Capítulo 16
A la mañana siguiente el cielo amaneció oscuro, cubierto por un espeso manto de nubes.
Kate despertó temblando, hacía un frío glacial y la manta se la había quedado el enorme oso que roncaba a su lado durmiendo a pata suelta.
Tiró de las mantas todo lo que pudo, pero en vez de quedarse con un trocito de colcha para ella llegó algo mucho peor a aplastarla.
Jake al notar que tiraba de él se había movido en sueños y acabando así literalmente sobre ella, la estaba asfixiando.
Se lo intentó quitar de encima a base de golpes o zarandeos, pero nada funcionó. De hecho, hizo que él la abrazara con más fuerza, enrollando sus manos alrededor de sus caderas, como si lo hiciera a propósito.
-Oye –lo sacudió -despierta.
Pero él no reaccionaba.
Casi parecía muerto.
-Cinco minutos más -se quejó contra el escote de su camisa, haciendo un puchero.
Estuvo un buen rato siendo aplastada por él. Era algo embarazoso ya que había decidido apoyar la cabeza específicamente en el hueco de su cuello, muy cerca de sus... El caso de esto era que estaba incómoda sintiendo su respiración ahí, sobre todo teniendo en cuenta de quién se trataba.
Parecía un niño apretujando el peluche más interesante que haya tocado en su vida.
De vez en cuando se removía y hablaba en sueños como un niño pequeño, murmurando cosas en su cuello. Casi le pareció tierno ver su cara aplastada y su mejilla roja por tenerla toda la noche sobre la almohada junto a su pelo revuelto quedando como el de un corderito. Casi. Pero, por suerte, lo odiaba tanto que no sería capaz de fijarse en esos mínimos detalles.
Como no tenía nada mejor que hacer y no podría salir hasta que él abriese la puerta se distrajo mirando las nubes por la ventana del camarote y poniéndoles forma.
Absorta en sus pensamientos contempló el clima.
Hoy las nubes eran especialmente oscuras, obviamente había visto muchas veces el cielo nublado a lo largo de su vida, pero en el mar era más peligroso que estuviesen negruzcas ya que eso significaba tormenta.
Bajó la vista al chico que se desperezaba en ese momento restregando su cara adormilada en su pecho.
Tardó unos instantes en despabilarse, antes de darse cuenta de dónde estaba y de a quién tenía atrapado debajo.
Se quedó pasmado mirándola, estando muy cerca suyo, antes de reaccionar por fin y alejarse de un salto.
Estaba patidifuso, intentando orientarse. Al parecer, era más mentecato recién despierto de lo que habituaba a ser todos los días, y eso era mucho decir.
-Tienes algo aquí -señaló divertida al ver restos de baba caer por la comisura de su boca.
Él al verlo se la quitó enseguida con la cara más roja que las cortinas que colgaban de la pequeña ventanita. Por la que veían las indomables olas chocar contra el cristal cada vez con más fuerza. A veces, daba la sensación de que en cualquier momento se rompería y que inundaría la habitación.
-Has dormido bien eh –se siguió burlando ella.
Por un segundo estuvo a punto de enterrarse vivo para acabar con su vergüenza, su tono de piel empezaba a pasar de rojo a granate por la burla grabada en los ojos de la pelirroja. Pero luego pareció recordar su actitud irritante y pedante y se recompuso, dedicándole una sonrisa ladeada, la típica que ponía antes de decir algo realmente malo.
-Sí, de maravilla –contuvo una risilla sabiendo cómo iba a reaccionar y preparándose para correr –es muy cómodo dormir en tus...
No terminó la frase por el cojín que le estampó en la cara. De repente, su sonrisa socarrona al saborear su vergüenza se había borrado.
-Serás... –estaba abriendo la boca para echarle las mil maldiciones del demonio, pero él se la tapó a tiempo.
-No digas malas palabras, princesa.
-Katherine para ti.
-Mi princesita Katherine.
- ¡Qué te calles!
-Menudos humos señorita, cómo se nota que es primera hora de la mañana.
-No puede ser tan pronto si llevas tres horas aplastándome con tu cabeza de orangután.
-En mi defensa puedo decir que te confundí con una almohada.
-Una almohada no respira, idiota.
-Pero sí que es cómoda, y mucho.
-Oh, cállate.
- ¿Y si no?
-Me conocerás enfadada.
Para resumir sus infinitas peleas lo próximo lo pondremos en cámara rápida.
Él volvió a insistir con el tema de sus atributos y se ganó un merecidísimo cojinazo seguido de un intento de patada a sus partes nobles, que fue detenido a tiempo.
Siguieron peleando sin acordarse ya si quiera del por qué y el pobre Tommy temblando entero por miedo a esos dos animales tuvo que interrumpirles para que Kate le ayudase con el desayuno.
Ella le dedicó una amable y bonita mirada asesina como despedida y se fue detrás del chico que seguía temblando como un cervatillo en temporada de caza.
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