Capítulo XXX
Dedicado a mi mejor amiga, ella y yo hemos pasado por muchas cosas difíciles y siempre hemos estado ahi la una para la otra. Nuestras palabras de guerra siempre han sido, "Esto también pasará." Te adoro, tonta.
"Te he dicho que yo no sentía miedo respecto a mi propia muerte, ni siquiera un prejuicio contra el suicidio. Pero sentía inmensa consideración por la vida de los demás."
-Anne Rice.
Capítulo XXX
—Bueno, ha llegado el momento.
Jazmine no se molestó en ocultar la tristeza en su voz, y no la culpaba, yo luchaba con el nudo en mi garganta.
Ambas nos detuvimos frente a la puerta principal del psiquiátrico, ahi afuera la esperaba un taxi para llevarla al aeropuerto, ella había insistido en quedarse un poco más pero ya había perdido un mes de escuela, no podia permitirme complicar su vida de esa forma, jamás me lo perdonaría.
Ella dejó salir un largo suspiro, —Fleur, yo—
Levanté mi mano, —Estaré bien, no insistas en quedarte.
Ella apretó sus labios, sus ojos llenándose de lagrimas, —No quiero dejarte sola.
Tragando el nudo en mi garganta, forcé una sonrisa, —No estoy sola, igual hablaremos todos los días, te llamaré.— le recordé el acuerdo con el Dr. Newman, me dejarían hacer una llamada diaria si así lo necesitaba.
Sus labios temblaron, dos gruesas lagrimas escapando sus ojos, quería llorar con ella pero sabia que si lo hacia, debilitaría mi convicción de dejarla ir y le pediría que se quedara, no quería ser egoísta. Ella ya había hecho suficiente al venir aquí.
Ella me abrazó con fuerza, era de esos abrazos que te hacen sentir que todo estará bien, no importa que tan jodido estés. Solo mis padres, ella y Pierce habían sido capaces de hacerme sentir eso.
Cuando nos separamos, Jazmine sozollaba, su nariz roja, sus mejillas húmedas, eso rompió mi corazón, lagrimas silenciosas escaparon mis ojos, las limpié rápidamente.
—Vete antes de que no pueda dejarte ir.
Ella tomó mi rostro entre sus manos, —Je t'adore, Fleur. Tu le sais?— Te adoro, Fleur, ¿lo sabes?
—Nunca,— su voz llena de determinación, —Nunca te sientas sola, nunca pienses que a nadie le importas, porque hay una persona en el mundo que te adora, y que esta dispuesta a cruzar el atlántico por ti cuando lo necesites.
Presioné mi frente contra la suya, —Lo se.
—Y se que ahora todo es tan doloroso, y que es tan didicil entender porque te pasó esto, pero tengo fé en que el tiempo te ayudará, no a olvidar porque estas cosas no se olvidan pero si a sanar, a seguir con tu vida.
—¿Tú... de verdad lo crees?— mi voz se rompió un poco, —Yo... me parece tan imposible ahora.
—Y sentirá así por un tiempo, pero pasará.
Ambas sonreímos con tristeza, mientras lo decimos, —Esto también pasará.
Separándonos, Jazmine se limpió las lagrimas, —Ahora si me voy, no más tristeza.
Comenzó a caminar a la puerta, jalando su maleta de ruedas y se me apretó el corazón, —Jazmine.
Ella se detuvo y se giró hacia mí, conteniendo las lagrimas, hablé, —Te quiero mucho.
Ella me dio una sonrisa triste, —Yo también te quiero, tonta.
La vi desaparecer en la puerta, y luché para no correr detrás de ella y decirle que se quedara un día más, solo un día más. Di un paso hacia delante cuando sentí dos manos sobre mis hombros.
A mi izquierda, Dana me sonrió, —Estarás bien.
A mi derecha, Lory apretó mi hombro, —De verdad, no estas sola.
Ambas me abrazaron de lado e hicieron que la despedida fuera mas tolerable. Nos quedamos ahí mirando la puerta en silencio, ellas descansando sus cabezas sobre mis hombros.
Tres chicas sufriendo de trastornos psicológicos, las que la sociedad consideraría defectuosas, llenas de fallos, en mis ojos, eran perfectamente imperfectas.
Lory insistió en que tomáramos chocolate caliente, esa era la cura para todo, según ella. Me había acostumbrando al sentido del humor negro de Lory, tenia su encanto.
La cafeteria estaba desolada a esas horas de la mañana, casi siempre estaba llena durante el almuerzo y la cena, los pacientes del primer piso no parecían ser de los que se despertaban temprano, no podia culparlos, en este lugar a veces uno perdía la noción del tiempo.
Lory tenia razón, el chocolate caliente no lo solucionaba todo pero si ayudaba.
Dana recogió su cabello rojo en una cola, —¿Tienen planes para el descanso de primavera?
Lory bufó, —Hablas como si estuviéramos en la universidad y no en un psiquiátrico.
Dana volteó los ojos, —Lo se, pero ya sabes que la mayoría de los pacientes se van esa semana para visitar a sus familiares.
Lory aclaró, —Si su doctor lo autoriza y cree que es conveniente para el paciente.
Mis ojos indagaron la cafeteria y noté a Yang-mi, la chica del grupo de terapia, sentada en una mesa sola, —¿Les molesta si la llamo?
Dana y Lory miraron sobre sus hombros, —Claro que no.
Buscando su mirada, levanté mi mano para hacerle señas de que se sentara con nosotros.
Tímida, llegó a nuestra mesa e hizo una pequeña inclinación como su cabeza como saludo, —Buenos días.
Me pareció extraño que conservara esa costumbre de saludo Asiático, después de todo, ella había vivido en Canada la mayor parte de su vida, pero no me molestaba, era su cultura y la respetaría.
Cuando se sentó, pude notar que no estaba acostumbrada a interactuar mucho con la gente, hice lo mejor que pude para hacerla sentir cómoda, —Yang-mi, disculpa la pregunta ignorante, pero ¿Eres china, Coreana o Japonesa?
Lory me da una mala mirada, —Que sutil, Flor.
Yang-mi nos sonrió, —Esta bien, prefiero que me pregunten a que solo asuman que soy china. La verdad, soy un poco mixta, mi papá era Japonés y mi madre es Coreana.
La cara de Dana se iluminó, —¿Hablas Coreano?— Yang-mi asintió tímidamente, —¿Me enseñas? Me encanta los dramas coreanos, mi sueño es poder verlos sin subtítulos algún día.
Puse los ojos en blanco, —Eso mismo dijiste con el Francés, 'Quiero ver las películas clásicas en Frances sin subtítulos' ¿Donde quedó eso?
Dana me sacó la lengua.
Luke apareció a un lado de nuestra mesa, —Señoritas.
Yang-mi bajó la cabeza, sonrojandose. Es tan tierna.
—Señor, ¿Que lo trae a esta humilde mesa?
Luke me dio esa sonrisa encantadora que tenía, —Preparé unos brownies y me preguntaba si les interesaría.
Lory alzó una ceja, —Nunca preparan brownies aquí.
Luke cruzó sus brazos, satisfecho, —No, pero los hice secretamente para ustedes.
Dana le golpeó el brazo juguetonamente, —Aww, nos tienes malcriadas.
Luke se fue y volvió con una bandeja de brownies, se me hizo la agua la boca. Él se sentó en nuestra mesa, al lado de Yang-mi, quien estaba tan roja que parecía un tomate, ¿Tiene un pequeño crush con Luke?
Noté como Luke no llevaba puesto guantes, una sonrisa se formó en mis labios porque eso significaba que estaba mejorando. Me alegraba tanto por él. Lory dijo algo loco y todos nos echamos a reir.
En eso momento, era como si todo estuviera pasando en cámara lenta, estas personas habían compartido su vulnerabilidad conmigo, sentía que podia ver más allá de ellos, podia ver la vacilación de Dana al darle un mordisco al brownie, la manera en la que Lory acomodaba sus pulseras asegurándose de que las cicatrices de sus cortadas no se vieran, como Yang-mi casi no hablaba por miedo a la desaprobación, al rechazo, como Luke luchaba por dejar sus manos sin guantes sobre la mesa.
Podia verlo todo pero eso no evitaba que sus sonrisas fueran hermosas, aún más cautivantes que las de una persona normal. Sonreír después de haber pasado tanto, tenia una cierta magia, una majestuosidad que ni yo podia entender pero me sentía tan afortunada de poder presenciar.
Dandole un mordisco a mi brownie, levanté la mirada y entre los hombros de Yang-mi y Luke quienes estaban frente a mi, pude verlo en la distancia.
Pierce.
Estaba en la puerta de la cocina de la cafeteria, quisiera decir que mi corazón no se aceleró, que no se me olvidó como tragar y que mis manos no se sintieron sudorosas, que no sentí nada al verlo.
Pero mentiría.
Pierce tenia las manos metidas en los bolsillos de esa capucha que tanto le gustaba usar, la misma que tenia el día que traté de suicidarme. Sus ojos grises miraron directamente a los míos, no podia leer su expresión. Había recuperado ese aire de frialdad que lo caracterizaba cuando lo conocí.
¿Por qué?
Quería preguntarle, ¿Por que tienes otra vez esa mirada helada? ¿Esa aura cerrada y fría a tu alrededor? ¿Es porque te aparté de mí?
Tú no me dejaste opción.
Pierce apretó los labios, se dio la vuelta y desapareció detrás de la puerta.
—Flor.— La voz de Luke me trajo a la realidad, —¿Qué te pasó en el cuello?
Me había puesto una venda para ocultar el gran chupón que Mason me había dejado, no quería andar por ahi, luciendo como una zorra, —Creo que... fue una araña o...— me lamí los labios, —O algo que me mordió pero ya esta sanando.
Lory me dio una mirada de asco, —¿Una araña? Ah, esa es una de mis fobias.
Los ojos grises de Pierce me perseguían, traté de sacarlo de mi cabeza, sobre todo porque pronto vería a Adam y de alguna manera me sentía mal por tener a Pierce en mi cabeza cuando iba a ver a quien se suponía era mi novio. Esta situación no podia ser más confusa e incomoda para mi.
Una parte de mi no quería enfrentar a Adam, no después de que él presenció lo que dijo Pierce sobre ser novios y que yo estaba enamorada de él. Sin embargo, tenia una lista de preguntas que hacerle, necesitaba respuestas.
Ultimamente, mi vida se había basado en eso: confusion, buscar respuestas. Era como si el asesino me hubiese dejado muerta en vida, no podia vivir mi vida por completo, no con tanta confusion e incertidumbre. Recordé las palabras de Mason: Tú no estas viviendo, bonita, tú estas sobreviviendo.
Me despedí de mi grata compañía y salí de la cafeteria.
El pasillo me recibió con su usual soledad, con esos tonos grises de las paredes y la sobriedad afuera de esas ventanas. El sol no era muy común por estos lados, recordé leer sobre las estadísticas de depresión en Canada por el clima, la constante oscuridad, y ya lo podia entender tan bien, daría lo que fuera por un poco de sol, sentirlo contra mi piel. A pesar de ser primavera, casi siempre estaba nublado, llovía mucho.
Giré en la esquina, dirigiendome a la sala de visitas. Nunca había recibido una visita desde que me internaron, y a pesar de que Adam era también un paciente, el único lugar donde nos dejaban vernos era en la sala de visitas donde había un guardia siempre.
Las mesas eran tan grises como las paredes, ¿Por qué el psiquiátrico tenia que ser así? ¿Por qué no usar colores alegres? Cosas que pudieran alentar a las almas atormentadas de este lugar.
El guardia solo asintió y me hizo un gesto para que pasará. Adam estaba sentando de espaldas a mí, la silla luciendo muy pequeña para él, solo podia ver la parte de atrás de su cabello. Lamiendo mis labios, recogí el valor para pasarle por un lado y sentarme frente a él, la mesa dividiéndonos.
Esos ojos negros encontraron los míos y tragué grueso, Adam era un chico muy atractivo, de eso no cabía duda. Me sorprendió la sensación de hormigueo en mi estomago, el temblor de mis manos, mi cuerpo aún reaccionaba a él.
Su piel lucia suave y perfecta, párpados interminables que me causaron envidia. Me dio una sonrisa de boca cerrada como saludo, se veía cauteloso, casi molesto.
Tragué, —Gracias por venir.
Él no dijo nada.
La tensión creció, esos ojos oscuros sobre mi, evaluando, indagando.
Saqué la hoja de mi bolsillo con las preguntas, mi mano temblaba un poco y me di una bofetada mental. Vamos, Fleur, controlate.
—¿Cómo estas?— no tenia idea de porque pregunté eso, cualquier cosa era mejor que el silencio.
Adam ladeó su cabeza, —Ve al grano, se que tienes muchas preguntas.
¿Por qué tan frío?
Lo dejé pasar, —¿Puedes contarme de esa noche? ¿Cómo llegaste a la casa y... todo eso?
Adam suspiró, —No había podido dormir toda la noche, así que salí al balcón a tomar aire fresco, ya casi amanecía, sabia que algo estaba mal. Me pareció a lo lejos escuchar un grito que venia desde el bosque que separaba nuestras casas. Al principio, pensé que era mi imaginación pero eso no calmaba la sensación de que algo estaba muy mal. Esperé a ver si lo escuchaba de nuevo pero solo silencio siguió. Decidí llamarte, asegurarme de que todo estuviera bien, no hubo respuesta, intenté el teléfono de tu casa y sonaba desconectado. En ese momento, las alarmas en mi mente se encendieron. Tomé una chaqueta, y salí corriendo hacia tu casa.
—Pero había más de una milla entre nuestras casas.
—Soy un buen corredor, ademas, con esa tormenta de nieve, sacar el auto hubiera sido imposible. Cuando llegué a tu casa, las luces estaban apagadas, y no se escuchaba absolutamente nada, como si estuviera abandonada. Quise tocar la puerta, pero el ambiente me advertía a no hacerlo así que me asomé por la ventana,— Adam bajó la cabeza, cuando la levantó tomó una respiración profunda, —Nunca olvidaré esa escena.
—Lamento hacerte revivir esto, de verdad.
Él se pasó la mano por la cara, —Había demasiada sangre, tanta, que apenas podia ver el piso de la sala, todo estaba cubierto, los cuerpos de tus padres y de Camille...— él apretó sus labios y sentí mis ojos llenarse de lagrimas, —estaban ahi en el suelo y en el medio de esa masacre, estabas tú, amarrada a una silla, con un vestido blanco puesto, manchado de sangre. Y fue cuando lo vi, el asesino estaba detrás de tí, caminando de un lado a otro, con una pistola con silenciador en su mano, como si estuviese decidiendo algo. Tú no parabas de llorar.
Las lagrimas escaparon mis ojos, pero luché para mantener enfocada, —¿Una pistola? Pensé que solo había usado un cuchillo.
—Él también tenia una pistola, él usó el cuchillo con tu familia, tal vez quería darte una muerte rápida. Quería entrar ahí y salvarte pero sabia que tenia ser inteligente, en el momento que él notara mi presencia o se sintiera amenazado, no sabría lo que te haría. Me alejé de la casa, y llamé a la policía, dijeron que les tomaría unos 15 minutos llegar, y ese era un tiempo que tu no tenias.
—Fuiste muy inteligente.— le dije, limpiando mis lagrimas.
—Así que me fui a la puerta de atrás, entré a la cocina e hice ruido para desviar su atención de tí. Funcionó porque lo siguiente que escuché fueron sus pasos dirigiéndose hacia la cocina, sabia que vendría con el arma preparada, me puse a un lado de la puerta y le pegué en el brazo, haciendo lo soltar el arma. Luego, luchamos pero yo no sabia que él tenia un cuchillo y me apuñalo, dos veces, estaba a punto de acabar conmigo cuando escuchamos las sirenas a lo lejos, y desapareció después de eso.
—Yo...— era demasiada información.
Sin pensarlo, me levanté, Adam observó cada uno de mis movimientos con cuidado, enfrentándolo, me incliné hacia él, y tomando su rostro entre mis manos, lo besé. Él se tensó, pero inmediatamente se levantó, agarrándome del cabello para responderme el beso.
Esa sensación de familiaridad volvió, sus labios se movían rápidamente sobre los míos, la desesperación clara en cada roce de nuestros labios. El salado sabor de mis lagrimas se mezcló en nuestro beso. Cuando nos separamos, nuestras respiraciones estaban ligeramente agitadas.
Lo miré a los ojos, —Gracias.— susurré, —Arriesgaste tu vida por mi,— acaricié su mejilla, —Fuiste tan valiente, debiste quererme mucho.
Él besó mi frente y me abrazó, —Aún te quiero, Fleur.
Su olor me calmó, —Lo se.
—No voy a darme por vencido,— dijo con determinación, —No me importa cuanto tenga que esperar o lo que tenga que hacer, voy a recuperarte.
Enterré mi cara en su pecho, no quería pensar más, solo quería quedarme así, disfrutando esta sensación de familiaridad. No quería romper la magia de este momento.
Porque sabia que el momento que la burbuja se rompiera, mi mente me haría pensarlo, me haría admitir que no sentí los fuegos artificiales, que no pude evitar comparar su beso con el de Pierce y las miles de cosas que él me hizo sentir y no Adam. No había pasado un solo segundo en el que esos ojos grises no invadieran mi mente.
Pierce...
¿Que me hiciste, ojos grises?
xx
Nota de la autora: :D Un abrazo muy especial a todas las personas que votan y comentan siempre en esta historia, me llenan el alma.
Saquen sus antorchas, porque se sigue prendiendo esto.
¿Qué piensan de Adam?
Que comienzan las apuestas, ¿En quién pones tu WattyDinero? ¿Quién es el asesino?
Muakatela,
Ariana G.
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