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Capítulo XIX

"Déjame que investigue las últimas células de tu cuerpo, los últimos rincones de tu alma; déjame que vuele tus secretos, que aclare tus misterios, que realice tus milagros; consérvate, presérvate, angústiate; sufre el amor; espérame..."

-Jaime Sabines. 

Capítulo XIX

Mis palabras no parecían salir de mi.

El suave olor de la colonia masculina de Pierce invadió mi nariz, haciéndome consciente de su cercanía aún más. Su mejilla rozó la mía, bajó para darme un beso corto en el cuello.

—Pierce...— Pierce se echó hacia atrás, rompiendo todo contacto entre nosotros. Mi cuerpo protestó, yo lo quería cerca de mí. Sus ojos grises se encontraron con los míos y sentí la sangre llenar mis mejillas. Pierce sonrió burlonamente, mostrando su derechos dientes blancos. Dios, tiene una sonrisa perfecta.

—Te estas sonrojando.

—No.— No sabía por qué negaba lo obvio, era demasiado vergonzoso.

—¿Entonces?

—No voy a besarte.— dije, apartando la mirada, sus ojos eran demasiado intensos para mirarlos por mucho tiempo. Su mano sostuvo mi barbilla, haciéndome enfrentarlos de nuevo.

—¿Por qué no?

Recordé sus palabras claramente: Quiero que estés completamente segura de que eso es lo que quieres, porque una vez que me dejes probar tus labios, no descansaré hasta reclamar cada parte de ti.

—Porque...— Sentí como si sus ojos pudieran ver a través de mí —Yo...— Pierce levantó una ceja esperando que yo completara mi oración —Debería irme.— dije levantándome y comenzando a caminar hacia la puerta. Pero sabía que no me escaparía tan fácilmente. Pierce corrió para bloquear mi camino. Inmediatamente, di un paso atrás —Quitáte del camino.— Traté de sonar serio pero fracasé.

—¿Por qué? ¿Te he puesto nerviosa?

—No.

—Es sólo un beso.— explicó simplemente —No estabas diciendo que no la otra noche cuando estábamos en el baño del ala de los hombres.— Recordé ese momento incómodo cuando pensé que Pierce iba a besarme y cerré los ojos como un idiota . La ira me llenó por un momento.

—No hay manera de que vaya a besarte.— repliqué, mirándolo fijamente.

—¿Eso es un reto?

—Lo que sea.— rodé mis ojos y pasé junto a él. Tomé el pomo de la puerta, pero no giró. Por supuesto, tenía que estar bajo llave. Estúpido psiquiátrico y sus puertas con cerraduras de llaves en ambos lados, —¿Por qué no estoy sorprendida?— giré sobre mis pies para hacer frente al chico sonriendo a pocos pasos de distancia.

Pierce alzó la mano izquierda y sacudió las llaves, estaba sonriendo como un tonto.

—No puedes seguir haciendo esto.— exclamé frustrado.

—¿Qué?

—Esto.— hice un círculo con mi dedo, señalando toda esta situación.

—No puedo evitarlo.— respondió Pierce y se tiró en el sofá —Vuelve aquí.

—Pierce.

—Vamos, no te lastimaré.— trató de sonar lindo y suspiré derrotada. Caminé lentamente hasta el sofá y me senté lo más lejos posible de él.

—No puedes mantenerme aquí para siempre— me quejé mirando al exterior. Pierce susurró algo que no pude escuchar, —¿Qué?

—Nada.— respondió fríamente. Nos quedamos en silencio durante unos minutos. Lo miré mientras él se concentraba en el exterior. Sus ojos tenían tanta tristeza.

—¿Por qué no hablas, Pierce?— Pregunté curioso.

—Estoy hablando contigo.— dijo con indiferencia.

—Quiero decir, con otras personas.

—Ninguna razón especial.

—¿Qué te pasó?— Me miró con el rabillo del ojo.

—¿Por qué te importa?

—Yo solo quiero saber.

—¿Por qué?

—Quiero saber mas de tí.

—No es importante, Fleur— siempre me sorprendería lo bien que pronunciaba mi nombre.

—Es importante para mi.

—¿Por qué?

—Para con eso.

—¿Con qué?— me miró.

—Deja de preguntar 'por qué' cada vez que te pregunto algo.

—Quiero saber por qué quieres saberlo. Eso es todo.— Pasé mis dedos por mi cabello. No era fácil tratar con Pierce. Obviamente se negaba a decirme algo más sobre él.

—Esto no es justo.— me quejé.

—¿Qué?

—Pareces saber todo sobre mí y yo apenas sé algunas cosas sobre ti.— le expliqué. Pierce no dijo nada por un momento. —¿Qué te pasó? ¿Por qué dejaste de hablar?—Sabía que probablemente no obtendría una respuesta, pero tenía que intentarlo.

—Lo sabrás pronto.

—¿Qué quieres decir?

—Cuando llegue el momento adecuado, lo sabrás.

—¡Arg!— Exclamé frustrada y me recosté en el sofá —¿Por qué tienes que ser un rompecabezas?

—¿Por qué tienes que ser tan curiosa?— De nuevo con el 'por qué' respuestas.

—¿En serio?— Él rió entre dientes y me pellizcó la nariz. Inmediatamente, me ruboricé ante su gesto infantil.

—Y te sonrojas de nuevo.

—¡Cállate!— Exclamé golpeando su hombro.

—¡Au!— se echó hacia atrás en el sofá. ¡Oh vamos! No le di un puñetazo tan fuerte.

—¡Dramático!— Sacudí la cabeza en desacuerdo. Pierce se sostuvo el hombro y fingió estar sufriendo.

—Eres muy fuerte para ser tan delgada.— le di una mirada burlona. Pierce se enderezó y se inclinó hacia mí, obligándome a inclinarme hacia atrás. —Te dije que no hicieras eso.

—Ey, estás invadiendo mi espacio personal.— Él me sonrió y se levantó. Se apoyó en el marco de la ventana y se quedó en silencio por un momento.

—¿Te has preguntado alguna vez por qué la vida se ha vuelto tan superficial hoy en día?

—¿Qué quieres decir?

—Hay gente que simplemente no parece apreciar la vida, no la valora. Sólo se preocupan por el dinero, por lo que la gente piense de ellos y aún más dinero.— eso me sorprendió. Nunca pensé que Pierce pudiera analizar cosas como esa —Es como si se olvidaran de lo afortunados con el solo hecho de estar vivos.— no sabía qué decir. Sin saberlo, me le quedé mirando como un tonta. Noté la tristeza en sus ojos —Ojalá...— no terminó la frase.

—¿Qué?

—No importa.

—Por favor, dímelo.— casi le supliqué. Me gustaba cuando me dejaba saber lo que pasaba por su cabeza.

—Ojalá mi madre no fuera así.

—¿Es superficial?— Pregunté sorprendida.

—Ella está más allá de eso, me he preguntado muchas veces si en realidad es humana.— Noté la tristeza en su tono.

—Por lo menos, todavía tienes a tu madre— las palabras dejaron mis labios por sí mismas. Pierce me miró, la comprensión en su rostro.

—Lo siento.— sonaba honesto, yo solo le sonreí tristemente. Sus palabras significaban mucho para mí.

—Está bien.— mentí, tratando de no pensar en mi madre. Realmente no quería tener un recaída allí.

—Estarás bien.— aseguró suavemente, —Y, ¿Fleur?

Hay un brillo en sus ojos que no pude descifrar, —¿Si?

—Sin importar lo que pase, quiero que sepas que nunca ha sido mi intención hacerte daño.

Sus palabras me confundieron, —¿A qué te refieres?

Él solo me da una sonrisa de boca cerrada, sin pronunciar palabra.

Nos quedamos en silencio por unos momentos, no era incómodo, era sólo silencio.

Pierce sacó algo de su bolsillo. Mis ojos se agrandaron cuando vi el brazalete que Luke me había regalado en sus manos.

—Oye, eso es mío.— le señalé la mano.

—Lo sé.

—Dámelo entonces.

—Bésame.

—¿Qué?— le fruncí el ceño, levantándome. Se quedó quieto, apoyado en la ventana.

—Si lo quieres de vuelta, entonces bésame.

—No.

—Entonces, el brazalete se queda conmigo. —dijo metiéndolo en su bolsillo.

—Eres... eres...

Levantó una ceja divertido, —¿No puedes encontrar un insulto adecuado?— Respiré profundamente. Tenía que ser inteligente si quería recuperarlo.

—No... en realidad,— caminé para estar justo en frente de él. Pierce frunció el ceño —Quiero besarte— no era una mentira completa. Pierce frunció el ceño aún más; Envolví mis brazos alrededor de su cuello. Su cuerpo se puso rígido. Me lamí el labio inferior —¿Quieres que lo haga ahora?— Hablé lentamente.

Pierce se sorprendió. Apoyé una de mis manos en su hombro y deslicé la otra hacia abajo. Los ojos de Pierce estaban enfocados en los míos. Nuestras respiraciones se mezclaban. Le besé la mejilla suavemente y suavemente saqué el brazalete de su bolsillo junto con las llaves. Me incliné hacia atrás y me sorprendió encontrar sus mejillas un poco rojas. Estábamos muy cerca. Rápidamente, corrí hacia la puerta. La abrí y me atreví a mirar a Pierce, quien seguía inmóvil junto a la ventana. Él me miraba, divertido. Le sonreí, saboreando mi victoria.

 —Esto no ha terminado.— señaló. Le lancé las llaves. Los atrapó y me sonrió.

—Ha terminado por ahora.—le guiñé un ojo y comencé a salir.

xx

Nota de la autora: ¿Que tal la Fleur, eh? Era hora de que Pierce recibiera una cucharada de su propia medicina.

¿Ustedes sufren como yo con la tension entre ellos? 

Deja tu comentario aqui si quieres preguntarme algo (Que no sea de actualizaciones, lol)

Ariana G. 

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