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Como ya mencioné, en esa época, su desarrollo tecnológico era similar al de la humanidad durante la era de piedra, así como su sistema de organización, el cual estaba conformado simplemente en familias; la mayoría, errantes, pero no era el caso de la familia de Ari, sus papás, Werner y Gretel, habían elegido por casa un barco hundido, cerca de un abundante bosque de algas.
Aún no había nada de reinos ni cosa parecida. Pero, sí había desarrollado ya ciertos ritos. Ari se preparaba para uno muy importante, que siempre se efectuaba en la cueva de la isla. Consistía en cruzar la cueva de extremo a extremo, en oscuridad, usando sólo el eco para guiarse. Esto porque para ellos, el buen sentido del oído y una voz fuerte son importantes para sobrevivir, así que, al pasar esta prueba, se demostraba quiénes estaban listos para liderar su propia familia. Ari era el segundo de seis hermanos, y por su edad, haría el primer intento para pasar la prueba.
Hacía tres años que Coral, la hermana mayor, había pasado esta prueba, (luego de dos intentos), pero no se había separado de la familia, pues prefería seguir ayudando a sus papás y cuidando de sus hermanitos.
La joven siempre estaba al tanto de la seguridad de los pequeños, así que constantemente los seguía, sobre todo a Ari y Sindri, quienes eran los siguientes, y los que tenían cierta independencia, ya que ellos tenían 20 y 15 años, respectivamente, por lo que podían respirar bien fuera del agua, y por lo tanto, corrían el riesgo de ser vistos por los navegantes si se asomaban a la superficie.
Luego seguía Natt, de 8 años, Zuwa, de 6, y Leif, de 1, pero ellos eran relativamente más fáciles de cuidar, ya que no se podían alejar de la casa, tanto porque no podían nadar tanto tiempo como para alejarse, como porque no estaban muy interesados en conocer el mundo.
Aún así, Coral se preocupaba mucho por sus hermanitos, incluso más de lo que se preocupaban sus papás. Como ella era el ejemplo a seguir, procuraba hacer todo de la mejor manera posible, y a consecuencia de esto, los pequeños la admiraban mucho, lo que nos lleva al día en que Ari y Anémona se encontraron en la cueva: Esa mañana, recordando que hacía tres años que no iban a la cueva, Werner comentó que sería buena idea ir a ver cómo estaba la situación por aquellos lares, a lo que Coral se apuntó para ir a inspeccionar la caverna: –Iré allá. Será más seguro que si vamos todos, pues soy la más rápida, y difícilmente llamaré la atención.
–Está bien. Recuerda ir con mucho cuidado, no te asomes a la superficie. En esta época del año, es cuando los pescadores son más peligrosos– advirtió su papá.
–Lo sé. Es más: nadaré tan cerca del fondo como sea posible. Si hay pescadores, ni siquiera se darán cuenta de mi presencia– aseguró Coral.
Entonces intervino Ari: –¡Yo también quiero ir!
–No creo que sea buena idea– respondió Coral.
–Pero yo soy el que va a cruzar la cueva, así que al menos debo ver cómo es– argumentó el muchacho.
–Ari, Coral tiene razón, no es buena idea. Tú no eres tan rápido como ella, así que estarían más expuestos a peligros– explicó su mamá.
–Pues no seré tan rápido, pero yo ya tengo todas mis escamas filosas, así que puedo defenderme bien, y también a Coral– insistió Ari.
–Bueno… eso sí– murmuró Werner. Ari abrió mucho los ojos, alegre.
Werner y Gretel se vieron uno al otro. –De acuerdo. Vayan, pero tengan mucho cuidado, no se distraigan y regresen lo más pronto posible, ¿Comprenden?
–Sí– contestaron los dos hermanos.
Tal vez parezca que fue muy fácil convencerlos, pero ellos confiaban que habían criado bien a sus pequeños, lo cual era cierto.
Pero, por muy bien que los hubieran educado, no había manera de evitar lo que pasó cuando Ari y Anémona se encontraron en la cueva.
Cuando Ari y Coral llegaron a casa, sus papás se alegraron de ver que estaban bien, pero se sorprendieron cuando Ari los abrazó fuertemente, lo que les sorprendió, pues, aunque era normal que lo hiciera, esta vez sentían que estaba asustado. Antes de que le preguntaran nada, él habló: –Esa muchacha me gusta mucho. Pero me da miedo a la vez.
–Ari, ¿de qué muchacha hablas?– preguntó Gretel.
La expresión de Coral se ensombreció y murmuró: –Me lo temía.
Naturalmente, Werner y Gretel se preocuparon de ver a sus hijos en tal estado, y le preguntaron a Coral qué había ocurrido, a lo que contestó relatando lo que había pasado.
Cuando terminó de hablar, Ari aún estaba aferrado a su mamá. Sus dos padres entendieron que estaba muy confundido, así que no le preguntaron nada, solamente lo apapacharon un rato para que se tranquilizara.
Mientras tanto, se acercaron también los demás hermanos, quienes habían estado jugando afuera de la casa, y no habían notado cuándo habían vuelto los dos mayores.
Sin embargo, al entrar se dieron cuenta de que había ocurrido algún problema, por lo que se acercaron con cautela. Sindri, quien era el tercero en orden descendente, se acercó a Coral y preguntó: –¿Qué le pasó a Ari?–.
–Es… algo complicado. Mejor espera a que él te cuente– respondió ella, pues no sabía cómo explicarle la situación.
Pero la cuarta hermana, Natt, preguntó: –¿Se encontraron a los pescadores?
Coral dudó un poco antes de contestar: –Algo así, pero… bueno, ustedes están muy pequeños y tiernos para comprender lo que ocurrió.
Sindri se asustó mucho, pero no lo demostró para que sus hermanitas no se preocuparan más de lo que ya estaban, y las llevó fuera de esa habitación.
Pasó un rato más hasta que Ari se tranquilizó un poco. Entonces preguntó a su mamá: –¿Es verdad que los pescadores saben usar magia?
–Algunos saben. Otros no. Y algunos tienen poderes, pero es muy raro encontrar uno así. Son una especie muy inestable; por eso la mayoría son peligrosos– explicó ella.
El joven respiró hondo y murmuró: –Entonces, si supiera magia, tal vez podría cambiar su aspecto–, y continuó en voz alta: –¿Y cómo puedo olvidarme de ella?
Gretel dudó por unos momentos antes de responder: –No lo sé, pero encontraremos la forma.
–¿Crees que sea posible? Siempre nos has dicho que sólo es posible enamorarse una vez, y no hay vuelta atrás cuando ocurre– dijo Coral.
Werner se aclaró la garganta y replicó: –Bueno, eso está por verse.
–Pero…– protestó Coral, mas su papá la interrumpió con la mirada, pues no estaba ayudando mucho que digamos. La muchacha bajó la cabeza y guardó silencio.
Ari cerró sus ojos y se acomodó en los brazos de su mamá, intentando dejar de pensar en Anémona. Gretel continuó acariciándolo, recordando cuando era bebé y lo consolaba de igual manera que ahora.
Werner y Coral salieron del cuarto.
–He fallado– afirmó la muchacha amargamente, refiriéndose a que, según su propio criterio, no había cuidado bien a su hermanito. Su papá la abrazó y replicó: –Claro que no. No es culpa de ninguno.
–Pero, si no hubiera dejado que fuera conmigo, no estaría así ahora– continuó ella.
Werner acarició la cabeza de Coral y dijo: –Ya no te preocupes. Todo tiene solución, aunque por ahora no la conozcamos.
–Entonces, espero que la encontremos pronto– contestó la sirena.
Dos cositas:
1) Estoy viendo que me voy a volver especialista en árboles genealógicos con las tremendas familias que hago 😅
(El promedio de vida de las sirenas es de 300 años, pero de los 0 a los 2 años crecen a la misma velocidad que los humanos, luego de los dos años su ritmo de crecimiento disminuye en dos o tres años respecto a nosotros; después de los 20, el proceso de envejecimiento se ralentiza aún más, por lo que a los 100 parecen como de 30- 35 años).
2) Si quieren ver cómo es Ari en mi imaginación, pasen por "Fanarts y otros dibujitos", en este mismo perfil. No lo puse aquí porque luego voy a agregar ilustraciones de las escenas y ese es apenas el concept art del personaje.
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