Capitulo XXXI
"No podemos amarnos aunque el deseo palpite en tu pecho y en el mío, aunque solo con verte todo mi cuerpo dibuje una sonrisa...no hay posibilidad para este amor imposible."
-Maria Diaz.
Capitulo XXXI
Hogar...
Esa sensación de tener un lugar seguro, donde siempre podrás llegar, donde estas a salvo, donde esta esa cama a la que te amoldas perfectamente después de años de uso.
Ese lugar ya no existe para mí.
Ya no me sentía parte de nada, como si todos mis vínculos y conexiones se hubieran desvanecido esa noche y solo me quedara deambular, flotar sin tener nada que me sostuviera a la tierra. Mi único consuelo ha sido Jazmine, mis abuelos y las únicas personas que había conocido aquí, pero ahora tenia que dudar de esas pequeñas relaciones que había creado.
Porque había un asesino entre ellos.
Un lobo vestido de oveja.
¿Cómo era eso justo?
Después de haberlo perdido todo, debería poder disfrutar de estas nuevas relaciones sin tener que dudar de todo el mundo, ¿Qué clase de vida era esta?
Sentí la necesidad de enfrentar al asesino y preguntarle: ¿Qué más quieres de mi? Ya lo tomaste todo, me dejaste rota, ¿A caso no es suficiente?
Tal vez no seria suficiente para él hasta que yo estuviera muerta.
Mi mente no paraba de analizarlos a todos una y otra vez pero había un pensamiento que se había quedado en mi cabeza, los morados en los nudillos de Pierce, y como aparecieron el mismo día de los golpes de Mason, ¿Casualidad?
Sin embargo, me dolía sospechar de él, Pierce me importaba mucho. No podia imaginarme alguien tan cruel como para fingir todo este tiempo de esta forma.
Estas hablando de una persona que asesinó a tu hermanita menor, mi consciencia me recordó, Mentirte es mucho mas fácil y menos cruel que eso.
Recordé esos ojos grises que tanto me gustaban, no podia ser él.
Suspirando, abrí la puerta de mi habitación y entré, la noche ya había caído así que estaba completamente a oscuras, maldecí entre dientes, debí haber dejado una lampara encendida pero no pensé tardarme tanto con Adam.
Cerré la puerta detrás de mí y crucé la habitación para encender la lampara, un chillido dejó mis labios al ver una figura en la esquina. La pequeña luz de la lampara se reflejó en esos ojos grises en los que venia pensando.
—¡Pierce! Por Dios, debes dejar de asustarme así.— acusé, sosteniendo mi pecho.
Pierce estaba sentado en la única silla en mi habitación inclinado hacia adelante, sus codos sobre sus rodillas, sus manos entrelazadas frente a él. Tenia sus manos tan apretadas que sus nudillos se estaban volviendo blancos. Su pelo estaba desordenado como si se hubiera pasado los dedos por él muchas veces, sus ojos estaban ligeramente entrecerrados. Se veía muy molesto.
Y entonces recordé que él no debía estar aquí, recordé todo lo que había pasado, —¿Qué haces aquí?
Silencio.
El chico de los ojos grises no hablaba, no se movía, solo me miraba y eso era suficiente para ponerme nerviosa, —¿Pierce?
Él no tenia ninguna razón para estar molesto conmigo, yo era la que tenia que estar enojada.
Pierce puso su mentón sobre sus manos entrelazadas, su voz firme pero helada, —¿Lo recordaste?
Arrugué mis cejas, —¿De qué estas hablando?
Él apretó su mandíbula, —¿Recordaste a Adam?
—No exactamente.— respondí, sintiéndome como una idiota, no le debía explicaciones, —Pero eso no es tu problema.
Pierce sonrió amargamente, —¿No es mi problema?
Tragué, la tension en la habitación nublando mi mente, —No lo es.
Pierce se pasó el dedo pulgar por su labio inferior, —¿Es así como crees que funcionan las cosas?
No sabia que responder, así que solo me quedé callada.
Pierce meneó la cabeza, esa sonrisa torcida aún en sus labios, —¿Crees él solo aparece y lo que sientes por mi se desvanece? ¿Así como así?
—Tú me mentiste, Pierce, tú sabias que—
—Sabia que no lo recordabas, que él era parte de tu pasado, ese doloroso pasado que quieres dejar atrás.
—Él es una parte buena de mi pasado.
Pierce se rió, su risa es descarada y poco genuina, —¿Y como sabes eso, Fleur? ¿Por qué él te lo dijo?
—No, Jazmine me contó todo, y yo recuerdo algunas cosas.
—Claro, si es tan bueno, ¿Por qué lo olvidaste?
Apreté mis labios, —Porque lo relaciono con esa terrible noche.
Pierce actuó sorprendido, —Oh, claro, él estuvo ahí, en el momento justo, ¿No? Que oportuno.
—Lo que sea que estés insinuando sera mejor que pares.
Pierce se levantó, —Solo quiero que sepas una cosa, Fleur.— sus pasos hacia mi eran lentos, calculados, —Ningún fantasma del pasado logrará que olvides lo que sientes por mi.
Mi corazón ya se había desbocado, latiendo como loco, retrocedí, la parte de atrás de mi rodillas chocó con la cama detrás de mí.
Pierce se detuvo justo frente a mí, sus ojos grises mirándome con tanta intensidad que luché para no bajar la mirada, su dedo indice se deslizó por mi cuello hasta la mitad de mis pechos sobre la ropa donde presionó, —Yo ya estoy aquí, Fleur.
Mi respiración estaba sin control, causando que mi pecho se presionara aun más contra su dedo cuando inhalaba. Apenada, agarré su muñeca quitando su mano, —Para.
Él alzó sus manos, —¿Qué estoy haciendo?
Aparté la mirada, —Creo que deberías irte.
—¿Por qué? ¿Te da miedo no poder controlarte y serle infiel al fantasma?
Lo empujé, pero él agarró mis muñecas, —Suéltame.
—¿Qué te pasó en el cuello?
Me congelé, no esperaba esa pregunta.
Pierce ladeó su cabeza, levantando una ceja, —¿Fleur?
Me lamí los labios, —Mordida de araña.
—Oh, esta bien.
¿Lo dejaría ir así como así?
Como si quisiera responderme, Pierce tomó mis muñecas con una sola mano e usó la otra para arrancarme la venda. Luché para cubrirme pero su mano libre me tomó del mentón moviendo mi cara a un lado con facilidad.
Pierce se tensó su mandíbula apretandose, —Déjame adivinar,— su voz derrochaba ira pura, —¿Mason?
Mi silencio fue su respuesta. Pierce me soltó, dándome la espalda, —¡Maldita sea!— se pasó las manos por la cabeza con rabia, —¿Por qué mierdas te sigues acercando a él?
La dureza de su voz me hace estremecer, —Eso no es asunto tuyo.
Pierce se giró hacia mi, —¿Te gusta?
—Claro que no.
—¿Te gusta volverme loco, no?
—¿Qué?
—¿Te gusta volverme loco de celos?
—No, eso no es lo—
Pierce se acercó a mi tan rápido que dejé de respirar, sus manos tomaron mi rostro, sus ojos indagando los míos, —La intensidad de lo que me haces sentir me esta volviendo loco, Fleur. No me digas que no sientes lo mismo, no me mientas.
—¡Suéltame!— me esforcé por liberarme de él, sin ningún éxito.
—Respondeme, ¿Sientes lo mismo?
Vacilé porque decirle que si, me complicaría la vida y decirle que no, le rompería el corazón.
No quería responderle así que evadí su pregunta, —Pierce, suéltame, por favor.
Él torció sus labios, sosteniendo mi cara con delicadeza, —Respondeme, Fleur.
No podia decir nada, las palabras se quedaban en mi garganta, ese gris infinito de sus ojos parecía tragárselo todo, debería ser un delito tener unos ojos tan deslumbrantes. Mis manos estaban sobre sus muñecas en un estúpido intento de liberar mi cara, podia sentir lo tenso que estaban sus músculos.
Pierce lamió sus labios, —Bien, no respondas, tu silencio es suficiente.
Antes de que pudiera decir algo, él estampó sus labios contra los míos, sorprendiéndome. Luché contra todos mis instintos y lo empujé, separándolo de mí, —No.
Pierce tomó mi rostro de nuevo, y me giró para estamparme contra la pared a un lado de la cama. Su boca encontró la mía otra vez y resistí tanto como pude, empujando, no respondiendo pero había un limite para lo que podia soportar. El roce de sus suaves labios sobre los míos se sentía demasiado bien, no pude aguantar más y me rendí.
Pierce me besaba apasionadamente, nuestros labios encontraban perfectamente una y otra vez, parecían estar sincronizados. Sin poder evitarlo, puse mis manos alrededor de su cuello, manteniéndolo cerca de mí, pero no era suficiente, necesitaba más. Me agarré de su cabello, se sentía tan suave contra mis dedos. Él suspiró sobre mis labios y su mano viajó a la pequeña parte de mi espalda, dejando una sensación de calor en cada parte de mí que tocaba, ¿Cómo podia hacerme sentir tanto con solo un beso?
Mi corazón latía desbocado, cada nervio en mi cuerpo estaba alerta y despierto, causándome una sensación de hormigueo.
Pierce se separó ligeramente y apoyó su frente en la mía; nuestras respiraciones se habían vuelvo agitadas.
—Pierce...— mi voz estaba ronca. Necesitaba que se detuviera porque sabía que mi autocontrol había desaparecido por completo.
Él usó sus pulgares para rozar mis mejillas lentamente, —No te atrevas a decir que no sientes nada después de besarme así.— Su cálido aliento se mezcló con el mío, su hermoso rostro a centímetros del mío y no pude contenerme.
Lo besé de nuevo desesperadamente, saboreando sus deliciosos y adictivos labios. Él me respondió con la misma desesperación y bajó sus manos a mis caderas, apretándolas. Un leve gemido salió de mis labios. Nunca podría haber pensado que un beso se sentiría tan bien.
Pierce besaba increíble. Me mordisqueó el labio inferior; Un estremecimiento descendió por mi columna vertebral extendiéndose por todas las partes de mi cuerpo. Mis pechos estaban apretados contra el suyo, sin saber lo que hacia, me estaba frotando contra él. Pero nuestra ropa estaba en el camino, parecía ser un obstáculo. Pierce dejó mis labios para bajar, besando mi barbilla y luego mi cuello. Dejé caer mi cabeza hacia atrás.
Pierce dejó besos húmedos en todo mi cuello; Me mordí los labios, disfrutando. Él mordió y chupó mi piel, me dolió un poco pero yo estaba demasiado sumergida en sensaciones para que me importara. Volviendo a besarme, Pierce me levantó y puse mis piernas alrededor de su cintura, nuestros besos ya se habían vuelto húmedos, lujuriosos, apasionados. Él me cargó hasta la cama y caímos sobre la misma, él sobre mi, besándome como si no hubiera un mañana.
Sus manos recorrieron mi cuerpo, encendiendo cada parte de mí. Tal vez, estaba tomando una mala decision, pero ya no me importaba, estaba cansada de analizarlo todo, de querer saberlo todo, solo quería disfrutar esa noche.
Solo queria sentirme amada.
xx
Nota de la autora: ¡Capitulo corto, pero intenso!
¿Sera que si hacen cositas malas o nei nei? ¿Ustedes que creen?
Muakatela,
Ariana G.
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