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Capítulo 8: Sorpresa - Rechazo

Un adorable anciano llegaba al lugar donde vivia, al tiempo que un calvo salía de una habitación.

Señor, ya está de regreso, decía de manera nerviosa Krilín.

Si muchacho, vine por Gokú, el rey quiere hablar con él, agrego el anciano.

¿El rey?, dijo incrédulo el calvo.

Si muchacho, contesto el anciano, mientras caminaba abriendo las puertas de las habitaciones.

Gokú salió, pronunció Krilín.

¿Salió?, ¿a dónde?, dijo el anciano.

Fue al bosque, contesto el calvo.

¿Al bosque?, ¿a qué?, añadió intrigado el adorable anciano.

Tal vez quiso recordar su infancia, ¿no?, añadió sonriendo Krilín.

¿Podrías ir por él hijo?, contesto el anciano.

Claro señor, dijo el calvo, antes de salir a la velocidad de un rayo del lugar.

En tanto:

Y ello pensé, decía Milk.

Presentarles nuestros saludos a los reyes de la Capital Central, respondió el rey.

Sí, contesto Milk.

No es mala idea hija, bien haremos ello, respondió el rey.

¡Gracias papá! dijo emocionada la joven princesa, mientras pensaba: Lo volveré a ver, lo volveré a ver.

¡Vaya! No pensé que te daba tanta alegría visitar a otras familias reales, pronunció sonriendo el rey.

Bosque:

Esto sí que es trabajoso, pero no me rendiré, decía Gokú, mientras le daba de martillazos a unos clavos.

¡Gokú! ¡Gokúuuuu! se escuchaba a lo lejos.

Es la voz Krilín, pensó el nombrado.

¡Gokú! ¡Gokúuuuu! se volvió a escuchar.

Será mejor dejar esto hasta aquí, dijo Gokú, guardando sus herramientas en una pequeña cajita de madera.

Luego de ello bajo del árbol, al tiempo que un calvo llegaba al lugar.

Tu abuelo te anda buscando, tu futuro suegro, ósea el rey quiere verte, pronunció el calvo con una sonrisa en su rostro.

Pues voy inmediatamente, dijo Gokú, echando a correr.

Vaya que lleva prisa por ir con el rey, o más bien su prisa es estar dentro del castillo para ver a la hija del rey, pronunció el calvo, mientras sonreía.

Minutos después:

Hijo, ¡vamos con el rey! pronunciaba el abuelo Gohan, tras ver llegar a su nieto.

Claro abuelo, respondió Gokú, esbozando una sonrisa.

Abuelo y nieto caminaron hacia la oficina del rey, en donde este ya los esperaba.

¡Su alteza! aquí estamos, pronunció el anciano, tras haber recibido la orden del rey de entrar a su oficina, mientras su nieto aprovechando que la puerta estaba abierta miraba hacia el pasillo, tratando de ubicar a la joven princesa.

Tomen asiento, dijo el rey.

Gokú, saluda al rey, acoto el adorable anciano.

¡Disculpe su alteza! estaba un tanto distraído, es que es la primera vez que estoy dentro del castillo, y todo se ve tan hermoso también por dentro, decía Gokú, haciendo sonreír al rey.

Hijo, te dije que saludaras al rey, volvió a insistir el abuelo del joven.

¡Buen día su alteza! ¡disculpe por no haber empezado por el saludo! pronunció Gokú mientras bajaba la cabeza.

No te preocupes muchacho, mejor tomen asiento, respondió el rey, al tiempo que añadía: Has crecido mucho, aunque tus rasgos están allí, sigues teniendo el mismo rostro de cuando eras niño, además tu sinceridad sigue siendo la misma.

Ante las palabras del rey el apuesto jovencito de cabello alborotado sonrió, mientras tomaba asiento junto a su abuelo.

Estuve hablando con tu abuelo, y él me comento que estuviste por algunos años en la Capital Central, acoto el rey.

Así es, mis estudios secundarios los lleve allá....

En tanto:

Una pelinegra estaba en su habitación buscando cual sería el vestido que usaría para su presentación con los reyes de la Capital Central.

Creo que este está bien, si es perfecto, elegante, pero a la vez moderno, si, este usare, pensaba Milk, al tiempo que el rostro de aquel apuesto príncipe de cabello rubio vino a su mente, haciendo que los latidos de su corazón se aceleraran.

Isamu, dijo Milk, mientras llevaba sus manos a la altura de su corazón, al tiempo que una llamada la saco de su ensueño.

Ring ring ring

La jovencita tomo su celular que estaba sobre su cama, y contesto la llamada inmediatamente.

Princesa Milk, escucho.

Solo Milk, Cirys, no estamos con nuestros padres, respondió la pelinegra.

Cierto Milk, escucho.

¿Sucede algo?, agrego la pelinegra.

Mi padrino no te lo ha comentado aún, escucho.

Comentarme, ¿qué?, contesto la pelinegra.

El fin de semana, mis padres harán una fiesta en el castillo, y han invitado a todos los príncipes de los reinos...., escuchaba la pelinegra.

Isamu podría estar en esa fiesta, pensó la pelinegra.

Capital Central:

¡Ah chu! estornudaba un príncipe de test blanca, cabello rubio y ojos azules, mientras llevaba una taza de té a sus labios.

Vaya, veo que no me estás mintiendo, si estás resfriado, decía un príncipe cabello de flama.

Si Vegueta, por ello no puedo darte la revancha, contesto Isamu.

Bien, comprendo, tendré que esperar unos días hasta que te recuperes, para que me demuestres que no fue un golpe de suerte tu victoria esa noche, agrego Vegueta, con una sonrisa de lado.

Claro que no lo fue, yo te gané, porque fui mejor que tú, ya acéptalo Vegueta, dijo Isamu.

Es que me cuesta creer que hayas progresado en tan poco tiempo, en fin, creo que, para la fiesta que se dará el fin de semana en el palacio de la Capital Sur, podemos dar un espectáculo de nuestro talento en las artes marciales, ¿no lo crees?, allí comprobare sino fue un golpe de suerte el que me ganarás, acotaba el príncipe cabello de flama.

No asistiré a esa fiesta, ni a ninguna por unos meses, pues me iré de viaje a la Corea, respondió Isamu.

¿Y cuándo volverás?, contesto Vegueta intrigado.

No tengo una fecha definida de retorno..., acotaba Isamu.

Fripan:

Yo encantado lo apoyo su majestad, decía Gokú.

¡Gracias muchacho! Entonces mañana, a las 6 de la mañana estamos partiendo, así podremos regresar el mismo día, respondió el rey.

Bien, contesto Gokú.

Luego de ello el apuesto joven junto a su abuelo abandonaron el despacho.

¿Pasa algo hijo?, dijo el anciano al ver a su nieto tan inquieto.

¡Eh! no abuelo, contesto Gokú.

Pues me pareció como si estuvieras tratando de ubicar a alguien, respondió con calma el anciano.

Solo miraba los ambientes del castillo abuelo, es que nunca entre dentro, siempre lo vi por fuera, dijo Gokú.

Sí, es cierto, contesto el abuelo Gohan sonriendo, al tiempo que de una de las habitaciones del pasillo salió la persona que tanto esperaba ver el apuesto joven de cabello alborotado.

¡Abuelo Gohan! dijo Milk, al ver al anciano, sin fijarse en la persona que estaba junto a él, quién la miraba embelesado.

Princesa Milk, ya le he dicho que prefiero que me diga maestro, pronunció el anciano.

Abuelo Gohan, ya hemos hablado de..., decía la pelinegra, pero guardo silencio y su dulce mirada cambio a una mirada fría y llena de indiferencia, al notar la presencia del joven de cabello alborotado.

Gokú, preséntale tus saludos a la princesa Milk, pronunció el anciano.

Un placer verla nuevamente, dijo Gokú, haciendo que su abuelo lo mire intrigado.

¿Verla nuevamente?, expreso el abuelo Gohan.

Sí, es que ya la había visto abuelo, aunque no fue un encuentro nada pacifico, respondió Gokú sonriendo.

¿Por qué dices eso Gokú?, contesto un tanto molesto el abuelo.

No, no puede ser lo que estoy imaginando, pensaba la pelinegra, mientras veía a su maestro, al que consideraba un abuelo para ella, discutir con el mismo joven con el que tuvo un pequeño cruce de palabras en la zona de la laguna. ¿Él es tu nieto abuelo?, dijo en tono dudoso la pelinegra, mientras cruzaba sus dedos.

Si princesa Milk, contesto el adorable anciano, haciendo una pausa para agregar: Si mi nieto te ha hecho algo que no fue de su agrado, le pido disculpas....

Abuelo, él no ha hecho nada, solo hubo un pequeño mal entendido, dijo Milk con calma, mientras el joven de cabello alborotado sonreía.

Me alegra oír ello princesa Milk, contesto el adorable anciano, al tiempo que recibió una llamada. Me permite, acoto, mientras la pelinegra asentía.

El anciano se alejó algunos metros del par de jóvenes, dándole sin darse cuenta una oportunidad a su nieto para poder empezar a acercarse a la joven princesa.

¡Gracias por no comentarle al abuelo lo de incidente! dijo Gokú.

No tiene caso darle coraje, respondió Milk, girando para continuar su camino.

Espera, pronunció el joven de cabello alborotado, tomando su mano.

¡No seas atrevido! dijo la pelinegra con firmeza.

Solo quería darte una vez más las gracias, contesto Gokú.

No tienes que agradecerme nada, pues no oculte lo que paso en la zona de las flores por ti, ni por mí, lo hice por abuelo, respondió la pelinegra, luego de ello continuó su camino.

Claro, claro, lo hiciste por el abuelo, pero de alguna manera me protegiste a mí, mi bella princesita, pronunció Gokú.

Ya se fue la princesa, decía el anciano.

Si abuelo, contesto el joven de cabello alborotado.

Bueno, vamos a casa, agrego el anciano.

Al día siguiente:

¿A quién más esperamos padre?, decía Milk, que estaba ya sentada dentro de un carruaje.

A Gokú, le pedí que nos acompañará a ver las tiendas de la Capital Central, contesto el rey, al tiempo que el nombrado llegaba al carruaje. Sube muchacho, acoto el rey al verlo.

¡Gracias su majestad! Y ¡buen día a usted y a la princesa! agrego Gokú, mientras miraba con disimulo a la joven princesa. quien llevaba su cabello recogido en un moño adornado por una pequeña corona de brillantes, y vestía un elegante, pero a la vez moderno vestido de color verde nilo y zapatitos de tacón.

La pelinegra no respondió nada, solo se dedicó a ver a través de la ventana, mientras su padre y Gokú platicaban sobre los implementos que necesitaría para el gimnasio del pueblo. Tras varios minutos de camino, el rey dijo: Hija, mientras Gokú y yo vamos por los implementos tu irás a presentarle nuestros saludos a la familia real de la Capital Central, ¿te parece?

Claro padre, contesto la pelinegra esbozando una gran sonrisa en su rostro, mientras sus ojitos cobraron un brillo especial.

¡Qué bella sonrisa! pensó Gokú, mientras la miraba con disimulo.

Tras algunos minutos de viaje, llegaron al lugar donde los esperaba un helicóptero privado que los trasladaría de manera más rápida a la Capital Central.

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