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Capítulo XXVIII

"Atracción, duda y angustia primero. Abismo y pasión después."

-Maria Dueñas. 

Capitulo XXVIII

No quiero pensar más.

¿Existirá una forma de apagar mi cerebro? ¿De dejar mi mente en blanco?

Me sentía completamente abrumada, ya tenia suficiente con todo lo que había pasado, con mi depresión, mis traumas como para agregarle complicaciones amorosas. Había entrado en un triángulo amoroso sin querer, sin la más minima intención y no tenia ni idea de como manejarlo.

Pierce...

Él sabia quien era Adam, estaba consciente de como me complicaría la vida si seguía metiéndose en mi vida, y no se detuvo hasta que logró meterse en mi corazón. Eso fue increíblemente egoísta de su parte. Él sabia todo lo que yo había pasado, ¿Por qué complicarme más las cosas?

Su expresión cuando había cerrado la puerta invadió mi mente, tal vez no lo hizo de mala fé, tal vez solo se dejó llevar por sus emociones, igualmente, no podia evitar sentirme traicionada de alguna forma, burlada. Jazmine, Adam, Pierce, todos sabían todo y la única que caminaba en las sombras de la ignorancia era yo.

Adam...

Esos ojos negros que pueden llegar a ser tan profundos y atrapantes me perseguían desde que supe la verdad. A pesar de que recordaba algunas cosas como cuando lo conocí, y las charlas en el bosque, aún no recordaba más allá.

La voz de Jazmine apareció en mi mente: Perdiste la virginidad con él.

Podia sentir el calor subiendo a mis mejillas, él y yo habíamos... Dios, ni siquiera podia pensarlo.

Una parte de mi no podia creer que hubiera olvidado por completo a Adam, ¿Por qué? Aún podia escuchar la explicación del Dr. Newman claramente:

"Adam te salvó del asesino, él estuvo contigo esa noche, tu cerebro debe relacionarlo directamente con el trauma porque él formó parte de esa situación."

¿Formó parte de esa situación?

Todo esa confusion me había hecho olvidarme de mi meta: Encontrar al asesino, recordarlo para que así pudiera pagar por lo que le hizo a mi familia y a todas las demás familias.

Adam estuvo ahi esa noche, según el Agente Foster, Adam había luchado con el asesino, ¿Eso no lo convierte en testigo también? ¿Adam había visto su rostro? ¿Le había yo revelado algo antes de que llegará la policía?

Antes de que pudiera olvidar todas mis preguntas, tomé un pedazo de papel y empecé a anotarlas. La próxima vez que viera a Adam, tendríamos mucho de que hablar.

-

Estaba empezando a cuestionar la seguridad del psiquiátrico.

Escabullirme en el segundo piso para ver a Mason no había sido difícil, solo tuve que esperar que el guardia al final de la escalera al segundo piso fuera al baño, lo cual fue rápido después de verlo tomarse una lata de Pepsi entera.

Tal vez tenia demasiadas expectativas con este lugar, era un psiquiátrico, no una prisión, ademas, la seguridad del tercer piso si que era otro nivel mientras el segundo y el primero gozaban de mayor libertad.

Al apresurarme en el pasillo, comienzo a arrepentirme de venir, no había nadie y el silencio era un poco perturbante. Pasé por varias puertas cerradas, y echando unos vistazos a las ventanillas solo se veía oscuridad.

Luces apagadas tan temprano, ¿Eh?

Mis ojos buscaban el numero de habitación que Mason me había dicho: 28. Pasé por la 24, luego 25, mi garganta comenzó a secarse. Apreté mis manos a mis costados, reuniendo fuerza, 26, 27...

28

Mason Stevens.

Y ahi tenia esa circulo rojo debajo, ¿Qué significaba?

Me asomé por la pequeña ventanilla de la puerta y ahi estaba él.

Mason estaba sentado en la esquina de la habitación, sus largas piernas estiradas frente a él, tenia un libro en sus manos y lucia completamente atrapado en el mismo. Su cabello seguía siendo un desastre pero no le quedaba mal.

Con manos indecisas, giré la manilla de la puerta y la abrí. Dí un paso inseguro dentro, Mason levantó la mirada por encima del libro, sus particulares ojos notando mi presencia.

Mi corazón latió un poco más rápido en mi pecho, estaba un poco asustada. Mason me sonrió, —Bienvenida.

Le di una sonrisa de boca cerrada, sin saber que decir. Él cerró su libro y lo puso sobre su regazo, —Cierra la puerta.

—No lo creo.

Él suspiró, —Que desconfiada,— levantó su mano derecha, mostrando una especia de muñequera conectada a una cadena, ¿Lo tenían encadenado como un perro? —No puedo alcanzarte, así que relájate un poco.

—¿Es legal tenerte así?

Él se encogió de hombros, —Probablemente no, pero no pueden permitirse pagar un guardia que me vigile durante la noche así que...— sacudió su muñeca, la cadena que se contactaba a ella haciendo ruido.

—¿Por qué te restringen tanto?

Sus ojos brillaron con diversión, —Porque soy peligroso.

—¿De qué forma?— la curiosidad me impidió detener mis preguntas, —¿Por qué hay un circulo rojo debajo de tu nombre?— señalé afuera.

—Vaya, vaya,— su sonrisa creció, los hoyuelos aparecieron en sus mejillas, —¿Por qué tanta curiosidad sobre mí, Fleur?

—Solo quiero saber si no debería volver a verte.

—Hmm, eso quiere decir que ya estas pensando en volver a verme.— abrí mi boca para responder pero él continuó, —Por ahora, concentremos en que estas aquí, ya nos preocuparemos por nuestro proximo encuentro luego.

—¿Por qué siempre evades mis preguntas?— comenté frustrada, —Siempre buscas la manera de no darme respuestas.

—No te debo respuestas.— respondió, la frialdad en su voz cortante, —Aclaremos algo, bonita, yo no te debo nada, solo me divierte darte migajas de la información valiosa que tengo sobre ti y tu patética vida.

De alguna forma, eso me dolió, —Si te parece tan patética mi vida, ¿Por qué no me dejas en paz?

—¿Por qué sigues viniendo a mí?

Apreté mi mandíbula, molesta, —Porque tu no terminas de decirme lo que sabes.

—Te lo diré al paso que yo quiera, como yo lo quiera.

—¿Esto es un juego para tí?

Ni siquiera titubeó al responder, —Todo es un juego para mí.

—Entonces, no volveré a verte y me voy.— me dí la media vuelta y tomé el pomo de la puerta.

—Ambos sabemos que no podrás cruzar esa puerta, y aún si reúnes el valor para hacerlo, la duda de saber si el asesino me golpeó o no rodará por tu cabeza una y otra vez hasta que vuelvas a mí.

Apreté con fuerza la manilla de la puerta porque él tenia razón.

Me giré de nuevo hacia él, seguía ahi sentado en el suelo, sus coloridos ojos mirándome fijamente.

—¿Él vino a tí?

Mason ladeó la cabeza pero no dijo nada.

El silencio reinó por unos segundos que me parecieron eternos, su mirada comenzaba a intimidarme, —¿Mason?

—¿Por qué no te sientas?— señala un punto frente a él. No pude evitar recordar la vez que me acerqué a él y me besó. Al parecer el leyó mi mente, —No voy a besarte, no te preocupes.

Torcí mis labios, —¿Hasta donde llega tu cadena?

Él se echó a reír, la risa ronca resonando en su blanca habitación, —No voy a hacerte nada.

Crucé los brazos sobre mi pecho sin moverme, —Eso dijiste la vez que me... esa vez.

Él levantó una ceja, —¿La vez que te besé y te mordí ese suave labio inferior que tienes?

Me sonrojé sin decir nada. Mason tenia una expresión de pura diversión en su rostro, él suspiró, —Bien, si te hace sentir más tranquila.— levantó su muñeca con la cadena y me mostró hasta donde llegaba, como a unos tres pasos frente a él y allí fue donde me senté.

Estando más cerca, podia verlo mejor. Mason era un chico muy atractivo, loco pero atractivo. Si lo hubiera conocido en otras circunstancias hasta me podría haber gustado. Meneé la cabeza, nada de gustar, nada de esas cosas. Ya mi vida estaba lo suficientemente complicada en ese aspecto.

Por alguna razón me inquietaba estar tan cerca de él, tal vez era el miedo o la adrenalina de estar en el borde del peligro.

De cerca pude ver mejor lo bonito que era el azul combinado con miel de su ojos izquierdo, y lo claro que era el color miel de su izquierdo.

Mason ladeó su cabeza, —¿Te gustan mis ojos?

Aparté la mirada, —No, solo son...— fascinantes, —diferentes.

—Diferentes...— Mason pronunció la palabra lentamente como si evaluara algo.

Con la mirada baja, pude ver el libro que descasaba sobre su regazo: 100 años de soledad de Gabriel García Márquez, —¿Un clásico, eh?

Mason levantó el libro ligeramente, —Te dije que me gustaba leer.

—No pensé que dijeras la verdad.

Él alzó una ceja, —¿A caso te he mentido alguna vez?

Sostuve su mirada, —No lo se.

Una sonrisa burlona cruzó su rostro, —Eres tan desconfiada conmigo pero tan confiada con aquellos a tu alrededor.— meneó su cabeza, —Si sigues así vas a terminar muerta antes de que yo me termine este libro.

Ya me había cansado de hacer conversación, —¿Quién te golpeó?

—Sabes perfectamente quien lo hizo, ¿O es que no recuerdas mi plan?

Me costó pronunciar lo siguiente, —El asesino,— Mason no dijo nada, —¿Sabes... quien es?

—Si.

xx

Nota de la autora: ¡Oh yeah! Se sigue prendiendo esto, lo siento por tardarme más de lo usual esta vez pero mi vida esta de locos con esto de fin de año escolar (Ya saben, soy profesora)

Los quiero!

¡Dejen sus preguntas acá (Ya no debería decir que nada sobre actualizaciones o quien es el asesino pero como ustedes son intensos, por si a caso!)

Muakatela,

Ariana G. 

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