Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

28

Con cuidado de que nadie notara su presencia, o en todo caso, que no les pareciera que estaba nerviosa, Anémona atravesó el bosque para llegar al lugar donde se encontraría con Ari. Sin embargo, ya faltando poco para llegar, la alcanzó A. Brah, quien llevaba por las riendas a Singular.

Aunque no se esperaba encontrarlos, Anémona no mostró su sorpresa, y sólo saludó al hechicero. Éste devolvió el saludo, pero no con la misma tranquilidad de siempre, por lo que, aunque no estaba segura de poder confiar en él, Anémona le preguntó: –¿Ha ocurrido algo malo?

–Sí, ha habido un cambio en los acontecimientos que había previsto, y trato de que vuelvan a su curso antes de que termine mal– explicó A. Brah.

–¿Puede decirme qué es lo que ocurrió?– inquirió ella nuevamente.

–No sé si sea buena idea, pero creo que él te ayudará a arreglarlo– contestó el hechicero, dándole las riendas del corcel. Sin que Anémona las hubiera agarrado todavía, Singular se acercó a ella con ansiedad, lo que extrañó a la joven. Parecía como si el caballo y el hechicero estuviesen igual de atribulados.

La muchacha tomó pues las riendas del caballo, y preguntó: –¿Haakon sabe que tenemos a su caballo, verdad?

–¡Por supuesto! No se puede sacar a Singular de su cuadra sin que el rey narval se entere por las buenas o por las malas– respondió el hechicero. Anémona rió.

A. Brah sonrió y dijo: –En fin. Ve a donde ibas, yo trataré de descubrir si te puedo decir qué está pasando.

La muchacha respiró hondo y asintió. Se despidió de A. Brah y continuó su camino junto con Singular.

No tardaron mucho en llegar a su destino, y Anémona dejó al caballo que paseara con libertad, mientras ella se sentó en el suelo para esperar a que llegara Ari. No debería tardar mucho en aparecer, o en todo caso, Coral podría llegar primero y después él.

En efecto, luego de unos minutos, la joven notó movimiento inusual en el agua. Se acercó rápido, pensando que podría tratarse del tritón, y aún más probable porque había notado algo rojizo, tal vez el cabello o las aletas de Ari. Luego de unos momentos, volvió a distinguir movimiento, y esta vez, comprobó que se trataba del muchacho, cuando vió que se alzó cerca de ella la cabeza pelirroja, mostrando sólo sus ojos magenta.

Ella lo saludó rápidamente: –Hola, ¿cómo estás?

–¿Yo?– preguntó él, y tras mirar hacia todos lados, se acercó más, mientras Anémona respondió: –Sí, tú. ¿Estás bien? Te veo preocupado.

Ari titubeó antes de contestar: –Estoy bien, pero me preocupan mis hermanitos.

-¿Les pasó algo?

-Ayer Sindri, Natt y Zuwa nos siguieron cuando vinimos Coral y yo a verte, pero se ocultaron en la cueva y les afectó algo. No se debe entrar a la cueva cuando se es pequeño, pero no sabía por qué, y dice mamá que tal vez sea por las piedras rojas que mencionaste. Mamá y papá se quedaron cuidándolos, pero también faltaba cuidar a Leif, y por eso Coral se tuvo que quedar también.

-Oh. Entiendo.

-Siento que es un poco mi culpa, y además me da miedo venir solo, pero no debería dejarte esperando todo el día- explicó Ari, acercándose un poco más.

Anémona extendió su mano para acariciar el cabello del joven mientras decía: -No te preocupes, yo te cuido. Aunque sí me habría preocupado si no venías- se calló por unos segundos, y luego de observar mejor, agregó: -No viniste tan solo, Susto está por allá.

Ari se volvió y vió que la muchacha tenía razón, unos metros detrás de él estaba el nokk, esta vez con la apariencia de una morsa.

Al notar la presencia de Susto, Singular se puso en guardia, listo para pelearse con él, así que Anémona se acercó rápido al caballo para tratar de calmarlo. El nokk también se preparó para un combate, lo que desconcertó al tritón: -¿Qué es lo que pasa? Se ven como tiburones que se fueran a pelear por una presa.

-Eso es exactamente lo que pasa- contestó la muchacha.

Ari la miró interrogante, así que ella explicó: -Susto ya se dio cuenta de que Singular es un híbrido de caballo y kelpie, así que está alerta por si tienen que competir por la comida.

-Ah, ya. Entonces hay que mantenerlos lejos uno de otro- dijo Ari, y observó mejor a Singular.

Aunque no había visto ni un caballo ni un kelpie, sí había escuchado de esta última especie, que vive cerca de los cuerpos de agua y es de alimentación carnívora. Los nokks, por otro lado, también son carnívoros, pero usualmente se esconden dentro del mar. Aun así, no sería raro que se encontraran de vez en cuando, sobre todo en tiempos de escasez de presas.

Su observación fue interrumpida por un sonido que lo asustó, proveniente del bosque. -¿Qué fue eso?

-Un lobo, pero no te preocupes, debe estar lejos, o había sonado más fuerte- explicó ella.

-¿Desde cuándo los lobos suenan tan aterradores?- se preguntó el joven, ya que los lobos que conocía eran otaríidos y no caninos, y por supuesto, sonaban muy distinto. A decir verdad, con semejantes seres viviendo en la tierra, no le extrañaba que Anémona fuera combativa.

-¿Cómo es el bosque? Se ve raro- preguntó Ari después de unos segundos en silencio.

-En realidad es un lugar bonito. ¿Quieres verlo?- respondió la joven.
Ari entreabrió la boca, inseguro de qué responder.

Anémona tomó las riendas de Singular, diciendo: -Vamos, sólo será poco tiempo. Además, como el clima es malo, no hay humanos por ahora, y de todos modos yo te cuidaré.

-Pues... me gustaría ver, pero ¿cómo iré? preguntó Ari, refiriéndose a su incapacidad para desplazarse en tierra.

-Eso es fácil: Sube al lomo de Singular, así incluso viajaremos más rápido- explicó Anémona.

El muchacho se intimidó un poco al ver al corcel, pero luego de unos segundos, la curiosidad le ganó y asintió. La sílfide acercó al caballo al agua para que Ari subiese, pero él no entendió qué era lo que debía hacer, así que se quedó mirando nada más.

Al ver que el joven no sabía qué hacer, Anémona subió al lomo del caballo, colocándose más atrás de lo normal, y ya arriba, agarró por el torso a Ari y lo subió frente a ella. Él no protestó a pesar de que no esperaba ese movimiento, sólo se quedó mirándola con algo de miedo.

Susto se acercó rápido para ver qué estaban haciéndole al muchacho, pero igual de rápido, Anémona sacó a Singular del agua y lo dirigió hacia el bosque. Ari se agarró fuertemente de ella para no caer, todavía un poco atemorizado por la sensación extraña del movimiento del caballo. El nokk, al darse cuenta de que estarían en tierra, cambió de aspecto, apareciendo como un cangrejo, y se agarró de las aletas de Ari antes de que dejaran de tocar el agua. Aunque le dolió, el tritón no recogió al nokk, porque tenía las manos ocupadas en no caer.

Anémona vió al "cangrejo", y con un movimiento rápido, lo levantó y lo colocó en la cruz del caballo.
Antes de que Susto pudiera protestar, la muchacha amenazó: -Quédate ahí y no te pongas rudo porque si no, te frío aunque cambies de forma.
El nokk se quedó quieto entonces. Ari preguntó: -¿Qué significa eso que dijiste?

Anémona pensó un poco antes de responder: -Mejor no te explico porque nada más quería asustarlo a él y no a ti.

El joven no volvió a hablar, pero se agarró más fuerte de ella. Anémona entonces dirigió a Singular para adentrarse en el bosque. Aunque no sería un paseo muy largo, la muchacha estaba atenta para que no los sorprendieran fácilmente.

Ari seguía aferrado a ella, pero miraba hacia todos lados, sorprendido porque todo se veía verde, y a veces sobresaltado por los sonidos de los pájaros. Sin embargo, no tardó mucho en acostumbrarse y se tranquilizó un poco.

Mientras seguían avanzando, distinguió unas pequeñas bolas grises, y preguntó: -¿Qué es eso?

-Son conejos- contestó Anémona.

Unos minutos después, pasó volando algo como una mini mantarraya.

-¿Y eso?

-Es una mariposa.

Un poco más lejos, un ser que parecía otro caballo, pero menos musculoso y con corales en la cabeza, los vió por unos instantes antes de correr.

-¿Eso qué era?

-Un ciervo.

Anémona notó que Ari comenzaba a respirar más a prisa, así que dirigió a Singular en otra dirección. El tritón interrogó: -¿Ahora a dónde vamos?

-Ya lo verás, es un lugar donde hay agua- contestó Anémona sonriendo.

Y en efecto, pocos minutos después llegaron hasta el río que se formaba desde la cascada, que en desde ese sitio distaba un par de kilómetros, por lo que la corriente no era tan fuerte. La profundidad no era mucha tampoco, pero sí lo suficiente para nadar.

La muchacha bajó del caballo y enseguida cargó al chico hasta la orilla del río.

Susto saltó para bajar también, pero se estrelló en el piso. Lo bueno fue que no se lastimó, pero quedó aturdido por unos minutos. Mientras, Singular se echó en la hierba como si estuviera de vacaciones.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro