Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 16

Narra Alessia

—¿Las chicas vienen? —pregunto mientras me acomodo en el cómodo sillón de la terraza.

—Sí, y los amigos de Dylan. —Dice Charlotte saliendo por el gran ventanal y ocupando el espacio junto a mí. —¿Qué tal en el restaurante?

—Agotador, como siempre. Trabajar en cocina siempre es un caos. —Suspiro.

—Me imagino que sí, con los pedidos llegando de todas partes y la necesidad de preparar distintos platillos al mismo tiempo. No podría hacerlo, demasiado estrés.

Sonrío asintiendo con la cabeza. —Sí, la verdad es que es bastante estresante, pero con un buen equipo y comunicación, todo es posible... —Me quedo en silencio por un momento y luego agrego con una sonrisa entusiasmada. —Faltan solo dos semanas, ¿estás emocionada? —le pregunto a Charlotte y sus ojos brillan.

Ella toma un sorbo de su limonada. —Sí, la verdad es que sí. Ayer tuve la última prueba del vestido y me queda perfecto.

—Es imposible que no te quede perfecto, eres simplemente maravillosa. —Habla Dylan cruzando el gran ventanal seguido de Elliot.

Charlotte me mira de reojo—. Te avisé que vendría.

Trato de ocultar una sonrisa, evitando un contacto directo con Elliot y disimulando cualquier acercamiento entre nosotros.

—¡Vaya! Si tenemos a la Chefcita por aquí.

—Sorpresa. Tendrás que aguantarte o puedes volver por donde viniste. —Le lanzó una sonrisa fingida, aunque en el fondo, mi cuerpo reacciona ante su presencia.

Elliot entrecierra los ojos, tratando de contener una sonrisa que asoma en sus labios, cambiándola por una mueca. Borrando todo rastro que pueda servir de sospecha a los demás.

—¿Y Maya? Pensé que vendrías con ella. Supe que salieron juntos anoche. —Charlotte levanta las cejas en un tono juguetón.

Mi sonrisa se desvanece poco a poco, y siento cómo una sutil incomodidad se apodera de mí.

—No es mi mascota para andar con ella por todos lados. —Elliot responde seriamente y se sienta frente a mí.

—No, pero has estado repitiendo con ella últimamente. Podría apostar a que la llevarás como tu invitada a la boda. —Comenta Charlotte con tono juguetón, pero sus palabras agitan el aire con un toque de tensión.

Elliot se remueve incómodo en su asiento buscando mi mirada disimuladamente, pero lo ignoro.

Aquellas palabras me han molestado más de lo que me gustaría admitir. No es que haya considerado la posibilidad de asistir juntos a la boda, pero siempre asumí que él asistiría solo, pero ahora tengo mis dudas.

Dylan interviene, apaciguando la atmósfera. —¿Se sirven algo? —pregunta con un tono amigable, deseando cortar la conversación incómoda.

—Podrían ser unas cervezas, amor. —Charlotte se levanta —. ¿Les apetece?

Asiento con una sonrisa.

—Si. —responde Elliot.

Charlotte y Dylan se retiran hacia la cocina, dejándonos solos con el silencio incómodo que se cierne entre nosotros. Mi celular suena, y lo tomo para revisar el mensaje entrante.

—Pensé que tenías tu celular malo. —dice con una pizca de molestia en su voz.

—¿Por qué lo dices? —pregunto apartando la vista de mi celular.

—Porque te envié un mensaje hace unos días invitándote a cenar y no respondiste.

Hago una mueca. —Llevaste a la abeja Maya a cenar. ——digo en tono sarcástico mirando a mi alrededor como si estuviera buscando algo —. ¿En qué flor la dejaste esperándote?

Elliot frunce el ceño ante la aparente seriedad de mi respuesta. —En cuanto a Maya, no estábamos solos. Había más personas.

—No me importa. —Mis palabras son ásperas, y mi expresión refleja mi frustración.

—Tú no me respondiste el mensaje en el que te invitaba a cenar. Y yo simplemente decidí salir... —Elliot trata de justificar su reciente encuentro con Maya, pero lo interrumpo.

—No necesito que me des explicaciones, Elliot. Tú y yo somos libres de hacer lo que queramos. —Mi tono es firme.

Saber que salió con Maya realmente me molestó, en algún momento sentí que podría haber sido real pero nuestro de nosotros dos. Esa chispa de esperanza que había comenzado a arder en mi interior se desvanece, dejando un rastro de desilusión en su lugar.

—Podemos salir a cenar hoy, después de esto. —Elliot sugiere, tratando de enmendar las cosas.

Niego con la cabeza, decidida a poner un límite. —No vamos a salir a cenar, y no vamos a volver a vernos hasta la boda. Luego, haremos como si no nos conociéramos. —Mis palabras suenan duras y definitivas, sorprendiendo a Elliot.

El intenta hablar, pero su respuesta se ve interrumpida por la llegada de Charlotte, que trae cervezas frías y rompe el tenso momento con su presencia. La conversación incómoda queda suspendida en el aire mientras nos sumergimos en el sonido de las botellas destapándose y el chisporroteo de la cerveza al ser vertida en los vasos.

—Aquí están las cervezas bien frías. —Dice Charlotte entregándome uno de los vasos.

Miro a Charlotte agradecida y asiento. —Gracias, Charlotte. —Tomó el vaso y agradezco la interrupción que ha aliviado el incómodo momento con Elliot.

Ella asiente y se sienta a mi lado nuevamente, creando un nuevo dinamismo en el grupo. La conversación fluye, aunque en mi mente aún resuena mi firme decisión de mantener una distancia entre Elliot y yo.

Sin embargo, no puedo evitar notar que los ojos de Elliot siguen buscándome. Mientras sostengo el vaso, siento el choque de emociones dentro de mí. Por un lado, estoy decidida a mantener mi distancia por el bien de todos, pero por otro, una parte de mí se pregunta si podríamos encontrar un equilibrio en medio de esta confusa atracción que compartimos.

—Si me disculpan —dije poniéndome de pie —necesito devolver una llamada urgente.

—Claro, ocupa la oficina. — me dice Dylan con una sonrisa.

—Gracias.

Ingresó a la sala y caminó por el pasillo hacia la oficina de Dylan, dejando atrás el ruido de las conversaciones en el patio trasero. En realidad, no tengo ninguna llamada que devolver; solo necesito un respiro, alejarme unos minutos de las miradas intensas de Elliot.

Antes de entrar en la oficina de Dylan, decido pasar por el baño para refrescar mi rostro y calmar mis pensamientos. Salgo del baño y, de repente, me encuentro de frente con el pecho de Elliot.

—Pensé que estabas en la oficina. —me dice con un tono serio. —Yo vengo al baño.

—Para allá voy ahora. —respondí sin mirarlo.

Pasé por su lado en dirección a la oficina, escuchando los pasos de Elliot detrás de mí.

—No solicite ninguna escolta.

—¿Qué te pasa? —me preguntó cerrando la puerta detrás de él.

—Nada.

—Alessia... si estás así por lo de Maya.

Suelto una carcajada irónica. —¿Qué te hace pensar eso?

Se acerca a mi y me vi obligada a mirarlo—De verdad no quieres seguir con esto.

—No, no quiero seguir con esto.

—¿Por qué?

—Porque no quiero.

Elliot, para mí es el típico mujeriego que levanta una piedra y tiene a millones de mujeres dispuestas a complacerlo y acostarse con él. Es una persona que disfruta del control y el orden, que impone seguridad, determinación y frialdad, logrando obtener todo lo que desea.

Toma mi mentón con delicadeza y lo alza para que lo mire. —¿No te mueres de ganas de besarme? Porque yo sí. —dice, acariciando mi labio inferior con su pulgar.

Sí, lo deseo, pero no puedo permitirme volver a involucrarme con él, nunca pensé en involucrarme con él y aquí me tiene con sus manos en mi rostro a escasos centímetros de mis labios.

—No. —respondo, luchando contra mis propios deseos.

Puedo separar el amor del sexo sin compromisos, pero con él, sé que la línea entre ambos es más delgada de lo que parece. No puedo aceptar simplemente sexo, porque intuyo que eso me llevará a enamorarme de él, en realidad, en todos los escenarios que pasan mi cabeza; termino enamorándome de él. Excepto el que acabo de tomar. Necesito evitar un corazón roto, y la mejor forma de evitarlo es alejándome todo lo que pueda de él.

—No te creo. —roza sus labios con los míos.

—No me importa. —pongo distancia con mis manos entre su cuerpo y el mío— Y por favor déjame en paz.

—¿De verdad es lo que quieres? —pregunta, con un rostro serio.

Asiento y me separo de él. Camino hacia la puerta, pero antes de tomar la manija, me doy media vuelta para mirarlo; está de espaldas a mí.

—Sí. —respondo y me acerco a él.

Se gira y me mira confundido. —¿Sí, qué?

Tomo aire y me acerco decidida a besarlo. Al principio, no corresponde, pero a los segundos, posa sus manos en mi cintura y profundiza el beso.

Es solo un beso de despedida, me repito, tratando de convencerme a mí misma.

Se separa lentamente de mí para tomar aire. —¿Quieres que te deje en paz?

—Necesitamos poner espacio entre ambos. No buscamos lo mismo. Tú no quieres una relación estable, y está bien, lo comprendo y lo respeto, pero yo no soy un simple pasatiempo ni una más de tus polvos.

—Es todo lo que tengo para ofrecer. No soy de tener relaciones románticas. Para mi el amor no existe, y eso jamás cambiará. Lo tomas o lo dejas. —expresa con frialdad.

Un nudo se forma en mi garganta, pero lo trago y hablo con toda mi fuerza. Necesito detener esto ahora, antes de que sea demasiado tarde.

—Lo sé, y... lo dejo. Eres así y está bien, así eres tú, pero yo no soy así, buscamos cosas distintas y tampoco cambiaré.

—Bien, que tengas suerte con tu búsqueda. —su rostro es inexpresivo.

—Será mejor que vuelva. —doy media vuelta para caminar hacia la puerta, dejando a Elliot de pie en medio de la oficina.

Regreso hasta la terraza, donde me siento al lado de Charlotte, tratando de ordenar mis pensamientos, sintiendo la mezcla de anhelo y autodeterminación que me envuelve.

—¿Todo bien? ¿No viste a Elliot? —preguntó Dylan.

Traté de forjar una gran sonrisa. —Sí, todo bien. Era del restaurante. Necesitan apoyo esta noche en el turno; uno de los chef está enfermo. Y no, —miento. Guardó silencio unos segundos y continuó— No. no vi al agente por suerte.

—Quizás está hablando con Maia. —sugiere Charlotte.

Mi sonrisa falsa cambia a una mueca de desagrado.

—Qué no te escuche Elliot... —Responde Dylan riendo.

—¿Qué no escuché qué? —pregunta Elliot volviendo a donde estamos todos.

Elliot me observó por unos segundos antes de sentarse, su semblante tenía una pequeña capa de frialdad.

—Nada amigo...

—¿Qué les parece si el próximo fin de semana nos vamos a Miami? —propone Charlotte y Dylan mirándose.

—Nuestro último fin de semana antes de casarnos. —sonrió Dylan.

Elliot bufó y antes de hablar, Dylan lo interrumpió. —Tenemos todo preparado, y tú, Ale, no puedes negarte.

Un fin de semana solo los cuatro no me parecía una buena idea, especialmente si quiero mantenerme lo más lejos posible de Elliot.

Finjo una sonrisa apenada. —Tengo que trabajar el proximo fin de semana.

Charlotte me mira con una sonrisa. —No, no trabajas. Ya te había preguntado con antelación.

Hice una mueca, abrí la boca para decir algo, pero Elliot se me adelantó. —No cuenten conmigo.

Dylan lo miró con una sonrisa y se llevó el vaso a la boca antes de hablar. —Es nuestro último fin de semana, y queremos compartirlo con nuestros mejores amigos.

—Sí, vamos, no sean aburridos; vamos, lo pasaremos bien. Son nuestros padr...

Miro de reojo a Elliot, y éste rueda los ojos. —Somos sus padrinos y bla bla bla. ¿Si vamos, dejarán de insistir?

Charlotte sonrió victoriosa.

—¿Perdona? ¿Vamos? —pregunto haciendo gestos para expresar mi desconcierto. —¿Acaso me está incluyendo?

—Sí, chef, somos los padrinos y es nuestro deber. —Me sonríe egocentricamente.

Bufo y respondo no muy convencida. —¿Cuándo nos vamos?

—El vuelo sale el jueves a las tres de la mañana.

—Yo salgo a la una y media de la madrugada ese día.

—Puedes dejarme tu maleta y tus cosas listas, amiga, y pasamos por ti para irnos al aeropuerto.

—Puedo ir en un taxi, pero te acepto lo de dejarte mi maleta y la llevas por mi.

Aún no me convence este fin de semana en Miami, pero ya decidieron por nosotros.

En eso el timbre suena y Charlotte se pone de pie —Deben ser los demás.

Desde la sala se escuchan murmullos y risas que se aproximan hasta nosotros y comienzan a saludarnos uno por uno.

—¡Ale! Qué alegría verte. —Phillips me saludó con una sonrisa.

Sonrío amablemente, dejando mi vaso sobre la mesilla. —Hola, Phillips. Digo lo mismo.

Las conversaciones se extendieron un poco, todos hablan muy animados, Charlotte y las chicas hablan sobre sus trabajos. Phillips me pregunta sobre mis días en el restaurante y Elliot conversa con Dylan pero sin dejar de prestar atención a nuestra conversación.

—Pues, comamos algo y luego puedes irte a trabajar. —Dice Dylan con una sonrisa interrumpiendo toda conversación.

Nos sentamos todos a la mesa a disfrutar de la comida y de las conversaciones que van surgiendo en medio de la tarde noche. Como siempre las miradas que nos damos con Elliot son cargadas de intensidad y deseo.

—¿Tú también estás soltero? —pregunta Sophia a Phillips.

Phillips me lanzó una mirada rápida, guiñandome el ojo antes de responder, y Elliot frunció el ceño, tensando la mandíbula.

—Por el momento si estoy soltero.

El ambiente se está volviendo un poco incómodo; Elliot no deja de mirarme y Philips de tirarme indirectas para que sea su acompañante a la boda.

A pesar de que Elliot conversa con Dylan sobre equis tema, siempre está prestando atención a todo lo que hablo, especialmente cuando hablo con Phillips.

—¿Quién más irá con pareja? —preguntó Mía.

Niego —Voy sola. No tengo pareja. —Sonreí, notando la mirada fija de Elliot en mí.

—¿Patrick al final podrá ir? —preguntó Charlotte.

—No —hizo un puchero. —No logró posponer la convención.

—Entonces estarás con nosotras —le dice Sophie a Mía—. Yo también iré sola.

—El trío de la soltería —comenté entre risas.

Todas rieron, pero al ver la hora en mi reloj.

—¿Ya te vas? —preguntó Charlotte.

—Sí, debo ir.... al restaurante.

Comienzo a despedirme de los presentes y, al llegar el momento de decir adiós a Elliot, estiré mi brazo para estrechar su mano.

—Adiós, agente —dije lentamente, tratando de contener las sensaciones que el roce de su piel genera.

—Adiós, Ale... Chef —respondió con un tono de voz frío y cortante.

Muerdo fuerte mi labio inferior tratando de reprimir esa sensación extraña que recorrió mi piel al oír su tono frío. Doy media vuelta y caminó hasta la salida.

—¿Quieres que te lleve?— ofreció Phillips.

Escucho el bufido de Elliot, y frunzo el ceño.

—No, gracias vine en mi propio auto. —respondo con una media sonrisa.

Philips asiente con una sonrisa derrotada.

Salgo de la casa, caminó lentamente hasta mi auto veo el suyo estacionado detrás del mío y un escalofrío atraviesa mi cuerpo al recordar la noche en que nos conocimos y todo lo que ha pasado entre nosotros.


El jueves llegó y me encuentro terminando mi turno en el restaurante, me siento un poco nerviosa al saber que pasaré todo el fin de semana cerca de Elliot, desde el sábado no he sabido absolutamente nada de él, no lo he visto, ni hablado y asumo que tampoco ha pasado por el restaurante.

—¿Por qué miras tanto tu reloj? —pregunta Marco con diversión.

—No es nada. —sonrío débilmente mientras continúo limpiando la cocina.

Faltan apenas veinte minutos para que el turno concluya. La cocina cierra a la una de la mañana, permitiéndonos limpiar y no salir tan tarde en la madrugada.

De repente, mi celular suena, anunciando un mensaje. Lo cojo y leo las palabras de Charlotte.

Charlotte:

Amiga, estamos en camino al aeropuerto. ¿Ya saliste?

Alessia:

Salgo en cinco minutos. Nos vemos allá.

Guardo el celular en mi bolsillo y me dirijo al equipo para despedirme.

—Equipo, hasta el lunes. Descansen quienes tengan libre y para los que trabajan este fin de semana, que todo les salga bien. Buen fin de semana a todos. Buenas noches chicos.

—Buenas noches Ale, igual para ti. Que descanses —se despide Marcos y los demás.

Voy en taxi camino al aeropuerto, cada segundo que pasa me parece una pésima idea de pasar el fin de semana juntos, esto será muy incómodo y arruinaremos con nuestras discusiones el ambiente relajado que los novios desean, pero no todo es malo, nos quedaremos en un hotel y podré relajarme en la piscina.

Al llegar al aeropuerto camino rápidamente hasta el lugar de encuentro que habíamos acordado anteriormente. Divisó a Dylan a lo lejos, y caminó rápidamente hasta ellos revisando mi reloj con nerviosismo. 

—Perdón la demora, me retrase en la salida del restaurante y luego me costó tomar un taxi.

—Llegas cuarenta minutos tarde. Menos mal que tenemos tiempo aún.—dice Elliot mirando su reloj.

Ruedo los ojos y me giro hacia Charlotte para saludarla.

—No le hagas caso, llegas justo a tiempo. —Dice Charlotte abrazándome.

—Vamos, se nos hace tarde. —Dice Dylan entrelazando los dedos con Charlotte.

—¿No conoces la puntualidad? —espeta Elliot a mi lado.

Me detengo en seco, al ir unos pasos delante de él puedo girarme y quedar frente a él para enfrentarlo. —Mira.. agente, tengo un trabajo en el que al último segundo puede entrar un nuevo pedido y por políticas del restaurante se atiende igual, segundo una cocina debe quedar perfectamente limpia antes de salir del restaurante y tercero. No tengo porque darte explicaciones a ti.

Vuelvo a girarme para continuar mi camino hasta el avión, miro de reojo a mi izquierda y luego a mi derecha y no veo a Elliot caminar detrás mío, me detengo y me giro para mirarlo quien se quedó de pie anonadado por mis palabras.

—Muévete señor oficial, se nos hace tarde. —Sonrío con maldad y continuó caminando.

Tres horas más tarde, ingresamos al hotel Fontainebleau, donde pasaremos el fin de semana para relajarnos y divertirnos, según lo dicho por los novios.

—.... Aquí tienen las tarjetas de ambas suites.

¿Ambas? ¿Suites?

—¿Qué? —pregunto sorprendida. Miró a Charlotte quien tiene el ceño fruncido sin comprender nada.

—Debe haber un error, yo reservé tres suites.

El recepcionista comienza a ponerse nervioso y titubear, mientras observa su computador tecleando rápidamente.

—El sistema dice que una de las habitaciones fue cancelada. —aclara el recepcionista.

—Pero cómo es posible yo reservé tres suits. Y no hemos eliminado ninguna reserva —habla Charlotte enojada.

—Lo sentimos señorita, debió haber sido un error del sistema. — se disculpa buscando en su computadora— buscaré otra suite disponible.

—¿Es muy descabellado sugerir que ustedes compartan habitación? —nos pregunta Dylan mirándonos a Elliot y a mi. —Serán solo tres noches.

—Amor, ¿quieres que nuestros padrinos se maten? —dice Charlotte riendo.

El fin de semana de relajación se acaba de ir al carajo. Elliot y yo nos miramos, una mezcla de incredulidad y sorpresa en nuestros rostros. Compartir habitación no está en los planes, especialmente después de toda la tensión no resuelta entre nosotros.

—Por mi no hay problema, ¿a ti te molesta?

—No creo que sea una buena idea.

Respondemos al unísono, y abro mis ojos grandes al escuchar sus palabras.

El recepcionista, ante la incómoda propuesta y la tensión que se siente en el aire, busca rápidamente en su computadora buscando una solución.

—Lo siento mucho, parece que el hotel está completamente lleno hasta mañana a las cinco de la tarde.

—Genial, simplemente genial —murmuró frustrada y veo el rostro de decepción de Charlotte.

—Mis disculpas nuevamente. —murmura el recepcionista.

Charlotte se gira para seguir con el tema de las habitaciones, Dylan nos observa detenidamente a mí y a Elliot, este último le sonríe a una mujer que lo mira descaradamente.

Son las seis y media de la mañana y este idiota esta ligando.

—¡Ey guapo!, mi habitación es la 8015 por si quieres pasarte. —Le dice la mujer cuando pasa por su lado.

Porque me tiene que pasar esto a mi. Si, si me molesta, no quiero compartir la habitación todo el fin de semana con Elliot. Siento dos pares de ojos mirándome fijamente a la espera de mi respuesta, miro a Elliot quien está pendiente de la mujer que le dio el número de su habitación.

—Claro, nos vemos. —responde Elliot con la misma sonrisa coqueta.

Intento ignorar el hecho de que mi respiración se volvió más pesada.

Con las tarjetas en mano, nos dirigimos hacia el ascensor en un silencio incómodo. La tensión entre Elliot y yo es palpable, y Dylan y Charlotte intercambian miradas incómodas, sintiendo la atmósfera tensa que nos rodea.

Al llegar a nuestro piso, descendimos y nos dirigimos a nuestras habitaciones, acordando encontrarnos en el lobby a la una para ir a almorzar.

—¿Tanto te molesta compartir una habitación cuando ya hemos dormido juntos? —pregunta Elliot, cerrando la puerta de la suite.

La pregunta flota en el aire, dejándome sin una respuesta inmediata. La realidad es que compartir una habitación con Elliot no es simplemente una cuestión de comodidad o incomodidad; es un intento constante de alejarme de él, pero parece que el destino tiene otros planes.

Me giro hacia él. —Sí, me molesta porque no quiero compartir una habitación contigo. No quiero estar cerca de ti.

Se acerca hasta mí, y retrocedo, sintiendo el peso de su presencia.

—¿Por qué? podríamos pasarlo bien. —sonríe coqueto.

—Este fin de semana será una tortura. —suspiro— ¿Esto fue tu idea, verdad?

Me mira sorprendido. —¿Mi idea? ¿Acaso no recuerdas que Charlotte y Dylan lo sugirieron?

Sonrió irónicamente —No el viaje idiota. En las habitaciones, vi la mirada que le diste a Dylan.

—¿Tú crees que quiero compartir una cama contigo? —dice acorralándome contra la pared.

La proximidad entre nosotros aumenta la intensidad de la situación. Su mirada, llena de desafío, encuentra la mía, y el aire se llena de una tensión sexual palpable.

—No es por eso. No soportas saber que no estoy interesada en ti. ¿Qué pensabas? ¿Que iba a aceptar compartir una cama contigo? Prefiero dormir en el pasillo.

Elliot sonríe de manera seductora, como si disfrutara del juego. —No estás siendo honesta contigo misma, Alessia. Sé que deseas que esto suceda.

—No sabes nada de lo que deseo —replico, intentando desviar mi atención de la cercanía abrumadora entre nosotros.

Sus labios rozan ligeramente mi oído, enviando escalofríos por mi espina dorsal. —Tu cuerpo dice lo contrario, Alessia. Puedo sentirlo.

Mi respiración se acelera, y un escalofrío recorre mi piel.

—¿Por qué aceptaste? —con sus labios roza detrás de mi oreja provocando escalofríos.

La tensión sexual alcanza su punto máximo, y aunque intento mantener mi postura firme, siento que mi resistencia comienza a tambalearse.

Muerdo mi labio inferior antes de responder. —Creo que tanta adrenalina te está afectando el cerebro. —Se aleja para mirarme al rostro, y le sostengo la mirada— Es que no te das cuenta de que nuestros amigos hicieron esta escapada para poder relajarse antes de su boda. Por eso acepté, para no estropear nada.

—Mira, puedes quedarte en la habitación. —Se aleja unos pasos de mí y se dispone a caminar hacia la puerta— Yo tengo otro lugar donde pasar la noche y no aquí con una amargada.

Mi sangre hierve —No es necesario que vayas a mendigar una cama. Iré a recepción y reservaré la habitación que ofrecieron.

Sigo pegada a la pared. Elliot se dio media vuelta y pegó su cuerpo al mío. —¿Te molesta que vaya a dormir en otra suite con otra mujer?

Suelto una risa sarcástica. —Por supuesto, Elliot, me molesta demasiado. —Respondo con ironía—. Pobre chica que tiene que compartir su cama con un idiota como tú.

—Tu también has compartido la cama conmigo, y no recuerdo que haya sido una experiencia tan horrible

Mi respiración se acelera cuando su mano recorre mi espalda. Cada roce deja un rastro de calor, y mi piel reacciona ante la electricidad que se desata entre nosotros. Intento mantenerme firme, pero la proximidad con Elliot despierta una mezcla de emociones contradictorias.

Su cercanía es como un imán que tira de mí, desafiando cualquier resistencia que pueda tener. Siento el latido acelerado de mi corazón, resonando en mis oídos como un eco de la tensión creciente. Mis manos, instintivamente, buscan apoyo en la pared detrás de mí, como si necesitaran anclarse para resistir la fuerza magnética que nos envuelve.

Elliot, con su mirada intensa, parece leer cada pensamiento que atraviesa mi mente. La habitación se llena de una atmósfera cargada de deseo y una tensión que se palpa en el aire. La contradicción entre la razón y la atracción se vuelve más profunda, y una parte de mí se debate entre ceder a lo que ambos sabemos que está prohibido y mantener la distancia por el bien de la amistad.

—No dormiremos juntos. —murmuro.

—No, claro que no.

Su mano sigue recorriendo mi espalda, enviándome corrientes eléctricas a todo mi cuerpo. Cada caricia parece una invitación a perderme en un abismo de deseos prohibidos. Mi resistencia se desvanece ante la intensidad de sus toques, y aunque intento tener una fachada de determinación mi cuerpo reacciona por sí solo.


Holaaa!!!

Ya somos 2k de vistas 🧡🥳🎉

Quiero dar las gracias a todos ustedes por leer y disfrutar de esta historia. 🧡

Espero que sigan disfrutando de esta historia.

¿Qué les parece?

Tu apoyo es esencial para mi, así que no olvides comentar y votar 😊

Gracias por leer, un abrazo 🧡

Millones de gracias nuevamente a todos. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro