Cap. I
Hoy era su tercer aniversario, su tercer año siendo pareja, y todo marchaba como hace más de un año. Lumine ni siquiera se molestó en mandarle una carta y Xiao probablemente lo olvidó. Sus problemas personales limitaban sus visitas, sus salidas nocturnas y los paseos que ocupaban para darse besos secretos. Aquellos días donde compartían y anhelaban sus presencias.
Lumine dejó de preocuparse por lo que Xiao hace, no le dio más importancia, finalmente él también dejó de hacerlo. Ahora, seguía caminando por las montañas de Liyue; admirando el paisaje del bello atardecer. Se sentó sobre el pasto y observó las aves que pasan por encima del sol, las hojas moviéndose por el viento al compás de sus cabellos de oro. Ladeó el rostro recordando aquel momento donde Xiao tomó su mano y se acercó sigilosamente a robarle un beso en los labios. Soltó un suspiro y se levantó del pastizal, sacudiendo su blanquecino vestido. Sus ojos ya no derraman lágrimas al recordar, están cansados igual que su alma.
Siguió caminando a la posada Wangshu, no iba por gusto ni por aquel amante, sino por el sello por el cual le pagarían bastante bien.
Tardó más de lo que creía, cuando llegó quizá eran las 3 o 4 de la madrugada. Está exhausta, le duelen las piernas y le cuesta mantener su estado de ánimo.
—¡Cuánto tiempo sin verte! Hacía mucho no venías —entusiasta el mayor se acercó.
—Buenas noches señor Huai'an.
—Creímos que habías abandonado a nuestro querido Xiao.
Xiao...
A pesar del sarcasmo, no soporta ese nombre, su mente lo recordó todo el día. Con cautela ignoró aquella conversación y se limitó a hablar lo necesario. No está aquí por él.
—¿Gustas quedarte? Ya es muy tarde.
—Muchas gracias —le sonríe amablemente.
Aquella rubia con las llaves en mano, subió las escaleras hasta el piso más alto; nunca se dispuso a admirar la lejanía de la naturaleza desde este punto. Todo es tan diminuto y destellante. Flores fosforescentes que destacan y luciérnagas bajo la falda de Wangshu. Su concentración distrajo momentáneamente su pesar, pero no soportaba más dolor en su pecho. Sin pensar soltó un quejido acompañado de lágrimas cristalinas, llevándose sus manos a los ojos y recargando sus codos sobre el barandal. Este amargo momento causado por el hombre que le robó el aliento, su risa, sus sueños, era lo que sentía desde hace meses atrás. No sabía que hizo mal para tener tal tormento sobre sus manos. Lo extraña.
—¿Qué dije sobre llorar? Si lo haces, no podrás ver las estrellas.
Aquella áspera voz provenía de una de las tantas ramas de aquel enorme árbol frente a ella, aparentemente son tan resistentes que ese hombre de ojos fieros y cabello desordenado yace recargado. Lumine en silencio se dispuso a observarlo y él con toda serenidad la especula. Sigue con aquel fino rostro que parece carecer de preocupaciones y pecados.
—Xiao...
Una historia escrita por
Gisele Walker.
WolfieGrow
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