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15

Mientras Anémona pensaba en esto, los papás de Ari observaron a la sílfide con detenimiento.

-¿Es ella?- preguntó Gretel.

-Mnn- asintió Coral, con una expresión muy seria en su rostro.

Anémona se agarró fuerte de Ari. Parecía que la iban a arrestar por acercarse a él. Sin embargo, tras unos momentos, la expresión en los rostros de Werner y Gretel se suavizó, aunque Coral seguía igual de feroz.

El primero en acercarse fue el "delfín", que parecía estar revisando si Ari estaba bien. En respuesta, el muchacho acarició al extraño cetáceo, quien respondió con un silbido alegre.

-¿Estás bien Ari? Susto nos guió aquí, parecía muy preocupado- preguntó Gretel. -Estoy bien. Había un caballo gigante que me asustó, pero Anémona me ayudó- respondió Ari. Su mamá sonrió levemente y se acercó a la joven.

-Vaya. Realmente es bonita- susurró a su hijo, y luego en voz alta se dirigió a la sílfide: -Gracias por ayudar a mi pequeño.

Werner, sin acercarse, asintió.

Anémona miró interrogante al joven tritón. Él, a pesar de su nerviosismo, explicó: -Anémona, esa es mi familia. Yo... les dije que te conocimos, y lo que pasó en la cueva.

La muchacha asintió. Decidió preguntar: -Ari, cuando nos conocimos en la cueva, mencionaste algo de un ritual. ¿De qué se trata?

Ari volteó, buscando la aprobación de su padre para responder. Werner asintió, así que el joven explicó: -Eh, es una prueba de orientación. Si puedes cruzar la cueva sin ver, sólo guiándote con el sonido, pruebas que estás listo para ser independiente.

-¿De veras? No sabía de algo parecido.

-¿No? Bueno, creo que no importa.

-¿Por qué no?

Antes de que el muchacho respondiera, Singular se acercó nuevamente a Ari, pero esta vez, el "delfín" se interpuso. Inesperadamente, tomó la forma de un caballo también, con lo que todos se sorprendieron.

-¿¡Qué rayos es ese animal!?- exclamó la muchacha.

-No es un animal, es un nokk- respondió Coral con fiereza.

Anémona ya había oído a Cressida mencionar a esos seres, aunque no recodaba con detalles. Se acercó y tomando a Singular por las riendas, lo alejó del nokk.

Ari hizo lo mismo con el nokk: -Susto, déjalo. Anémona no dejará que me lastime.

El nokk resopló y retrocedió, tomando la forma de un caballito de mar, y se enroscó en los dedos del joven.

-¿Susto? Qué gracioso nombre- dijo la muchacha.

-No creas. Apenas ayer lo encontramos... o más bien él nos encontró. Y creímos que nos iba a comer, por eso le puse Susto- explicó Ari.

Anémona rió suavemente. No sabía por qué, pero Ari era capaz de tranquilizarla simplemente hablando.

Sin embargo, no habían ido a buscarla sólo para hablar de mascotas. Después de la visita al tío Google, Ari había decidido qué quería hacer: -Te creo que seas una sílfide. Quiero que vuelvas a vivir.

Anémona se sorprendió, pero sólo abrió mucho los ojos. Él tenía el corazón acelerado, y no estaba seguro de cómo continuar.

Intervino Gretel: -Ari cree que eras una sirena antes de que te convirtieran en una sílfide. Realmente quiere ayudarte a conocer de dónde vienes en realidad.

La joven pensó por unos momentos. No tenía sentido que su especie original fuera una sirena, ya que en su familia eran humanos. Sin embargo, para obtener la explicación a aquella transformación, según las palabras del hechicero supremo, era importante la ayuda. Aún así, no se sentía segura de querer que le ayudaran. Principalmente porque parecía que solamente no la atacaban porque Ari los había convencido de dejarlo acercarse a ella.

Apartándose un poco, la muchacha observó con cuidado. Ari la siguió lo más que pudo.

-¿Por qué quieres ayudarme? ¿No me tenías miedo?- preguntó ella.

-Todavía te tengo miedo. Pero, creo que vi en ti aún más miedo. ¿No sientes que hay algo raro en ti?- explicó él.

-Hay tanto raro en mí, que ya nadie se molestó en decirlo.

-Pero, yo... siento que eres... hay algo que altera tu belleza. Es... extraño.

-Oye, si quieres decir que sólo quieres que cambie, realmente te voy a lastimar cruelmente.

-¡No! No es lo que quiero. Es sólo... creo que es difícil de explicar. Pero, quiero protegerte.

-No hace falta que me proteja nadie.

El joven hizo un pucherito, verdaderamente desanimado. Viéndolo así, Werner intervino: -Ari, mejor déjala. Está bien si no confía en nosotros. Además, veo que es fuerte, no te preocupes por ella.

-Pero... quiero cuidarla- murmuró el chico.

Anémona no escuchó eso último, pero respondió a lo dicho por Werner: -No, no desconfío, es que... no sé cómo empezar. Estoy aún muy confundida, y así no funcionará su ayuda.

-Entonces, ¿lo pensarás? Eh, digo, no tienes que aceptar de inmediato, si es lo que creías. Sólo... eh...- Ari se estaba trabando de nuevo, pero al menos se dio a entender. La muchacha lo miró con ternura y asintió.

Aunque en el fondo quería aceptar, el miedo al resto de la familia era lo que se lo impedía. Pero con esa carita, realmente le era muy difícil negarse. -Lo pensaré- aseguró. Dejarlo en veremos era lo más que podía hacer.

El muchacho sonrió alegremente, pero no sabía qué hacer, así que se acercó a su mamá para que le ayudara. Ella solamente le acarició la cabeza con tranquilidad.

Mientras, Werner se acercó a la muchacha y luego de observarla, preguntó: -¿Cuál es tu nombre?

-Anémona.

-Hmm. Es bonito, pero no es de esta zona.

-Sí. Mi papá no era de aquí. Venía de muy lejos, al sur de continente. Los nombres que eligió para mí y mi hermana son de allá- explicó Anémona.

Werner asintió nuevamente y dijo: -Escucha: a lo largo de mi vida, he visto muchos sucesos, pero tal vez uno tenga que ver contigo. ¿Cuántos años tienes?

-Tengo 17.

-Hmm, entonces es muy posible que tenga razón. ¿Podríamos hablar con tu padre?

-También quisiera hablar con mi papá, pero, él... está en el Valhalla. Mi mamá también. Sólo quedamos mi hermana y yo.

Werner pensó por unos segundos y dijo: -Entonces, hablaré con ella. Por favor, tráela aquí.

-¿Justo ahora? No será posible. ¿Podría esperar a mañana? Prometo que la traeré- respondió la muchacha.

-Está bien- concedió el tritón mayor. Se alejó de la orilla e hizo seña al resto de la familia para marcharse.

-Volveremos mañana- aseguró.

Ari intentó decir algo, pero sólo quedó boqueando como pececito. Coral lo agarró por los hombros y lo jaló suavemente para llevarlo.

Ari solamente se pudo despedir moviendo la mano, porque no conseguía hablar todavía. Anémona solo sonrió y se despidió igual, viendo a la familia alejarse.

En eso, Singular relinchó un poco. Anémona volteó a verlo, y descubrió que el corcel se había alterado por la presencia de Violeta. Por suerte, el caballo la reconoció rápidamente y se tranquilizó.

La muchacha notó que algo le había pasado a su amiga y se acercó: -Violeta, ¿qué te pasó? ¿te sientes bien?

-Sí, no te preocupes. Te estaba buscando y una trampa me cayó encima. Pero no es grave, sólo raspones.

-¿Qué tipo de trampa?

-Una red. También de metal, como las que vimos ayer.

-Rayos. Espero que Haakon termine el acuerdo con los helaneses hoy.

-También lo espero. Pero, ¿qué le pasó a Singular? ¿y quiénes eran ellos? - preguntó la sílfide, señalando a la familia de sirenas, que aún no se alejaba tanto como para no ser vistos.

-Ah... ¿ves al chico lindo? Ese es Ari. La chica es Coral, y los señores son sus padres, pero aún no sé sus nombres.

-Oh. ¿Te buscaron?

-Sí. Ari quiere ayudarme a investigar por qué me convertí en sirena.

-¡Qué bien! Pero, ¿a dónde va?

-No sé. Pero volverán mañana

-¿Hasta mañana? ¿Y por qué no hiciste que se quedara más tiempo?

-Pues, no se me ocurrió nada.

-Bueno, pero mañana tienes que conseguir que te hable más. ¡Ya sé! Invítalo a comer.

-¡Más despacio velocista!

-¿Cómo que más despacio? ¿y si no tienes otra oportunidad después?

-Primero tengo que ver que el bosque sea seguro. Erik estuvo aquí.

-¡¿Cómo?! ¿Lo viste?

-Sí- Anémona respiró hondo y agregó: -Quiero a Ari seguro. Si nosotros debemos tener cuidado con los helaneses, él más.

-¿Ah sí? ¿Por qué? - interrogó Violeta.

-Obviamente, no puede correr. Así que, como persona responsable, tengo que cuidarlo- contestó Anémona.

Violeta se rió: -Realmente te gusta, ¿verdad?

-Es... algo pronto para decirlo- respondió su amiga.

Ambas permanecieron calladas luego de esto. Después de unos minutos de silencio, Violeta respiró hondo y cambió el tema: -Mi papá ha estado trabajando con los otros silfos hechiceros, y quieren hacer algunas sugerencias al rey Haakon para el acuerdo con Heland.

-¿En serio?

-En serio. ¿Quieres ir a ver de qué trata?

-Claro. Vamos.

Las amigas se dirigieron entonces al reino de los silfos.

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