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Capítulo XLII

Capitulo XLII

Fleur Dupont

Están locos...

Completamente locos.

Lagrimas bajaban por mis mejillas, las limpié con rabia, ni siquiera sabía porque estaba llorando. Un montón de emociones carcomía mi interior, dejándome incapaz de poder identificar lo que sentía exactamente. Solo sabía no era agradable, era una mezcla confusión, traición y un corazón roto.

Adam...

¿Cómo podia haber estado involucrado en esto? ¿Cómo podía haberme hecho esto?

Pierce...

Eso era lo que más me dolía, lo que ardía en mi pecho. Había confiado en Pierce, me había dejado engañar como una estúpida, le había abierto mi corazón, me había enamorado de él.

Soy una idiota.

Sentía que merecía esta en esta situación tan enferma, me lo merecía por confiar estúpidamente en todo el mundo, por dejarme engañar y caer en el juego de esos tres locos.

No podía parar de llorar, Dios, ¿Qué es lo que duele tanto?

Era como si cada vez que llorara se abrieran todas las heridas en mi corazón, desangrándome por dentro, causando un dolor que me dejaba sin aliento, ¿De dónde sale tanto dolor?

Había corrido hasta que mis pulmones habían protestado, me había alejado tanto de la casa que apenas la podía ver en la distancia. Nadia había venido por mí y eso no me lo esperaba. Tal vez se apiadarían de mí, y me dejarían ir.

Sigues siendo tan ilusa, Fleur.

Tener piedad no es algo que ellos conozcan.

Pierce. Pierce.

No podía dejar de darle vuelta a todas las veces que estuve con él, que reí con él, que me sentí a salvo en sus brazos, que había creído que en sus palabras, en sus besos.

Mentiroso, mentiroso...

Se debió haber divertido tanto jugando conmigo.

Los tres debieron divertirse tanto, planeando todo esta situación enferma.

Me abracé, frotando mis brazos, mi vision borrosa, ya ni siquiera intentaba limpiar mis lagrimas. Los sollozos dejaban mi cuerpo, haciéndome temblar ligeramente.

Escuché un ruido en la distancia y eché un vistazo detrás de mí, a lo lejos, pude ver esa camioneta negra en la que habían llegado Adam y Pierce arrancando para dirigirse a mí.

Frente a mí, solo había un largo camino con campo a ambos lados, no podía ver ni siquiera un árbol donde esconderme, todo era tan plano. Entonces, lo entendí, no se habían apurado en atraparme porque sabían que no había a donde huir, donde esconderse, quien sabe por cuanto terreno se extendía esta propiedad.

Agregarle frustración e impotencia a mi turbulenta mezcla de emociones solo me hizo llorar aún más, intensificando lo mal que me sentía.

Seguí caminando, aún sabiendo que era inútil, que la camioneta me alcanzaría en cuestión de segundos, pero, ¿Qué más podría hacer?

Sentí a la camioneta detenerse detrás de mi y me giré ligeramente para mirar. Ahí, manejando estaba Mason, pero no estaba solo.

Pierce estaba en el puesto del copiloto, mi pecho se apretó, verlo dolía, Dios, como dolía. Era tan bizarro verlos juntos así.

Dos angeles caídos, hipnotizantes, atractivos pero capaces de destruir todo a su paso sin sentir nada.

Esos ojos grises que tanto me gustaban me observaron por unos segundos, hasta que se bajó de la camioneta, cerrando la puerta detrás de él. Mason no se movió, se quedó ahí, la expresión en su rostro indescifrable.

Ese uniforme táctico negro de policía le quedaba muy bien, era hermoso, el dicho de mi abuela volvió a mi mente. Por unos segundos, Pierce se quedó al lado de la camioneta, sus ojos grises nunca abandonando los miós.

Én el momento en el que dio un paso hacía mi, levanté mi mano, —No.

Él dio otro paso, —Fleur.

Yo retrocedí, —¡No!— grité, mi voz rompiendóse, —No... solo... no.

Él apretó su mandíbula, —Fleur, yo—

—¡Calláte!— la rabia en mis gritos eran ensordecedora, —Solo calláte, no quiero escucharlo, no quiero verte.

Quisiera decir que podía leer su expresión pero no podía, su semblante seguía siendo tan difícil de descifrar, ¿Qué es lo que sientes, ojos grises? Bueno, si es que sientes algo en lo absoluto.

Pierce dio unos cuantos pasos hacía pero yo seguí retrocediendo, manteniendo una distancia entre nosotros, —Fleur, no puedo decir que lo siento porque no es verdad.

Mis labios temblaron, controlé mis lagrimas, —Oh, ¿Ahora si quieres ser honesto?

—Pero si lamento que las cosas hayan tenido que ser de esta manera.

Mi voz se quebró de nuevo, —¿Te divertiste mucho, Pierce? ¿Jugando conmigo?

—No, esto no ha sido un juego para mí.

Me rió falsamente, —¿Y se supone que debo creerte?

—No.— meneó la cabeza, —No espero que me creas pero con el tiempo—

—¿Con el tiempo?— lo interrumpí, —Claro, tu también piensas que tenerme aquí en contra de mi voluntad, viviendo con las personas que asesinarón a mi familia es completamente normal.

—Fleur...

Mi garganta ardía, mis mejillas humedad de lagrimas, —Solo responde una cosa, la historia sobre tu papá y tu hermano paralítico... ¿Era una mentira?

Pierce no respondió, sabiendo que su silencio era respuesta suficiente, mucho más dolorosa que cualquier palabra.

Asentí, lamiendo mi labio inferior, probando mis lagrimas saladas, —¿Todo fue una mentira?

Silencio...

Mi corazón se agrietó aún más, estrujando mi pecho, —¡Respondeme! Es lo mínimo que me merezco.

Pierce soltó un larga respiración, —Si te dijera que no, igual no me creerías.

Tienes razón pero aún así, dímelo, por favor.

Silencio de nuevo. 

Me contuve, aguantando para no sollozar frente a él, —¡Vete a la mierda!

Me giré, caminando para alejarme de él aunque supiera que era inútil, necesitaba hacerlo, dolía demasiado estar frente a él, verlo con ese semblante tan frío diciéndome con su silencio en mi cara que todo lo que había sido pasado entre nosotros era una mentira, un juego en el que yo había resultado ser la única perdedora.

No alcancé a caminar mucho cuando las piernas me fallaron y caí sobre mis rodillas en el suelo. Mi pecho se contrajó, acortando mi respiración.

No puedo respirar.

No, Fleur, no tengas un ataque de pánico ahora.

Recordé la ultima vez que tuve uno, cuando Pierce me había besado para distraerme. Él ya no era mi hogar, mi lugar a salvo. Ya no tenía un lugar a salvo. Agarré mi pecho, tratando de respirar y controlarme.

No puedo...

Estaba comenzando a hiperventilar, mis hombros bajando y subiendo rápidamente con cada respiración desesperada que tomaba, la sensación de hormigueo extendiéndose por mis extremidades, mi corazón tan acelerado que lo podía sentir por todo mi cuerpo. Mi estomago se revolvió, las nauseas y mareos empeorando mi malestar.

Voy a morir, esta vez si voy a morir.

Alguien se arrodilló frente a mí, levanté mi mirada, a través de lo borroso de la misma pude verlo...

Ojos diferentes...

—Fleur.— su tono de voz era extremadamente suave, —Estas bien.— Mason aseguró, sus manos sosteniendo mi rostro, —Vas a estar bien.— su cara estaba tan cerca que su calmada respiración rozaba mis labios, —Quiero que te enfoques en tu respiración.

Meneé la cabeza, gruesas lagrimas rodando por mis mejillas. —No... puedo respirar.— puse mis manos sobre las de él que aún sostenían mi cara gentilmente.

—Si puedes.— susurró, —Estarás bien, nada va a pasarte.— sus pulgares acariciaron mis mejillas en una manera relajante, —Quiero que cuentes tus respiraciones conmigo.

—No puedo.

—Si puedes, es un ataque de panico, tú sabes que pasará y estarás bien.— Mason soltó una larga respiración, —Vamos, respira conmigo. 1,— me enfoqué en sus ojos, imitando sus respiraciones, —2.— inhalé y exhalé, —Bien, lo esta haciendo muy bien. De nuevo.

Aferrandome a sus manos, con mis ojos sobre los suyos, respiré con él, contando hasta 5 y luego volviéndolo a hacerlo. La seguridad y suavidad de su voz calmandóme, la diferencia de colores en sus ojos distrayendo mi mente.

Las sensaciones desagradables empezaron a dejar mi cuerpo gradualmente, mi respiración regularizandóse, —Estas bien, bonita.— aseguró.

Me sentía agotada, como si toda la energía hubiera dejado mi cuerpo, no tenía fuerzas para apartar a Mason o gritarle, —Ya... no quiero pensar más, no quiero... sentir.

—¿Cuándo fue la ultima vez que dormiste?— No sabía si era mi imaginación pero Mason sonaba como mi psiquiatra.

—No lo se.

Mason soltó mi rostro, y sacó una caja de pastillas de su bolsillo, le hizo una seña a Pierce detrás de mi y este le pasó una botella de agua, —Tomate una.

—No.

Mason suspiró, —No es el momento de ser testaruda, necesitas dormir.

—Si crees que voy a confiar en tí y tomarme una pastilla que tu me des, estas muy equivocado.

Mason volteó los ojos, —Inteligente, pero créeme, que no es nada malo. Es solo Clonazepam.

Yo lo había tomado antes en el psiquiátrico, es un psicotrópico con efectos sedantes y relajantes. Mason me ofreció una pastilla, —Necesitas tener un buen sueño, dormida, no pensarás, tu mente descansará. Ademas, no es un medicamento que te dejará inconsciente, solo te ayudará con un sueño profundo, igual podrás despertarte si así lo deseas.

—Pareces conocer bien este medicamento.

Mason me da una sonrisa, sus mejillas mostrando sus huequitos, —Si, digamos que sí.

—Tambien supiste calmarme en mi ataque de pánico.— mencioné, —¿Has tenido de esos?

Él meneó la cabeza, —No, pero conozco a profundidad su mecanismo y como funcionan, por lo tanto, se como ayudar a sobrellevarlos.

—¿Y por qué lo sabes?

La voz de Pierce apareció a nuestro lado, —Porque Mason es un psiquiatra.

—¿Qué?— no podia ser cierto, —¿Me están jodiendo?

Mason siguió sonriendo, —No, lo se, irónico, ¿No? Soy una maravillosa ironía andante.

Podia sentir los ojos de Pierce sobre mí, —Toma la pastilla, te ayudará a recuperarte.

Estaba exhausta, tanto física como emocionalmente pero no les dejaría pensar que estaba ni un poco de acuerdo con esta jodida situación, —Ya dije que no.

Mason suspiró, dandole una mirada a Pierce, —Te dije que no lo haría voluntariamente.

—Bueno, lo intentamos.— Pierce respondió.

Lo siguiente que sentí fueron los brazos fuertes de Pierce alrededor de los míos desde atrás, me levantó del suelo, apretándome contra su pecho, —¡Sueltame! ¡No me toques! ¿Qué crees que— me detuve al ver a Mason sacar una inyectadora de su chaqueta y prepararla frente a nosotros, golpeándola con su dedo medio, —¡No! ¡Por favor! ¡No!

—Lo siento, Fleur.— Pierce susurró detrás de mí, —Necesitas descansar.

Grité, luché, pero Pierce era demasiado fuerte. Mason tomó mi brazo, la inyección no dolió pero si el liquido que me inyectó al expandirse dentro. No pasó mucho tiempo para que empezara a sentirme adormecida y perdiera sensación de mis extremidades.

—No... Pierce...— murmuré, luchando para mantenerme consciente, —Te odio... te odio tanto, Pierce.

Lo escuché suspirar, —Odiame, resienteme.— besó mi cabello, —Puedo soportarlo mientras estés a salvo, a mi lado. 

—No...

—Shhh, descansa, Fleur.

Le di la bienvenida a la oscuridad en los brazos del chico que me había traído a ella.

xx

Nota de la autora: No se porque este capítulo se sintió pesado emocionalmente a pesar de que no hubieron escenas fuertes, quiero darles las gracias de todo corazón porque ustedes no tuvieron miedo de intentar una historia diferente, y llena de situaciones locas como esta. MUCHAS GRACIAS. 

No se cuanto capítulos faltan para el final pero si se que son pocos, yo diría que menos de 5. Pero la verdad no podría decir con exactitud, hay escenas que creo que serán de determinado numero de palabras y terminan siendo más grandes, así que ya veremos. 

Los quiero, pequeñas bolas de cabello.

A.G.


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