bostezaba demasiado. Recargó su cabeza sobre el hombro de él y Xiao entrelazó sus dedos con los de ella.
—¿Quieres ir a descansar?
—No estaría mal. Pero, ¿y nuestra cita...?
—Podemos tomar un baño y cenar en Wangshu. Las velada son muy bonitas allá.
—Uh, nunca me habías invitado a cenar en Wangshu —cierra los ojos—. Que malo.
—Nunca es tarde para hacerlo. Intentemos pasarla bien.
Xiao se levantó lentamente, haciendo que Lumine tome otra postura, este le extendió su mano para ayudarla a levantarse, y cuando lumine estaba de pie, su novio se inclinó a dejar un dulce beso en sus labios. Lumine con una mano en su pecho se separó un poco y alzó su mirada. Xiao no podía dejar de ver esos hermosos ojos que destellan cual estrella. ¿Cómo podía ser tan bella esa mujer?
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