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10

Mientras tanto, Coral buscó entre los objetos que había almacenado en un cofre de su habitación, una medicina que había conseguido hacía poco tiempo, la cual supuestamente servía para curar todo. Aunque todavía no existía como tal el comercio en su cultura, sí existía el sistema de trueque, por lo que ella había obtenido este remedio a cambio de un gran paquete de algas.

La joven llevó la medicina a su hermanito, quien estaba nuevamente tirado en su cama, y se había cubierto con la cobija hasta la cabeza. Coral lo destapó y dijo, extendiéndole el frasco de medicina: –Ten. Según me dijeron, esta cosa puede curar todo. Espero que te quite el dolor.

–Gracias– respondió él, cogiendo el recipiente. Lo destapó y tomó un poco. –Sabe muy salado– se quejó."

Las personas del público se rieron mucho al oír esto. El narrador sonrió y prosiguió:

"Bien, bien. Coral también se rió, y comentó: –Si funciona, valdrá la pena aguantar el sabor.

Ari sonrió levemente y se volvió a cubrir con la cobija. Coral se sentó en el piso cerca de la cama. Pasaron unos minutos cuando él habló: –Lo siento mucho.

La muchacha se sorprendió: –¿Por qué lo dices?

–Porque ayer te traté mal cuando llegaste a rescatarme. Realmente soy un hermano bastante ingrato. No me parezco a ti, eres la realmente ejemplar.

–Y tú el realmente dramático, pero no importa, de todos modos te quiero mucho. No te preocupes por lo que pasó– contestó ella. Ari sonrió de nuevo, asomando los ojos fuera de la cobija. Coral le palmeó un hombro. Agarró de nuevo el frasco de medicina y murmuró algo. 

–¿Qué dijiste?– preguntó Ari. 

–Nada importante– contestó ella, volviendo a mostrar seriedad en su expresión. 

Ari no insistió, pero estaba casi seguro de que ella había dicho: –Sería bueno si esto también le quitara lo enamorado.

La mayor estaba a punto de salir de la habitación, cuando se asomó por la puerta Sindri. Entonces Coral le preguntó: –¿Qué pasa? 

–Sólo quería saber si Ari está bien– respondió el pequeño. 

–Sí, ya estoy mejor– contestó el aludido. Sindri suspiró aliviado, pero no se movió. 

Tras unos segundos de silencio, Coral le dijo: –Bueno, yo ya me voy. ¿Me dejas pasar?

 Sindri vió que estaba obstruyendo la salida, y rápidamente se hizo a un lado para dejar pasar a Coral, quien cruzó la puerta de inmediato, no sin antes echarle una mirada de advertencia a ambos muchachos.

Una vez solos, Sindri se acercó a su hermanito mayor y dijo: –Perdón por el golpe. Creí que funcionaría mejor. 

Ari sacó su brazo y le hizo seña de que no importaba. El pequeño se sentó en el suelo, junto a la cama. 

Pasó un rato, durante el cual, ninguno de los dos habló, hasta que, de pronto, Ari se quitó la cobija y preguntó: –Hermanito, ¿te acuerdas de qué son las sílfides? 

Sindri se sorprendió por lo repentino de la reacción del mayor, pero en cuanto se le pasó la sorpresa, contestó: –Creo que eran algo así como fantasmas, pero había alguna diferencia... ¿Pero eso qué tiene que ver? 

–Ella dijo que era una sílfide– dijo Ari. Sindri quedó desconcertado, pues no entendió de qué hablaba su hermano, y se quedó tratando de procesar la información. Mientras, Ari se levantó y fue a buscar a su papá para preguntarle si él sabía de las sílfides.

Al pasar por una de las habitaciones, Ari notó que Zuwa y Natt estaban cuchicheando, escondidas bajo la cama de la mayor de las dos, pero no se detuvo a oír de qué hablaban. 

Sin embargo, en ese momento lo alcanzó Sindri , quien preguntó: –¿Ari, qué tienen que ver las sílfides? 

El mayor contestó: –Anémona dijo que es una sílfide. 

Sindri resopló y dijo: –¿Y entonces por qué pensaste que era una pescadora?

–Pues... se ven muy similares– explicó Ari. 

–Hmmmm, o sea que tal vez era mentira– propuso el pequeño. 

–Supongo. Pero, mejor me aseguro– dijo Ari. Sindri asintió con la cabeza. 

Ambos estaban por retomar su camino, cuando las niñas salieron de la habitación y les hablaron: –Hola hermanos, tenemos noticias. 

Los dos muchachos las miraron con un poco de miedo, ya que esas niñas no eran precisamente delicadas y tiernas cuando hacían planes juntas. Sin embargo, como ellos no sabían que ya se habían enterado de lo que pasaba con Ari, no se preocuparon mucho, así que las dejaron proseguir.

Tremenda sorpresa se llevaron cuando Zuwa dijo: –Bueno, como ya nos enteramos de que Ari está enamorado de una pescadora aunque no quiera, estuvimos hablando de qué hacer al respecto, y se me ocurrió una gran idea...– mas se interrumpió al ver los rostros de sus hermanos. 

La niña los miró en silencio por unos segundos más, y continuó: –Bueno, nos íbamos a enterar en algún momento, así que... pues... la cuestión es que tengo una idea, ¿se las digo? 

Ari dudó un poco, pero finalmente asintió. Zuwa entonces recuperó confianza, así que se acercó a Ari y dijo: –No te preocupes, se me ocurrió una idea muy ingeniosa. Bueno, no tanto, porque no te vas a desenamorar, pero igual funcionará como si sí. 

El joven dudó de hacerle caso, pero a fin de cuentas, no podía ser peor que con la idea de Sindri: –De acuerdo hermanita. ¿De qué trata? 

La niña sonrió y contestó: –Vamos al sótano. Tú espéranos aquí Sindri.

Si Ari hubiera creído en los dioses, con toda seguridad se habría puesto a rezar al oír esto. Sin embargo, siguió a Zuwa y Natt al "sótano", que era el casco del barco. En esa sección, habían guardado la mayor parte de los objetos que había originalmente en el navío. La pequeña lo guió hasta una piedra muy grande, tallada como un trapecio rectángulo. Se trataba de un ancla, versión original de antes de las de metal.

–¿Qué hacemos acá?– interrogó Ari. 

–Pues, se me ocurrió que hay que atarte a esta ancla para que no te muevas– contestó Zuwa. 

El joven no dijo nada, pero la quedó viendo con incredulidad. La sirenita continuó: –Mira hermanito, si te dejamos aquí amarrado, no la vas a poder ir a ver, ¿cierto?

Ari asintió. 

–Y si no la ves, se te va a olvidar cómo es, ¿verdad?– prosiguió Zuwa. 

Ari dudó: –No estoy tan seguro de que vaya a funcionar esa idea. 

–Ni yo, pero al menos tiene un punto– agregó Natt. 

La chiquita insistió: –Bueno, pero que no estén seguro no significa que no vaya a funcionar realmente. Así que vamos a probar. 

El muchacho suspiró y dijo: –Está bien, intentemos–, aunque no estaba convencido, pero no quería pasar horas tratando de persuadir a Zuwa de que ese plan no resultaría. Extendió sus brazos para que la niña lo atara al ancla, pero ella ni entendió el movimiento, y ató la cadena del ancla a la cola de Ari, quien no supo ni cómo lo hizo, pero las ataduras quedaron muy firmes, así que no se podía soltar. Tras probar que estaba bien amarrado, los tres hermanos se sentaron en el piso.

Natt preguntó: –Ari, ¿porqué sólo le dijiste a mamá, papá, Coral y Sindri?

Él tardó un poco en responder: –No quería que ustedes se preocuparan por mí. Aún son muy pequeñas para estos traumas. 

La niña rió y contestó: –Pero tú siempre nos ayudas, así que ahora te tenemos que ayudar. 

Ari sonrió y acarició la cabeza de Natt y después la de Zuwa. Ella se rió suavemente y continuó: –Natt dice que no le deberías tener miedo a enamorarte de una chica, aunque sea una pescadora. Pero yo no le creo. 

–¿En serio? ¿Por qué?

–Porque ella dice que no se puede saber si alguien es bueno o malo sólo por saber de qué especie es, pero yo digo que aunque haya pescadores buenos, es más difícil encontrarlos que a los pescadores malos. 

–Pero, ¿y si Ari tuvo mucha suerte y precisamente conoció a una pescadora buena?– protestó Natt.

Ari no dijo nada. También había pensado en eso, pero a decir verdad, no lo quería admitir, porque sería tener demasiada suerte. Pero todavía podía ser que Anémona había dicho la verdad y era una sílfide; muy en el fondo, Ari quería que fuera así. Mientras pensaba en eso, Zuwa se levantó y dijo: –Bueno, vamos por Sindri, Natt. Volvamos en un ratito. 

–Está bien. Si mamá y papá preguntan por mí, diles que estoy aquí– contestó Ari. 

–¡Sí!– replicó ella, mientras se alejaba.

Natt se acercó a su hermano y preguntó tímidamente: —¿En serio quieres olvidarla?

El joven pensó por un momento. —No quiero, pero debo olvidarla.

— ¿Y no pensaste… usar tu deseo para olvidarla? — inquirió la niña con timidez.

— Si la beso, no creo que sea capaz de pedir algo más que estar a su lado.

— Hmmm… entonces espero que funcione la idea de Zuwa — respondió Natt, y luego de darle unas palmaditas en la cabeza al mayor, salió también del “sótano”.

Ari se tumbó en la arena, sin moverse. Estar anclado era aburrido, pero tal vez era buena idea, ya que podía tratar de pensar en otra cosa. Sin embargo, lo primero que se le vino a la mente fue nuevamente las palabras de Anémona sobre que era una sílfide.

Enamorado de una sílfide. No sería tan grave como si fuera una pescadora. Aunque no recordaba bien las historias de estos seres, sabía que en el pasado habían sido de otras especies... en ese momento, Ari se levantó rápidamente y trató de desatar la cadena de su cola.

Ari, pido perdón por darte estos hermanos 🙍‍♀️

Meme de MiSs___BeD

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