Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 38

Alessia

Dos meses después...

Me encuentro sentada frente a mi MacBook, inmersa en mis estudios para el doctorado en ciencias culinarias. El ambiente tranquilo de mi departamento se ve interrumpido por el sonido de la puerta al abrirse rápidamente. Él entra, hablando por su celular, su rostro es serio. Nuestras miradas se cruzan y, al instante, su expresión se suaviza al encontrarse con la mía. Una sonrisa se dibuja en sus labios mientras se acerca y me besa.

—Sí, te llamo cuando salga. —responde con su tono de voz particular, que usa con todos menos conmigo. —Hola, amor. Tengo que irme en cinco minutos. —Me anuncia, y frunzo el ceño.

—Hola, amor... —susurro con curiosidad. —¿Por qué tienes que irte?

Se aleja un momento y mis ojos se deslizan por su atuendo diferente al que llevaba por la mañana. La sequedad en mi boca se hace presente y humedezco mis labios. Viste su uniforme de trabajo, luciendo aún más irresistible. Mis ojos viajan lentamente por su figura, bototos negros, pantalón de camuflaje ajustado, camiseta que resalta sus músculos y su espalda imponente. su presencia exuda un atractivo magnético que me resulta imposible de ignorar.

—No me mires así, no tengo tiempo. —murmura cerca de mi oído, y siento un escalofrío recorrer mi piel.

No sé en qué momento se deslizó hasta mí con esa cercanía abrumadora que parece electrificar el aire entre nosotros. Su presencia, intensa y reconfortante a la vez, me deja sin aliento. Trago con dificultad, sintiendo cada latido de mi corazón como un eco de su proximidad, como si el mundo entero se detuviera para observar este instante cargado de tensión y deseo.

—Debemos viajar a Washington. —Me informa susurrando sobre mis labios. Sus manos en mi cintura me acercan más a su cuerpo. —A Dylan y a mí nos pidieron que hiciéramos un seminario a los cadetes de la academia, sobre la coordinación del equipo táctico. —Toma mis mejillas con ternura. —Solo serán dos semanas y estaré de vuelta.

Hago un puchero. —Lo sé, es tu trabajo. Tenle paciencia a los cadetes son niños. —murmuro con diversión y Elliot frunce el ceño.

—Se están preparando para ser agentes, defender al mundo de los delincuentes, deben ser fuertes. Y saber actuar bajo presión.

Sonrío. —Enséñales a ser igual de buenos que tú.

Elliot se mueve dentro de la habitación para preparar la ropa que necesita para estos días, y observo atentamente, notando que todas las prendas son similares a las que lleva puestas ahora, que no había visto antes. Cuando termina de guardar sus cosas, se acerca a mí y me besa con ternura.

—Te llamaré apenas llegue. —se despide abriendo la puerta de salida.

—Bueno, cuídate. —le beso los labios. —Te quiero. —le susurro.

Se aleja unos centímetros y me mira directamente a los ojos con una sonrisa—También te quiero. Nos vemos, amor.

—Nos vemos. —Respondo con una sonrisa y él cierra la puerta detrás de él.

Observo a mi alrededor, dejando que cada detalle del elegante penthouse se imprima en mi mente. La luz suave de las lámparas baña el espacio, creando una atmósfera acogedora y serena. Los muebles modernos y minimalistas se mezclan armoniosamente con la decoración sutil pero sofisticada. Aunque sé que extrañaré a Elliot, comprendo que su trabajo es parte de nuestra realidad, así que decido sumergirme en la experiencia de estar en su hogar. Es la primera vez que me quedaré sola por varios días aquí, aunque ya he pasado algunas noches solitarias cuando él se quedaba en la agencia hasta tarde. Pero esta vez es diferente; esta vez, es solo mío por unos días.

Con pasos ligeros, me dirijo hacia la cocina, dejando que mis dedos acaricien suavemente la superficie pulida de la barra mientras avanzo. Antes de comenzar a buscar los ingredientes para preparar mi cena, conecto mi celular a las bocinas y dejo que la voz de Bruno Mars llene el ambiente con su música.

Abro el refrigerador y examino las opciones con curiosidad. Entre las verduras frescas y los productos lácteos, encuentro los ingredientes perfectos, los únicos que últimamente no me causan náusea. Corto los ingredientes cantando animadamente.

Ceno con deleite, saboreando cada bocado con gratitud y placer. El sabor exquisito de los ingredientes frescos se mezcla armoniosamente en mi boca, creando una sinfonía de sabores que me transporta a un estado de felicidad pura. Tras el último bocado, me siento satisfecha y reconfortada, lista para el siguiente paso de mi noche.

Con paso ligero, me dirijo hacia el baño, para darme un baño relajante en la lujosa bañera, dejo que el agua caliente llene la bañera, esparzo unas sales minerales y añado un poco de líquido para crear burbujas. Enciendo unas velas aromáticas para completar el ambiente y me aseguro de tener mi copa de vino cerca. Con música suave de fondo, una copa de vino y mi celular al alcance, me relajo dentro de la bañera.

El sonido de mi celular interrumpe la tranquilidad, y estiro mi brazo con cuidado para alcanzarlo y revisar el nombre que aparece en la pantalla: Elliot. Una sonrisa se dibuja en mis labios al contestar.

—Hola amor —saludo con dulzura.

—Hola, mi amor —responde Elliot al otro lado de la línea—. Acabo de llegar a la habitación del hotel.

—¿Cómo estuvo tu vuelo?

Elliot suspira del otro lado de la línea. —Fue agotador, pero valió la pena. Extraño tenerte aquí conmigo.

Una sensación cálida se expande en mi pecho al escuchar sus palabras, y una sonrisa juguetea en mis labios. —Yo también te extraño, amor.

Nuestra conversación fluye con naturalidad, compartiendo detalles de su viaje y las travesuras de Dylan durante el vuelo. Cada palabra suya es como música para mis oídos, y me encuentro anhelando su presencia aún más con cada momento que pasa.

—Estoy en la bañera en este momento —confieso con una risa traviesa, dejando que la sugerencia cale en el aire entre nosotros.

Puedo escuchar el cambio en su respiración, volviéndose más profunda y lenta. —Me imagino que debes verte increíblemente hermosa en este momento. —Susurra con su voz cargada de deseo.

La conversación se vuelve más intensa, más íntima, cada palabra nos acerca más, avivando la llama del deseo hasta que nos sumergimos juntos en un océano de pasión y placer sin límites.

Despierto lentamente, sintiendo cómo la energía renovada se apodera de mí. Abro los ojos con calma y me estiro, saboreando la deliciosa sensación de relajación que me envuelve. Una sonrisa se dibuja en mi rostro, anticipando las posibilidades que el nuevo día me ofrece. Me incorporo a la cama con un impulso renovado, listo para abrazar lo que sea que el día tenga reservado para mí.

El sol invernal se cuela a través de las cortinas entreabiertas, tiñendo la habitación con una luminosidad suave y acogedora. Me acerco a las ventanas y las abro de par en par, dejando que la brisa matinal acaricie mi rostro y me llena de una sensación de frescura revitalizante. La luz del sol baila en las paredes, creando patrones hipnóticos que danzan con cada movimiento. Es como si el universo mismo estuviera celebrando el comienzo de un nuevo día lleno de promesas y oportunidades.

Mi celular comienza a sonar, interrumpiendo momentáneamente la tranquilidad de la mañana. Me acerco con curiosidad y deslizo el dedo sobre la pantalla para desbloquearlo, encontrándome con un mensaje de un número desconocido. Mis cejas se fruncen ligeramente mientras leo el contenido del mensaje con creciente preocupación.

"No eras tan especial. Solo espero para estar unas horas lejos de ti y volvió a buscarme", reza el texto, y una fotografía adjunta captura mi atención de inmediato. En la imagen, veo a una mujer que reconozco al instante: Maia. A su lado, alguien que se asemeja sorprendentemente a Elliot, aunque su rostro está parcialmente oculto.

Un escalofrío recorre mi espalda mientras mis pensamientos se agitan en confusión y temor. ¿Qué significa esto? Mi corazón comienza a latir con fuerza en mi pecho, como si intentara escapar de la incertidumbre que se ha apoderado de mí. Intento mantener la calma, pero la imagen y la supuesta silueta de Elliot en la fotografía despiertan una tormenta de emociones dentro de mí.

Por un lado, quiero creer que hay una explicación lógica para todo esto. Después de todo, ¿la foto podría ser antigua? Pero por otro lado, la duda y la sospecha se filtran en mi mente, sembrando semillas de desconfianza que me resulta difícil de ignorar.

Me pregunto si debo creer en lo que veo, si debo dejarme llevar por el miedo y la sospecha, o si debo aferrarme a la confianza que he depositado en Elliot. La confusión se entrelaza con el miedo, y mi corazón late con fuerza, como si tratara de escapar de mi pecho.

Cierro los ojos por un momento, tratando de encontrar un rastro de claridad en medio de la tormenta emocional que me consume. El recuerdo del amor que compartimos, de los momentos felices que llenaron nuestros días, lucha contra las dudas que ahora se agitan en mi mente. ¿Cómo puedo reconciliar la imagen que veo con la imagen que tengo de Elliot? ¿Cómo puedo enfrentar la posibilidad de que mi confianza haya sido traicionada?

Me obligo a respirar profundamente mientras escribo un mensaje a Elliot, aparentando normalidad.

Alessia:

¡Buen día amor! ¿Cómo ha sido tu mañana? Solo quería decirte que espero que tengas un día maravilloso.

Te extraño.

Besos.

No puedo ignorar la realidad que se presenta ante mí, pero tampoco puedo permitir que el pánico me paralice. Mis manos tiemblan ligeramente mientras tomo las llaves de mi auto y mi bolso, sintiendo la necesidad urgente de alejarme de este penthouse, al menos por un momento. Con pasos decididos, salgo del apartamento y me dirijo hacia el garaje, dejando atrás la atmósfera cargada de incertidumbre que me rodea.

El aire fresco de la mañana acaricia mi rostro mientras conduzco por las calles familiares de la ciudad. Mis pensamientos están en tumulto, dando vueltas una y otra vez en un intento desesperado por encontrar respuestas a las preguntas que me atormentan.

Aparco el auto frente a la casa de Charlotte. Mientras camino hasta su puerta, la ansiedad me aprieta el pecho con cada respiración. Presiono el timbre y espero pacientemente a que ella aparezca detrás de la puerta.

Un par de segundos después, Charlotte abre la puerta con una sonrisa, pero su expresión se torna seria al ver mi rostro. —¿Hace cuánto que no duermes bien? —me murmura mientras me hace un gesto para que entre.

Dejo caer mi bolso en el sofá y me siento en el borde, cerrando los ojos y respirando profundamente en un intento por encontrar calma. Charlotte se sienta a mi lado y me rodea con sus brazos, ofreciéndome su apoyo silencioso.

—Me llegó esto... —murmuro, mostrándole mi celular con ambas fotos. —De verdad no sé qué creer.

Charlotte examina las imágenes con atención. —¿Esa es Maia? —pregunta, mientras amplía la foto. —Elliot no sería capaz de engañarte. Él no es así. —murmura ella con firmeza.

—Lo sé... —respondo con incertidumbre, sintiendo el peso de la duda en mis hombros.

—¿Por qué no te noto tan segura? —preguntó Charlotte, preocupada.

La mirada inquisitiva de Charlotte me hace dudar aún más de mis propios sentimientos. Siento que una tormenta de emociones me envuelve, sacudiendo mis cimientos y dejándome con la sensación de estar en medio de un mar embravecido sin dirección.

—Es solo que... —titubeo, luchando por encontrar las palabras adecuadas para expresar mi confusión. —Es difícil, Charlotte. No puedo evitar sentirme insegura, a pesar de todo lo que Elliot y yo hemos compartido. Pero estas imágenes... no son gratas.

Charlotte asiente comprensivamente, su rostro refleja la compasión que siente por mi angustia. —Entiendo. Pero también sé que tienes que confiar en lo que sabes de Elliot, en la conexión que comparten. No dejes que el miedo te domine. Elliot no es así. Él te ama y creeme que él no traiciona.

Siento el nudo en mi garganta crecer mientras lucho por articular una respuesta coherente. Mientras intento encontrar las palabras adecuadas, una oleada de náuseas me invade de repente, haciéndome jadear llevándome una mano a mi estómago. Charlotte me mira con preocupación, pero no puedo apartar mi atención de la sensación abrumadora que me embarga. Una sensación de malestar que parece emerger de lo más profundo de mi ser.

—¿Estás bien? —pregunta Charlotte, colocando una mano en mi hombro con gesto reconfortante.

Asiento débilmente, incapaz de hablar mientras las náuseas amenazan con apoderarse por completo de mi cuerpo. Pero en medio de la confusión y el malestar, las palabras de Charlotte resuenan en mi mente, recordándome que debo confiar en Elliot, en nuestra conexión y en el amor que compartimos.

—Te traeré un vaso de agua.

Charlotte se levanta de mi lado y camina hacia la cocina, yo recuesto mi espalda en el respaldo del sillón cerrando los ojos.

—Toma, aquí tienes. —Dice Charlotte al regresar, entregándome el vaso de agua.

Lo tomo agradecida, dejando que el líquido fresco calme mi garganta. Pero mis pensamientos siguen girando en círculos, incapaces de encontrar una resolución satisfactoria a mis preocupaciones.

—Hablé con Dylan, me dijo que anoche cuando fueron a cenar a un restaurante se encontraron con Maia, pero Elliot la ignoró como siempre. Ella como siempre intento...

La detengo,  sintiendo cómo la bilis sube por mi garganta, amenazando con hacerme vomitar. —Dame un segundo. —pido poniéndome de pie y camino hacia el baño.

Cierro la puerta detrás de mí, me inclino sobre el lavamanos, tratando de controlar las náuseas que amenazan con consumirme por completo. Mis manos se aferran con fuerza al borde del lavamanos, mis nudillos blancos por la presión, mientras respiro profundamente intentando calmar mis náuseas.

Después de unos minutos, vuelvo a sentarme en el sillón junto a Charlotte. —¿Estás embarazada? —me pregunta de repente.

Niego rápidamente. —No... hace unos días me he sentido mal, pero debió ser algo que comí.

Ella se pone de pie. —Ven sígueme.

La sigo por el pasillo en silencio, ahora las palabras de Charlotte dan vueltas en mi cabeza. Mi mente está en blanco, pensando en la posibilidad de estar embarazada y la conversación de hace unos meses vuelve a mi mente.

—Toma haste una prueba.

Observo la caja que me extiende. —¿Por qué tienes tantas?

Ella sonríe. —Porque con Dylan lo estamos intentando. Hazte la prueba.

Mis manos tiemblan ligeramente mientras sostengo la caja entre mis dedos. Una oleada de emociones se agita en mi interior, mientras el miedo y la incertidumbre compiten por dominar mis pensamientos. Con manos temblorosas, abro la caja y saco la prueba de embarazo, sintiendo cómo mi corazón late con fuerza en mi pecho.

Sigo las instrucciones con cuidado, tratando de mantener la calma mientras espero los resultados. Cada segundo parece una eternidad, y el silencio que se extiende entre Charlotte y yo se vuelve opresivo, cargado con la tensión de lo que está en juego.

Finalmente, el tiempo parece detenerse cuando el temporizador muestra el resultado. Mis ojos se fijan en la pequeña ventana, conteniendo la respiración mientras la verdad se revela ante mí. Mis manos tiemblan mientras sostengo la prueba, y una mezcla de emociones surge dentro de mí: miedo, preocupación, pero también una chispa de esperanza.

—¿Y bien? —pregunta Charlotte, con una mezcla de ansiedad y expectación en su voz.

Respiro hondo antes de levantar la mirada hacia ella, mis ojos llenos de incertidumbre. —Es positivo —susurro, dejando que las palabras cuelguen en el aire entre nosotras.

Charlotte me mira con compasión, su expresión llena de empatía mientras procesa la noticia. —¿Y qué piensas hacer? —pregunta suavemente.

Una parte de mí siente alegría ante la idea de convertirme en madre, pero por otro lado, el miedo y la incertidumbre se apodera de mis pensamientos. Elliot no quiere tener hijos, aunque hace un par de semanas tuvimos esta conversación y dijo que me apoyaría en el proceso, ahora es real. En mi interior está creciendo un hijo suyo y realmente no sé cual será su reacción.

—Creo que debería ir al medico y hacerme exámenes para confirmar.

Mi celular comienza a sonar en mi bolso. Lo saco y veo el nombre de Elliot iluminando la pantalla, Charlotte me observa mientras se pone de pie.

—Estaré en la cocina —anuncia, dejándome a solas con mi conversación.

Deslizo el dedo para contestar la llamada.

—Amor, Dylan me contó lo que Maia te envió. Jamás te sería infiel, ¿lo sabes verdad? —expresa con sinceridad, su tono lleno de afecto y seguridad.

Una pequeña sonrisa atraviesa mis labios ante sus palabras reconfortantes. —Lo sé, Elliot. Confío en ti

—¿Estás bien? tu voz suena extraña.

Trago con dificultad. —Sí, no te preocupes...

Unos días después, me encuentro en el hospital junto a Charlotte, esperando ansiosamente en la sala de espera mientras el tiempo parece deslizarse a un ritmo exasperante. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, como si estuviera marcando los segundos hasta que escuche las palabras que determinarán mi destino.

Charlotte está a mi lado, su presencia es un bálsamo para mis nervios. Su mano entrelazada con la mía es un ancla en medio de la incertidumbre que me envuelve. Agradezco profundamente su apoyo en este momento crucial.

Finalmente, la enfermera pronuncia mi nombre y Charlotte me brinda una sonrisa tranquilizadora. Me levanto con un nudo en la garganta y sigo a la enfermera por los pasillos hasta llegar al consultorio de la doctora. Cada paso parece un eco en mi corazón, latiendo con la intensidad de un tambor en mis oídos.

La doctora me saluda con amabilidad y me invita a sentarme frente a ella. Con manos temblorosas, acepto el sobre que contiene los resultados de mis exámenes, sintiendo el peso de la incertidumbre en mis manos.

—Alessia, felicitaciones, estás embarazada de ocho semanas. —anuncia, su voz resuena en el pequeño espacio, llenando la habitación con una solemnidad que me deja sin aliento.

Un torbellino de emociones me invade mientras absorbo la noticia, sintiendo una mezcla abrumadora de alegría, miedo y gratitud inundando mi ser. Las lágrimas llenan mis ojos mientras miro a Charlotte, cuyo rostro se ilumina con una sonrisa radiante que refleja mi propia dicha.

—Oh, Dios mío... —murmuro, observando el examen que la doctora me ha entregado. Leo la palabra en negrita: Positivo. Las palabras se quedan atrapadas en mi garganta mientras me esfuerzo por procesar la magnitud de lo que acabo de escuchar. Estoy embarazada. Una nueva vida crece dentro de mí, un milagro de amor y esperanza que transforma mi mundo en un lugar de posibilidades infinitas.

Mientras salimos del consultorio, el peso de la incertidumbre se transforma en una sensación de esperanza renovada, un brillo de luz en el horizonte que ilumina mi camino hacia el futuro. Con la mano de Charlotte firmemente entrelazada con la mía, avanzamos hacia la salida.

—¿Cuándo se lo dirás? —pregunta Charlotte desbloqueando su auto.

—Cuando vuelva hablaré con él. —Murmuro, abriendo la puerta y subiendo a su auto.



Holaaa!!! ✨

¿Qué les parece?

Sigan disfrutando de está historia.

Estamos llegando ya casi al final del camino de está historia, quedan poquitos capítulos🥺

Tu apoyo es esencial para mi, así que no olvides comentar y votar 😊

Gracias por leer, un abrazo 🧡

Nos vemos en el próximo capitulo 🫶🏻

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro