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CAPÍTULO 22

¿Debería huir? ¿Salir corriendo? Mmmh, no lo sé, en mi estado talvez no era una muy buena idea.

Al final no tuve la oportunidad de escapar, ya que las personas al otro lado del pasillo me llamaron por mi nombre nada más al reconocerme.

— ¡Diana! — una voz femenina llamó por mí y me vi obligada a voltear en su dirección. La vi sentada sobre el banco agitando su mano al aire en un saludo y el chico a su lado me sonreía con entusiasmo y sorpresa.

Me acerqué a ellos actuando mi mejor cara de sorpresa. Y les mostré mi sonrisa más falsa, pero que parecía de las más reales. Tenía que fingir que todo estaba bien, no podía exponer mi embarazo, no quería que nadie lo supiera.

— Hola, chicos — los saludé cuando ya estuve junto a ellos. Meghan tenía una enorme sonrisa en el rostro que me resultó un poco tenebrosa. Había algo en ella que no me gustó nunca, pero no podía descubrir qué —. ¿Qué hacen aquí?

— ¡Estoy embarazada! — dijo Meghan y sonó extremadamente feliz por aquel hecho.

Por Dios, esta mujer es mi contrario exacto. A mí la noticia casi me destroza, en cambio a ella, parecía ser lo mejor que le había pasado en la vida.

— Feli-cidades — le dije algo insegura, pero intenté disimularlo. Era horroroso tener que felicitar a otro por el mismo hecho que a mí me asustaba.

Los condones de Carter realmente eran una mierda. Debería cambiar de marca.

— No, todavía no lo sabemos — se adelantó Carter apaciguando un poco el entusiasmo de su novia, quien le envió una mirada caprichosa y se abrazó con fuerza a su cuello.

— Ah, no — le dijo mientras le besaba la mejilla —. Estoy segura, puedo sentirlo.

En los ojos de Carter brilló algo parecido al miedo. Si yo no me hubiera encontrado en la misma situación que ellos posiblemente me hubiera burlado de él y de su terror a ser padre, pero no era nadie para hacer eso. Sino sería una muerta que se ríe de un degollado, ¿no?

Pareció que Carter quiso preguntarme algo, pero fue interrumpido en el momento que la obstetra llamó al nombre de su novia.

— Ahora vuelvo, cariño — se despidió de su novio de manera cariñosa —. Espérame aquí.

— Sí — dijo él sin poder ocultar su nerviosismo —. No iré a ningún lado — dijo, aunque su rostro denotaba una necesidad casi inhumana de salir huyendo de la situación como un cobarde, pero se contuvo en el lugar.

Lo miré de manera curiosa. ¿Cómo reaccionaría Marcus ante la noticia de mi embarazo? ¿Sería como Carter? ¿Sentiría miedo? O ¿Algo más?

— ¿Vienes por el bebé que fabricaste en mi cama? — Carter lanzó una carcajada. Había dicho un chiste para aligerar su propia tensión, pero detuvo su risa y cambió su expresión al ver que yo no me tomaba sus palabras como chiste, sino que estaba al borde de las lágrimas.

Carter pareció asustarse e incluso abrió la boca como si cayera en razón.

— ¿Qué sucede? ¿En verdad estás embarazada? — abrió la boca en una "o".

Y ya no lo soporté.

—¡Sí idiota!, ¿qué más vendría a hacer al pabellón de embarazadas?

Estaba furiosa. Sé que Carter no tenía la culpa y que no debería tratarlo así, pero toda esta situación me estaba superando.

Mis lágrimas se amontonaron en mis ojos y no tardaron en deslizarse por mis mejillas.

— ¡¿Qué haré ahora?! — me refregué los ojos con fuerza, intentando limpiar mis lágrimas, pero estas seguían cayendo.

Carter me miró asustado y se movió de manera incongruente sin saber que decir o hacer, ni como consolarme.

— ¿Estás bien? — me preguntó mirando a todas direcciones con algo de miedo, como si fueran a culparlo por mis lágrimas.

— ¡NO! — le recriminé y respiré forzadamente — Todavía me quedan unos meses para recibirme. ¡Dime! ¿cómo haré ahora? ¡Mi vida está arruinada!

Carter miró a nuestro alrededor con algo de cautela y después me habló despacio como si estuviera ofreciéndome la droga más peligrosa, pero sólo se trataba de una pregunta.

— ¿Has pensado en interrumpir el embarazo?

Mis lágrimas se detuvieron de repente a causa de la conmoción que me ocasionaron sus palabras. La verdad es que no lo había pensado, ni siquiera había pasado por mi mente, pero en ese momento me tomé la libertad de quedarme en silencio unos segundos para sopesar la idea... pues, no tardé mucho en llegar a una respuesta la cual fue muy clara para mí.

— ¡¿Estás loco?! — le pregunté casi en un grito y fruncí el ceño, pues me sentí algo ofendida — ¿Quién en su sano juicio abortaría un crío con tan buenos genes?

Carter me miró entre confundido y extrañado, seguramente no se espera una respuesta de aquel estilo. Mientras él intentaba asimilar mi respuesta, yo pensé como saldría el bebé, seguramente sería la cosa más hermosa del mundo. Con un padre como Marcus lo que menos podía esperar era un futuro modelo de reconocimiento mundial. ¿Debería comenzar a contactar con agencias de modelaje o todavía es muy pronto?

— Entonces, ¿sí quieres tenerlo? — me preguntó levantando una ceja solitaria.

— ¡No! — respondí de inmediato, lo pensé un poco, me imaginé a mí misma siendo parte de una familia con Marcus. Noches desveladas, teniendo un intruso de medio metro en medio de nuestra cama matrimonial llorando como condenado y la nariz llena de mocos. Un Marcus ojeroso, pero todavía sin perder aquello que lo hace endemoniadamente sexi, y yo, despeinada y con el pijama mal puesto diciéndole que se encargue él sin poder abrir los ojos a causa del cansancio. Era una escena que me atemorizaba, pero... de alguna manera se sentía muy cálida y hacía a mi corazón latir con fuerza — Bueno, no ahora, pero posiblemente en el futuro... — me sorprendí a mí misma por reconocerlo en voz alta. Yo y Marcus siendo una familia, ni en mis peores noches de fiebre aluciné semejante pesadilla, pero ahora me lo figuraba como un futuro utópico, como algo perfecto que podría ser de nosotros.

— Ahm – exclamó Carter –, ya lo entiendo... creo.

Sonreí involuntariamente al saber que yo ya lo entendía. Por fin sabía que quería de nosotros.

No era lo que quería ahora, pero sí en un futuro lejano.

Me miré la barriga que todavía permanecía plana.

— Bueno, creo que tendré que adelantar mis planes — dije en voz alta y Carter me miró raro al escuchar mis pensamientos expuestos.

— Eres rara — me dijo con una expresión indescifrable.

— Y tú un vulgar ladrón — lo ataqué, pero una sonrisa me delató.

— Pensé que eso había quedado en el pasado — dijo y exhaló un suspiro cansado.

Iba a responderle algo más, pero el sonido de la puerta de la doctora abriéndose me interrumpió.

— Júrame que no le dirás a nadie — le insté en un susurro apremiante mientras veía a su novia atravesar la puerta de la obstetra.

— ¿Qué? — me preguntó confundido por mi actuar.

— ¡Júralo!, no puedes decírselo a nadie, ni a Meghan — no hizo falta que le aclarara que estaba hablando de mi embarazo y que quería que guardara el secreto, él lo entendió perfectamente.

Carter me respondió con un asentimiento veloz, dándome a entender que aceptaba el juramento.

Meghan se acercó con cara de póker. ¿Qué diablos le sucedía? ¿Acaso había una complicación con su embarazo? Carter pareció pensar lo mismo ya que reaccionó de manera preocupada acercándose a ella con algo de desesperación.

— ¿Qué pasó? ¿Qué anda mal?

— Nada... — ella niega con la cabeza sin decir más palabras.

— Entonces, ¿no estás embarazada?

Ella vuelve a negar en un evidente signo de desilusión.

El rostro de Carter mutó enseguida ante sus palabras de preocupado a alegre por la noticia, incluso exclamó un "¡sí!" dando un pequeño salto en el lugar. Meghan se sorprendió ante su reacción y comenzó a llorar con fuerza.

— ¿No quieres tener un hijo conmigo? — le preguntó como si algo se rompiera en su interior.

Mierda, esto era muy incómodo. Quería que apareciera un hueco en la tierra para saltar en su interior y desaparecer.

— No es eso, cariño — Carter se vio asustado sin saber cómo arreglar la situación —, es sólo que somos muy jóvenes todavía.

Auch, eso dolió, seguramente se olvidó que todavía sigo aquí.

— ¡Eres un idiota! — dijo de repente con el rostro completamente rojo por la rabia y salió huyendo del lugar como un correcaminos

— Diablos — maldijo Carter y me miró con algo de pena —, es que estaba muy entusiasmada...

Asentí dándole a entender que comprendía lo que quería decir. Carter se despidió rápidamente y corrió detrás de su novia llorosa.

Diablos, eso sí que fue intenso.

Comencé a caminar en dirección a la salida del hospital repasando en mi cabeza lo vivido hoy una y otra vez.

¿Qué haría a partir de ahora? Nada sería fácil, eso lo entendía bien.

Sólo tenía claro una cosa, y eso era el primer paso en este nuevo lío en el que estaba metida: debía hablar con Marcus inmediatamente y contarle toda la verdad.   

Este era un problema de a dos.  

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