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Se busca influencer. Razón aquí
Tres días desde el último vídeo subido. Dieciséis mil ochocientas visualizaciones.
Era una buena cifra, pero no podía bajar la guardia. Ese verano había sido muy productivo, pero Jack era consciente que solo quedaba una semana para el nuevo curso y una vez empezaran las clases no podría subir tanto contenido al canal. Lo que significaba menos ganancias a final de mes.
Necesitaba ideas nuevas. Tenía suficiente material para cubrirse las espaldas hasta noviembre. Tal vez con un par de sketches más...
—¿Qué va a tomar? —escuchó una voz que lo sacó de sus pensamientos. Sin darse cuenta había hecho toda la cola del Lucky Cat Café y ya era su turno.
—Café con leche bien cargado, un bagel de rosbif y... em...
—Un te chai para mí.
Una chica de piel oscura y con el pelo teñido de verde degradado a violeta hasta las puntas se había colocado a su lado y sonreía como si el hecho de que Jack la invitara a un te fuese lo más normal del mundo. Y sí lo era.
—¡Thía! ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo has vuelto?
—Ayer por la noche. ¿Me has echado de menos?
—Por supuesto que sí.
—Y encima me mientes en la cara. Seguro que te has pasado todo el verano pegado a la cámara o al ordenador montando tus vídeos de persona famosa.
—No soy famoso —. Jack hizo un puchero mientras su amiga Thía recogía sus bebidas.
Aún hacía buen tiempo así que decidieron dar una vuelta por el centro mientras desayunaban y se ponían al día. Thía había sido su primera amiga cuando empezó el grado de comunicación audiovisual en la universidad y probablemente la mejor compañera de clase que cualquiera podía desear. Cada año por las vacaciones de verano iba a visitar a su familia materna en Jaipur, por eso se pasaban prácticamente dos meses y medio incomunicados. Por eso, cada vez que se volvían a encontrar Jack se sorprendía de lo guapa que era su amiga, como si cada año ganara un poquito más en belleza; pómulos altos, sonrisa embriagadora y esos ojos verdes que parecían cuarzos amarillos cuando les daba el sol. Y no solo era algo físico, era su forma de moverse como si fuese un riachuelo, su forma de vestirse llena de contrastes, pero sin dejar de lado cierta elegancia. Thía estaba hecha para que la mirasen. No era de extrañar que ganara las votaciones para ser la delegada de su clase cada año, fuese la portavoz de mil movidas de la universidad y cualquier estudiante de la facultad de comunicación supiese quien era. Lo que sí sorprendía a Jack es que una chica así hubiese sido su novia por tres meses.
—¿Y qué novedades hay por aquí? —preguntó Thía después de explicarle a Jack todas locuras que había hecho con sus primos pequeños.
—Pues... tenemos una nueva compañera de piso, creo que llegó el... ¿domingo? Parece maja, no hemos hablado mucho. Oh, y olvídate de ser mi acompañante en la boda de mi prima.
—¿Vas a llevar a otra en vez de a mí? Como no sea un ligue que te hayas conocido este verano voy a ofenderme.
—Nah, no te preocupes. Se ha cancelado el compromiso.
Thía se atragantó con el notición que había soltado Jack, hecho que hizo que se le escapará una buena risotada.
—Un momento... me estás diciendo que la pareja perfecta, el modelo a seguir de toda la maldita ciudad... ¿Han roto? ¡¿Qué coño ha pasado mientras yo no he estado?!
—No lo sabemos... bueno, Anna ha acogido a Elsa en su casa, pero no nos cuenta nada. Está protegiendo la intimidad de su hermana como un perro guardián.
—Espero qué estén bien, dentro de lo que cabe...—. Thía no pudo evitar un pequeño puchero—. ¡Joh, tío! Tenía un vestido precioso para la ocasión: con los brazos y la parte del escote con transparencias y pedrería dorada... ¡Íbamos a ser la pareja más guapa de la boda! A parte de los novios, claro.
—Con todos ustedes Thía Baudin, damas y caballeros, que no le cabe la empatía en el cuerpo porque su ego es demasiado grande —bromeó Jack poniendo voz de presentador de la tele.
—¡Vete a la mierda!
Thía le intentó dar un empujón cariñoso, pero Jack se apartó a tiempo, haciendo que la chica trastabillara y casi cayera de bruces en el suelo. Empezaron a perseguirse por la calle entre risas y llamando la atención a los transeúntes, pero les daba igual que pudieran pensar que eran demasiado mayores para esos juegos. No importaba. Lo que importaba de verdad era que solo les quedaba un curso por delante siendo compañeros de clase y luego... ¿Quién lo sabría? Querían disfrutar cada pequeño momento que tuviesen tal y como lo habían hecho desde que se conocieron: riendo, molestándose, trabajando juntos y, en definitiva, siendo buenos amigos.
Al mediodía Jack acompañó a Thía hasta su casa. Nada más llegar al portal y justo cuando se iba a despedir de su amiga, ella se giró con el semblante muy serio.
—Esta mañana el decano se ha puesto en contacto conmigo —dijo de pronto y sin tapujos—. Me ha dicho que es posible que organicen un concurso para montar un anuncio de la universidad. Y tal vez me escojan como jurado.
—Y eso es... ¿malo?
—No, pero... Jack, el premio no solo va a ser que saquen el anuncio escogido por el canal nacional, no solo en Burgess. En toda Bélgica. Y habrá bastante pasta en juego. Creo que, si al final el concurso sale adelante, deberías presentarte.
—No sé, Thía —Jack se rascó la cabeza algo incómodo—. Ya sabes cómo es mi estilo, no se me da bien hacer vídeos serios... Y me tocaría mucho los huevos que empezaran a modificar mi trabajo.
—Jack, si realmente quieres dedicarte a eso, vas a encontrarte con jefes idiotas que querrán cortarte tu lado creativo. Tarde o temprano tendrás que empezar aprender como gestionarlo si te toca vivirlo.
—Quién sabe —Jack se encogió de hombros y escondió las manos en los bolsillos de los pantalones—. El canal me va bastante bien, ya tengo veinte mil suscriptores, más o menos. Tal vez pueda ser mi propio jefe.
Thía le regalo una sonrisa llena de cariño. Estuvo a punto de recolocarle su caótico flequillo, pero al final bajó la mano y le dio un apretón en el hombro.
—Tu solo... ¿piénsalo, de acuerdo? Sé que vales para esto.
Jack asintió con la cabeza, no muy convencido. Pero Thía siempre le había aconsejado bien. Tal vez sí que se lo pensaría. O tal vez, a lo mejor el concurso no se terminaba haciendo. Cambiaba de opinión a cada segundo que pasaba pero debajo de todo su conflicto mental, había un ronroneo constante que le decía que, así como estaba la situación en el piso, un poco de dinero extra no le iría mal.
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Curiosidades:
- Thía Baudin es una versión humana que he creado para Toothiana, el hada de los dientes. En la historia su padre es belga y su madre india (porque en los libros de William Joyce es de origen del Sureste Asiático). Para su aspecto físico humano me basé en un fan art de la artista @ aleikats porque me parece una guapada:
Si has leído hasta aquí, gracias de todo corazón por darle una oportunidad a esta historia pese a que el fandom de The Big Four esté medio muerto ya.
¡Nos leemos a la próxima actualización!
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