Las mañanas siempre eran así, tan cálidas llenas de un viento con aroma primaveral, que llevaba consigo pequeñas motas de polvo y hojas de los distintos árboles del jardín.

Hoy era una de esas mañanas, tan acogedora que para Park Jimin era muy difícil abrir un ojo sin cerrar el otro y viceversa, deseaba con todas las fuerzas de su corazón que la cama en donde dormía lo abrazara y no lo dejara ir nunca, como si fuera a ser posible.

¡Demonios!

Sentía tanto sueño, pero tenía tantas responsabilidades como para seguir en cama.

—¡Es una linda mañana! —exclamó entre medio de un sonoro bostezo.

Se retorció en su cama, buscando que el sueño desapareciera de su cuerpo y cuando por fin salió de ella, lo recordó.

—¡La casamentera!

Este día era uno en donde todos los jóvenes omegas de NYl debían agraciarse para ir con la casamentera.

Decían que la mujer era una pelota andante, su aura era la de una mujer con poder de esas que suelen vivir en la capital y el índice de parejas que formaba era el más alto en toda Corea; pero, su personalidad era complicada, no debías ser gordo, y debías ser muy educado, con más que excelentes modales y sumiso, si es que querías encajar en una familia adinerada.

Jimin rápidamente hizo su cama, se puso ropa para salir, ató un pequeño hueso con cordel a una rama y lo amarró a Chimmy su pequeño perro blanco, al cual quería como a un hermanito.

—Es hora de trabajar, hermanito —dijo acariciando el suave pelaje del cuello de su perro, mientras este corría detrás del hueso y arrastraba consigo, la comida de las gallinas.

Rápidamente, fue a la cocina, colocó un poco de agua en un cuenco y lo puso a hervir, para cuando estuvo lo suficientemente caliente, ya estaba lista la manzanilla en un pequeño jarrón que llevó consigo hasta las tumbas familiares, en donde su padre siempre se reunía con sus ancestros para rezar.

—¡Padre! —saludo con alegría al hombre, dejó el jarrón con el té en una de las tumbas y ayudó a su padre a ponerse de pie —. Es hora de tu té.

—Jimin —dijo su padre con seriedad —. ¿Sabes que hoy es el día?

—Lo sé, padre —contestó sirviendo el té en una taza que llevaba en la bolsa del pantalón —, pero antes que todo, el doctor dijo que debían ser dos tazas de té por la mañana, una por la tarde y dos por la noche —dijo con una sonrisa despidiéndose rápidamente de su padre para salir corriendo rumbo a Suguk la aldea en la que todos los omegas debían llegar para vestirse de la forma a la que la casamentera le gustaba.

—Parece que tendré que orar de nuevo por el futuro de mi hogar —dijo su padre, poniéndose de rodillas frente a sus ancestros nuevamente.

Jimin se sentía emocionado y un poco nervioso, el camino a la aldea sería largo, así que fue por su caballo y en menos de los esperado, estaba siendo bañado por su madre con agua realmente fría.

—E-esta agua esta fría —se quejó sintiendo sus huesos congelarse.

—Hubiera estado caliente si alguien hubiera llegado a la hora —contestó la mujer con una sonrisa, mientras ayudaba a su hijo a quedar bonito para la casamentera.

Y aunque temblara por el frío, Park Jimin haría todo lo posible para encontrar a un buen Alfa y no deshonrar a su familia.

Su madre y alguna de sus amigas, le vistieron con un Hanbok precioso de colores que a él le sentaban muy bien, con un poco de rubor en sus abultadas mejillas y labial en sus labios, pronto se descubrió a sí mismo caminando hacia la casa de la casamenteras, junto a un puñado de otros jóvenes omegas, hombres y mujeres, que al estar frente al edificio se agacharon en un ángulo de 90 grados para esperar a que la mujer hiciera acto de presencia.

Y como si sus nervios no fueran ya suficiente suplicio, una mujer rechoncha salió por la puerta y tomando una hoja de papel de su asistente, dijo en voz alta:

—¡Park Jimin!

—¡Presente! —contestó sin pensarlo tanto y a lo lejos pudo escuchar a su querida abuela decirle a alguien:

"Es que comió mucho picante"

¡Claro que no!

Jimin ni siquiera había probado el desayuno.

—Hablando sin pedir permiso.

El primer fallo.

Cuando pasó por la puerta, la mujer lo esperaba con una cinta con la cual midió sus caderas.

—Muy flaco —le dijo —. No serás bueno para tener hijos.

El segundo fallo.

Los nervios y la tristeza se fucionaron haciéndose presentes en el lugar, por medio de sus feromonas que agrias, llegaron a la nariz de la casamentera.

—No soportas comentarios maliciosos —dijo mordaz —. En este mundo debes ser de carácter fuerte si hacerte omega de una buena familia quieres —comentó la mujer —, ahora recita tus votos.

Tercer fallo.

Jimin se puso nervioso, más que antes, durmió tanto en la mañana que se le olvidó que a la mujer casamentera le gustaba que todos los candidatos omegas hicieran votos y bueno, la verdad se la pasó durmiendo y en sus quehaceres desde que cumplió la mayoría de edad y mucho antes, tanto que se le olvidó que era un Omega y por ende, al llegar a la edad correcta, tendría que acudir a la casamentera. Pero eso no importaba, debía inventar algo que fuera suficientemente bueno para convencer a esa beta, que podría ser un buen hijo, omega y padre en el futuro.

—Cómo las flores florecen bellas en la primavera —comenzó recordando una de las canciones favoritas que su papá adoraba escuchar —. Yo Park Jimin, prometo ser un buen Omega y amar y cuidar a mi familia.

La mujer se le quedó viendo y le sonrió, por un momento se sintió afortunado por haberla impresionado, pero ese sentimiento fue desapareciendo a medida que la mujer se fue acercando lentamente.

—Podrás parecer un buen Omega, pero nunca seras un buen esposo—le Dijo tomándolo bruscamente del brazo y arrastrándolo fuera del edificio, lo arrojo a los pies de su madre y los de su abuela —. ¡Este omega es una deshora para su familia!

Y como acto final, todos los ahí reunidos comenzaron a apuntarlo con el dedo y a murmurar entre ellos, lo muy inútil que sería para la familia que fuera a acogerlo como esposo y omega.

Al regresar a su casa, vio a su padre quien le sonreía con ternura y sintió pena por él, por no tener un buen hijo omega que diera honor a su apellido, a su familia... si tan solo hubiera sido alfa, se hubiera ahorrado el ser apuntado por los demás.

Y entonces, Park Jimin realmente pensó:

—Nunca voy a ser un Omega ideal.

Y mientras lloraba en soledad, más allá de su amado pueblo en el que nació, justo al oeste, la ambición que llevaba consigo Yijoung el líder de los Hiurai aumentaba y a medida que este lo hacía, los pueblos de Corea destruidos y llevados al olvido se iban con él.

Han Yijoung deseaba que el emperador de Corea se arrodillara y lo reconociera como un sucesor, esto, sin importar qué inocentes víctimas murieran en sus campañas.

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NOTA.

En un grupo de Yoominas dieron esta idea y quería intentar, un fic como mulan, pero con mi toque xd

Espero que les guste y esta es la primera vez desde que murió mi abuelo que tengo ganas de escribir algo.

Denme su opinión, por fis.