Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La escena intercréditos 😜

806 d.C., océano atlántico norte

Era un poco después del mediodía, cuando Ari, de 27 años, se encontró a su hermanito Leif, de siete años, nadando como platija, pues casi tocaba la arena del fondo marino. Lo raro no era que el pequeño tritón anduviera tan cerca del suelo, sino que fuera a la mitad del bosque subacuático, donde casi no se aventuraba sin compañía de alguien mayor, por lo que el joven dejó rápidamente de cortar las algas que llevaría a casa y se acercó al pequeño.

–¿Qué haces aquí, Leif?

El niño se levantó para ver a su hermano y respondió: –¡Ari! ¡Estoy buscando un caracol púrpura, y casi seguro que ayer vi que había uno cerca de aquí!

–Ah, ¿y para qué quieres un caracol púrpura? – inquirió el mayor.

–Anémona quería llevar algo a la tierra para el bebé de Cressida, y pensé que era buena idea que lleve uno de esos porque son raros, y a los pescadores les gustan las cosas raras, ¿no? – explicó Leif.

Ari se rió suavemente y contestó: –No creo que al bebé le guste un caracol, ya que apenas nació.

–¿Por qué no? A mí me gustan los caracoles, y los cangrejitos, y los camarones, y soy un bebé, ¿cuál es la diferencia?

–Que tú eres un bebé grande y además un tritón, en cambio, el bebé de Cressida es muy pequeñito y es un pescador, así que no le gustará todo lo que a tí sí.

Antes de que el menor pudiera replicar, Anémona apareció cerca de ellos, y suspiró de alivio al ver a los hermanos juntos: –Leif, no te vayas así, puedes perderte.

–Lo siento, es que oí que quieres llevar algo especial para el bebé y pensé que sería buena idea que le des un caracol púrpura, pero Ari dice que no le va a gustar – explicó el niño.

Anémona pensó por unos segundos y respondió: –Tal vez cuando crezca un poco le lleve uno, pero ahora no lo podría ni sostener en sus manitas.

Leif resopló y se abrazó a la cola de Ari, quien sonrió y lo acarició suavemente, ante la mirada tranquila de Anémona.

La muchacha, de 24 años, ya se había adaptado bastante bien a nadar en entornos distintos, y reconocía ya muchas especies marinas, por lo que no le era difícil encontrar a Ari ni a los demás en el bosque de algas, donde obtenían su alimento.

Al notar que el joven había dejado de lado las protistas que cortó, ella las recogió rápidamente para llevarlas a casa, y como aparentemente ya eran suficientes para que todos comieran, indicó a los hermanos: –Regresemos ya.

Ari tomó en brazos a Leif y siguió a la sirena, sin perderla de vista, aunque tratando de no apresurarse para no agitar demasiado el agua y terminar enredado con las algas de los alrededores.

Cuando finalmente salieron del bosque, el muchacho soltó a su hermanito para que nadara por sí mismo hasta el interior de la "casa". Ya allí, Ari se acercó a Anémona para hablarle, mientras dejaba la comida en su sitio, pero no se decidió a hacerlo, por lo que la joven tomó la iniciativa: –Tengo una idea de qué puedo regalarle a Cressida y su pequeño esta vez. Después de todo, tenemos más experiencia ahora que cuando nació Vanja.

–Espero que no le abrume ser una hermana mayor, Vanja es una niña muy impaciente aún – comentó él.

Anémona asintió con la cabeza, recordando a su pequeña sobrina de cuatro años.

Volvió a hablar: –El otro día ví que guardaste una tela muy bonita bajo tu cama. Quisiera conseguir una así para Cressida, sería útil para que pueda cargar a su nuevo bebé.

Ari se alejó un poco al escuchar eso, y cubrió su rostro sonrojado con sus dos manos, causando sorpresa en la muchacha: –¿Qué pasa?

–No quería que la vieras aún... y no puedes darle una de esas...

Anémona se desconcertó: –¿Qué tiene de especial esa tela?

El muchacho tartamudeó: –Es... esa tela... yo... a tí...

–¿Era una sorpresa para mí? – la sirena comenzó a acariciar el cabello de su compañero para consolarlo.

Él continuó: –Cressida y Haakon respetan mucho las tradiciones de otras especies, así que no creo que aceptaran que les des un rebozo para su bebé... porque ... nosotros... el esposo lo regala a la esposa... así que...

Anémona levantó con ambas manos el rostro de Ari hacia el propio: –¿Lo estás guardando para cuando nos casemos?

El joven asintió nerviosamente. Ella se rió y lo abrazó con fuerza: –Te amo mucho, mi dulce Ari.

–También te amo – murmuró él, aún más rojo por la emoción.

Permanecieron así por unos segundos, hasta que el tritón se soltó suavemente del abrazo y nadó rápidamente hasta su habitación.

Anémona pensó que se escondería allí por un rato, así que se sorprendió cuando Ari volvió a aparecer con el mencionado rebozo apretado contra el pecho, y con aun más intenso sonrojo, pero sin tartamudear, preguntó: –¿Te casas conmigo ahora? ¿Crees que estamos listos?

La joven rió de nuevo y asintió: –Lo estamos.

Ari sonrió ampliamente y desdobló la tela para cubrir a la muchacha con ella, diciendo: –Te protegeré y a nuestros hijos, como este rebozo.

Enseguida, tomó un par de algas y se las dió a su compañera: –Ahora tú.

–¿Qué debo hacer? – inquirió ella, y él susurró la explicación a su oído, como si fuera un crimen no saberlo, pero a la vez con pena de no haberlo explicado mucho antes.

Sin embargo, Anémona simplemente sonrió e hizo lo que Ari indicó. Tomó las muñecas de su compañero y vendó cada una con un alga, diciendo antes de terminar con la segunda: –Seré tu fuerza y la de nuestros hijos, como estas algas.

Cuando terminó, miró al joven y lo abrazó de nuevo: –¿Entonces, ya con esto podemos considerarnos casados?

Él asintió con la cabeza, por lo que Anémona volvió a reír y afirmó: –Todo aquí es más sencillo que en la tierra. Pero no puede faltar algo que es importante en ambas culturas –, y antes de que Ari pudiera preguntar qué cosa era, la muchacha atrapó su cara con las manos y lo besó.

El primer beso que consiguieron.

El joven casi se desmayó, estaba muy feliz. No quería volver a despegar sus labios de los de su esposa, pero no le quedó otra opción cuando escuchó a su hermanita Natt gritando de emoción.

La sirenita de doce años atrajo tanto la atención de los recién casados como del resto de la familia, causando sorpresa y en la mayor parte de ellos alegría encontrarse con que ahora Anémona y Ari estuvieran unidos según marcaba la cultura a la que pertenecían.

Mientras Gretel daba un pequeño discurso a su segundo hijo acerca de cómo debía ser con su esposa, Leif, que llegó de último lugar, se acercó a Anémona y le dijo: –¡Ya encontré el caracol! Se lo puedes dar al bebé de Cressida, y si no le gusta me lo devuelves por favor. – Enseguida le puso en la mano el dichoso caracol púrpura.

La sirena sonrió y le dió unas palmaditas en la cabeza al pequeño: –Está bien. Gracias por tu ayuda Leif.

El niño la abrazó, sin sospechar que por la búsqueda de ese regalo había ganado otra hermana mayor.

Y aquí yo, con mi patita mala, pero agregando el primero de dos extras de esta historia 😁 espero que les haya gustado enterarse de cómo fue la boda y el primer beso de Ari y Anémona.

En la próxima historia no lo podía poner porque el tiempo es muy lejano para incluirlo en la trama, y en esta no era algo tan relevante para que quedara dentro de la narración del hechicero.

Si quedaron con la curiosidad:

La buena noticia es que sí le gustó el caracol al bebé.

La mala noticia es que Leif tuvo que buscar otro para sí mismo.
🌊🐚🌊🦪🌊🐚🌊🦪🌊🐚🌊🦪🌊🐚🌊

Pronto: la escena postcréditos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro