6. Lazos irrompibles
El hombre tenía esposa, la había conocido. Luka conocía a la esposa de Drake, su nombre era Jessica si lo recordaba bien.
Maldición.
Drake nunca debía enterarse de la atracción que sentía por él. Si Ross lo sabía estaba seguro que lo mataría, después de Jessica claramente.
Soltó un bufido antes de volver a echarse en la cama de forma brusca haciendo que el colchón se moviera lo suficiente para despertar a Drake. Y en ese momento es en el que Luka desearía desaparecer e irse a cualquier otra parte, incluso a la casa del lobo. Estar con Adam parecía más agradable que en aquella cama, desnudo y con miles de preguntas en la cabeza.
Mordió su labio, intentando recordar las circunstancias de la mañana, ni siquiera había pasado un día. Recordaba a Luis y Adam, los tres empezando a beber; a Luis dejándolos solos, a él y Adam volviendo su casa en un karaoke, él y Adam hablando, él y Adam caminando a la casa de Cindy porque ya no había cerveza, Cindy mirándole extraña…
Eso era, si algo había sucedido era seguro que Cindy lo sabía.
Se estremeció cuando vio a Drake levantarse e ignorarlo al salir de la habitación. En ese momento Luka estaba seguro que había arruinado al único amigo sincero que tenía, incluso Jessica era bueno con él, la leona le visitó una vez y fue muy amable con él, incluso le llevó sopa, y él había arruinado todo por una borrachera que no debió aceptar. Solo él conocía la vergüenza que lo embargaba, estaba dispuesto a pedir el perdón de ella de rodillas si era necesario, porque nunca, nadie, debió enterarse de su flechazo por Drake.
—Vístete —Drake le lanzó la ropa a la cama, su semblante era serio y tenía un chupetón en el cuello. Luka quería lanzarse de la ventana en ese momento—, Jessica va a llegar en cualquier momento.
—¿Qué pasó ayer? —Luka obedeció. Empezó a vestirse y con disimulo veía a Drake que hacía lo mismo que él.
—Ya deberías saberlo —Se notaba serio, su tono era neutro— ¿no es suficiente con lo que ves?
—Jessica, ella…
—Ella no va a saberlo por mí, y yo sé que Ross tampoco lo hará.
Drake terminó de vestirse y salió de la habitación. Luka esperó unos segundos, pensó un poco y empezó a vestirse incluso más rápido que cuando debía mudarse con su hermano. Se maldijo dos veces más antes de salir a la sala donde Drake veía un partido de futbol con naturalidad, como si hace poco no hubiese despertado con otra persona que no era su esposa, y el silencio solo hacía que Luka se sintiera más mierda consigo mismo que antes. Se culpaba de aquella infidelidad que había sido de dos partes.
Ni siquiera se despidió de él cuando salió de aquel departamento y corrió hasta el ascensor para bajar a la planta baja y así salir de aquel edificio antes de que llegue Jessica y tener que inventar alguna excusa para cubrir lo que ocurrió. Tampoco se preocupó por el aroma que siempre cubría, él solo salió y se dio cuenta de su error en la primera cuadra, porque varias personas lo veían fijamente, incluso alguno de ellos empezaban a acercarse a él.
Los guepardos caminaban de noche, les parecía más seguro. Claro que debían tener cuidado en las calles, porque, una cosa era entrar a un club nocturno donde los guardias vigilaban el lugar, y otra cosa distinta era estar en la calle donde la seguridad de uno dependía del mismo. Luka temblaba ante aquello porque había salido sin un aroma que cubra el suyo y estaba solo en medio de una calle que no conocía del todo.
Iba a retroceder, pero su guepardo pareció empezar a gozar de la atención de sobra, y a decir verdad él igual, por eso mostró su sonrisa más natural y empezó a caminar con disimulo. No sabía a dónde lo llevaban sus pies, en aquel instante su parte animal lo estaba controlando de una manera peculiarmente interesante.
Casi lo había marcado.
Casi hizo un lazo que no podría romperse hasta que uno de los dos muera, uno más fuerte que cualquier matrimonio humano. Casi estuvo a punto de morder el cuello del irritante guepardo que le había robado hace poco. Adam estaba borracho, una parte de alcohol seguía haciendo mella en su organismo, pero la preocupación lo opacaba con gran éxito haciendo que se jalara los cabellos con desesperación.
¿En qué mierda estaba pensando?
Por poco mete la pata hasta el fondo. De algún modo se detuvo, fue más por un puño en la cara, pero nunca en su vida le agradó tanto ser golpeado de aquella manera porque, sin eso, las cosas se hubiesen complicado de gran manera.
Krista estaba frente a él, ella notaba su extrañeza y Adam lo sabía porque cada vez que estaba enfadada con él ponía el rostro típico con los ojos serios y una línea por labios, aguantándose las ganas de hacer un discusión que él mayormente no soportaba. Krista caminaba de un lado a otro, buscando una forma de hablarle, con los brazos cruzados y la nariz irritada por el singular aroma a guepardo en su novio. Y no necesitaba pensarlo mucho más para saber que se trataba del mismo, porque aquel aroma a chicle era tan empalagante que le causaba asco, y se suponía que a Adam igual, solo que en ese momento las cosas no estaban como ella quería.
—¿Qué pasó? —preguntó ella, se detuvo justo frente a Adam y empezó a golpetear la madera del suelo con la punta de su pie— Pensaba que dejaste de ver al gato hace mucho.
—Lo hice —Lo había hecho, Adam se negó a verlo durante una semana entera. Fue en un momento de confusión que lo llevó parar en la casa de Luka—, dejé de verlo, pero un día solo me encontré con su hermano menor y me invitó a pasar a su casa…
—¿Entraste a su casa? ¿Conoces a su hermano menor? ¡¿Qué tan cercanos son, Adam?! Porque, recuerdo que te mostré mi hogar medio año después de empezar a salir pero el gato viene y empiezas a apestar a él.
—No hice lo que crees —Adam se levantó e intentó acercarse a su novia. Sus ojos buscando un mínimo de oportunidad para arreglar lo que había hecho—, simplemente… -—Claro que no podía decirlo. No podía mencionar la agonía de su lobo desde que dejó de ver al guepardo, pero tenía que— mi lobo lo quería ver.
Y todo cayó, porque el rostro de Krista pasó de enojado a sorprendido y después a melancólico. Porque, con ella, el lobo de Adam nunca había llorado su ausencia. Cuando estaban en su forma animal y salían a correr en las tierras de su manada, el lobo gris de Adam la ignoraba por completo. Claro que los celos también hicieron su aparición, ella necesitaba saber todo.
—¿Qué más? —Porque ella sabía que había más.
— Solo —Adam analizó las posibles reacciones de su novia. Las imaginó una y otra vez y en cada una de ella terminaba soltero—, estuve a punto de morderlo.
Adam podía haberle escondido eso, podía haber simplemente inventado una mentira y seguir tal como siempre, pero por alguna razón lo dijo. Porque cuando se dio cuenta ya confesó todo lo que antes juró nunca decirle a su novia. No fue buena idea, porque la vio enfurecida y notó como sus colmillos amenazaron con salir.
—Bien —Krista tomó su cartera, en ella guardó su celular y la cartera que siempre estaba en casa de Adam—, tu madre me llamó, dijo que debemos ir a visitarla para empezar a planear nuestra boda. La manada quiere a un alfa que pueda lidiar con los problemas del lugar, tu padre ya no puede por el cansancio de la edad.
Krista sabía que debía ignorar lo que su novio le había dicho, por su bien y del puesto que tenía en la manada, simplemente olvidar al guepardo y llevar a Adam a la manada, para que así recuerde la razón de su relación. Porque ella sabía que Adam la necesitaba para así poder ascender a alfa. Para tomar el puesto de su padre era necesario tener una pareja que pueda dar al próximo heredero.
—Voy a irme ahora —debía olvidarlo, pero le era difícil. Krista sentía a su loba aullar de dolor, sentía que le rasgaban el alma—, mañana ven a recogerme a las siete, voy a estar esperándote.
—Krista ¿en serio quieres seguir con esto? Es decir acabo de…
—No vamos a hablar de esto. El guepardo dejará de existir para ambos y por tu bien espero que cortes comunicación con él.
Y Krista simplemente salió. Ella debía guardar la compostura.
Adam se quedó frente a la puerta, estático, y decepcionado. Por alguna razón la respuesta recibida no le agradó del todo, y era algo ilógico porque la mayoría estaría más que alegre de que su novia acepte los casi cuernos que le puso. Aquello le causaba inquietud.
Decidió dejar de pensar y empezar a recapacitar. Krista tenía una buena opción, si volvía a la manada, a ese lugar alejado de la ciudad, entonces olvidaría al guepardo, y su lobo dejaría de aullar como si se rompiera una pata. Era lo mejor. Además el felino no era de confianza y hasta sospechaba de haber sido víctima de alguna clase de embrujo o lo que sea que hicieran que los gatos sean irresistibles ante los demás.
Adam empezó a sacarse la ropa sucia y con aroma a cerveza. Las lanzaba a cualquier parte que cayera y entonces entró a la ducha. Sus pensamientos divagaban entre la manada y el sufrimiento de su lobo. Debía analizar la situación. Los lobos siempre han sido conocidos por su gran actitud relajada, no en todos, pero quizá en Adam también había un poco de eso.
Pero el momento de reflexión se arruinó cuando escuchó el timbre de su puerta sonar. La canción pop que antes le parecía agradable ahora le era irritante. Se puso una toalla en la cadera, la que encontró, y caminó para asomarse por la pequeña mirilla de su puerta. Entonces, entendió la razón de que su lobo esté tan emocionado. Su lado animal estaba demasiado apegado a aquel felino, y quizá era su culpa.
Suspiró, derrotado, y abrió la puerta viendo de inmediato cómo el felino caía al suelo.
Luka se notaba perdido, sus ojos no se enfocaban por completo y parecía estar en otra dimensión, porque balbuceaba idioteces que Adam no lograba entender.
—Joder
Adam rodeó sus hombros con una mano y con facilidad logró levantarlo mientras que cerraba la puerta de su casa con el pie. Llevó a Luka hasta su sillón y lo acostó. Adam era tan sensible como su gran amigo Nick, por eso lo sacudió con fuerza para que despertara y así poderlo echar de su casa sin sentirse tan mal consigo mismo. Aunque era contradictorio, porque ni siquiera debió molestarse en llevarlo a su sillón.
—Shhhh —Luka despertó, parecía más ebrio que antes— Drake se va a despertar.
—Ve a tu casa y deja de babear mi sillón. ¿Cómo llegaste acá?
—Que lobo más tierno y tonto —Luka se levantó y tomó los cabellos de Adam con fuerza empezando a jalarlos como si fueran masa de pan, y no es que haya preparado alguna vez aquello— serías mi tipo, pero odio el aroma a perro mojado.
—En serio, deberías ir a tu casa, por tu bien —Y ahora, justo en ese momento, Adam estaba sintiendo como su lobo quería salir y marcar al insolente guepardo— En serio —e incluso los colmillos ya empezaron a brotar.
—¿Quieres morderme? —Pero Luka estaba lo suficientemente ebrio como para notar la seriedad del asunto— si me quieres como pareja debes saber algo —Su rostro era tranquilo, y sus ojos parecían más cerrados que abiertos—, no me gustan los niños y tampoco la cocina.
—Luka, por favor, deberías irte.
Sería tan feliz de poder botar a Luka de su casa, sacarlo a patadas o cargarlo y botarlo en el pasillo, pero estaba seguro que si se acercaba un poco más, entonces lo mordería.
—Tu lobo le hizo algo a mi guepardo, lo mordió con tal fuerza en la cola que quizá y hasta le gustó —En serio Luka no parecía comprender el asunto—, por eso aparecí en tu puerta, además quiero saber ¿cómo desperté desnudo en la cama de mi amigo? Pensaba que estaría contigo, pero no…
Sí, ya estaba a un solo centímetro de la piel de Luka, solo le bastaba abrir la boca y clavar los colmillos en la piel del guepardo y todo se iría al infierno. Debía pensar en algo asqueroso, como la comida de Krista.
—Voy a dejar que me muerdas —Quizá Luka pensaba que estaba en una clase de sueño o algo parecido, de todos modos, ante eso, Adam se sintió como un violador en potencia, del tipo que emborracha a las muchachas y luego se las lleva—, pero ten en cuenta que solo me gustas porque tienes mucho dinero.
No había mucho problema. Es decir, cuando el lobo de Adam decidió dejar de lado su lado humano y empezar a actuar por su cuenta. Cuando, finalmente, se atrevió a hundir sus colmillos en la piel de Luka, solo entonces se dio cuenta de lo que había hecho. Porque de inmediato, como un golpe, volvió a tener consciencia de sus acciones y vio como el cuerpo de Luka caía en sus brazos. Lo había hecho.
Se había enlazado con el guepardo.
Mierda.
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