Capítulo 8
- ¿Eso a qué ha venido? - preguntó extrañada.
-Solo quería limpiarte, soy un caballero- dijo irónicamente.
-Los caballeros no secuestran damiselas en apuros.
-No creo que tú lo seas.
-Soy arquera, y en cuanto me libre de esto- dijo moviéndose entre las cuerdas- te rebanaré el cuello con una flecha.
-Tienes una gran imaginación, tú sigue soñando, que es gratis.
Una vez había bebido le dio un par de bayas para que se alimentase.
-Toma anda, come un poco, necesitas coger fuerzas- le metió una baya en la boca, pues ella no tenía manos, pero disconforme con que le tocase por segunda vez los labios giró el rostro- oh, vamos, no seas una cría. Come ahora, porque después no pararemos.
Negó con la cabeza, moviéndola a los lados.
- ¿No quieres? - no contestó- bien.
Cogió su barbilla y la obligó a abrir la boca para luego hacerla comer a la fuerza.
Cuando tenía su dedo dentro de la boca lo mordió por cuarta vez y en esta ocasión, sin paciencia, desistió.
-Si no quieres comer luego no vengas diciendo que soy el malo, te he dado a elegir.
Volvió a llenar la cantimplora y a beber él, dejándola sola para recoger todas las bayas posibles.
De nuevo iban a caballo, esta vez cabalgado, parecía que tenía prisa, tal vez huía de algo, pensaba ella.
-Por cierto- dijo Kate una vez más atada al pecho de su no tan desconocido secuestrador. - Bonitos guantes de cuero.
Él, por un segundo, dejó de respirar, pero se recompuso y contestó.
-Gracias- soltó con naturalidad, haciendo como si nada.
-De hecho, se me hacen conocidos- siguió queriendo que el muy cretino confesara.
-Son muy famosos, seguro que los has visto alguna vez.
-En realidad, se los he visto a alguien en concreto.
-Que bien por él.
-Sí, muy bien- sonrió orgullosa al sentir su agitación en su pecho, su pulso se estaba acelerando- menuda coincidencia- metía cada vez más cizaña- y qué raro que supieras que era un hombre y no una mujer- ahí empezó a temblar.
-Una dama no usa guantes de caballero.
-He dicho una mujer, no una dama, igualmente, solo me parecía curioso que mi secuestrador tuviese los mismos guantes que tenía mi guardaespaldas- ahí su pecho se congelo, dejando de respirar momentáneamente.
-Sí, es bastante curioso.
No insistió más en el tema por lo que quedó disuelto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro