CAPÍTULO 27
Mis ojos hicieron contacto con los de ella, los cuales estaban desbordantes de lágrimas. ¿Qué había sucedido?
Me preocupé, nunca la había visto tan descompuesta y nerviosa. Su pequeño cuerpo temblaba sin parar y abrió la boca para decir algo, pero a causa de su ataque de llanto no pudo decir ni una sola palabra.
Estuve a punto de preguntarle qué había sucedido, pero ella saltó de repente al interior de la habitación y me envolvió en un desesperado abrazo, interrumpiéndome así, de formular aquella pregunta.
— Juno, ¿qué te sucede? — le pregunté después de varios segundos cuando pude caer en cuenta de lo que sucedía. Algo muy malo le había sucedido para encontrarse en aquel estado.
— Ella... ella — atinó a decir, pero no pudo terminar la frase, ya que su voz se fue en un murmullo nervioso.
— Ven — le dije llevándola dentro de la habitación mientras cerraba la puerta detrás nuestro.
Juno se sentó sobre mi cama, le ofrecí un vaso de agua y ella lo tomó con sus manitos temblorosas. El tembleque en sus dedos hizo que varias gotas saltaran fuera del vaso y cayeran sobre las sábanas.
Fuera lo que fuera que le sucedió era grave.
— ¿Estás más tranquila?
Ella sintió quedadamente a mi pregunta, entonces me sentí en libertad de volver a preguntarle por su estado.
— ¿Qué sucede?
— Diana... ella...
La sola mención de su nombre me puso en alerta.
— ¿Qué? — me alteré y me arrodillé frente a ella. Ella se exaltó un poco cuando la tomé de los codos — ¿Ella te hizo algo?
Las lágrimas volvieron a los ojos de Juno. Mi amiga sorbió por la nariz con fuerza.
Tartamudeó un poco al principio, pero al final logró hablar con claridad.
— Ella da miedo — dijo y un nudo se formó en mi garganta.
Tuve miedo, por ella y por lo que pudo hacerle.
— ¿Estás bien? — le pregunté examinándola con la mirada para asegurarme que no tuviera ninguna herida. Pues, sabía lo extremista que podría llegar a ser Diana.
— Yo la cité para hablar — me dijo deteniéndome con la mirada. Mala idea, pensé, esa era una manera de provocarla. Seguramente Diana lo habría tomado como una amenaza.
— Y ¿qué sucedió? — la insté a seguir hablando.
— Quería arreglar las cosas con ella, había sido muy grosera con ella la última vez y quería discúlpame. Quería llevarme bien con la novia de mi mejor amigo. Era sólo eso, pero las cosas se salieron de control y no resultaron como esperaba.
Negué con la cabeza al escuchar sus palabras. Ella pareció preocuparse al ver que sus palabras me disgustaban.
— Intenté ayudar — comenzó a hablar con desesperación. Me tomó las manos para que no quitara mi atención de ella —. Sólo quería solucionar las cosas entre ustedes. Me dolía verte sufriendo por ella.
— Juno, te había dicho que no necesitabas preocuparte por mí.
— ¡No puedo hacer eso! ¡No puedo no preocuparme por ti cuando te quiero! — sus mejillas se tiñeron de rojo al reconocer que todavía conservaba sentimientos por mí.
— No te metas en mis asuntos — le dije y ella me miró con asombro por mi rudeza —. Vuelve a España y olvídate de mí.
Juno frunció el ceño con fuerza. Supe por esa pequeña expresión que no daría el brazo a torcer con tanta facilidad. Ella quería luchar por algo que había terminado entre nosotros, algo que, en verdad, nunca tuvo futuro.
— ¡Ella es peligrosa! — gritó con fuerza mientras se ahogaba con sus propias lágrimas.
— Ella ya no es...
— ¡No! — me detuvo — ¡Eso es lo que ella te hace creer! ¡Qué ha cambiado... pero es una mentira!
La miré consternado. Sus palabras no podían ser ciertas. Ella no conocía a Diana como yo, ella no había visto su gran cambio estos últimos meses, su determinación por ser alguien mejor.
— No, no hables si no sabes nada de ella.
Ella rio con algo de frustración — Te tiene totalmente engañado — dijo de manera triste y su expresión me asustó, era como si ella supiera algo que yo no.
— ¿Qué quieres decir?
— Ella es peligrosa, en la cafetería... — las palabras se atoraron en su boca, pero continuó igual, después de una honda respiración — al principio todo parecía marchar bien, la conversación iba tranquila, pero ella... de repente se transformó, no era nada parecida a cómo la vi la primera vez, a la Diana que ella te muestra. Me dio mucho miedo...
Tragué una bola de saliva que se me hizo dolorosa. Esto no podía ser cierto, Diana, ella había cambiado... ¿verdad?
— ¿Diana te hizo algo?
— Me... — un gemido nervioso escapó de su boca — ella me amenazó.
Su llanto se intensificó, al igual que todo el terremoto de su cuerpo. No podía dejar de temblar.
— Ella me dio tanto... miedo.
La miré intentando descifrar la veracidad de sus palabras, pero no pude hallar ni el menor indicio de que no lo fueran, pues, alguien que lloraba y temblaba como ella, no podía estar mintiendo, pero a pesar de todo, todavía quería guardar una pequeña esperanzas de que todo fuera un malentendido.
— ¿Te amenazó? — le pregunté de manera incrédula. Debía ser una mentira... Diana... ella no podría hacerlo.
Juno asintió con la cabeza. Su silencio fue ruidoso para mí. Hizo de mí un torbellino de sentimientos. Me sentí mareado cuando acabé de procesar sus palabras. No, no... no.
— ¿Te amenazó? — volví a formular la misma pregunta que ya había hecho hacía unos segundos atrás. No podía creerlo. Necesitaba pruebas de que era una mentira.
— Sí, me tomó de la ropa con fuerza. Pensé que iba a golpearme, pero no lo hizo. Creo que... si no hubiéramos estado en público seguramente sí lo hubiera hecho.
La miré con fuerza. ¿Podría estar mintiendo?
Ella temblaba de manera nerviosa, al borde de un colapso, y las lágrimas eran señal de su angustia interior. No, no podía ser una mentira si ella lucía así.
¿Podía Juno engañarme con lágrimas en los ojos?, si la respuesta era sí, pues era muy buena actriz, pero yo no tenía constancia de que ella lo fuera. Así que, muy a mi pesar, aunque me destrozara el corazón por una segunda vez, tenía que aceptarlo, tenía que aceptar la verdad... talvez... Diana no había cambiado.
Juno se aferró a mi cuerpo con fuerza.
La sentí temblar contra mí. Y yo no supe que hacer. Ni siquiera sabía lo que yo mismo quería. ¿Quería rechazarla? ¿Alejarla? O ¿Responder a su abrazo?
Al final cedí. Mis brazos se colocaron detrás de su espalda. No la abrasé con fuerza, sólo las posicioné allí, todavía algo confundido.
— Te amo — dijo y esas palabras me hicieron volver a la realidad.
La separé de mí intentando ser lo menos brusco posible. Estaba haciendo lo que no quería: darle falsas esperanzas.
— No... — intenté detener sus palabras, pero ella habló con más fuerza, superponiéndose a mi voz. Parecía no tener intensiones de ceder, ni de rendirse.
— Te amo, nunca dejé de hacerlo.
— ¡Basta! — le dije esta vez, alejándome de ella, dando varios pasos al centro de la habitación.
La miré fijamente. No quería ser rudo con ella, pero debería serlo si no tenía intenciones de desistir en su amor no correspondido por mí.
— Ella te engañó, ¿por qué crees que no lo haría una segunda vez?
— Basta, Juno...
— ¡No! ¡¿Por qué no puedo ser yo?! ¿Por qué no me amas como la amas a ella?
— Sabes que no puedo controlar al corazón, si así fuera, todo sería más fácil.
— ¡No! ¡No le eches la culpa a tu corazón! ¡Tú decides seguir con ella y permitir que siga jugando contigo! ¡Sólo déjala, ya te enamorarás de alguien más! — ella tartamudeó un poco a causa del nerviosismo — ¡Inténtalo una vez más conmigo! ¡Volvamos a España!
— ¡No quiero enamorarme de alguien más! — le grité, mi corazón golpeaba en mi pecho con fuerza, y mi respiración se sentía forzada — ¡La quiero a ella! ¡A nadie más! ¡Incluso si se trata de ti!
— ¿Incluso si te miente una y otra vez? — me preguntó y yo me quedé congelado.
¿Estaba dispuesto a aceptar una situación así? ¿A qué jugara con mi corazón una y otra vez?
— Yo... yo... — iba a contestarle, iba a decirle todo lo que estaba dispuesto a hacer y lo que no por la chica que amaba. Pero mis palabras nunca salieron, ya que fueron interrumpidas por un golpeteo a la puerta.
Miré la hora en mi celular. Eran las seis en punto.
¡Maldita sea! ¿Cómo iba a explicar esto?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro