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Nos dirigimos al barrio de Pioneer Square bajando por la Tercera Avenida y la calle Cherry hasta llegar a la Primera Avenida, antes de la esperada cita para esta tarde. Comemos en un restaurante de los alrededores y, cuando terminamos, paseamos cogidos de la mano.

Nos sentamos en un banco y observamos el bonito ambiente mientras Sophia está saboreando un helado de chocolate. Ahora se la ve feliz. De hecho, parece tan feliz que inesperadamente detiene a un desconocido, saca el móvil y le pide que nos haga una foto. El hombre, de tez pálida y pelo oscuro, acepta educadamente y nos dice que sonriamos. Sophia se pone a mi lado y yo la rodeo con el brazo. Mostramos nuestras mejores sonrisas a cámara y ella le da las gracias al hombre.

—Recuerdos —indica mostrándome la imagen—; pero de esos que se pueden revivir con solo mirarlos.

—Están en todos lados —me quejo—. Algún día enfermaré de tanto escuchar la palabra «recuerdo».

—Estoy tan familiarizada con ese término que ya lo considero parte de mí —repone Sophia seria pero un tanto ofendida. Sigue a un coche con la mirada distraídamente—. Tarde o temprano también formará parte de ti, ya lo verás.

Me encojo de hombros.

—Sí, ya lo veremos —contesto apretando su mano.

De camino al hotel, Sophia se detiene en una tienda de ropa para comprarse algo para ponerse en nuestra cita, por lo que no me deja entrar con ella. La verdad es que la espera no es tan larga como preveía, porque, al parecer, Sophia tiene muy claro lo que busca. Finalmente, sale de la tienda con un par de bolsas y una sonrisa de satisfacción.

Cuando llegamos a la habitación, yo estoy cambiándome de camiseta justo cuando entra ella para meterse en el baño. Se detiene de golpe y me mira de arriba abajo como si me viera por primera vez; advierto que su mirada se para en mi pecho desnudo.

—Sophia... —mascullo para deshacer esa situación tan... extraña— voy a llenar el depósito del coche y te espero en el vestíbulo de aquí a media hora, ¿vale?

—Claro. —Sacude la cabeza de un lado a otro, como si hubiera salido de un ensimismamiento—. Estaré lista.

—Bien. —Sonrío y acabo de vestirme.

Ella entra en el baño tras unas cuantas vacilaciones.

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