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CAPÍTULO 41

Luego de que Nicholas cayera dormido. Estuve varios minutos debatiéndome que debía hacer.

Primero: podía despertarlo para aclarar lo que acababa de suceder.

Segundo: podía simplemente marcharme y esperar a mañana para hablar.

O tercero: podía hacerme un lugar en la cama de Nicholas, y dormir los dos juntos por esta noche.

No lo medité mucho. Posiblemente nunca tendría otra oportunidad como esta. Así que subí a su cama, haciendo los movimientos más sutiles posibles, y me acomodé en el pequeño espacio que quedaba entre Nicholas y la pared.

Nicholas no se enojaría, no era la primera vez que dormíamos juntos, si bien la última había pasado hacía varios años, estaba segura que Nicholas no se lo tomaría a mal, además... ahora las cosas serían distintas, ¿Verdad?

Nos habíamos besado. ¡Mierda!... ¡Besé a Nicholas!, ¿El plan había funcionado?, ¿Nicholas ahora era mío?... ¡Diablos!, no puedo describir lo que siento en este momento, es un sentimiento inefable, son pocas las palabras de nuestro idioma para ejemplificar la felicidad que mi corazón estaba experimentando en este momento. ¡Nos habíamos besado!, y esta vez el beso había sido un beso de verdad, no como el anterior, que fue uno robado mientras Nicholas dormía, pero... si lo pienso bien, Nicholas estaba borracho... ¿Eso no sería cómo aprovecharme de él... otra vez?

¡Por Dios!, ¡¿Qué he hecho?!, ¡Soy una abusadora de borrachos!

¡No!, ¡Un minuto!, analicemos bien la situación, yo no fui quien besó a Nicholas, fue Nicholas quien me besó a mí, yo sólo correspondí a la pasión de sus labios. Una vez entendido esto, mi corazón recobró la cordura una vez más, y mi mente la serenidad. Estaba bien, no había hecho nada malo.

Mi monólogo mental fue interrumpido cuando sentí que Nicholas se movía entre sueños. Se giró de cuerpo entero, y su nariz quedó a milímetros de la mía. Largué el aire que estaba conteniendo cuando me aseguré que Nicholas seguía dormido.

¡Por Dios!, es tan hermoso.

Llevé uno de mis dedos a su rostro, y de una manera casi imperceptible, toqué el lunar que se hallaba debajo de su ojo derecho. Retiré la mano de inmediato y sonreí con picardía. Este chico era una obra de arte, y ahora era mío, nunca lo dejaría ir.

De a poco me fui quedando dormida, y mis sueños fueron inundados por un recuerdo en particular.

Me hallaba en mi casa, en mi cama específicamente, acababa de despertar, pero no quería levantarme, ya que a mi lado dormía Nicholas. Y amaba verlo dormir.

Teníamos quince años, y esta no era la primera vez que Nicholas y yo compartíamos una cama, pero no en el mal sentido. Desde que tenemos seis años, han sido recurrentes las noches que nos hemos quedado a dormir en la casa del otro, y mis padres no se oponían, ellos sabían que teníamos una relación de hermanos. Suena extraño, lo sé, pero mis padres lo son, son muy extraños. Posiblemente cualquier otro padre, no dejaría que su hija de quince años compartiera la cama con un amigo, a pesar de que se conozcan de la infancia, pero bueno, así son mis padres y no me quejo, todo lo contrario, gracias a ellos, podía apreciar esta bella obra de arte por las mañanas.

Cuando me percaté que Nicholas estaba despertando, cerré los ojos con fuerza para fingir que todavía dormía. Si Nicholas descubría que me quedaba viéndolo dormir, posiblemente ese sería mi fin.

Sentí que el colchón se hundió y luego que se levantaba al ser liberado de un peso. No podía verlo, pero podía adivinar que Nicholas se había levantado, escuché sus pasos y luego la puerta cerrándose. Había salido de la habitación. Ese fue el momento en el que volví a abrir los ojos.

Sonreí como una estúpida. Dormir juntos se sentía como si fuéramos esposos. Extendí la palma de mi mano por las sabanas, y la paseé por donde había estado Nicholas segundos atrás. La cama todavía conservaba el calor de su cuerpo.

Me quedé unos minutos más en la cama, disfrutando del rezago que dejó su presencia.

Los murmullos que se oían en el piso inferior, fueron los causantes que no quisiera pasar un segundo más metida en esa cama. Nicholas estaba abajo, y quería estar cerca de él a todo momento. Me cambié el pijama lo más rápido que pude, y descendí las escaleras de a dos.

Me encontré con un Nicholas, todavía con su pijama, sentado en la mesa con mis padres, compartiendo el desayuno.

— Come, Nicholas, ya pareces un bicho palo de lo delgado que estás.

— Gracias, Joel, pero ya estoy lleno — mi padre lo trataba como a un hijo, y Nicholas como a un amigo. Nunca había escuchado que llamara a un hombre adulto por su nombre, a excepción de mi padre, al resto se dirigía por señor.

— ¿Mis panqueques son horribles?, ¿Eso es lo que pasa?, ¡¿Verdad?! — mi madre parecía estar a punto de entrar en un ataque de histeria, era una persona que solía explotar por cosas simples, como, por ejemplo, si no nos gustaba su comida.

— No, Marta, no me malinterprete, están tan deliciosos que comí más de lo que podía contener mi estómago — intentó retractarse Nicholas, pero al parecer ya era tarde.

— No me mientas, ¡Comiste un solo panqueque! — mi madre parecía estar al borde del llanto. ¿Por qué me tocó la mamá más melodramática del mundo?

— Es que... es que... — Nicholas no sabía cómo salir de esta, así que decidí intervenir.

— No lo molesten.

— ¿Diana? — mi mamá dijo mi nombre como si hicieran años que no me veía — creí que la Bella Durmiente nunca despertaría de su letargo.

— Ni una bomba nuclear haría que se levante temprano.

— ¡Papá! — lo reté y todos rieron a excepción de mí.

La verdad era que me había despertado temprano, pero decidí quedarme en la cama, por una razón que no puedo confesar en voz alta, así que decidí que creyeran que era una floja antes de una acosadora.

— Si no quiere comer, por algo será — dije volviendo al tema.

— En eso tienes razón — secundó Nicholas sonriendo de manera extraña.

— ¿Qué quieres decir?

— ¿Te acuerdas de Clara?

— ¿La cara de cerdo?

— ¿Quién? — ¡Mierda!, se me había escapado. ¡Qué tonta!

— Digo... no, no sé de quién hablas — dije y esperé a que me creyera.

— Clara, mi primera novia, ¿Recuerdas?

Por supuesto que la recuerdo, esa maldita niña que le encantaba zorrear desde pequeña. Tuve que deshacerme de ella, o si no, me hubiera arrebatado a Nicholas.

— ¡Aah! — fingí recordar — ¿Dices la niña que vivía en la casa vecina?

— Sí, ella misma — Nicholas sonrió de manera alegre, esa sonrisa no me gustaba, porque sabía bien lo que significaba — Fue extraño, nos reencontramos por casualidad. Hablamos, y reímos mucho.

— ¿Es esa niña que te rompió el corazón? — mi madre interfirió en la conversación.

— Creo que es una buena oportunidad para obtener una explicación — aclaró pensativo — Quedamos en encontrarnos más tarde para almorzar.

— ¿Ah?, ¿Por eso desprecias mis panqueques?, ¡¿Por una niñita mimada?! — mamá volvió a su papel de drama queen.

— No, tus panqueques son los mejores. Sólo quiero ir con el estómago vacío.

Mierda, estas eran malas noticias. Nicholas iba a encontrarse con la cara de cerdo. Al parecer la cabeza de un chancho no le fue intimidación suficiente para alejarse de Nicholas, ahora, unos años después, volvía a aparecer en nuestras vidas. Más le vale que no esté planeando nada.

Después de eso, estuvo una hora más en casa y luego se marchó para prepararse para la "cita", así la llamó él, y a mí me supo horrible escucharlo decir que tendría una con Clara.

Estaba asustada, debía admitirlo. Durante toda la tarde me pregunté que estaría haciendo Nicholas, de qué estarían hablando. Esto no podía estar pasándome. ¿Por qué?, yo la había espantado, estaba segura de eso. Talvez ahora, debía espantarla mucho más fuerte, para que nunca vuelva a acercarse a Nicholas.

Y mientras pensaba en Nicholas, la imagen de una persona me asaltó. ¿Y sí perdía a Nicholas?, ¿Si ya nunca volvía a verlo como había sucedido con Marcus?... Marcus... ese patán insoportable, se había mudado desde hacía dos años, y yo creyendo que había encontrado la paz, que al fin me había librado de él, no podía dejar de pensarlo. Lo recordaba constantemente, me enojaba, lo maldecía y lo extrañaba. ¿Qué estará haciendo?, ¿Se habrá olvidado de mí?

Y luego, volvía a pensar en Nicholas, y me entristecía.

Me encontraba recostada en mi cama, luchando contra mis pensamientos y emociones cuando tocaron a la puerta. Estaba segura que era Nicholas, él prometió venir a hablar conmigo una vez que hubiera terminado el asunto de la "cita". Bajé las escaleras corriendo y al abrir la puerta me percaté que la noche se estaba acercando por el borde del cielo, y se engullía al atardecer en unas fauces de nubes grises. ¿Tanto tiempo había estado hablando con la cerdito?, contuve mi ira y celos al borde del abismo, si las liberaba, sería un desastre.

— ¿Qué sucedió? — le pregunté de inmediato una vez que habíamos entrado, quería saberlo ya.

— Hablamos un montón de cosas, sobre ella, sobre mí y sobre nosotros.

— ¿Y qué te dijo?

— Yo le pregunté por qué me había lastimado de esa forma, y me dijo que yo le había jugado una broma.

Sentí un nudo en el fondo de mi garganta. Nicholas nunca podría saber lo que sucedió, ni siquiera Clara podría saberlo.

— ¿Una broma?, tú no eres así — intenté parecer sorprendida.

— Por supuesto que no lo soy — Nicholas suspiró y pasó sus dedos por su cabello azabache en un gesto complicado — Ella al principio no me creyó, pero le expliqué que nunca podría hacerle algo así, dijo que alguien le dejó una caja con una cabeza de cerdo en su puerta. La caja tenía una nota firmada con mi nombre. Es entendible que haya pensado que era yo.

— ¿Quién puede hacer algo así? — fingí consternación.

— Un monstruo — respondió Nicholas y su calificativo me dolió. ¿Eso es lo que era?, ¿Un monstruo?, no, sólo era una chica enamorada, dispuesta a todo por amor.

— ¿Y al final qué pasó? — eso era lo que más me importaba, ¿Qué sucedió con su relación?, y por la sonrisa entusiasta en el rostro de Nicholas, supe que no sería una respuesta agradable.

— Quedamos en volver a vernos.

Mierda.

— ¿Sabes?, antes la quería, y creo que, si las cosas van bien, ahora podría amarla.

¿Amarla?, pensar que Nicholas puede amar a alguien más me revuelve el estómago y me dan ganas de golpear algo.

Después de eso, los días se volvieron semanas, y las semanas en meses, meses en los que casi no veía a Nicholas, más que en pequeños encuentros furtivos en los pasillos de la escuela.

Me estaba volviendo loca. Nicholas prefería pasar tiempo con Clara que conmigo, salía de la escuela directo a encontrarse con ella, apenas nos veíamos. Podía sentir como lo estaba perdiendo, como cada día que pasaba, Nicholas estaba un paso más lejos de mí, para estar un paso más cerca de Clara.

Realmente sentía la furia crecer en mi corazón. Anhelaba verlo, y deseaba que estuviera lejos de ella, y qué sólo estuviera para mí.

En mi corazón se fue formando un anhelo, y en mi mente una idea. Debía deshacerme de esa cara de cerdo, pero esta vez en serio. Debía destruirla, romperla tanto, que ya no se atrevería a desafiarme, ya no se atrevería a acercarse a Nicholas, nunca más en su vida.    

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