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El honor de la familia Park

Un hermoso árbol de cerezo en flor, fue testigo de la amargura de su inmensa tristeza. Jimin no había dejado de llorar y de sentirse insuficiente.

¿Cómo sería capaz de ver la cara de su padre?

La vergüenza le recorría el cuerpo entero, más cuando recordaba las palabras de aquella beta.

—Nunca seré un buen Omega o esposo —murmuró muy triste, recordando incluso errores del pasado para comparar cual dolía más y eso lentamente lo hundía cada vez más —. ¿Qué puedo hacer por el honor de mi familia?

Al preguntarse eso, la verdad lo golpeó como nunca antes lo había hecho y con desesperación, llevo sus manos a la cabeza y jaló de sus largos cabellos negros hasta sentir dolor.

La verdad, el honor se conservaba si se unía a una familia reconocida y si no se casaba con alguien así de la capital, le tocaría hacerlo con alguien de su pueblo y su padre de seguro no querría eso.

Nunca lo querría, a parte de que no quería casarse con una persona a la cual no amaba.

—Hijo —llamó su padre, quién caminaba con dificultad debido a la lesión de su pierna, la cual fue hecha en una guerra anterior —. Te he estado buscando.

Jimin se dio la vuelta para no verlo a la cara, temía mostrar su cara por la inmensa vergüenza, pero tampoco quería ver decepción en el rostro de su amado padre.

—Vaya, vaya, que hermosos retoños tenemos este año—dijo el hombre con una cálida sonrisa en su rostro —; mira ese, aun esta cerrado—señaló a una rama del árbol floreado —, apuesto a que cuando florezca, será el más hermoso de todos.

Su padre tomó una de las flores que había caído del árbol y con cuidado se acercó a él y lo coloco suavemente en su cabello.

Jimin sonrió, su padre jamás le juzgaria de esa forma, erró al pensar que él lo repudiaría por no encontrar a una buena familia que lo acogiera.

Pero en estos tiempos, donde sobrevivir era algo para pocos, todos pensaban que debían casarse y formar una familia al cumplir la mayoría de edad y era cosa de los padres que sus hijos sean alfas, betas u omegas, tuviera excelentes valores que hicieran que el honor de su apellido se elevara más allá de los cielos.

Aquellos que no podían encontrar a una buena familia estaban destinados a no prosperar. La preocupación pasó de largo, cuando las trompetas de las aldea sonaron en el edificio más alto dentro de ella.

Eso solo podía significar malas noticias, más cuando la expresión de enorme ternura, fue desapareciendo del rostro de su padre y en su lugar una mueca muy seria fue ocupando su lugar.

—¿Padre? —le llamó temeroso, cuando otro sonido de las trompetas volvió a escucharse —. ¿Qué es eso?

Ambos se pusieron de pie y caminaron del jardín, hacia la enorme puerta de su casa.

—Jimin, quédate adentro —le dijo su madre con la preocupación marchándose en su rostro.

Jimin obedeció a la orden de su madre, pero la verdad había mucha curiosidad entrando a su sistema y quería ver que era lo que pasaba fuera de su hogar, volteo de inmediato a ver a su abuela y está le señaló un lugar por donde podía escalar y lo hizo, justo a tiempo para lograr escuchar y ver lo que ocurria fuera de casa, donde podía ver que la gente se había reunido.

—¡Ciudadanos, traigo una proclamación de la ciudad imperial! —gritó con voz irritante aquel alfa para que todos en la aldea pudieran escucharlo —. ¡Los Hiurai han invadido Corea!

Todos alrededor se asustaron, él jadeo en respuesta, esto no era nada bueno, para nada bueno, pudo ver a la entrada de la casa cercana, como su vecina con terror se metía a su casa con su pequeño de no más de cinco años y como los demás exclamaban sorprendidos.

—¡Por ordenes del emperador, un alfa de cada familia sin importar su género primario, deberá enlistarse en el ejército imperial! —dijo aquel señor desenrollando un pergamino y pudo sentir en carne propia el terror que eso representaba —. ¡La familia Kang!

El señor Kang, el único alfa de su familia se acercó al caballo del Alfa que llamaba y tomó el pergamino con respeto y haciendo una venía.

Conocía al señor Kang Minhyuk, el siempre era bueno y junto a su esposo omega, juntos le daban dulces y algunos caprichos cuando era niño, ya que nunca pudieron tener hijos, su esposo al ver esto, inmediatamente se puso a llorar y de algún modo al ver esto, algo en su interior se lleno de mucho miedo.

—¡La familia, Lee!

Lee Hankook se acercó al hombre con su padre a cuestas, intentando que su hijo no cometiera alguna locura, pero no pudo siquiera persuadirlo, cuando con una venia respetuosa, tomó el pergamino ofrecido diciendo:

—Yo serviré al emperador en lugar de mi padre —ante la orgullosa determinación de su hijo, el señor Lee, no pudo más que sorprenderse y aceptar que su hijo le diera honor a su familia de esa forma.

—¡La familia, Park!

—No —murmuró devastado.

Su padre no, no estaba apto para soportar una batalla más, pero vio a su padre entregar su baston a su madre y ponerse lo mas erguido que su pierna podia y acercarse despacio pero cojeando un poco, con orgullo al caballo de aquel hombre.

—Estoy dispuesto a servir al emperador.

Y justo cuando su padre iba a tomar el pergamino, con desesperación bajó del techo y corrió lo más rápido que pudo hacia él.

—¡Padre, no puedes ir! —exclamó en tono suplicante. Vio la expresión orgullosa de su padre cambiar a una enojada, para luego ser una de preocupación.

—Jimin.

—Por favor, señor —dijo poniéndose delante de su padre en un intento de protegerlo —. Mi padre ya ha peleado valientemente por el imperio
—dijo suplicante.

El hombre dio una vuelta en su caballo y con aires de grandeza, le dijo:

—¡Silencio! —luego, volteo a su padre —. Debería enseñarle a su hijo... —el hombre inhalo acercándose un poco a él y con desprecio, dijo —Omega, que no debe abrir la boca en presencia de un alfa.

Jimin se sintió intimidado, esperaba que su padre reflexionara un poco, pero, su padre se miraba decepcionado.

—Jimin, me estas deshonrando —se sintió muy triste y su animal interno le rasguñó la consciencia al mismo tiempo que su padre tomaba el pergamino y su abuela le tomaba de los hombros dándole un poco de consuelo.

—En el campamento Sejoong mañana —dijo para todos los jóvenes y viejos alfas que tomaron el pergamino —. El que no se presente, será tomado como un traidor y ejecutado en la capital imperial.

Su padre comenzo a caminar despacio, cogeando con cada paso, pero no aceptando el baston que su esposa tenia en manos por orgullo.

  —Todo estará bien, hijo —Le dijo su querida abuela, pero la verdad, sentía en su cuello el peso de algo que pasaría de ahí en adelante.

La tarde fue completamente incomoda, con su padre entrenando con la espada, cayendo una y otra vez por ese honor y orgullo que no lo llevarían mas que a la perdición, Jimin no quería eso, él ansiaba tener una familia con la persona correcta y que su padre estuviera presente.

¿Honor?

Si era algo que llevaba a actuar a una persona con locura y sacrificio por personas que no conocía a costa de su propia felicidad en la familia, entonces no le hacia falta y no la quería, dejandolo muy en claro en la cena.

—¿Es necesario que vayas a la guerra? no es tu obligación —dijo harto de toda la tensión que rodeaba la mesa —. El imperio tiene muchos jovenes que lucharan por Corea.

—Es un honor proteger a mi país y a mi familia —contesto su padre con un toque de molestia en sus feromonas.

—¿Así que morirás por tu honor? —Le dijo un poco dolido por la molestia en su aroma.

—No es solo eso, lo hago por dignidad.

—Pero...

—Sé cual es mi lugar y es tiempo de que conozcas el tuyo.

El usual tranquilo rostro de su padre se llenó de una completa expresión que Jimin no conocía, estaba enojado... furioso en realidad y sus feromonas de alfa lo estaban sometiendo tal y como las del hombre del caballo lo habia hecho esa tarde.

Jimin salió corriendo del lugar dejando regado por doquier el aroma agrio de la tristeza, no quería que su padre muriera, pero lo sabía, debía reconocer su lugar en este mundo, donde los alfas eran la maxima expresión de poder y los omegas simplemente eran trofeos, para su desgracia nació en esta ultima casta y era un hombre omega.

¿Que podría depararle el destino a un hombre omega?

Jimin no lo sabía, lloró amargamente recordando las palabras de la casamentera, fueron horas en las que se arrepintio de ser omega, porque nunca podría darle honor a su familia de la forma que era ahora, entonces, despues de haber desahogado todo su dolor, una idea surco por su mente; su padre no podía pelear y no tenía un hijo alfa que hiciera que valiera la pena tener el apellido Park.

—Voy a hacerlo.

Y junto a sus palabras, cortó su largo cabello que llegaba hasta su espalda baja, y lo deó hasta los hombros, caminó a la habitación de sus padres y con cuidado tomó el uniforme y la espada de su padre, dejando en la mesita a un lado de la cama, la pequeña flor del cerezo que su padre puso en su cabello esa misma mañana.

Salió de casa montando su caballo y sin mirar atras, dijo para sí mismo:

—Solo así, podre darle el honor a la familia Park.



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NOTA.

Me tardé días en públicar, lo sé, pero aun me cuesta escribir y me deprimo por momentos al recordar a mi abuelo, tenganme paciencia, la historia será de actualización un poco lenta, pero segura.

Me ayudarían mucho, recomendando a sus grupos, los invito a leer mis otras historias ya finalizadas para mientras.

Espero poder actualizar dentro de poco y sus opiniones respecto a la historia.

Nos leemos :3





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