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Capitulo XIII

"Nuestros miedos no detienen a la muerte, sino a la vida".

-Elisabeth Kübler Ross

Capitulo XIII

Frío...

Hace mucho frío...

Estoy de rodillas, puedo sentir la nieve mojando mis pantalones. Mis manos tiemblan en mi regazo, están llenas de sangre, ¿Por qué?

Hay un gran alboroto a mi alrededor, sirenas, voces gritando y siento que yo no estoy ahí, como si mi mente hubiera decidido irse y dejarme tirada en esta nieve tan helada. La sangre de mis manos gotea y mancha el blanco suelo debajo de mi.

Sangre...

Fleur...

Aprieto mi pecho, no puedo respirar, como si algo estuviera trabado entre mis costillas.

Es dolor...

Mi vista esta borrosa por las inmensas lagrimas que se han formado en mis ojos. En la distancia puedo ver una figura masculina, vestida de negro.

Tú...

Una mano fuerte toca mi hombro y grito fuerte en pánico.

Abrí los ojos lentamente, parpadeé acostumbrándome a la luz que me rodeaba. Lo primero que vi fue un techo blanco.

Blanco como la nieve...

¿Donde estaba? Sentí la suave cama debajo de mí; estaba acostada sobre mi espalda. Levanté el brazo, notando una intravenosa en él.

¿Qué paso?

Un destello de recuerdos de la noche anterior invadió mi mente. Me tensé, el hombre de los ojos oscuros... mi dolor de cabeza...

Moví mi cabeza a un lado para explorar mis alrededores. Fruncí el ceño ante la vista frente a mis ojos. Allí, en un gran sofá estaban Luke, Dana, Trent y Lory dormidos. No tenía ni idea de cómo se las arreglaron para encajar allí. Luke apoyaba la cabeza en el regazo de Dana. Dana estaba apoyada contra el sofá. Trent apoyaba la cabeza en el hombro de Dana y Lory estaba en el regazo de Trent. Me relajé sintiéndome segura. Se veían graciosos pero tiernos.

Mi cabeza aún palpitaba un poco, pero el dolor no era nada como el de la noche anterior.

—Au.— me marée un poco al sentarme.

—¿Estás bien?— La voz de Luke me sorprendió, estaba de pie justo a mi lado. Lo miré; Tenía ojeras bajos sus ojos, Su cabello rubio era un desastre. su camisa tenia manchas de sangre, ¿Mi sangre?

—Estoy bien, Luke.

El levanta una ceja, —¿Luke?

—Si, es mi forma original de llamarte.

Su cara se ilumina en alivio, —Nos asustaste, Flor.

—Lo siento— dije mirando hacia abajo. Una de sus manos me sostuvo la barbilla, obligándome a mirar hacia arriba. Ese movimiento tan simple me recordó a Pierce.

—No te disculpes, tonta. No fue culpa tuya— me dio una cálida sonrisa.

—Apenas recuerdo anoche— dije frunciendo el ceño.

—Te encontré inconsciente en los brazos de Dana. Me asusté mucho— pude ver la tristeza en sus ojos, —Lo siento, debí haberlas acompañado de vuelta al psiquiátrico.

—Esta bien.

—¿Qué pasó, Flor?— Preguntó preocupado, —Dana dijo que gritaste horriblemente y perdiste el conocimiento.

—Pobre Dana, debí ser todo un espectáculo, que pena que haya tenido que presenciar eso.

—No, me alegra que no estuvieras sola, quien sabe que te habría pasado de haber estado sola, ¿Cómo te sientes?

—Estoy bien, deja de preocuparte.

El acaricio mi mejilla, —No me pidas imposibles.

—¿Qué le pasó a tu camiseta?— pregunté mirando unas cuantas manchas de sangre seca.

—Oh, eso... es tu sangre en realidad. Tuve que cargarte para traerte aqui.

—¿Sangré?

—Si, por la nariz, solo un poco, no fue mucho.

Lo miré directamente a los ojos, —Gracias.

Luke solo me sonrió, —No podía dejar que mi bicho raro muriera tan pronto.

—Claro.— dije rodando los ojos. Él se rió entre dientes.

—¡Flor!— Oí la voz de Dana desde el sofá. En cuestión de segundos, empujó a Luke y tomó mi mano —¿Cómo te sientes? ¿Me recuerdas?

—¿Qué? Por supuesto que te recuerdo.

—¡Gracias a Dios!— Frunci el ceño hacia ella totalmente confundida —Sólo estoy asegurándome de que no tienes amnesia, ya sabes por lo de la cabeza— no pude evitar reírme.

—Estoy bien.

—Que alivio.

—Estábamos tan preocupados— Lory hizo su aparición también. Estaba segura de que no se preocupaba por mí, pero al menos estaba allí.

—¿Dónde estamos?— pregunté.

Trent usó una voz tétrica, —En el tercer piso.

—¿Qué?

Lory lo miró mal, —Sutil, muy sutil.

Arrugo mi rostro, —¿De verdad estamos en el tercer piso?

Luke tomó mi mano, —Tranquila, solo estas aquí porque aquí es donde tienen el área de observación.

Dana continuó por el, —Si, el psiquiatra y el neurólogo de guardia querían mantenerte cerca para revisarte constantemente. Ya que no sabíamos que pasaba, al parecer estaban descartando un derrame.

—Guao, eso no suena muy alentador.

Dana me da una mirada llena de culpa, —Lo siento.

Lory suspiró, —Lo importante es que estarás bien.

Y luego recordé, —Oh no...

—¿Qué sucede?

—¿El director sabe de esto?— Pregunté preocupada —Estamos jodidos.

—No te preocupes, Dr. Altman es muy agradable.— Luke dijo sonriendo, —Nos ayudó, escribió en el reporte que Dana y Lory te habían encontrado en el pasillo.

—¿Qué hay de ustedes dos?— señalé a Luke y a Trent —¿Cómo van a explicar su presencia aquí?

—Tranquila, aunque estamos en el tercer piso estamos del lado del ala de los hombres.

—Oh.

—El Dr. Altman tiene toda la autoridad sobre esta área, así que estamos bien.

Mi pequeño dolor de cabeza estaba cesando.

—Es una lástima que no podamos ir al viaje del psiquiátrico— dijo Dana sacudiendo la cabeza.

—¿Ustedes se perdieron el viaje por mi culpa?— Les pregunté, me sentía culpable. Dana me pellizcó la nariz.

—No seas tonta, yo no habría ido sin ti de todos modos.

—Sí.— Lory balbuceó —Además, esos pueblos del norte no son tan interesantes después de todo— Sabía que estaban mintiendo para hacerme sentir mejor así que sólo les sonreí.

—Deberían todos ir a descansar.— pedí, bostezando, ¿Cómo es que tengo sueño si acabo de despertar?

—No te dejaremos sola— Dana sacudió la cabeza frenéticamente.

—Por favor, vayan. Han hecho suficiente por mí. Además, todos lucen terribles—bromeé.

—Muy gracioso, deberías echarte un vistazo a ti misma— Dana cruzó los brazos sobre su pecho.

—¡Sólo vayanse, shuuu!— Les hice un gesto para que salieran en broma.

—Dejanos saber si necesitas algo. La enfermera está al otro lado de la puerta— Lucas me informó acariciando mi frente.

—Estaré bien— Dana, Luke y Trent salieron de la habitación.

Lory se quedó y jugó nerviosamente con sus dedos.

—Escucha, Flor, sé que no tuvimos el mejor de los comienzos— hizo una pausa mirando hacia abajo —Y fue mi culpa, por completo. ¿No podemos empezar de nuevo? — Preguntó levantando la vista. Había honestidad en sus ojos.

—Claro.— le sonreí. Ella asintió y salió de la habitación. Lory era rara pero sabía que no era una mala persona.

Un doctor muy alto entró, su cabello y bigote blanco combinaba con las paredes, —Buenos días, Señorita, Soy el Dr. Altman, el psiquiatra de guardia, ¿Cómo te sientes?

—Bien, un poco confundida.

Él me dio una sonrisa tan salida que me hizo sentir que todo estaría bien, —Eso es completamente normal.

—¿Qué me paso? ¿Estoy... bien?— tenia que preguntar.

—Si, el neurólogo ya te revisó, ordenó algunos exámenes de emergencia y recibió los resultados esta mañana. Estas muy bien, un poco anémica pero nada que no pueda resolverse.

—Entonces...

—¿Qué te paso? Bueno, podríamos saber con mas exactitud si me describes lo que pasó tu misma.

—No se como explicarlo, solo se que me dolía mucho la cabeza como nunca me había dolido, y de pronto... todos estos... recuerdos inconclusos llegaron a mi, confundiendo, empeorando el dolor.

—¿Tienes alguna idea de que pudo desencadenar eso? ¿O solo comenzó solo?

Tragué, recordando al hombre de ojos negros, —Había un hombre... de ojos negros que sentía que había visto antes, desde que lo vi comenzó a dolerme la cabeza.

El Dr. Altman suspiró, —¿Es la primera vez que te pasa algo como esto, cierto?

Asentí, —Si, ¿Me estoy volviendo loca?

El doctor sonrió, —Claro que no, pero es comprensible que te sientas asustada y confundida al respecto porque no te había pasado, Flor. ¿Puedo llamarte Flor?

—Si.

—Bueno, Flor, lo que estas sufriendo es Trastorno por estrés postraumático. Es un trastorno de ansiedad muy común en personas que han pasado por experiencias extremadamente traumáticas.

—Mi psiquiatra lo había mencionado antes, pero nunca me había pasado, ¿Esta diciendo que el dolor de cabeza, el desmayo, lo causó mi mente?

—Una persona con TEPT,— noté que esa era la abreviación del trastorno, —puede tener reacciones fisiológicas severas ante situaciones o personas que puedan simbolizar o parecerse de alguna forma a los sucesos traumáticos.

Ese hombre... ¿Estaba relacionado con esa fatídica noche?

Me quedé en silencio, —Flor, después de lo que pasaste, es completamente normal que sufras de este trastorno y con tiempo y paciencia vas a mejorar. Tu psiquiatra te tiene en Clonazepam y Citalopram, ¿cierto?— solo asentí, —Bien, ¿Te los estas tomando como debe ser?— volví a asentir, —Bien, eso ayudara, le pasaré el informe a tu psiquiatra para que comience con la terapia que el considere adecuada para tu TEPT.

—Muchas gracias por todo, Doctor.

Me dio esa calidad sonrisa de nuevo, —Eres una joven muy fuerte, estarás bien.

Con eso, se fue.

Suspiré, pensando en la noche anterior aún mas confundida. ¿Quién era ese hombre? Bostecé, sintiéndome cansada. Estaba segura que me habían dado algún tipo de calmante. Ademas, estaba un poco débil, cerré los ojos y me concentré en dormir. Caí en la tierra de los sueños en sólo unos segundos.

Suaves susurros me despertaron, abrí los ojos lentamente.

—Falling is easy, it's getting back up that becomes the problem, becomes the problem...— alguien estaba cantando suavemente. Esa voz me sonaba familiar. Moví mi cabeza a un lado para echar un vistazo al sofá.

Fruncí las cejas. Pierce estaba sentado en el sofá, tenía auriculares puestos. Llevaba una capucha oscura que ocultaba su cabello, tenía las manos en los bolsillos de la misma y sus largas piernas descansaban sobre la mesita delante del sofá.

Sus ojos estaban cerrados y seguía murmurando la canción —If you don't believe you can find a way out, you become the problem.— debía admitir que se veía inocente con los ojos cerrados. ¿Qué hacía allí? Pero por alguna razón, no me sorprendía verlo.

—Pierce— Lo llamé pero él siguió cantando suavemente. Por supuesto que no podía oírme. Agarré una de mis almohadas y se la arrojé. Saltó de sorpresa del sofá. No pude evitar reír. Él entrecerró sus ojos grises en mí.

—La belleza durmiente por fin despierta— dijo sacando sus auriculares y metiéndolos en sus bolsillos —Pensé que iba a tener que besarte para despertarte.

—Ya quisieras— dije arrogantemente. Se acercó a mí, una gran sonrisa en su rostro —¿Qué estás haciendo aquí?— Pregunté evitando el contacto visual. A veces podía intimarme.

—Estaba en los alrededores, así que decidí molestarte un poco.

—Siempre eres tan considerado— Fingí una sonrisa.

—Gracias.— hizo una reverencia.

—Eso fue sarcasmo— crucé mis brazos sobre mi pecho.

—Lo disfruté de todos modos— se encogió de hombros. Le di una mirada asesina —¿Puedo tomar asiento?— Preguntó señalando la cama. Abrí la boca para responder pero él se sentó a mi lado —Gracias.

—¿Por qué no estás en el viaje?— Pregunté curiosa.

—Los viajes son aburridos.

—¿Cómo sabías que estaba aquí?

—¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio o algo así?— me preguntó cogiendo un mechón de mi pelo para colocarlo detrás de mi oreja. El leve contacto de sus dedos con mi piel me hizo estremecer.

—No...— tragué —Sólo tengo curiosidad.— miré hacia otro lado, apretando las sábanas en mi regazo.

—No deberías estar en el bosque por la noche— él dejó de hablar y eso me hizo mirarlo de nuevo, el se estaba mordiendo el labio inferior cuando nuestras miradas se encontraron. Sentí sangre en mis mejillas; no necesitaba un espejo para saber que me estaba sonrojando rápidamente. —Es peligroso ahí afuera.— continuó, su mirada bajando a mis labios y se les quedo mirando a descaradamente.

Jugué con los dedos nerviosamente. La colonia de Pierce llegó a mi nariz, olía muy bien.

Necesitaba romper este silencio, así que le pregunté: —¿Fuiste a la fogata anoche?

—Tal vez— la tensión se estaba volviendo insoportable. Sentí que no podía respirar, noté un brillo en sus ojos grises.

—¿Tal vez?

—Sí.— Pierce se inclinó sobre mi hasta que nuestras caras estaban a sólo unos centímetros de distancia. Podía sentir su aliento acariciando mis labios. Su pulgar rozó mi labio inferior, —¿Fleur?

—¿Si?

—Estas ansiosa por pagarme el beso que me debes, ¿No?— Una gran sonrisa se formó en sus labios. Inmediatamente me moví hacia atrás, mi cara se puso roja.

—Sal de aquí— ordené avergonzada.

Él rió entre dientes y se levantó, —Volveré.

—Solo vete.— miré hacia otro lado. ¡Arg! Pierce podía hacerme sentir una marea de emociones en una segundo, ¿Era todo un juego para él?

Después de unos minutos, estaba muy aburrida, me preguntaba qué hora era. No tenía ni idea. Sabía que todavía era de día porque había luz del sol entrando a través de una pequeña ventana detrás de mí. Un golpe en la puerta llamó mi atención.

—Entra— exclamé, esperando ver a Dana o a Luke.

Levanté la mirada, y me quedé helada cuando vi a la persona que entró.

—Tú.— susurré.

—Hola.— saludó fríamente.

Era el hombre de cabello castaño. No podía creer que estuviera allí, sus ojos negros me observaban en silencio, era increíblemente alto. Emanaba una extraña aura, que me asustaba, me confundía. Llevaba puesto el uniforme del psiquiátrico. Sentí la necesidad de tenerlo cerca. Me abofeteé mentalmente.

—¿Qué haces aquí?— Le pregunté frunciendo el ceño —¿Quién eres?— sus labios formaron una sonrisa.

—Finalmente nos encontramos, Fleur.

xx

Nota de la autora: ¿Qué, queeeee? ¿Qué hace ese tipo aquí, por Dios? Espero que les haya gustado el capitulo.

Los quiero,

Ariana G. 

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