CAPÍTULO 48
Asentí, para afirmar sus palabras. ¿Quería hablar?, ¿De qué quería hablar?... ¿Y si mi plan no fracasó?, me pregunté si había sido muy tarde para rendirme, talvez... talvez por fin obtendría por lo que tanto luché.
— Pero aquí no — agregó Nicholas — sígueme.
— Yo también quiero ser parte de su conversación — Marcus interfirió antes de que me marchara a solas con Nicholas. Lo miré con el ceño fruncido. Entendía sus celos, pero no quería que interfiriera en la confesión de Nicholas. Era lo que tanto había estado esperando y no dejaría que nadie se interponga.
— Sería bueno que tú también escucharas lo que tengo que decir.
Me estremecí ante sus palabras. La verdad esperaba que la confesión fuera a solas. Pero igual no me opuse, una confesión es una confesión, después de todo.
Nos llevó hasta su habitación. Y cuando entramos, comprendí, que no se trataba de una confesión. Lea estaba dentro de la habitación, estaba sentada en la cama de Nicholas, de brazos cruzados, como si estuviera esperando mi llegada. Ella ya sabía que vendría.
¿Qué estaba pasando?
Mi corazón se aceleró, al comprender que las cosas marchaban mal. Pude saberlo por la expresión de disgusto de Lea al verme, y por el gesto descorazonado de Nicholas. Mi mayor miedo se había hecho real. Eso que tanto me había estado atormentando los últimos días. Mi plan no había funcionado, y no sólo eso, algo peor estaba pasando, mi plan había sido descubierto. Podía saberlo con sólo leer el ambiente y las miradas decepcionadas en sus rostros.
— ¿Tienes algo que decir? — me preguntó Nicholas y mi corazón se quebró.
Este era mi final, había caído, estaba en el pozo, y aun peor, sería enterrada en él por las personas que más amaba.
No puedo confesarlo en voz alta, por lo tanto, sólo me dispongo a negar con la cabeza.
— ¿De qué estás hablando? — preguntó Marcus, y se oyó enfadado, seguramente debe estar pensando que la culpa la tiene Nicholas de todo lo que está pasando. Le agradezco mentalmente que confíe en mí, y rezo para que siga teniéndome la misma confianza después de que todo salga a la luz.
¿Marcus, me amarás de la misma manera después de que sepas la clase de persona que soy?, ¿De todo lo que soy capaz de hacer por amor?, ¿En el monstruo que me he convertido?
— De esto — le contesta Nicholas a Marcus y le mostró un teléfono.
— ¿Pudieron arreglarlo? — preguntó Marcus.
— No sólo eso — respondió Nicholas.
— ¿Qué quieres decir? — Marcus lo miró extrañado.
— Por fin pudimos comprender lo que sucedió esa tarde — a pesar de que Nicholas hablaba con Marcus, me miraba a mí. Y sabía que sus ojos eran mi condena. Ya había comprendido todo. Sabía que había sido yo — El mensaje del que Lea hablaba, era real, está en su celular, ¿Sabes quién lo envió y a qué hora? — me preguntó esta vez a mí.
Pero yo no respondí, a pesar de que sabía que ya no tenía sentido negarlo. Había sido descubierta y no había manera que yo pudiera parar lo que se venía.
Entonces comprendí que no había caído en ningún pozo, había hecho algo peor, había cavado mi propio pozo y me estaba enterrando sola. Tenía tierra en mis pies y en mi cabeza. No había salida.
— ¿No sabes? — me preguntó y vi que comenzaba a perder la paciencia — El mensaje fue enviado el miércoles a las diecisiete horas — me mantuve en silencio con las lágrimas al borde de mis ojos, pero las contuve allí, no les dejaría que me vieran llorar, de nada me valía victimizarme ahora — ¡Y fue enviado con mi celular!
— ¡No la juzgues a ella sin tener pruebas!, eso no dice nada, pudo ser cualquiera — lo interrumpió Marcus al entender a donde apuntaban las palabras de Nicholas.
— Esa tarde estuve con Diana en una cafetería — le aclaró Nicholas — En algún momento de descuido, habrá tomado mi teléfono para mandar el mensaje y después lo eliminó para que yo no lo viera.
Marcus tomó a Nicholas del cuello de su camisa y lo amenazó con los ojos.
— ¡No te atrevas a insinuar tal cosa de Diana! — le gruñó en una amenaza, pero Nicholas no se inmutó en lo más mínimo.
Me colgué del brazo de Marcus instándole a que lo soltara.
— ¡Basta, Marcus! — le dije — no le hagas daño.
— ¿Encima lo defiendes? — me dijo sorprendido — ¡Tú nunca harías algo así! — dijo mirándome y mi mirada de temor me delató.
Mis ojos temblaron, y Marcus abrió su boca sin poder creerlo de mí.
— Nunca harías algo así, ¿Verdad? — insistió esta vez soltando a Nicholas, pero yo seguí sin responder — ¡¿Verdad?!
— Lo siento — dije sin poder mirarlo, hundí mi rostro, huyendo de la mirada de todos, sobre todo de la de Marcus. No podía despegar los ojos del suelo. Sentía mucha vergüenza.
— No puede ser... — dijo Marcus, todavía con un matiz incrédulo.
— ¿Por qué lo hiciste? — interrogó Nicholas, levanté la vista para encontrarlo. Nunca había visto tanto desprecio en sus ojos hacía mí.
— Porque te amo — respondí y sentí como algo hacía presión en mi pecho.
— ¿Qué?, debes estar bromeando.
— ¡No lo hago!, ¡Todo este tiempo te amé!, ¡Me cansé de verte amar a otra persona!, te quería para mí, por eso hice lo que hice.
— No puedo creerlo — Nicholas se llevó ambas manos a su rostro para ocultar la ebullición de sentimientos que querían explotar de él — Pensé que ese amor infantil ya había terminado, que había quedado en la infancia.
¿Nicholas todo este tiempo supo que estaba enamorada de él?, saberlo fue una apuñalada a mi corazón.
— ¿Sabías que me gustabas?, ¿Por qué nunca dijiste nada?
Nicholas volvió a mirarme y me trasmitió no sólo disgusto, sino un odio que estaba naciendo.
— Porque pensé que te olvidarías de mí, tarde o temprano. Pero no puedo creer que tu obsesión todavía persista. ¡Nunca te di esperanzas!
— ¡Mientes! — estaba llorando, ya no me importaba mantener mi fachada — ¿Y todos tus celos?, ¡No lo entiendo!
— Son los celos que un hermano puede tener por su hermana, nada más. Nunca te quise más que como eso.
— ¡Mientes! — le dije mientras formaba puños con mis manos. Mi corazón estaba siendo inundado por un dolor insoportable.
— Lo nuestro nunca podría ser — me dijo — Siempre te vi como a una hermana, pero ahora ni eso, me has decepcionado.
Mi mente se congeló en sus palabras. El miedo comenzó a calarme hondo. Lo estaba perdiendo.
— No — quise detenerlo, pero ya era muy tarde.
— ¿Cómo pudiste hacerle eso a Lea?, ¡¿Y aún más sabiendo que le teme a la oscuridad?!, ¿Sabes todas las cosas que pudieron pasarle? — Lea también lloraba, lo que hizo que Nicholas se acercara a contenerla en un abrazo.
Lea se escurrió de su abrazo y se acercó a mí para plantarme una cachetada que hizo eco en toda la habitación. Me ardía la mejilla, pero me contuve de hacer un comentario al respecto. Me lo merecía, y mucho más.
— ¿Por qué me hiciste esto?, ¡Yo confiaba en ti! — Lea no paraba de llorar — Pensé que éramos amigas. ¿Por lo menos me consideraste una alguna vez?
— No — confesé — siempre te vi como un estorbo entre Nicholas y yo.
— ¿Y Marcus? — me preguntó Lea.
— ¿Qué pasa con Marcus? — preguntó Nicholas.
— ¿Fue él quien me arruinó el cabello?
Dudé un momento en responder.
— No — confesé — fui yo y luego inculpé a Marcus.
Todos me miraron perplejos. Marcus me miró como si hubiera escuchado algo improbable de creer, y algo que, al mismo tiempo, le estaba destrozando el corazón.
—¿Porque quisiste salir conmigo? — me preguntó Marcus interfiriendo.
— Para darle celos a Nicholas — volví a confesar uno de mis peores pecados — Y para vengarme de las bromas que me hacías de niños.
— No — masculló Marcus mientras intentaba procesar mis palabras — ¡Qué estúpido fui! — dijo con grima en la voz.
— Pensaba romperte el corazón — dije una de las cosas que guardaba bien profundo, y que tanto peso le traían a mi conciencia. Me sentí liberar, pero al mismo tiempo, sabía que esto tendría consecuencias, y no serían nada leves.
— ¿Te volviste loca? — preguntó Nicholas — ¿En quién te has convertido?, ¡Tú no eres así!
— ¡Esta soy yo! — comencé a gritar en lágrimas — ¡Todo este tiempo fui así!, ¡Las alejé a todas, a Clara y a las demás!, hice cosas muy malas... ni te imaginas de las cosas que hice por tu amor. ¡Te amo tan obsesivamente!, y sólo quería que me hicieras un poco de caso, que sólo tuvieras ojos para mí, como yo los tengo para ti. Pero este deseo me llevó por mal camino, siempre lo supe, que estaba haciendo mal, pero creí que lo valías... ahora comprendo que no.
— Supongo que entiendes que no quiero volver a verte en mi vida, ¿Verdad? — me dijo Nicholas con la mirada oscurecida.
Nunca me había mirado de esa manera, ni usado un tono tan frío para hablarme. Lo había perdido, y yo me lo había buscado. Siempre fui consciente que lo que hacía no estaba bien, pero nunca fui capaz de detenerme.
— Lo siento, por todo el daño que he causado — les dije a todos, y luego me dirigí a Nicholas en particular — Pido perdón por amarte de manera tan enferma, pero esa era la única manera en la que sabía hacerlo... lo siento mucho.
Y después de esas palabras ya no tenía nada más para decir. No importaba cuanto pudiera yo disculparme, nunca hallaría el perdón.
Salí de la habitación de Nicholas, y nadie intentó detenerme, y eso dolió. Nicholas hablaba en serio, ya no quería verme nunca más. Me había sacado de su vida.
Marcus salió detrás de mí. Los dos nos quedamos parados en el pasillo en silencio. Él fue uno de los más lastimados, y estaba dispuesta a recibir todo lo que tenía para decirme.
— Vamos, di lo que quieras — le dije pasados varios minutos de silencio — ¡Grítame, insúltame, escúpeme!, ¡Lo merezco!, lo merezco todo...
Miré a Marcus, esperando su respuesta. Marcus me miró por varios segundos de manera fija. No tenía su característica sonrisa fanfarrona en su rostro, esa que tanto odiaba y amaba al mismo tiempo. Quería escuchar su voz, quería que dijera algo, que expusiera sus sentimientos. Merecía todo su odio y desprecio.
Pero pasados varios minutos, Marcus no hizo nada de eso que le pedí, hizo algo aún más doloroso. Bajó la mirada, dio una media vuelta y se volvió por el pasillo, alejándose de mí, con la mirada más desgarradora que una vez vi en él. Había roto su corazón, no necesitaba que me lo confirmaran con palabras.
El objetivo de mi plan era destrozarle el corazón, y ahora que lo había logrado, me estaba dando cuenta que no era lo que quería.
Me quedé sola en el pasillo. Parada a un lado de la puerta de Nicholas. Cerrada para mí. El pasillo estaba en silencio y en soledad. No había nadie más que yo. No había nadie conmigo.
Ya no estaban ni Nicholas ni Marcus, los había perdido a los dos.
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